Sinopsis: Durante la Guerra Civil española, un comando
aprovecha la noche para llegar a una posición avanzada, cercada por el enemigo,
que protege el vado de un río. Al día siguiente, los soldados de ambos bandos
conciertan una tregua y pescan truchas y cambian conservas y cigarrillos. Pero
fuerzas extranjeras relevan a los sitiadores durante la noche y matan a un
confiado soldado que hacía señas para volver a pescar. Mientras la posición se
fortifica, un soldado escapa hasta el pueblo cercano para ver a su familia…
En la cinematografía española hay películas bélicas
y militaristas. Ésta es una “de guerra”, al uso (la acción bélica desatada y
directa es el vector principal del relato y por eso es buena). Desde el
comienzo me sorprendió favorablemente el planteamiento de la cinta, que
efectivamente parece el germen del que años más tarde empleará Berlanga en su
famosa "La Vaquilla" (personalmente creo que hay cosas que
luego las tomará prestadas Berlanga, veinte años después… Si no, ¿díganme Vds.
a quién se parece el Sargento interpretado por Alfredo Landa en el film de
Berlanga?), mostrando una peculiar mirada sobre la Guerra Civil en clave de
tragicomedia, al menos en una primera parte. Aunque el guión de “Posición
Avanzada” no es muy original si lo comparamos con cualquier película bélica
norteamericana la película promete desde el primer momento. Nada más empezar
vemos un tranquilo río, y entonces mientras se rasga una guitarra, se suceden
diversas explosiones acompañando al acorde (no soy el único que lo ha visto muy similar
al comienzo de "Apocalypse Now") de una guitarra flamenca...
No teníamos a “The Doors” con su “The End” a mano, pero teníamos
a Regino Sáinz de la Maza. Como he dicho la historia es simple. Comienza con un
niño que encuentra un casco agujereado y se lo lleva a su padre (recuerdo una
escalofriante la foto que vi una vez: Una calavera cubierta de musgo reseco
proveniente de la zona de los combates del Ebro... Parece que había rodado por
una ladera hasta caer perfectamente asentada y así quedaría por los siglos de
los siglos. Nada mejor para expresar la tragedia de esa guerra). Este comienza
a recordar que el casco perteneció a uno de sus camaradas y comienza a relatar
su historia:
Un pelotón del ejército nacional perteneciente a la
7a División recibe la orden de dirigirse a una posición avanzada al
lado de un río y que cubre las líneas de suministro de un regimiento. La
posición es conocida por “La Sartén” pues siempre están saltando
chispas. Al mando del pelotón está un alférez recién salidito de la Academia
con cara de tierno infante que no ha roto nunca un plato y que no se ha ido de
putas tal y como deja claro una insinuación del teniente relevado sobre el
lugar donde ha realizado los estudios, en Granada (“¿Cómo están “La Corales”
y sus chicas?”). Pero quien realmente manda “de facto” el pelotón es el
típico sargento que se las sabe todas, interpretado en este caso por Antonio
Ferrandis (sí, sí, el posteriormente famoso “Chanquete”), tan cerca de
Rafael Hernández en este rol que parecen hermanos. Es una de los mejores
interpretaciones del típico “sargento chusquero español” de la subespecie
“bonachona” que he visto en mi vida. El pelotón está integrado por los típicos
soldados de las películas: El “filósofo” interpretado por Manuel Tejada (que,
demás, fue “Miliciano de la Cultura” de la 111ª Brigada Mixta y ejerce
de Sanitario… Un tanto cuáquero), el “caradura” (Azón, arrestado para más inri),
el veterano Pando, Castro el manitas, Ruiz el campesino -cuyo pueblo, su mujer
y su hijo está justo al otro lado de las líneas-, Vélez el patoso, etc. En
algunas descripciones de personajes, los retratos y caracteres se acercan a los
efectivos de “Platoon” (Oliver Stone, 1.986).
La escena de
presentación del nuevo y bisoño oficial ante su Comandante parece haber
inspirado a Sam Peckinpah (“La Cruz de Hierro”, 1.976) en la similar
secuencia, cuando el Capitán Stransky (magníficamente interpretado por
Maximilian Schell) se presenta ante el Coronel Brandt (James Mason) y su
ayudante, el cínico Capitán Kiesel (David Warner): Ese impasible Tomás Blanco,
con más conchas que un galápago, comentando el usual bombardeo de la posición
con su Teniente asistente y un amedrentado Laso. Y ese “me la tienen tomada
con el Fiat morro alto”. Todos los diálogos en el Puesto de Mando son
impagables.
El pelotón inicia la marcha cantando una canción
que hace referencia al nombre de su unidad, “Los Gatos Negros” (el mismo
felino que llevan en el escudo cosido en sus mangas), pero enseguida se tienen
que callar pues deben de pasar por un lugar que está batido por la artillería
enemiga. La escena de le enfilada tiene un punto gracioso cuando se ve a todo
el pelotón corriendo para ponerse a cubierto cuanto antes menos el soldado
veterano que va solo y andando despacio. Ante los gritos del sargento
apremiándole este responde “¡Anda ya! pero si estos no gastan una bomba para
uno solo”. Y efectivamente tiene razón.
Tras llegar a “La Sartén” el alférez releva al
teniente Crespo, relevo que queda perfectamente representado. El teniente, un
veterano, le explica la situación, la disposición de la trinchera, dónde están camuflados
los morteros enemigos y por supuesto, dónde está el puesto de escucha. Nada más
despedirse las tropas relevadas, el sargento –tras patrullar con el alférez por
los puestos y enseñarle dónde se ubica el cañón antitanque de apoyo- comienza a
tramar algo con otros soldados. Se dirigen a la trinchera y comienzan a agitar
una bandera mientras Antonio Ferrandis comienza a vocear para llamar a un
paisano suyo del pueblo cántabro de donde proviene: El Capitán Trueba, el
campurriano más feo de Reinosa. Los dos son antiguos amigos y entre chanzas de
los unos y los otros se ponen a pescar en el río ¡con granadas! Evidentemente,
el alférez llega corriendo pensando en un ataque, pero el sargento le
tranquiliza diciéndole que el coronel permite la pesca siempre y cuando le
manden las mejores capturas. La escena completa es totalmente berlanguiana
(aunque esto de juntarse en tierra de nadie ya fue copiado con anterioridad en
“A la Legión le Gustan las Mujeres… Y a las Mujeres les Gusta la Legión”,
al igual que el detalle de la confraternización, “aunque sólo sea para
fastidiar al Comisario Político”).
Hay respeto y camaradería al hablar del enemigo… No
dejaba de ser ésta una guerra fratricida donde, aparte de las ideologías, la
mala suerte de pillarte el Alzamiento en una ciudad o en otra marcaría el
devenir de más de uno.
Todo parece indicar que la guardia en “La Sartén”
va a ser tranquila (el aburrimiento y la monotonía de la guerra de trincheras,
partidas de naipes y de ajedrez –entre el teniente y el único soldado
universitario, como indica la clase-, la novatada ya vista en “Ahí Va Otro
Recluta” de ir en busca de la piedra de afilar machetes y una escena muy a lo
Cyrano de Bergerac…), pero al día siguiente cuando se quiere reanudar la
“pesca”, el soldado que levanta la bandera blanca es abatido por un
francotirador. Evidentemente, el sargento les quiere dar de lo suyo a los del
otro lado, pero el alférez consigue “calmarle”, demostrando que también sabe
dar órdenes. Nadie se explica lo ocurrido, hasta que les llegan informes que
les comunican que las tropas republicanas han sido relevadas por el batallón
alemán de la 12ª Brigada Internacional (el Batallón Thälmann). Este detalle es
sumamente significativo: A pesar de que es una película sobre la Guerra Civil española,
Lazaga no quiere representar dicho enfrentamiento en su película, y en su lugar
utiliza el recurso de sustituir a los republicanos por “alemanes”, los típicos
malos de las películas de guerra.
El “paco” consigue que nadie levante la cabeza de
las trincheras más de lo necesario así que se hace necesario librarse de él. Al
final le localizan y le encargan la tarea de eliminarle al mejor tirador. Este
resulta ser el “filósofo”, del que anteriormente sabemos que se cambió de bando
y que ahora hace más las labores de sanitario que de soldado pues la violencia
le repugna. Sin embargo, no tiene más remedio que acabar con el “paco”…
Como se teme un ataque en la zona, llega una unidad
de zapadores y se disponen una serie de minas. El sargento tiene una charla
bastante curiosa con su homólogo de los zapadores. Hablan de ascensos y de cuántos
tienen delante. Ferrandis dice que a él le quedan 9, pero rectifica a 8, pues
uno ha caído recientemente. Mientras se colocan las minas, el soldado
originario del pueblo cercano aprovecha para ir a ver a su mujer y su hijo.
Evidentemente, en “La Sartén” descubren su ausencia pero el sargento
consigue convencer al alférez de que no dé parte hasta que se haga de día, pues
confía en que volverá. La historia de este soldado es lo que menos me gusta de
la película (muy a lo Montgomery Clift en “De Aquí a la Eternidad”. Fred
Zinnemann, 1.953): Aparte de tener que atravesar el pueblo, llegar a su casa,
ver a su hijo y acostarse con su mujer tiene tiempo de ponerlos a ambos a salvo
en el pueblo de al lado. Y evidentemente vuelve a “La Sartén” y de paso
hace una heroicidad (la parte más típica y tópica del cine de comandos…
Germanos villanos incluidos). Vuelve herido, of course, pero tras haber hecho
explotar una posición de morteros que él suponía que debía de estar en un
altozano cercano, que evidentemente él conoce perfectamente pues no en vano es
su pueblo. Además, avisa que el ataque es inminente.
Nada más amanecer comienza la ofensiva. Y no está
mal realizada ni filmada (la escenografía es sumamente creíble por la veracidad
que destila, bien dibujada y perfectamente resuelta). Primero se ve el cañoneo
por la artillería y luego el asalto de los brigadistas (el travelling por las
alambradas y el plano medio desde jirafa recuerda al desembarco playero de “El
Día Más Largo”. Ken Annakin, Andrew Marton y Bernhard Wicki, 1.962). Evidentemente, la posición es
heroicamente defendida por todos ellos (7 minutos de auténtico infierno y sin
apenas diálogo, con muchas tomas similares a idéntica defensa en “La Cruz de
Hierro”) y el ataque fracasará, pero sólo habrá un superviviente: Un Charly
Sheen a la española emergiendo de entre los muertos... La película termina con
un plano que nos muestra a todos los muertos de uno y otro bando acabando en el
casco agujereado encontrado por el hijo de este último soldado al comienzo de
la película.
Ciertamente, el tono ligero y de cierta farsa con
el que se plasman las operaciones militares en una posición avanzada del
frente, recuerdan en ocasiones a los chistes de Gila, especialmente en la muy
llamativa secuencia de la tregua para pescar que acuerdan a cierta hora los dos
bandos. Aunque los protagonistas -y por tanto el punto de vista- son del bando
franquista, en esta primera parte del filme se huye de la habitual propaganda
anti-roja, atribuyéndose al otro bando una postura equivocada pero evitando una
demonización del mismo. Pero ese planteamiento cambia cuando las tropas a las
que se enfrentan los franquistas son relevadas por las Brigadas
Internacionales; estos sí que aparecen como enemigos de la patria, incapaces de
respetar la tregua, y contra ellos sí que se justifica un discurso y acciones
más duros, lo que no deja de ser una solución argumental de lo más
manipuladora, pero lógica teniendo en cuenta la época de realización del filme;
por un lado, presenta el conflicto civil como algo tragicómico, sugiriendo
siempre elementos de conciliación, y por otro acusa a fuerzas extranjeras de
ideologizar y encarnizar la guerra (un discurso perfectamente asumible por el
Régimen, interesado siempre en vender en el interior la supuesta
"reconciliación nacional" y la idea de un enemigo externo, ya sea el
comunismo o el contubernio judeo-masónico).
La película
sorprende por su correctísima realización, que tiene, además de una buena
fotografía, unos excelentes movimientos de cámara, especialmente los
travellings rodados en las trincheras (muy al estilo de “Senderos de Gloria”
–Stanley Kubrick, 1.957). Del mismo modo, el asalto enemigo y la defensa de la
posición, momento culminante de la cinta, está perfectamente rodado, hasta el
punto de constituir un hito en el cine español de la época, destacando en todo
momento su cuidada planificación, así como el largo y descriptivo travelling
con que se cierra, culminando circularmente la película (toda ella es un largo
flashback). El guión brilla especialmente en los momentos más cómicos, así como
los intérpretes, entre los que destaca, inevitablemente, un perfecto Antonio
Ferrandis, encarnando al típico sargento, bromista y estricto al mismo tiempo
(posteriormente, repetiría papeles castrenses, con mayor graduación –“Biba
la Banda”, “Memorias del General Escobar”…-); también es llamativa
la inclusión de algún personaje atípico, como el intelectual. Manuel Zarzo
–como Tomás Blanco- ya se había convertido por entonces en omnipresente en toda
película de ambiente castrense que se preciara: “Ahí Va Otro Recluta”, “Los
Guardiamarinas” o la posterior “No le Busques Tres Pies…”, actuando
bastante correctamente.
Si bien la película muestra la guerra de trincheras entre republicanos y
nacionales en una concreta ("La Sartén"), Lazaga no nos narra
un simple episodio bélico, sino que se aproxima a la guerra de un modo mucho
más intimista (“La Sartén” no es sino la focalización de frentes más
vastos en este guerra… Y en todas las guerras). Los ejemplos de heroísmo o
incluso el elogio del "militarismo" están ausentes o bien aparecen
envueltos por tonos de humor ("¡Ánimo muchachos, que son pocos y además
no hablan en español!"). Seguramente, por todo ello, es una de las
mejores películas de cine bélico español de todos los tiempos, con una
fotografía de Cecilio Paniagua absolutamente deslumbrante y un reparto
espléndido (Manuel Zarzo y Luis Marín -fantásticos- al lado de Antonio
Ferrandis, un sarcástico e inconmensurable Tomás Blanco, Manuel Tejada (en unas
de sus primeras apariciones) y Manuel Manzaneque, todos ellos sensacionales),
la película es una lección de emocionante y buen cine.
No es sorprendente (ni se le puede reprochar) que
se vea la guerra desde el bando franquista: La película está hecha en 1.965 y
dudo mucho que los censores de la dictadura hubieran permitido en esa época
unas "Cartas desde Gandesa"... De todas formas, en 1.960 ya se
intentó hacer una película con cierto carácter reconciliatorio. Me estoy
refiriendo a "La Fiel Infantería", donde –en su escena final
dice algo así como “Dedicada a todos los que lucharon, de uno y otro bando”.
Es evidente que el bando republicano no fue representado por el cine español
hasta que se murió el dictador. Otra cosa es la representación que se hace de
dicho bando en el cine extranjero, sobretodo el estadounidense (y, a todas
luces, más romántico y heroico de lo que, en la realidad y a menudo, fue).
El cine bélico español de características épicas no abunda precisamente
tras la guerra civil. Aunque el mismo Pedro Lazaga había rodado
antes “La Patrulla” o “La Fiel Infantería”, y aun contando con la
extravagante, ególatra y megalomaníaca “Raza”, o las más bien escasas
muestras de cine patriótico nacional (“Sin Novedad en el Alcázar, “Harka”,
“¡A mí la legión!” y compañía), en general el franquismo no patrocinó el
heroísmo fílmico con tanto brío como el que suele suponérsele. El cine de
"interés nacional" fue cediendo terreno ante la comedia o el
cine folklórico y ni tan siquiera la idea del Imperio, normalmente asociada con
la ideología "nacional-católica" recibió un trato demasiado extenso o
complaciente -una tradición "crítica" que vemos reflejada también en
la reciente “Alatriste”. Quizás sea “Balarrasa” (Nieves Conde,
1.952), no casualmente centrada en la conversión de un legionario, el mejor
ejemplo para ilustrar esta ambigüedad típicamente franquista que debía negociar
un difícil equilibrio entre los intereses de la milicia y los de la religión.
Desde los mismos inicios de la posguerra, el régimen eludió el
encarnizamiento ideológico, como muestra la virtual eliminación de los
elementos falangistas, y optó por una estrategia de pacificación y
reconciliación parcial. Esta desideologización o "desfascitización"
del franquismo (por otro lado, un rasgo típico de los regímenes modernos no democráticos) se reflejó
también en el cine -incluso el film más nítidamente nacionalista, Sin
novedad en Alcázar, incluía un prólogo en el que se elogiaba el heroísmo de
la "humanidad". Lo más frecuente era que los ideólogos del régimen
terminara abrazando versiones de un irenismo pacifista en línea con la
tradición de Francisco de Vitoria -como refleja, en clave de comedia, el film “Bombas
para la Paz” (Antonio Román, 1.958). Esta tendencia
"apaciguadora", ayudada por las corrientes posconciliares, se
incrementará a partir de los años sesenta, cuando incluso el Partido Comunista
de España escoge una táctica de "reconciliación nacional" como paso
previo de la transición democrática.
Este es el contexto de “Posición Avanzada”, poco conocido filme
bélico español. La película muestra la guerra de trincheras entre republicanos
y nacionales en una posición conocida como "la sartén" por su
propensión a hacer saltar las chispas. Pero Lazaga no narra un episodio bélico
cualquiera, sino que se aproxima a la guerra de un modo mucho más intimista y
casticista, subrayando en todo momento la esencial identidad de las "dos
Españas", como acredita la presencia de un filósofo "rojo" en el
bando nacional y, sobre todo, la práctica de pescar ambos bandos en el río
durante treguas concertadas en el campo de batalla. Los ejemplos de heroísmo o
incluso el elogio del "militarismo" están ausentes o bien aparecen
envueltos por tonos de humor (ese anteriormente comentado "¡Ánimo
muchachos, que son pocos y además no hablan en español!").
Significativamente, estas treguas semifestivas serán rotas por los brigadistas
internacionales (posiblemente una concesión al régimen),
provocando el cruento desenlace final. El modo de resolverse la narración, con
un largo travelling recorriendo los cadáveres, vuelve a remarcar la posición
esencialmente moralista y "pacifista" de la película.
El tema de la Guerra Civil es uno de los mejores
ejemplos de lo que se suele denominar "El Síndrome de Rambo" o
cómo ganar en la pantalla la guerra que se perdió en la historia. Desde que
murió el dictador, en 1.975, la inmensa mayoría de las películas sobre la
guerra pecan del mismo defecto que las rodadas durante la Dictadura, pero esta
vez desde la perspectiva contraria. Los "franquistas" sólo pudieron
hacer películas sobre su versión en la década de los 40, de una manera sumamente
burda. En dichas cintas los "azules" eran buenísimos y abnegados
cristianos y los "rojos" patanes borrachines sanguinarios y lascivos
(el paradigma de este tipo de cine es "Raza", de 1.942). En la
década de los 50 las películas comenzaron a hablar de otros aspectos de la
Guerra Civil, como sus consecuencias sobre las personas, más que de los
combates. A partir de 1.960 lo que empieza a haber es un esfuerzo por la
reconciliación representado por la película "La Fiel Infantería"
o por “Posición Avanzada”. Personalmente creo que las décadas de los 60
y 70 son la época más interesante del cine bélico español. Incluso se llegaron
a realizar producciones pro-bando republicano como la maravillosa "El
Espíritu de la Colmena" (Víctor Erice, 1.973) en plena dictadura.
Cuando muere el dictador, pues se dieron los archifamosos fenómenos de "la
ley del péndulo" y de la "ley del cambio de chaqueta"
entre los cineastas. A partir de ese momento se cambiaron los estereotipos y
los "franquistas" pasaron a ser los patanes y los
"republicanos" los buenos idealistas salvo alguna excepción. Y es que
nuestra “Guerra del Millón de Muertos” aún no está superada y, al paso que
vamos, no creo que se supere en esta generación (y es una pena).
No obstante, hay una película muy poco después,
todavía más "abierta" que la comentada, donde ya hay historias y
personajes en los dos lados: “Golpe de Mano” (de José Antonio de la
Loma, 1.970, con Simón Andreu, Fernando Sancho y Patty Shepard). Se trataba de
un Alférez Provisional que consigue que le destinen en el frente del Ebro, al
lado de su pueblo con intención de vengarse de quien mató a su padre. También
–entre infiltraciones al pueblo y el plan del comando para volar el puente-
aparece un Capitán ruso de tanques que por cierto fue quien se lleva a la chica
al huerto…
LO MEJOR:
“Posición Avanzada” está dirigida está
rodada en el año 65, es decir, durante la dictadura de Franco. Es cierto que se
realizó durante una época en la que ya comenzaba a haber un cierto aperturismo
en dicha dictadura, pero la película tiene que pagar algunos “peajes” para con
el régimen. Sin embargo, en mi opinión esas concesiones al poder están bastante
bien resueltas, e incluso quedan como un chiste. De hecho la película también
tiene algunas críticas soterradas a la situación de la Guerra Civil.
¿Lo mejor? ¡La surrealista escena de la pesca a granadazos!
Pero el resto –los despliegues, los diálogos, el combate…- son bastante
creíbles.
Y algún apunte "cutrecillo" del final: Cada
vez que lanzaban alguna granada a un puesto de los protagonistas y ésta
estallaba, se veía todo blanco y el siguiente plano aparecía algún muerto y lo
que es más chocante, el puesto aparece "destrozado"... Vamos, que no
se ve cómo explota el puesto, se ve humo tapando la cámara y ¡zas! Visto y no
visto. Ciertamente sorprende que la película
esté hecha con tan poco presupuesto y por eso se le puede perdonar los
chapuceros-“defectos” especiales. Lo mejor sin duda es el tratamiento de los bandos
contendientes. Es mil veces más imparcial que cualquier película actual sobre
la Guerra Civil.
LO PEOR:
El momento "héroe" en el que llega a su
pueblo es de lo peor de la película: Corta el ritmo y, encima, añade la hazaña
de John Wayne.
Nota: 6,6 (de lo mejor rodado por Lazaga, hacedor de tantos engendros
carpetovetónicos protagonizados por Paco Martínez Soria o Alfredo Landa).
Decidme si con sólo ver esos créditos
iniciales (que comparábamos con la intro de “Apocalypse Now”) no entran
ganas de tragarse lo que quiera que venga detrás, aunque sea el mayor truño que
haya concebido la mente humana… Es, para mí, la mejor de las tres películas
bélicas filmadas por Lazaga (las otras son “La Patrulla” y “La Fiel
Infantería”): John Ford meets “La Vaquilla” meets John Houston meets
“Sin Novedad en el Frente”. Ciertamente una película bastante maja para
cualquier aficionado al cine bélico español y que me sorprende que sea casi una
desconocida. Poco más puedo decir, salvo esto: Antonio Ferrandis,
fuiste un grande.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Pedro Lazaga.
País: España.
Año: 1.965.
Duración: 90 minutos.
Guión: Ángel del Castillo.
Música: Antón García Abril.
Fotografía: Cecilio Paniagua (B&W).
Protagonistas: Manuel Zarzo (Juan Ruiz),
Antonio Ferrandis (Sargento Ayuso), Manuel Manzaneque (Alférez Laso), Enrique Ávila,
Ángela Bravo (Ana), Tomás Blanco (Comandante), Manuel Tejada (Javier Martí),
Luis Marín (Azón), Fernando Sánchez Polack (Sargento Díaz), Miguel Ángel Aristu
(Novato), Marcelo Arroita-Jáuregui (Cabo Pando), Ricardo Buceta (García), Luis
M. Cantera, Enrique Centeno, Jesús Ciuró, Jesús Colomer (Leandro García), José
Manuel Gorospe, Rogelio Madrid (Teniente Gonzalo) y Francisco Matesanz.
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