“¡A los
vehículos!” grita el Capitán Placer, y nadie pierde un segundo. El Ejército
del Mahdi intenta asaltar la base. Todo el personal de la base acude a sus
puestos para participar en la defensa y tanto los VEC. de Placer como los BMR.
de Guisado toman posiciones cubriendo todos los flancos. Se da la situación de
que de los cuatro BMR de la sección de Guisado, sólo a uno le funciona la
pequeña torre con la ametralladora de 12,70 mm., por lo que sus tripulantes
emplazan ametralladoras ligeras en el techo y contribuyen así a la defensa.
Las noticias
van llegando con cuenta gotas. El Ejército del Mahdi se ha hecho con la ciudad.
El edificio de la Gobernación ha sido tomado, así como el Cuartel General del
ICDC (Iraqi Civil Defence Corps) donde han desertado más de 200 personas
dejando tirados a sus instructores salvadoreños. Las comisarías de policía de
la ciudad han sido abandonadas, dejando su armamento y vehículos disponibles
para los milicianos de Al-Sadr. La ciudad se convierte en un caos y es entonces
cuando se tiene conocimiento que los instructores salvadoreños han sido
aislados y se han hecho fuertes en el edificio del ICDC y en la cárcel de la
ciudad que está adosada al primero, donde a duras penas contienen a los
asaltantes que les acosan. Unos 40 iraquíes permanecen con ellos, pero temiendo
su deserción y “pase” al enemigo, los salvadoreños deciden desarmarlos, por lo
que en esta lucha están solos.
En combate... |
Poco a poco
llega lo inevitable y finalmente se da la orden: “Fuego a toda persona
armada”, y hasta el Coronel Asarta acude a un parapeto con su G36-E. Por
encima del ruido de las ametralladoras y fusiles suenan imponentes las
descargas de los 25 mm de los VEC. en tandas de tres. Los asaltantes empiezan a
caer por doquier, aunque siguen disparando sus AK’s y alguna granada RPG hacia
la base sin dejar de intentar el asalto. En ese momento aparece una furgoneta
blanca a toda velocidad que se para delante de la puerta principal para
descargar gente armada con el atuendo típico de los del Ejército del Mahdi. No
lo logra. Desde el VEC. del Sargento Vergara sale una ráfaga corta y precisa
que hace estallar la furgoneta convirtiendo sus restos en una tea. Por un
momento toda la atención se ha centrado en ese incidente, y como activados por
un botón, todo el mundo pide asignar blancos a los VEC. convirtiendo el tráfico
radio en un ruido continuo. A la furgoneta le sigue la cabina de un camión
desde el que se hace fuego y que es literalmente volatilizada; tras el camión
diversos parapetos desde el que se han localizado lanzamientos de RPG. Un solo
impacto de un de estos cohetes puede destruir uno de los blindados, por lo que
no es algo como para tomárselo a risa. Tras ello caen ventanas de edificios, más
posiciones y enemigos localizados, y por último aparece un grupo de diez
milicianos armados que intentan protegerse detrás de la destrozada furgoneta
blanca. La imagen se repite y el grupo es literalmente desintegrado por disparo
del VEC. de Vergara. Tras esto parece que la milicia decide pensárselo mejor, y
sin dejar de hostigar a las posiciones de la Coalición, parecen menguar el
ataque. El tiroteo continúa, pero parece que su intensidad ha disminuido.
Desde Base
España, en Diwaniya, el General Fulgencio Coll indica al Coronel Asarta que
deben dosificar el gasto de munición, ante una posible situación de sitio, e
igualmente se empieza a solicitar el envío de refuerzos propios y de otros
miembros de la Coalición…
Así, tras dos
horas de combate aparecen en el cielo dos helicópteros Apache que empiezan a
limpiar las azoteas y alrededores de los edificios colindantes. De pronto se
centran en una casa y comienzan a disparar hasta reducirla literalmente a
escombros. Los soldados de la base se quedan atónitos ante tanto espectáculo
pirotécnico.
Blackhawk |
También están
disponibles dos F-16 de la USAF. Desde Bagdad se indica que su objetivo es
bombardear el cercano hospital donde los francotiradores del Ejército del Mahdi
hostigan a la base de la Coalición, pero el Mando español se niega de forma
rotunda. Destruyendo esa infraestructura privaría a la ciudad de su mejor
hospital, y su misión es precisamente reconstruir y no destruir aunque las
circunstancias del momento parezcan decir lo contrario. Este hecho trajo más tarde
consecuencias, ya que el propio General Ricardo Sánchez pidió explicaciones
personalmente al General Coll sobre por qué no se había permitido el bombardeo,
señalando que esa decisión había puesto en serio peligro la defensa de la base.
Y mientras esto
sucede, tres helicópteros Blackhawk aterrizan en la base desembarcando a unos
treinta Rangers y algunos Green Berets para reforzar el perímetro. Al poco
tiempo llegará otra treintena más a bordo de más Blackhawk’s. A su vez, tres
pequeños Little Bird de Blackwater acuden a apoyar a sus compañeros que se
defienden en la azotea del edificio de la CPA. También, a lo largo de la noche
llegará a la cercana base hondureña Tegucigalpa un subgrupo ligero del US Army
integrado por una compañía de blindados Bradley, un escuadrón de Caballería,
una compañía de Transmisiones, cuatro helicópteros Apache, dos Blackhawk y una
sección de Policía Militar que se pondrán a las órdenes del general español
Coll. La situación dentro de Al-Andalus parece más tranquilizadora a medida que
van llegando unidades.
Con la aparente
falta de empuje de los asaltantes, desde la zona salvadoreña se decide enviar
refuerzos a su sección sitiada en la ciudad. Así, los españoles contemplan
atónitos cómo los soldados hispanoamericanos marchan en perfecto orden hacia
donde están sus compañeros, derrochando un valor difícilmente superable. A la
falta de medios le suplen con unos excelentes movimientos tácticos propios de
unas tropas ya fogueadas en combate en las selvas centroamericanas. Desde ese momento
nadie les volvió a llamar “Guacamayos”: “Son una roca” se refirió
posteriormente un soldado español definiéndolos.
No obstante, la
realidad se hace evidente y estos rescatadores quedan a su vez aislados al poco
de salir, aunque consiguen hacerse fuertes en una intersección. Ante estos
hechos, el Mando español decide enviar a la sección de BMR. de Guisado para
rescatar a unos y otros. Así, sin pensárselo dos veces, la sección de cuatro
BMR. rompe el cerco exterior para adentrarse en las calles de Najaf. Tras
contactar con la sección de salvadoreños que habían salido a por sus
compañeros, se aseguran que están bien fortificados y se decide ir a por los
que llevan más tiempo en la cárcel de la ciudad. El avance de los vehículos es
muy escrupuloso, parando en cada esquina, cubriendo los flancos en cada cruce
mientras avanza el resto. El tiroteo es continuo, sobre todo reciben fuego
desde los tejados, y va haciendo cada vez más difícil el avance de los
blindados. Los soldados que viajan dentro de los blindados van pasando sus
cargadores a sus compañeros asomados por las escotillas, a medida que estos van
terminando su propia munición. Pero no tienen tiempo que perder. Se sabe que
entre los salvadoreños hay heridos y tal vez muertos, y que el grupo está
dividido entre el edificio de la cárcel y la sede del ICDC., que apenas están
separados por unos metros. Aparte, algunos soldados salvadoreños han tomado
posiciones exteriores a los edificios, y han ido quedando poco a poco aislados
entre ellos y su propia unidad.
Contestando al fuego enemigo |
Guisado ve
clara la situación. No puede recoger uno a uno a los soldados dispersos que se
defienden como pueden. Así, decide tomar posiciones con los BMR. en el primer
cruce cubriendo calles y tejados mientras los cansados soldados salvadoreños
van saliendo de sus precarios parapetos. En el siguiente cruce repite la
maniobra, y de esta manera los salvadoreños pueden ir poco a poco acercándose
al núcleo de defensa en la cárcel.
Finalmente
consiguen llegar a donde está el grueso de soldados centroamericanos, y
comprueban que la mayor concentración de fuego enemigo proviene de tres
edificios enfrente de la cárcel. Tras batirlos con sus armas pesadas y cubrir a
los salvadoreños que van llegando, entran con sus vehículos en el patio de la
cárcel donde les llega la mala noticia. Los salvadoreños han sufrido un muerto
en un combate cuerpo a cuerpo. Al parecer, al joven soldado Natividad Méndez
Ramos de 19 años, le falló su M16 en el momento más crítico. Carecía de bayoneta,
pues no se habían repartido, y esto resultó fatal. Aparte también tienen al
menos cinco heridos, con al menos uno de ellos grave al explotarle cerca un
RPG. Deciden embarcar primero a los heridos, y puesto que no pueden llevar a
todos en el mismo viaje, Guisado da su promesa de que volverá a por el resto y
a llevarse el cadáver de Natividad en el siguiente viaje.
En ese momento
aparece otro contingente hondureño que intentaba llegar a Base El Salvador a
bordo de tres Humvees y ante el acoso continuo decidieron unirse a sus
compañeros del ICDC. Lo que para los hondureños es la salvación, para los
españoles es un nuevo problema, ya que los Humvees en los que han llegado
carecen de blindaje. Aun así, Guisado organiza una columna con los todoterreno
intercalados entre sus blindados y reemprenden la marcha, rompen el cerco
exterior de sitiadores y vuelven a adentrarse en las estrechas calles donde
reciben fuego de todas partes. Se centran principalmente en las azoteas y van
cubriendo con sus blindados en los cruces a los más vulnerables Humvees. Cuando
llegan a donde el primer grupo de salvadoreños comprueban que éstos están a
punto de ser desbordados, por lo que se paran a apoyarles con sus fuegos el
tiempo necesario para descargarles algo la presión y restablecer sus posiciones
originales. Finalmente, y tras romper nuevamente el cerco que rodeaba a la base
española, consiguen entrar por la puerta Baker sin lamentar más bajas,
descargando a los heridos en el centro médico salvadoreño. Sin embargo, Guisado
es consciente que aún queda gente para recoger, y pese a que desde el Mando le
piden que delegue la misión en otro, éste les responde con un lacónico “he
dado mi promesa de que volvería”, con lo que tras reamunicionar y repostar
a su personal y vehículos, vuelve a repetir el itinerario anterior… Al llegar
al primer cruce donde se apostaron los salvadoreños que habían salido a pie,
comprueba que están en situación muy delicada y con un herido grave, por lo que
decide parar los vehículos y darles nuevamente apoyo de fuegos. Una vez
reconstituida la posición de los centroamericanos, Guisado reemprende la marcha
con la promesa de recogerlos a la vuelta.
Estela de RPG entre VEC |
De camino a la
cárcel se encuentran con dos vehículos ocupados por iraquíes que comienzan a
dispararles. Las tripulaciones españolas les devuelven el fuego ahuyentando a
los atacantes que se retiran con sus coches convertidos en coladores. Llegado
al último cruce se encuentran nuevamente rompiendo el cerco que rodea a los
salvadoreños. Entran a toda prisa en el recinto ya que no hay tiempo que
perder. Guisado se dirige al Capitán salvadoreño: “Vengo a sacarles de aquí.
Tenemos que montar el convoy para salir cuanto antes”. Los salvadoreños y
unos treinta y ocho iraquíes del ICDC. que permanecieron con ellos montan en varios
todoterreno y dos camiones, que son intercalados entre los BMR. de Guisado.
Llegan los dos Apache que sobrevuelan la zona para darles apoyo, y con su
llegada se percibe el alivio en todos. Nada más salir del recinto el convoy
para, y mientras los BMR. baten los tejados, uno de los Apache destroza un
edificio con su potente cañón de 25mm. Los salvadoreños desplegados defendiendo
el perímetro aprovechan entonces para subirse a los vehículos del convoy y
nuevamente se pone la columna en marcha.
Al llegar a la
intersección con la Ruta LULÚ paran para recoger a los otros soldados
salvadoreños como prometió. El fuego es muy intenso y uno de los Humvees
salvadoreños sale huyendo seguido de un camión en dirección a Base Al-Ándalus
(“la tensión les pudo”, le dijo el Subteniente salvadoreño al Alférez
Guisado cuando posteriormente fue a disculparse avergonzado por este acto).
Finalmente el convoy consigue llegar hasta la base española, donde rompe otra
vez el cerco y entra felizmente al recinto nuevamente por la puerta Baker.
Cuando detienen los vehículos son varios los salvadoreños que se echan encima
de Guisado llorando y dándoles las gracias por lo que ha hecho por ellos. El
gesto se repite con todos los españoles que habían participado en la aventura,
y es que ambas tropas se habían convertido en “hermanos de sangre”… En cuanto
se les dio permiso para luchar, los soldados españoles demostraron que sabían
hacerlo como el que más, y así, esta “generación del Yogur” acalló los rumores
de cobardía que circulaban entre los demás ejércitos de la Coalición.
Explosión furgoneta por VEC |
Poco después
llega el jefe de Guisado, Capitán Vílchez, desde Base España con una columna de
refuerzo con municiones y pertrechos. El orgullo que siente por su subordinado
es evidente y delante de todo el mundo lo abraza y felicita por su gesta que
encima no ha costado ninguna vida de los suyos. No sería la última recompensa,
la posterior felicitación del Coronel Asarta y del General Coll se vio
finalmente materializada en una de las seis Cruces al Mérito Militar con
Distintivo Rojo (de guerra) que se otorgaron en Irak, “por su acción de
mando, serenidad o iniciativa frente a las fuerzas hostiles, la acertada
dirección o empleo de las fuerzas a su mando, así como el inteligente y eficaz
cumplimiento de la misión encomendada”. Otras dos más se concedieron por
los hechos de ese día. Una al propio Coronel Asarta por organizar la defensa de
la base, y otra al Sargento Vergara por su brillante actuación a bordo de su
VEC.
Hacia las 19:00
hrs se reanudan los disparos desde el Hospital de Najaf. Otra vez son los
francotiradores del Mahdi y hay que desalojarlos. De esta misión se encarga una
sección salvadoreña que ocupa el hospital planta por planta en un CQB. que dura
hasta las 22:30. Los salvadoreños detuvieron a seis “civiles” y se quedaron
apostados en el hospital reforzados más tarde por españoles, probablemente
algunos de los miembros del Mando de Operaciones Especiales llegados desde Base
España a lo largo de la tarde.
Blackwater y tirador de élite español |
Entrada la tarde
van acallando las armas y las ambulancias de la Media Luna Roja se emplean a
fondo en la explanada frente a la base. Como si no hubiera ocurrido nada, el
tráfico se restablece y apenas se detienen a curiosear los restos de la
furgoneta quemada cuyo carbonizado conductor es visible dentro…
Pero aún no
habían terminado los sustos. El pelotón de Caballería del Sargento Velicia con
dos VEC. y un BMR. realiza un par de escoltas entre la Base Al-Andalus y Base
Tegucigalpa, llevando heridos y personal médico de ida y suministros y munición
de vuelta. Mientras que en el ambiente aún se huele la cordita de la pólvora,
los niños juegan en los descampados y el tráfico parece el de todos los días. Es
todo surrealista.
Etando de
regreso del segundo viaje -que ya realizan en la oscuridad de la noche-, en un
sitio con dos curvas cerradas perfectas Velicia decide que la columna las
atraviese recta sin tomarlas, ya que piensa que es el sitio ideal para una
emboscada y no desea reducir la velocidad del convoy. No se equivoca: dos
granadas de RPG. vuelan por donde tendrían que haber pasado los vehículos, una
a tan sólo dos metros del blindado de cabeza, y la otra entre éste y el BMR.
que le seguía. Aún con el susto en el cuerpo y tras el habitual tiroteo,
regresan a toda velocidad y sin más novedad a Base Al-Andalus. Dos días más
tarde cuatro soldados norteamericanos murieron tras ser atacado el Humvee en el
que viajaban en ese mismo punto.
Vista restos desde la mira del artillero |
Por parte de la
Coalición, fueron evacuados por medio de helicópteros un total de diez
salvadoreños y un norteamericano herido en la misma azotea que murió su
capitán. Milagrosamente no ha habido ninguna baja española.
Por parte de
los iraquíes los datos son muy confusos, hablándose de entre veinte a setenta
muertos, y más de doscientos heridos, aunque las cifras pueden ser mucho
mayores dada la intensidad de los tiroteos dentro de la ciudad. Por poner un
ejemplo, uno de los tiradores selectos apostados en las azoteas aseguró haber
realizado doce disparos con un total de… doce aciertos. También se emplearon a
fondo las otras fuerzas en el recinto de la base. Algunos miembros de
Blackwater contribuyeron decisivamente a la defensa, aunque parece ser que
también protagonizaron –sólo alguno- algún episodio luctuoso disparando a
civiles en incluso una ambulancia. Inestimable fue la ayuda del equipo ANGLICO
norteamericano (Versión de los Marines y la Navy de los FAC o Controladores
Aéreos Avanzados del Ejército y la Fuerza Aérea. Su misión es coordinar los
ataques aéreos) que llegó entre los primeros refuerzos, que se pasó
posteriormente diez días sin abandonar la azotea desde la que cumplían su
misión.
Heridos (BMR Guisado) |
Durante la
madrugada del día 5 siguieron los ataques esporádicos de mortero, y tiroteos
dentro de la ciudad, pero la guarnición española ya había superado la prueba.
Sin embargo, la batalla del día 4 marcó un antes y un después de la
intervención española en Irak. En los quince días que siguieron, la guarnición
española de Najaf tuvo que soportar veintiún ataques más siendo rechazados
todos con numerosas bajas entre los atacantes, pero eso ya son otras historias,
pero no menos meritorias como por ejemplo la del soldado Trejo (Cruz al Mérito
Militar con distintivo Rojo):
Lorenzo Silva,
en su recomendabilísimo libro “Al Final, la Guerra” escribió: “El día
7 de Abril, Base España está siendo atacada con fuego de mortero y
ametralladora. En la “garita de los palmerales”, cerca del helipuerto, se
encuentra de guardia el soldado Trejo. Desde allí avisa al teniente Merino y le
comenta que a unos 50 metros de la valla están disparando contra él. Los
impactos de mortero y RPG. están incidiendo a su alrededor, la metralla se
incrusta en su puesto. Tres furgonetas pick-up están intentando neutralizar su
torre para destruir los helicópteros que están en la pista. Trejo no lo duda,
debe repeler ese ataque con lo que tiene, su fusil. Ha localizado perfectamente
desde dónde le están haciendo fuego y vacía un cargador disparando tiro a tiro,
con sangre fría, contra los agresores. El soldado español se oculta en la garita
utilizando ésta de parapeto. Alterna ocultarse, disparar e informar a sus
superiores al tiempo que aprovecha también para municionar su fusil. Al
observar los atacantes la reacción del soldado, y que con ella no pueden
alcanzar a los helicópteros, abren fuego con el propósito de eliminarlo… …Para
reforzarlo se movilizan dos VEC. que están haciendo una patrulla exterior.
Tardan 15 minutos en empezar a batir con sus cañones los orígenes de la
agresión. Durante esos 15 minutos, el soldado Trejo, ha estado solo, en mitad
de la noche, haciendo frente a un número indeterminado de enemigos pertrechados
con todo tipo de armas”.
No necesitamos
historias hollywoodienses del tipo “Blackhawk derribado” para demostrar
que nuestros militares también saben combatir. Mucho y bien.
(LA PRIMERA PARTE DE ESTE ARTÍCULO SE PUEDE ENCONTRAR EN EL ENLACE SIGUIENTE:
Prueba de fuego en Iraq (I)
(LA PRIMERA PARTE DE ESTE ARTÍCULO SE PUEDE ENCONTRAR EN EL ENLACE SIGUIENTE:
Prueba de fuego en Iraq (I)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBoquiabierta, fascinada, impregnada hasta la médula de admiración por nuestras Fuerzas Armadas. Con el bello de punta, y el corazón encogido, no he podido evitar emocionarme en ambos artículos. Cuantísimas cosas me gustaría escuchar de quien, en primera persona, estuvo alli. Cuanto respeto siento y cuanto honor compartir con con vosotros.
ResponderEliminar"...Guisado es consciente que aún queda gente para recoger, y pese a que desde el Mando le piden que delegue la misión en otro, éste les responde con un lacónico “he dado mi promesa de que volvería"...".
Como alguien, muy importante para mi, me dijo una vez:
"La suerte es de los audaces"
Sí los hechos son espeluznantes, el cronista o los cronistas, lo hace aún mas realista y lo pinta como la cruda verdad que debió ser, y que seguirá siendo. Cómo decía Pérez-Reverte los españoles somos desagradecidos con los que velan por nosotros , investigan, luchan y defienden.
EliminarLorenzo Silva y Luis Miguel Francisco... escribieron el libro... que se reeditará en breve.
ResponderEliminarVamos hablar claro, es una vergüenza ya esto, cual es el criterio por el cual estos oficiales se merecieron esta medalla roja y no cada uno de mis compañeros de armas y yo no la tenemos, vale más el esfuerzo y la vida de ellos que la nuestra, estubimos en el mismo peligro o más que alguno que tienen esa medalla, escuece darle a toda una sección de tropa una medalla rojo se ve, esto cansa ya, toda esta sección estubimos en medio de disparos, fuego de rpg, de morteros, en la calle varias veces este día, alguno estubo debajo de una mesa y tiene una medalla roja, basta ya de tanta mentira y politiqueo barato, contar la verdad, explicar porque la tropa no nos merecimos una medalla roja
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