Puente España |
Algo que, a menudo, se ha producido en nuestra Historia: Antes de "Apocalypse Now", "Platoon" o "La Chaqueta Metálica", Militares españoles estuvieron en Vietnam (primero en 1858 y luego en... ¡1966!): Todo comenzó en 1965: El presidente Lyndon B. Johnson solicitó al general Franco el envío de tropas españolas a la guerra de Vietnam. Johnson deseaba que su guerra fuera –de algún modo- “glorificada” internacionalmente. Franco, después de largos días de debate, se negó. Algunos de sus consejeros, principalmente el teniente general Agustín Muñoz Grandes, recomendaban vivamente al jefe de Estado que España participase en esa guerra porque la bandera roja y gualda debía ondear al lado de la de Estados Unidos, la australiana con sus 15.000 soldados o la de Corea del Sur con unos 20.000. Pero Franco ya intuía en fechas tan tempranas que era una guerra perdida: En Agosto de ese mismo año Franco envía una carta al presidente Johnson en la que le manifestaba sus simpatías por la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Pero el dictador español también le anunciaba la derrota americana: "Política y militarmente su guerra la tienen perdida debido a que el comunismo social agrada al pueblo vietnamita ya que ofrece más posibilidades que su sistema liberal occidental". Es más, el general -según consta en la misiva que se conserva en los Archivos del Departamento de Estado norteamericano- le espetó al presidente estadounidense: “No conozco a Ho Chi Minh, pero por su historia y su empeño en expulsar a los japoneses primero, a los chinos después y a los franceses más tarde, hemos de conferirle un crédito de patriota al que no puede dejar indiferente el aniquilamiento de su país. Y dejando ahora su carácter de duro adversario, podría ser, sin duda, el hombre de esta hora, el que Vietnam necesita”…
El 16 Diciembre del 65 el Secretario de Estado, Dean Rusk, se prepara para apremiar a Franco. Las Fuerzas estadounidenses necesitaban con urgencia que médicos acudan a la provincia de Gò-Công, en pleno delta del Mekong, donde -calculaban- cubrirían las necesidades sanitarias de 60.000 personas, según se desprende del informe personal y confidencial que le entregaron a Rusk en la fecha indicada. Rusk insistió y finalmente la respuesta a la urgente petición americana de ayuda se inscribió oficialmente en el marco de los acuerdos entre España y Estados Unidos a través de la Oficina de Asistencia Militar del Mundo Libre (FWMAO, en inglés) y el servicio quedó bautizado como MISIÓN SANITARIA ESPAÑOLA DE AYUDA AL VIETNAM DEL SUR. Pero el “Generalísimo” tenía muy claro que España no contribuiría a la victoria propagandística de los americanos y decidió en última instancia enviar de forma secreta la misión médica militar.
La decisión se tradujo en un documento confidencial del 26 de Abril de 1966, del Estado Mayor Central dirigida a la Jefatura de Sanidad para reclutar a médicos y ATS voluntarios. Sólo se alistaron 12 personas (cuatro médicos, siete enfermeros y un oficial de Intendencia, rama de mecánica). Con la presencia de estos médicos militares en Vietnam Franco aplacaba las persistentes demandas del gobierno norteamericano. Fueron reclutados aquí y allá en secreto, hasta el punto de que varios estaban destinados en el desierto del Sáhara y unas horas después se vieron caminando en plena vegetación vietnamita… A finales de 1967, un año después de su llegada, se produjo el primer relevo aunque cuatro expedicionarios solicitaron continuar. Y de este modo, durante cinco años se estuvo enviando un reemplazo -12 personas- cada seis meses. Algunos se reengancharon y llegaron a estar cinco años, como el subteniente-practicante José Bravo López-Baños, que no regresó a España hasta 1971, o tres años y medio como el capitán Gutiérrez de Terán. En total una treintena de militares participaron en la misma, entre médicos, practicantes, capellanes, intendentes y especialistas.
A su vuelta a casa esperaban el reconocimiento público del pueblo español. Pero la realidad fue la misma que cuando se fueron: SILENCIO ABSOLUTO, tal como les ordenaron. No se les recibió como héroes, sino que se les conminó al ostracismo…
Los miembros de la Misión
Sanitaria Española también estuvieron bien considerados por parte de los
militares survietnamitas y norteamericanos que les llegaron a
condecorar en tres ocasiones, otorgándoles la Medalla de Honor de 1ª
clase y la Medalla de la Campaña del Ejército survietnamita y la Medalla
al Mérito en el Servicio del Ejército de Estados Unidos. A algunos,
como el capitán Linares, les fue impuesta la Estrella de Bronce en la
embajada norteamericana bajo el más absoluto secretismo. La misión
española llegó a recibir incluso la visita del máximo responsable de las
tropas norteamericanas en Vietnam, el general William Westmoreland, al
mando del XVIII Cuerpo Aerotransportado.
Entrada al "Hospital" |
El “pequeño,
deteriorado e insuficiente hospital” como describe en un informe oficial
del Ejército español el dispensario provincial de Gò-Công era una de
las pocas esperanzas en la zona contra el paludismo, el tétanos, la
metralla y el napalm: Se trataba de un vetusto edificio, pintado de
color amarillo y en estado casi ruinoso, construido durante el periodo
colonial francés y rodeado por dos pabellones de planta baja y otro algo
más alejado que hacía las funciones de quirófano -donde operó el equipo
de cirujanos encabezado por el capitán José Linares Fernández, que
contó durante los dos primeros meses con el apoyo de tres doctores
civiles de la Asociación Médica Americana (AMA) en calidad de
consejeros-. También había una sala de mujeres, un postoperatorio, un
laboratorio donde trabajó el teniente practicante Manuel García Matías,
una sala adaptada para radiología, un espacio para pediatría compuesto
por dos salas pequeñas con veinte camas que atendía diariamente a unos
60 niños y un consultorio general… El general Antonio Velázquez, uno de
los miembros de la primera expedición, recordaba: “El hospital era un
antiguo edificio colonial, que se caía, sin condiciones sanitarias. Se
hacinaban 150 camas y hasta 400 enfermos (por lo que lo más frecuente
era que varios pacientes compartieran cama y que debajo se acomodaran
los acompañantes). No teníamos material médico. Nos lo tenían que dar
los americanos o los guerrilleros”. Los medicamentos y el plasma eran
escasos, pese a la extendida idea cinematográfica de que la logística
americana era capaz de llevar helado de postre a los combatientes en
primera línea.
Administrativamente, los médicos
españoles dependían de dos organismos estadounidenses, el que les
abastecía de medicinas e instrumental y el que se encargaba de los
vehículos y el combustible. Además los norteamericanos les
proporcionaron un equipamiento básico, que comprendía un chaleco
antifragmentos, un fusil de asalto M-14 y una pistola Colt 45, que los
españoles utilizaban en sus guardias. Pero éstos se cuidaron de
distinguirse de los estadounidenses: En su uniforme de jungla del U.S.
Army cosieron una bandera española bordada en el brazo para distinguirse
de los GI y de los marines. Como explica uno de los militares
movilizados: “Salimos de España muy discretamente. El Gobierno no quería
hacer público su apoyo a Estados Unidos, aunque oficialmente estábamos
con Vietnam del Sur. Se montó una buena discusión en las Cortes de
entonces porque el ministro de la Guerra quería mandar tropas a luchar
contra el comunismo, pero el ministro de Exteriores, Castiella, se
opuso, y Franco cortó la polémica con la decisión de que fueran
militares sanitarios, pero no combatientes. Los americanos querían que
se viera que allí había un país occidental, pero Máximo Cajal, entonces
embajador en Tailandia, se afanó en que nuestra presencia resultara casi
invisible, hasta el punto de que no quería ni que lleváramos uniforme”.
A pesar de ello, algunos médicos optaron por lucir el atuendo del
Ejército español con el que llegaron al país para así evitar ser
confundidos con los norteamericanos: “Queríamos diferenciarnos de la
guerra”. En el patio del hospital ondeaba la bandera rojigualda y los
médicos españoles se dirigían a sus pacientes en francés y no en inglés.
La actividad desplegada por la misión española fue de tal magnitud
-durante los primeros seis meses atendieron a más de 23.000 pacientes-
que gozó del reconocimiento de los lugareños. Así fue como la población
autóctona les identificó como tai-ban-nha, que en lengua vietnamita
significa “LOS ESPAÑOLES”, siendo las relaciones tan buenas que los
habitantes de Gò-Công nombraron a uno de los puentes que cruzaban los
brazos del delta del Mekong can tai-ba-nha, que significa “Puente de
España”. Lamentablemente ya no existe.
General A. Velázquez (entonces Teniente Médico) |
Fiesta española en tierra extraña |
Formados |
Pero,
no hay que llevarse a engaño. Gò-Công no era un lugar cómodo. “Llegamos
y la misma noche nos bombardeó el Vietcong”, recordaba el general
Velázquez. Estaba cerca de la ruta Ho-Chi-Minh, por donde cruzaban los
vietcongs y el delta del Mekong era uno de los lugares donde se combatía
más ferozmente. Cada noche los vietnamitas minaban las carreteras
cercanas al hospital de los españoles y por la mañana los artificieros
norteamericanos se dedicaban a limpiar los accesos al mismo. “Las dos
veces que tuve que ir a ver al equipo médico español en Gò-Công, tuve
que hacerlo en helicóptero porque las carreteras estaban controladas por
guerrilleros del Vietcong”, declaraba el Embajador Cajal. Tampoco las
visitas a domicilio del equipo del capitán médico Francisco Faúndez
Rodríguez a las aldeas de los cuatro distritos de la provincia
(Hoa-Binh, Bin-Thang, Hoa-Lao y Hoa-Dong, en total unas 180.000
personas) fueron seguras ya que en las carreteras había francotiradores
vietnamitas apostados entre los arrozales adyacentes, ello provocó que
los desplazamientos en jeep se realizaran a grandes velocidades "por si
disparaban desde entre los arrozales" en palabras del hoy Coronel
Faúndez. "No teníamos miedo porque no valorábamos el peligro real que
corríamos. A 40 grados con un 90% de humedad los objetos no se perciben
igual, las situaciones no parecen las mismas”. Una vez en la población
los sanitarios anunciaban su presencia mediante unos altavoces. Allí,
con la ayuda de un enfermero y un traductor local entregaban medicinas
para paliar enfermedades endémicas y vacunaban a los niños. “Los
americanos nos proporcionaban la medicación, pero a veces no llegaba a
tiempo. Si conseguíamos llevarla, el Vietcong la robaba”, comentaba el
veterano Coronel.
“En
estas salidas es cuando más se apreciaba nuestra labor. Atendíamos a
impedidos, embarazadas, recién nacidos… Siempre rodeados del cariño
popular. Los españoles éramos muy queridos por aquellas gentes; ese
afecto es uno de los recuerdos más gratos que conservo de la misión. Si
bien es cierto que, como casi todo en la vida, tiene su otra cara, y la
negativa diremos, en honor a la verdad, que cuando cogían prisioneros a
los del Vietcong se les encontraba armamento americano y medicamentos
dados o suministrados por estas visitas o consultas llamémoslas
propagandísticas, con fondo político, pero no así por nuestra parte”.
La
jornada de trabajo española en Vietnam abarcaba de las ocho de la
mañana a las seis de la tarde. Las horas muertas las empleaban en jugar
al dominó o al ajedrez o en escribir cartas. De lo que sucedía en España
no tenían más noticias que las suministradas por la familia por correo y
las noticias de algún periódico que llegaba con quince días de retraso.
Para rebajar la tensión bélica, consiguieron acudir por turnos fines de
semana a Saigón.
Era
una guerra invisible. “Oíamos como nos ametrallaban al amanecer casi
cada día. Lo oíamos, pero no veíamos nada por las plataneras. Nos
lanzaban granadas de mortero todos los meses”. No obstante, “todos los
médicos éramos respetados”, afirmaba el General, tanto por los
vietnamitas de uno como de otro lado. Una vez atacó el pueblo la
guerrilla del VC y también la cárcel. Ninguno de ellos tuvo que utilizar
las armas que les habían proporcionado excepto uno de los médicos
españoles que salió con el casco puesto para ver qué era lo que
pasaba... Excepto aquella noche, no hubo más incidentes que reseñar
durante su Turno. El comportamiento humanitario de los militares
españoles fue reconocido incluso por el “enemigo”: Sin lugar a dudas, el
momento de máxima tensión vivida por la misión española fue durante la
llamada Ofensiva del Tet (el año nuevo lunar vietnamita). El 3 de
Febrero del 68, el Vietcong asaltaba la prisión de Gò-Công liberando a
doscientos reclusos. El hospital no se libró de las escaramuzas de la
guerrilla dada su cercanía con el cuartel general del Estado Mayor
survietnamita. El edificio fue atacado una noche con granadas de
morteros y fuego de ametralladoras, causar dos heridos por metralla
entre los suboficiales españoles, Joaquín Baz Sánchez y Ramón Gutiérrez
de Terán, y ocho bajas entre los soldados survietnamitas acuartelados en
el recinto sanitario. El edificio también resultó afectado ya que la
metralla atravesó el techo y acribilló las literas vacías que
acostumbraban a ocupar los españoles. Así que por las noches, cuando los
vietcong intensificaban el fuego, los españoles solían recluirse en el
recinto matando el tiempo jugando a cartas, departiendo con los soldados
norteamericanos -principalmente tejanos y portorriqueños-
convalecientes en el hospital o leyendo las misivas de sus familiares
que les llegaban con ocho días de retraso.
“El
héroe de aquella noche fue el capitán médico Merlos Saldaña. Cerca de
nuestra casa se hallaba la residencia del Estado Mayor Conjunto. En un
momento del bombardeo se oyó gritar en el edificio: Había resultado
herido un sargento americano. Sobre ellos caían las granadas de mortero
mientras que la explanada que separaba los dos edificios estaba siendo
batida por fuego de fusilería. Merlos, al escuchar los gritos de
auxilio, cogió un maletín con instrumentos de urgencia, atravesó aquel
infierno de proyectiles y metralla, sabe Dios cómo, y logró llegar hasta
el edificio del Estado Mayor. Una vez dentro curó al herido y, cuando
pudo, regresó de nuevo a nuestra residencia. Unas horas más tarde
trabajaba en el hospital como si tal cosa. Poco después le fue concedida
por Estados Unidos una medalla por su valor. Este es un episodio que
debe conocer la Sanidad Militar española para orgullo de los que forman
parte de ella”.
En
el informe sobre el incidente consta que tras el ataque, soldados del
Vietcong detuvieron los vehículos en los que se viajaban por la región
los médicos de la misión española y les pidieron perdón por los daños,
porque la guerra no iba contra ellos. Había razones para dicha disculpa:
el 70 % de la población atendida en la misión española eran vietcongs…
“No existía un férreo control sobre la militancia de los pacientes: “En
el ámbito sanitario gozábamos de plena libertad. Nosotros éramos
conscientes de que muchos pacientes que durante el día acudían a las
consultas al llegar la noche formaban como zorros o coyotes en las
guerrillas, pero, aun suponiéndolo, nunca hicimos distinción entre los
enfermos. Esta forma de actuación nos favoreció en el ámbito de la
seguridad y hasta de la simpatía general. Insisto: Los españoles éramos
casi reverenciados por los nativos del delta”, recordaba Terán.
El
número de heridos evacuado en helicóptero entre 1.966 y 1.973 fue de
372.947, habiendo recibido asistencia médica diversa un total de 496.022
combatientes. Algunos de ellos estuvieron bajo cuidados hispanos… En
Vietnam del Norte los militares españoles tuvieron el reconocimiento que
les fue negado en su país. En Septiembre de 1971 Franco ordenó el
retorno de los últimos expedicionarios. Su vuelta fue ocultada hasta el
punto que ninguna autoridad, ni política ni militar, recibió a los
militares españoles movilizados a su regreso a España. Así fue como
acabó su aventura vietnamita. Ya no volvió nadie más y un año después se
produjo la desbandada del Ejército norteamericano. Definitivamente
había terminado la guerra en Vietnam, un conflicto cuyas secuelas aún
parecen perdurar en la población local de aquel país…
MIEMBROS DE LA PRIMERA EXPEDICIÓN:
Argimiro
García Granados (comandante médico, radiólogo y jefe de la Misión
Sanitaria), José Linares Fernández (capitán médico, cirujano), Luciano
Rodríguez González (capitán médico, medicina general), Francisco Faúndez
Rodríguez (capitán médico zamorano que se encargó de las consultas
externas, se encontraba destacado desde hacía un año como Jefe de las
Tropas Nómadas en la población de Smara, situada en el Sáhara
Occidental, llegó al grado de coronel), Manuel Vázquez Labourdette
(capitán de intendencia, oficial que ejerció de administrador y enlace
con el Ejército norteamericano), Manuel García Matías (teniente
practicante, laboratorio), Francisco Pérez Pérez (subteniente,
anestesista), José Bravo López- Baños (subteniente practicante, a su
regreso se incorporó a la COE-41 de Barcelona ubicada en el cuartel del
Bruch), Joaquín Baz Sánchez (brigada, reanimación y pediatría), Juan
Pérez Gómez (brigada, ayudante consultas externas), Juan Outón Barahona
(brigada, ayudante de cirugía)y por último Ramón Gutiérrez de Téran
Suárez-Guanes (brigada, ayudante de cirugía, antes de ser enviado a
Vietnam estaba destinado en la Agrupación de Banderas Paracaidistas,
posteriormente llamada BRIPAC).
INTEGRANTES DEL PRIMER RELEVO:
Manuel
Fernández Sánchez (comandante médico), Vicente Peláez Montalvo (capitán
médico), Guillermo Antona Gómez (capitán médico), Antonio Díaz Martínez
(teniente médico), Antonio Pérez de Prado (suboficial practicante),
José Bravo López- Baños (subteniente practicante, reenganchado), Carlos
Varea Martínez (suboficial practicante), José Bello Rivadulla
(suboficial practicante), Elías Arnal Bernal (suboficial practicante),
Francisco Sousa Barragán (suboficial practicante) y Carlos Martínez
Martínez (brigada especialista).
ÚLTIMOS COMPONENTES DE LA MISIÓN SANITARIA ESPAÑOLA:
Secundino
Sáez García (comandante médico), José Linares Fernández (capitán
médico, cirujano, reenganchado de la primera misión), José Rojas Jiménez
(capitán médico), Francisco J. Pérez Capellán (capitán médico),
Guillermo Antona Gómez (capitán médico, reenganchado segunda misión),
Ramón Gutiérrez de Téran Suárez-Guanes (brigada, ayudante de cirugía,
reenganchado primera misión), Lorenzo Vellido Ortega (suboficial
practicante), José Bravo López- Baños (subteniente practicante,
reenganchado en las tres misiones), Bonifacio Heras Herrero (suboficial
practicante), Manuel Graña Francisco (suboficial practicante), Juan
Outón Barahona (brigada, ayudante de cirugía, reenganchado de la primera
misión), Francisco Sousa Barragán (suboficial practicante, reenganchado
segunda misión) y Carlos Martínez Martínez (brigada especialista).
Muchas gracias por este artículo. Me interesaría muchísimo contactar con alguno de los médicos que allí estuvieron, y de forma muy especial con cualquiera que haya subido realizando un medevac a un helicóptero. Quizás podría ser el Dr. Juan Outón Barahona. ¿Vive?¿Hay posibilidad de contactar con él? Estoy realizando un libro de testimonios de tripulaciones HEMS, (Helicopter Emergency Medical Services) con fines benéficos. Mi nombre es Valentin Rio (valentinrio@gmail.com) Gracias anticipadas.
ResponderEliminarEs muy dificil que todavia quede alguno con vida. Mi abuelo tendria ahora 90 años. A mi tamb m gustaria encontrar a alguien que me pudiera hablar de esto y de el.
EliminarParece mentira que no se hagan mas menciones a estos grandes hombres. Mi abuelo fue uno d ls suboficiales que fue a alli. Y sta olvidado como los demas despues de su valentia.
ResponderEliminarMi abuelo fue tamb uno de estos heroes. El era practicante. Bonifacio Heras herrero
EliminarEl teniente coronel D. Juan Outón falleció en el año 2010. Residía en la capital gaditana. Este año, al cumplirse 50 años de aquella misión en Vietnam, el Colegio de Enfermería de Cádiz le hizo un homenaje póstumo. Ver http://coecadiz.com/2016/06/el-colegio-de-cadiz-homenajea-a-sus-mayores-en-la-ceremonia-de-los-colegidos-de-honor-2016/
ResponderEliminarMi padre Francisco J. Pérez Capellán q.d.g. allí estuvo... Yo aun ni había nacido cuando estuvo pero alguna cosa me contó. No fue nada fácil para ninguno de los que estuvieron y volvieron siendo personas distintas... Mi padre, según dice mi madre, cambió mucho tras volver de allí. Un saludo y gracias por este post que nos hace recordar e informar de esta misión.
ResponderEliminarMe gustaría saber, si su padre conoció a mi abuelo. Bonifacio Heras Herrero. Aquí Le dejo mi correo si es así y lo lee. doloressuarezsosa@gmail.com
ResponderEliminarMe interesaría mucho conocer el lugar de nacimiento de los sanitarios españoles que estuvieron en la guerra de vietnam. Si alguien de este foro me puede ayudar, lo agradezco de antemano.
ResponderEliminarD. José Merlos Saldaña, Coronel médico del ejercito español condecorado con la medalla al valor por los EEUU en la guerra de Vietnam, a fallecido el día 7 de abril de este año a los 84 años.
ResponderEliminarSeguro que de haber conocido esta página le hubiese encantado compartir sus grandes historias y vivencias.
Ruego una oración por su alma. Todos hemos perdido,a un gran médico,militar,compañero,padre y un héroe de los de verdad. Un ilustre.
Tuve el honor de servir a sus órdenes en el parque de artillería de Granada cuando el era comandante estuve destinado en el botiquín y pude pasar muchos ratos con el gran militar y mejor persona Q.P.D.
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