El otro día estuve viendo
“Elisabeth, la edad de oro”, y
aparte de la calidad que pueda tener (la
verdad sea dicha no es de las películas
históricas que más me han gustado), hay que descubrirse ante los
anglosajones (británicos y norteamericanos) por la gran habilidad que tienen
para vender su historia con estas películas y además darle la vuelta o
tergiversarla si es necesario sin ningún pudor. Lo mejor es que el resto del
mundo las vemos, cosa que me parece perfecto, pero es que además la gente
aprende esa historia mucho mejor que la que estudió en el colegio.
Seguro que si a cualquiera, medianamente aficionado al cine,
y sin que tenga muchos conocimientos históricos le preguntamos por Enrique VIII
o por Abraham Lincoln, por lo menos te saben decir que el primero tuvo seis
esposas y que el segundo fue el presidente de los Estados Unidos que liberó a
los esclavos negros. Pero si les preguntamos por Carlos III (por poner un Rey
relativamente conocido y de los pocos que aportó algo a este país), no tendrán ni repajolera idea de quién era o qué
hizo. ¡Cómo lo van a saber si no hay ninguna película de su vida!
Pero eso no es culpa de los “pérfidos” ingleses o americanos
“del norte”. Eso es culpa de este país nuestro al que tanto le gusta tirar
piedras contra su propio tejado.
Quiero hacer un
pequeño repaso sobre los hechos que esas películas nos han vendido y
compararlas con hechos de nuestra Historia, similares a los relatados en estos
filmes, La mayoría de ellos relacionados con nuestra historia militar.
Y quiero empezar con el largometraje que me ha llevado a
escribir este artículo. Elisabeth cuenta como Isabel I de Inglaterra llegó a
reinar pese al tesón de los fanáticos católicos liderados por un agrio Felipe
II y un malvado Papa. Por supuesto los malos malísimos de la muerte eran los
enemigos de la Inglaterra protestante. Incluida la Reina María Tudor, hija de
Enrique VIII y Catalina de Aragón (reina legítima, en la que en la película no
dudan de tachar de poco menos que una solterona trastornada y fanática).
En este país, aparte de las películas rodadas en los años 40
y las recientes series de RTVE sobre Isabel la Católica y su nieto Carlos (honrosas
excepciones a la regla), las únicas películas sobre reyes que hemos hecho son
para hacer carnaza (no entro si con razón o sin ella) de la monarquía española
tales como “El Rey pasmado” de Imanol Uribe y
“Jalea Real” de Carles Mira.
Tenemos una historia de más de dos mil años y tenemos que
hacer dos “películas”. En una cuentan la gran inquietud del Rey por ver a la
Reina desnuda y en la otra ridiculizan unos acontecimientos que llevaron a algo
tan triste como la guerra de sucesión. Está bien hacer comedias basadas en la
historia, el problema es cuando sólo se hacen, no ya comedias, sino bufonadas.
Hablando de conquistadores también nos encanta ver las
hazañas de Alejandro Magno, protagonizada por Colin Farrell, que guapo estaba con su pelucón rubio, o al gladiador
extremeño encarnado por Russell Crowe… y
nadie protesta.
Me imagino si hiciéramos una peli sobre Cortés o Pizarro. ¡La
que se iba a liar! “Que si esto es una ofensa a los pobres indígenas
aniquilados”, “que si eran unos genocidas”... Y es posible que tengan razón, pero
¿es que tanto Alejandro como los romanos conquistaron medio mundo pidiendo
permiso para pasar? Me parece a mí que no. Que se lo pregunten a la mitad de
Asia que los macedonios atropellaron, o a los pobres cántabros, astures, iberos,
galos y demás pueblos a los que Roma subyugó sin ningún reparo. La diferencia
es que ni Grecia ni Italia se avergüenzan de su historia por cruda y cruel que
pueda ser, y cuando los yankees hacen estas pelis se venden muy bien y
nosotros, pobres borregos incultos seguimos arrastrando la leyenda negra y nos
empeñamos en realzar lo malo y no nos fijamos en todo lo bueno que también
hicimos, que fue mucho.
Otro ejemplo que se me viene a la cabeza puede ser el sitio
de El Álamo en Texas. Los que ya tenemos una edad: ¿quién no recuerda a ese John
Wayne haciendo de David Crockett en “El Álamo” de 1960? La echaban el sábado al
mediodía y después nos tirábamos una semana jugando en la calle con palos a
modo de rifles de avancarga para defender el fuerte y los que tenían mala
suerte les tocaba hacer de mexicanos.
Pero analicemos los hechos. La defensa de una antigua misión
española defendida por los insurrectos gringos, acaba con la degollina de todos
los defensores a manos de los malísimos mexicanos, (que por cierto lo que
estaban haciendo era defender la integridad de su país, puesto que Texas era
parte del Estado mexicano) o sea, una machada. Y esto da para hacer dos
películas, que yo recuerde, una de 1960 y otra del 2004.
Si nos trasladamos a las islas Filipinas, en concreto a la
villa de Baler en 1898, nos encontramos con unos veintitantos españolitos, la
gran mayoría pobres jóvenes de clase humilde
que no tenían las 1.500 pesetas que costaba que otro fuera por ti a la
guerra, mandadas por unos oficiales con más agallas (por no decir otra cosa)
que el caballo de Espartero. Estuvieron atrincherados en la iglesia del pueblo
durante 337 días, haciendo frente a una fuerza muy superior de tagalos. Y no
sólo aguantaron el sitio con un par, sino que cuando por fin les convencieron
para abandonar su encierro, lo hicieron
con sus armas y con el enemigo rindiéndoles honores.
Diferencias: de la primera como ya he dicho hay dos
películas que todo el mundo ha visto una u otra version. Y de la segunda se
hizo una película, que si bien no es mala, la verdad que no tiene mucho rigor
histórico y además como se hizo en el año 1947 por Antonio Román, lo raro es
que no hayan hecho que la destruyan por ser herencia de la dictadura. Además la
gesta de estos pobres muchachos de reemplazo y sus aguerridos oficiales está
condenada al más duro ostracismo y a que prácticamente nadie en este país la
conozca. De hecho, las pocas calles que había recordando a alguno de aquellos
soldados se les fue cambiando el nombre y no creo que quede ninguna.
Otro ejemplo puede ser la similitud entre el Desastre de
Annual y la toma de Jartum por los Derviches.
De primer suceso, nos avergonzamos de esta parte de nuestra
historia, y comprendo que no es para menos tras perder a 10.000 soldados en
unos pocos días. Pero la diferencia es que el general británico Charles George
Gordon hizo una machada similar a la del general Silvestre perdiendo un número
similar de tropas y su propia vida, pero a éste le hicieron una película con
Charlton Heston como protagonista.
No digo que le hagamos una película al general Manuel
Fernández Silvestre, pero sí que se recuerde el
sacrificio de tanto joven que perdió su vida por unos intereses
políticos que ellos no llegaron a comprender nunca.
Dentro de este desastre nos encontramos con un hecho que
raya en el delirio. Situémonos primero
en la guerra de Crimea. Lord Cardigan al
mando de varios regimientos de caballería ligera se hace la trompa un lio y
ataca lo que no tiene que atacar. Gracias a tan espléndida caraja, pierde la
gran mayoría de sus tropas en una acción inútil que no ayudó en lo más mínimo
para lograr la victoria.
Resultado: le escriben un poema elogiando tan “magnífico”
acto heroico: “La carga de la Brigada Ligera” de Tennysson, una réplica a este
poema de Kipling, una película de Michael Curtiz de 1934 con el gran Errol Flynn
y un lugar en el imaginario popular sajón.
Ahora nos fijamos otra vez en el Desastre de Annual. Las
tropas españolas se retiran en desbandada perseguidas por la Harka mora, perdón
magrebí, que iban degollando a todo aquel que se quedaba rezagado. Para cubrir
la caótica retirada de los miles de soldados españoles y marroquíes adeptos a
las fuerzas españolas se ordena al regimiento de caballería Alcántara cubrir a
las acosadas tropas.
El Alcántara compuesto por unos 700 jinetes carga una y otra
vez contra el enemigo. Las últimas y agónicas cargas las hacen los pobres
caballos al paso ya que no les quedaban fuerzas para galopar. Con este tremendo
sacrificio permiten a costa de más del 80% de bajas en el regimiento que miles
de soldados logren llegar a Melilla y así salvarse de una segura y atroz muerte
a manos de la Harka.
Resultado: el olvido total. Hasta 91, si señores 91 años
después, no se reconoció este gran gesto de heroísmo otorgándole a este
regimiento la Laureada de San Fernando, la máxima distinción militar en tiempo
de guerra y además tenemos que dar las gracias porque se hayan acordado por fin.
Sobra decir que por supuesto ni poemas
ni películas ni leches.
Podría seguir haciendo comparaciones, que en este caso son
más que odiosas. Como la Armada Invencible que todo el mundo, literalmente,
conoce. Pero sin embargo nadie habla de la Contraarmada o la invencible
inglesa, donde al pirata Francis Drake le dimos por todos los lados en La
Coruña, Lisboa y en plena mar, teniendo que irse con el rabo entre las patas de
regreso a Portsmouth el muy bellaco.
Todo el mundo conoce la toma de Gibraltar, inmortalizado el
nombre de dicha batalla en el escudo de los Royal Marines o la batalla de
Trafalgar, con su plaza y todo, y la toma de Portobello a la que dedicaron
Portobello Road ambas calles en Londres. Pero ¡cómo se les olvida a los
ingleses!, no le han puesto ninguna calle al bofetón que nuestro Blas de Lezo le
dio al patán de Vernon en Cartagena de Indias. Y lo peor que es que nosotros
tampoco lo hemos hecho. Claro es la historia belicista del criminal imperio español.
Está claro que el que no se consuela es porque no quiere.
Que el ejercito Zulú, con lanzas y escudos de cuero, masacran a 1300 de sus
soldados armados con fusiles y artillería perdiendo los dos cañones en la
batalla de Isandhlwana en 1879…Pues les hacemos dos pelis, “Zulú” de 1964 con
Michael Caine y “Amanecer Zulú” de 1979 con Burt Lancaster y Peter O’toole justo 100 años después. Y así, lo que
fue una patanada de un incompetente oficial casaca roja, la convertimos en un
acto heroico.
Los españoles sufrieron los combates contra los mambises y
tagalos y los rigores de la jungla en Cuba y Filipinas en 1898, y para
conmemorar el centenario de tan triste acontecimiento y recordar a estos pobres
soldados, hacemos un bodrio como “Mambí” de los hermanos Ramos de 1998. En el
que ni que decir que, otra vez, los malos malísimos de la muerte éramos los
españoles, que posiblemente lo fuimos, pero no se cuenta en ningún momento como
los rebeldes cubanos remataban a machetazos los soldados que se rendían y a los
heridos de nuestro ejército.
En definitiva, que ya no es que olvidemos nuestra Historia,
que ya sea buena o mala es nuestra. Sino que además, como ya he dicho, nos
encanta tirar piedras contra nuestro tejado. Nos encanta recordar lo peor de
nosotros y olvidar los grandes momentos, que también los hemos tenido y todo
debido a unos políticos incultos para los que la educción, y en concreto la
historia, no es más que un medio para condicionar la mente de los chavales para
sus propios intereses.
No voy a negar que el cine español es de una gran calidad,
que hay grandes directores, guionistas y actores. Pero a la hora de hacer cine
ameno nos estrellamos pero bien. En cuanto nos salimos de las comedias la
pifiamos. Hacemos grandes películas de tema social, emotivas y con mensaje, y
divertidísimas comedias como ya he dicho, pero no todo es llorar y reír. Se echa de menos un cine histórico, bélico o
de aventuras, ambientado en la grandísima Historia de este país, alejado del
revanchismo y de la crítica atroz (no me entiendan mal, las críticas siempre
son necesarias, pero tampoco nos tiremos al lodo nosotros mismos), y si se
tiene que trastocar un poco la historia por el bien del guión, por lo menos que
sea para algo interesante.
FRANCISCO CONTRERAS
Sargento (R) de la Guardia Real