Sinopsis: En el
verano de 1.898, el capitán español Enrique de las Morenas y Fossi -comandante de la guarnición española de la aldea costera de Baler, en Luzón- observa síntomas de una
inminente insurrección en su distrito. En espera de los acontecimientos, decide
recluirse con su tropa (54 soldados) en la iglesia de
Baler y, tras
estallar la revolución, quedan sitiados por los insurrectos durante casi un año, hasta meses después del Tratado de París, cuando las Filipinas dejaron de
ser territorio español...
La historia parte de un guion radiofónico de
Enrique Llovet (“Los Héroes de Baler”) y de otro de Enrique Alfonso
Barcones y Rafael Sánchez Campoy (titulado “El Fuerte de Baler”). Y a partir de una anécdota
histórica y real sobre un destacamento español que quedó aislado en Filipinas,
Antonio Román rueda una de las mejores películas de acción y aventuras del cine
clásico español, a la altura de películas de aventuras coloniales como "La
Jungla en Armas" de Henry Hathaway, "Gunga Din" de George
Stevens, "Kim de la India" o cualquier película de John Ford
sobre la Caballería estadounidense. Es un gran fresco épico, una especie de
" El Álamo ", en la que los personajes son muy bien trazados
dentro de la tradición de este tipo de películas: El oficial aguerrido, el
médico, la tropa.., alternada con excelentes escenas de acción. Con una canción
clásica y uno de los primeros papeles de Tony Leblanc. ¡Ojalá los directores de
hoy en día tuviesen el talento de Román para realizar una excelente película
épica de aventuras!
Para muchos,
puede parecer un espectáculo superficial y mediocre, rebosante de patrioterismo
acartonado y vehemente sin ton ni son, falto de toda brillantez cinematográfica
o atisbo de talento en el inocuo Román y sostenida por un buen grupo de
actores, pero un análisis de este calibre sólo puede estar basado en los
prejuicios con que se percibe la cáscara de la nuez: Realmente, “Los
Últimos…” es una buena película (no excelsa, pero tampoco un bodrio), donde
–aparte de describir la odisea de los defensores de Baler- se describe de
manera muy real y verídica cual ha sido la actuación en general de los
políticos españoles desde finales del siglo XIX en adelante en política de
desprestigiar a España y empequeñecerla dándola, vendiéndola o regalándola a
trozos a terceros países. En esta película de enorme valor histórico por cuanto
describe y cuenta: Vemos cómo, mientras los soldados españoles defendían el
honor de la nación y país España en los lugares más lejanos del mundo, los políticos
españoles en la metrópoli se dedicaban a firmar tratados con otras potencias o
países donde les regalaban o donaban esos mismos territorios en los cuales los
soldados españoles estaban dejándose la vida en su defensa. Esta es, a fin de
cuentas, la realidad de lo que ha sucedido en Filipinas, en Ifni, en el Sahara
español y que pronto –de seguir así- también sucederá en Ceuta, en Melilla y en
las Islas Canarias. Porque lo que tenemos en España como políticos son una
morralla antipatriótica de mucho cuidado, la cual nada tiene que ver con la que
existe en Gran Bretaña, en Francia o donde sea, que cuando cualquier parte de
su territorio por minúsculo y lejano que se encuentre es atacado, antes
prefieren morir todos en el intento de defender lo suyo que abandonarlo
cobardemente, como suelen dictar en España los políticos de la ideología que
sean (recuérdese, por ejemplo, cuando la invasión marroquí del islote de
Perejil, que en seguida surgieron políticos como Llamazares y otros muchos más
que empezaron a reprochar al gobierno que defendiera un trozo de España tan
insignificante y que no valía nada)… Así son los políticos españoles, en
general gente sin honor ni amor por su patria España; mientras ellos viven como
marajás, los soldados españoles andan por doquier defendiendo el nombre de
España que los políticos envilecen, degradan y asimilan a la cobardía.
Pero, tras esta digresión que espero sepan perdonare, retomamos el film: Cuando
se ve la película por primera vez, a uno el guión le parece un poco forzado. Pero
es una película basada en hechos reales y varios de los episodios aparentemente
fantásticos como el del caribú o el del huerto o la derrota americana son
históricos. Y aún faltan algunos como la declaración de amigos de la patria a
los derrotados, por parte del general rebelde.
La épica música del maestro Parada recuerda a la de realizada por Franz
Waxman para el film, del mismo año, “Objetivo Birmania” (Raoul Walsh)…
Ya el comienzo es enteramente de Western, pero en vez de indios acosando al
mensajero (esperamos que sea Alfredo Mayo, pero no: ¡Es Tony Leblanc!), son
Viet-cong… Perdón, guerrilleros tagalos.
Los decorados –rodados en estudio- son sumamente descarados: Todo Baler no
puede disimular que se trata de una maqueta (cuando los tagalos comienzan a
hacer señales, en seguida temes que toda la serranía de plástico se prenda
fuego). Y los nativos… El tabernero Moisés –que, obviamente, con ese corte de
pelo no puede ser trigo limipio- parece Linda Hunt en “El Año Que Vivimos
Peligrosamente” (Peter Weir, 1.983).
Las bellas noches estrelladas como las que contempla Willem Dafoe en “Platoon”
(Oliver Stone, 1.986). Las comparaciones con Vietnam –de hecho. Éste fue
nuestro ´Nam- no paran de sucederse.
El darwiniano médico (Guillermo Marín) no deja de ser el contrapunto civil
al resto de militares (y no deja de ser un tanto sardónico en su humor e
irónico en sus comentarios –“¡Qué maravillosa idea!” exclama cuando el
Capitán, que le recrimina, comenta que secará el río si hace falta). Son el
reemplazo de los muertos (muertos liderados por el Teniente Mota).
Posiblemente, aunque aún no lo sepan (no se resignen a ello) tan muertos como
los relevados.
Ya se vislumbra cuál será el último bastión: LA IGLESIA. Un nuevo Álamo en
medio de una (pelín sosa, debido a que Tala es una Blancanieves de Walt Disney)
historia de amor entre Nani Fernández y Fernando Rey… Lo de los soldados
españoles casándose con bosnias o kosovares no es nada nuevo, al parecer. Y
aquí, a diferencia de “Harka”, sí que hay beso… Eso sí, truncado por una
inoportuna corneta: Arenga patriótica del Capitán mientras el tabernero del
flequillo –que es más malo que Angela Channing- conspira en las sombras
(literalmente). Pero Tala descubre al Peter Lorre de Chamberí y se monta una
escena al más puro estilo “El Halcón Maltés”. Y mientras, junto al
fraile, como en “El Santuario No Se Rinde”, el sosias de Alfredo Mayo
(un José Nieto con los rasgos de Tip) monta la defensa, fortificando la
iglesia. De esta película han bebido muchos otros filmes, nacionales y
extranjeros, sin duda alguna, desde “Comando en el Mar de China” (Robert
Aldrich, 1.969) hasta “El Álamo” (ambas versiones, la dirigida por John
Wayne en 1.960 y la de John Lee Hancock, realizada en 2.004),
pasando por “Zulú” (Cy Enfield, 1.964) o “55 Días en Pekín” (Nicholas
Ray, 1.963) por cierto, los tagalos son tan castizos como los chinos de esta
última).
“(El que ondee la bandera roji-gualda en el campanario de la iglesia de
Baler) no es un desafío. Es simplemente dar fe de que estamos aquí”, asegura
el Capitán De las Morenas). Se exaltan valores patrios como el sentido del
deber, el honor o la integridad, pero no se exaltan de manera pueril o
exagerada hasta casi rozar la ridiculez, como suele suceder en otras cintas de
los 40: Aquí hay un respeto y una seriedad encomiables.
Frente al arrojado teniente Cerezo sediento de acción se coloca al doctor
Vigil, más reflexivo y que añade –junto al veterano Capitán- la cordura
necesaria para “controlar” a Armando Calvo durante el primer ataque de la horda
tagala, avanzando en masa contra la posición (y, por consiguiente, también
cayendo en masa), defendida por un enigmático Fernando Rey lleno de odio (y
cercano a Eloy Gonzalo), un cómico –como siempre- Manolo Morán (que no
adelgazará un gramo durante el asedio, a pesar de las penurias) y sus 48
camaradas. Tras este primer envite, las bajas fueron un muerto y dos heridos
leves españoles… Y los meses transcurrirán entre ataques y más ataques. Pero el
sentido del deber –porque, en definitiva, es una película sobre el Deber-
permanecerá incólume y a la defensiva.
La verdad es que la coreografía de los extras peinados por Llongueras es de
lo peorcito de la película: O se mueren pésimamente o corretean como los chinos
nefandos de los largometrajes de Bruce Lee. Y tras la acción “cascorrera”, más
figurantes cayendo a la luz de la hoguera de San Juan (y la pobre Tala, que
ninguna culpa tiene, acusada de femme fatale).
A los del flequillo les llega el cañón y, como esto ya son palabras
mayores, a uno de los defensores se le ocurre desertar (con nombre y apellidos
–Felipe Herrero-): Una cosa es enfrentarse a las balas del 7,92 y otra muy
distinta a obuses de 75 mm.
Y el capitán, enfermo de peste, lanza una frase lapidaria donde las haya,
al enterarse que “El Vasco” (¿?) ha caído: “Estaría dispuesto. Sin
permiso de Dios, la muerte no mata a nadie”. Y como la película en blanco y
negro, perdemos la cuenta de cuántas veces matan al mismo extra…
Mientras tanto, el Fu-Man-Chú monta una embestida al más puro estilo medieval,
con el desertor en cabeza (liderando el asalto más forzado que por su propia
voluntad) y así le va. Además, el ataque por la retaguardia –aconsejado por el
traidor- es repelido. Pero el Capitán De Las Morenas ha realizado su último
esfuerzo, falleciendo ese 22 de Noviembre (a los 145 días de asedio) y sin
saber que España había perdido el archipiélago. Pero, como bien indican en el
film, “ellos ni se enteraron ni quisieron enterarse”… Y tanto el doctor
como el teniente se transforman por simbiosis, encontrándose el uno al otro
como dos caras de la misma moneda: El médico se insufla del ardor guerrero del
oficial mientras que Cerezo se humaniza.
Descubierta a bayoneta calada en busca de alimentos…: O nos matan o nos
morimos. Y se traen comida y a Manolo el del bombo (que no es Morán), para
amenizar la Navidad… Pero no vuelven a casa por esas fechas, como suele hacer
el turrón, sino que la Misa del Gallo se la chupan con el mosquetón al hombro.
Eso sí, del discurso evangelizador de Fray Bartolomé de las Casas (“Es la
obra de España. Una obra de siglos. Y aunque algún día tengamos que irnos
nosotros, aquí quedarán para siempre la fe y el idioma”… Mejor que no viese
cómo están ahora los filipinos) no nos salva nadie.
Y los sitiadores, erre que erre: Que se rindan, que la guerra terminó hace
tiempo… Pero, con inusitada arrogancia, se empecinan más que esos japoneses
abandonados en remotas islas tras la II Guerra Mundial.
Es destacable que la relación con los militares independentistas (por
ejemplo, Novicio Luna) es respetuosa y caballeresca, entre camaradas de armas,
nada de cargar las tintas en innecesarias crueldades o en sádicas torturas (con
una particular ética sólo imperante entre ellos, al estilo de la utilizada
entre aviadores durante la I Guerra Mundial). Y, lo más subrayable, a pesar de
luchar por la independencia, “aman” a España.
Y como no les vencen ni por el fuego ni por el hambre, comienza la guerra
psicológica, utilizando a Tala (porque, ya se sabe, los españoles son muy
mujeriegos). Y, engañada, la hacen cantar ese melancólico “Yo Te Diré”,
esperando que, aquejados de morriña, los españoles desistan en su empeño (la
canción surte su efecto nostálgico, como sucederá más de una década después al
cantar Susanne Christian –la mujer de Kubrick por aquel entonces- en la
tremenda “Senderos de Gloria”, pero los hispanos siguen resistiendo
numantinamente). El silencioso travelling entre los soldados es emocionante.
Y como Estados Unidos había ganado en fecha recientísima la II Guerra
Mundial y el Generalísimo quería congraciarse con el Tío Sam (aparcando en el
baúl de los recuerdos a la División Azul), otorga protagonismo a los
norteamericanos, que desean “liberar a esos valientes” y aparece la
cañonera “Yorktown”, de la que desembarca un comando de rescate
compuesto por 14 fusileros y liderado por el 2º Teniente William Harrison
Standley, que… desconfiando de la buen predisposición filipina, regresó al
buque sin acercarse a Baler (en el film se toman una licencia y mueren con las
botas puestas). El resto de la intervención del comodoro Sperry se omite (como
deferencia, ya estaba bien, que los protagonistas son los españoles, no los
yankees). Lo que no les deja muy bien es que incumplen aquella frase que tanto
repiten en “Black Hawk Derribado” (Ridley Scott, 2.001): “No abandonamos
nunca a nadie”, porque dejan la playa plagada de cadáveres de sus
compañeros…
Un año de martirologio y ahí continúan, aferrados a su sentido del deber: “Nunca
pasa nada y si pasa no importa”, como bien comenta el doctor…
Los efectos de los cañonazos son un tanto cutres pero consiguen romper los
muros del fortín y los tagalos penetran, produciéndose el primer combate cuerpo
a cuerpo, a escasos 8 minutos del final. Paredes de adobe que se derrumban en
perfectos círculos, sacos de cemento y tablones que se desploman
localizadamente, no vayan a herir de verdad a alguien, Conrado San Martín
rogando munición… Y una tenaz lucha retratada de una manera un tanto artificial
y artificiosa (para un momento tan dramático, el asalto final, le falta algo de
garra). Armando Calvo dispara como Errol Flynn en “Murieron con las Botas
Puestas” y Manolo Morán no pierde su vis cómica ni machete en ristre, arrojando
aceite hirviendo a los tagalos. Moisés se muere horriblemente mal (andando una
distancia como si de una peregrinación a Santiago se tratase) y el ataque es
nuevamente repelido, dejando el terreno sembrado de muertos. ¿Retirada? Sí,
porque… Llega el Teniente Coronel Aguilar enarbolando la bandera española y…
¡Poco le falta para morir ante un pelotón de fusilamiento por “disfrazarse” de
militar hispano! No capitulo y no y no (y uno todavía pregunta si lo mata).
Pero le entrega ejemplares de la prensa nacional y leyendo un cambio de destino
de un compañero –algo intrascendente entre otras muchas noticias de interés- se
dan cuenta de que todo es verdad (y, como mal de muchos, consuelo de tontos, el
Teniente también culpa de la decisión de resistir al médico). Reunión y
decisión de rendirse siempre que no les retenga como prisioneros de guerra (en realidad,
el ejército filipino les rindió incluso honores). De otro modo, ¡Santiago y
Cierra España! Y se abandona el bastión a sangre y fuego. “Hemos seguido
aquí enterrando a nuestros muertos sin ningún derecho”, se lamenta el
teniente: Seis meses después de haber perdido las Filipinas, Baler cesa su
resistencia (“cumpliendo con su obligación y como mandan las Ordenanzas
Militares”). Así finaliza la historia de esta heroica equivocación, apoyada
por el empecinamiento en nombre del deber de un grupo de militares españoles
que lucharon más allá del deber y de sus propias fuerzas. Y así, tras 337 días,
con un marcial Calvo –que recuerda las palabras del Capitán Olmedo cuando le
exigió la rendición, acusándole de rebelde y asegurándole un Consejo de Guerra
y la expulsión del Ejército- comandando a un Rey que recobra a su amor
indígena, un campechano y dicharachero Morán y al resto de la tropa, finaliza
la película (con Laureada de San Fernando incluida y comentario a modo de
epílogo: “Y otra vez el Teniente Marín Cerezo se enteró de las noticias con
retraso: En España, él ya era un héroe”).
Es más
entretenida y lógica que la mayoría de las películas que se hacen en este país
de subvencionados. Sobre lo de patriotera, sí lo admito, ¿y qué? ¿Acaso las
pelis yanquis de la época exaltaban los valores de Japón o los de Alemania? No,
exaltaban los suyos y sin ningún rubor, como siguen haciendo actualmente sin
complejo alguno en un amplio porcentaje de producciones. No pasa nada. Es cine.
Son películas. Entretiene y no me acompleja ser español, como tampoco me
acomplejaría de ser francés o marroquí. Refleja con realismo la sociedad de su
época, y si no lo hiciera me daría igual. ¿Por qué? Porque –repetimos- es cine
y el cine no tiene la obligación de ser fidedigno a nada. A mí modo de ver se
resume con si me gusta o no me gusta. Y me gusta.
Es, en definitiva, una película rodada en su tiempo, donde la exaltación
del ejército español es el leitmotiv de la misma. Y el título es muy oportuno
ya que está rodada justamente cuando no se produce el relevo generacional
hispanohablante en filipinas.
Por último un
par de detalles anecdóticos. "Apocalypse Now" se rodó en esa
zona de Luzón curiosamente, y a los pobres españolitos que quedaron en
Filipinas después de esos famosos últimos, me refiero a los prisioneros de los
tagalos, claro está, los rescató la caballería estadounidense, creo recordar
que el 7º (aunque de esta precisión no estoy seguro cien por cien), porque el
gobierno español no quiso saber nada de ellos.
En su momento
fue un taquillazo, además de ser considerado casi clásico del cine español,
cine de "interés nacional" e, incluso un gran éxito de crítica. En 2.008, la historia del sitio se volvió a llevar de nuevo a la pantalla
en la película “Baler”, del director
filipino Mark Meily y con la actuación de Phillip Salvador, Jericho
Rosales, Anne Curtis, Andrew Schimmer, Joel Torre, Carlo Aquino,
DJ Durano,
Rio Locsin, Nikki Bacolod,
Mark Bautista,
Ryan Eigenmann, Baron Geisler, Michael De Mesa, Leo Martinez y Alvin Anson.
LO MEJOR:
En el filme destacan las interpretaciones de
Fernando Rey y Tony Leblanc. Nani Fernández hizo famosa
la canción “Yo Te Diré” (habanera o bolero, según las fuentes, pero –sin
duda alguna- todo un himno).
LO PEOR:
Que no se
recuperen historias así en nuestra cinematografía: Si no utilizamos al Ejército
para reírnos de él o para tacharlo de fascista, parece que no da juego en el
celuloide patrio. Incomprensible e inadmisible.
Nota: Valorándola
en su justa medida y coyunturalmente, un 6,2 (mejor que muchas contemporáneas…
Y que muchas presentes).
“Tengo una
bala, tengo una bala, con el nombre “grabao” de una tagala…”
“5.000
filipinos, cuatro cañones. La bandera al viento, treinta españoles. Treinta
españoles, niña, treinta españoles. Una bandera al viento y sus riñones”…
Es que coj**** no se podía decir, que la censura se te echaba encima (si es que
hasta “Fuck” no se pronunció en un film americano hasta 1.970, con “M.A.S.H.”)
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Antonio Román.
País: España.
Año: 1.945.
Duración: 99 minutos.
Guión: Pedro de Juan, Antonio Román (Libros: Enrique
Alfonso Barcones, Rafael Sánchez Campoy, Enrique Llovet).
Música: Jorge Halpern y Manuel Parada.
Fotografía: Heinrich Gärtner (B&W).
Protagonistas: Armando Calvo (Teniente Martín Cerezo), José Nieto (Capitán Enrique de las
Morenas), Guillermo Marín (Doctor Rogelio Vigil), Manolo Morán (Cabo Pedro
Vila), Juan Calvo (Cabo Olivares), Fernando Rey (Juan Chamizo), Manuel Kaiser
(Fray Cándido), Carlos Muñoz (Santamaría), José Miguel Rupert (Moisés), Pablo
Álvarez Rubio (Herrero, el desertor), Nani
Fernández (Tala), Emilio Ruiz de Córdoba (El Correo), César Guzmán
(Jesús García Quijano), Alfonso de Horna (Marquiado), Manuel Arbó (Gómez Ortíz),
Conrado San Martín (Vicente Pedrosa), Adriano Domínguez (Pineda) y Tony Leblanc
(Correo).
El sitio de Baler se estudio durante varios años en la academia de West Point de Estados Unidos, si alli se estudio seria por algo. En fin, sobran los comentarios
ResponderEliminarAsiste a la inauguración del coloquio:
ResponderEliminarVislumbraron el Pacífico y pusieron a México en el centro del mundo, 1513-2013
Inauguración: 24 de septiembre
Sede: auditorio y sala de usos múltiples del AGN.
16:00 horas. Se abre al público la exposición de documentos originales y facsimilares sobre el océano Pacífico y su navegación (sala de usos múltiples). Único día.
17:00 horas. Introducción al documental Clipperton. La isla de la pasión, por la Mtra. Teresa Matabuena, de la Biblioteca Francisco Xavier Clavigero de la Universidad Iberoamericana y Mtro. Manuel Adano, Director del Museo Naval de Acapulco (auditorio).
17:25 horas. Proyección del documental Clipperton. La isla de la pasión (45 minutos).
18:10 horas. Segunda proyección del documental Clipperton. La isla de la pasión (45 minutos).
19:00 horas. Inauguración del Coloquio “Vislumbraron el Pacífico y pusieron a México en el centro del mundo” (auditorio). Palabras de los organizadores e invitación a las actividades de los dos días siguientes.
19:25 horas. Corte de listón para la exposición (sala de usos múltiples).
19:30 horas. Vino de honor (jardín norte) y recorrido por la exposición.
20:00 horas. Fin del evento y cierre de la exposición.
Los días 25 y 26 de septiembre, la sede del coloquio será el CEHM Carso. Consulta el programa completo en la página:
www.agn.gob.mx