No hay documentos sobre cómo se pensaba llevar a cabo la guerra contra Japón, aunque sí referencias dispersas en algunas obras. El periodista Hughes es quien se refiere más claramente en sus memorias, "Report From Spain", a la tensión con Japón: "El asunto amenazó con tomar un aspecto lúdico cuando José Luis Arrese sugirió a un funcionario de la embajada americana que estaba preparado para dirigir una nueva División Azul, ¡esta vez contra los japoneses!". El líder falangista lo confirma en la introducción de uno de sus libros donde, tras defender a Hitler por creer que luchaba contra el comunismo, señala: "Lo mismo en aquella ocasión como cuando pedí al conde de Jordana que gestionara el envío de otra División Azul a luchar al lado del general MacArthur contra el Japón, que también amenazaba al Cristianismo, servía a una causa que para desgracia nuestra está hoy día más que nunca amenazada". Arrese corrobora, por tanto, las conversaciones para enviar una División Azul aunque, como es relativamente normal en unas memorias, recuerda sólo la parte de verdad más favorable para él. Además, hubo de ser a Lequerica a quien se lo propuso, no a Jordana (ministro que lo antecedió). Los rumores contemporáneos a los hechos también confirman estas intenciones. Unos afirmaban que se daría al ministro (embajador) Suma una orden de abandonar España, mientras que otros opinaban que la declaración de guerra no debería hacerse hasta que Alemania no fuera derrotada. Según un informe de la organización estadounidense de inteligencia, OSS, basado en las declaraciones de un "honrado alto funcionario de uno de los ministerios locales", España ofrecería a Estados Unidos enviar dos divisiones de "voluntarios" a las Filipinas para luchar contra los japoneses dirigidas por sendos generales, Agustín Muñoz Grandes y Antonio Aranda. La persona que pudo estar más al tanto de estas intenciones, y que además parece recordar mejor las fechas de la ruptura de relaciones, fue el segundo de Exteriores, José María Doussinague. Por supuesto, no es muy explícito en su libro "España Tenía Razón" (1.949) sobre las razones de la posible guerra con Japón, pero sí incluyó una frase sobre su modalidad: "Se proyectaba enviar una división de la escuadra española a aguas del Pacífico". Las tropas estarían formadas por soldados voluntarios, su envío tendría carácter simbólico, de cara a la galería, y se realizaría en barcos. Había de ser, por tanto, una División Azul Marino.
El Consejo de Ministros del día 11 de Abril de 1.945 decidió romper relaciones diplomáticas con Japón. La nota verbal emitida tras la decisión, además de recordar el mensaje anterior del 22 de Marzo, repetía la penosa impresión producida en el gobierno español por los sucesos de Filipinas (masacre de la población civil de Manila, colonia española incluida, por parte del Ejército japonés, además de la destrucción de numerosos edificios culturales, mercantiles e industriales españoles; todo ello entre el 4 y el 23 de Febrero de 1.945): "Los mencionados hechos son tanto más lamentables cuanto que interrumpen una larga tradición de amistad entre España y Japón, de la que España ha dado constantes pruebas, algunas de ellas muy recientes". Después justificaba la medida y apuntaba la posibilidad de pedir indemnizaciones por los hechos de Manila, "en especial por lo que se refiere al Consulado de España y edificios y personalidades oficiales (...) son incompatibles con el mantenimiento de una normalidad amistosa entre los dos países. En consecuencia el gobierno no considera posible el seguir manteniendo relaciones diplomáticas (...) sin perjuicio de mantener la reclamación de indemnización que ha sido presentada por las pérdidas de vidas". Además, llama la atención poderosamente la acusación de que las tropas japonesas habían sido culpables del asalto y destrucción de "todos los edificios oficiales del gobierno español" y el asesinato en el consulado de "todos los funcionarios consulares que en él se encontraban, incluso los más modestos servidores, sin distinción de sexo y asesinando igualmente a todas las personas que se hallaban en aquel edificio, con un total de cincuenta". El ministro de Exteriores (Lequerica) sabía bien que el único edificio oficial de España (alquilado) era el consulado general y que los japoneses NO podían haber asesinado a cincuenta funcionarios españoles, tal como se daba a entender (y se publicitó en el No-Do), porque ningún consulado podía tener tal número de trabajadores. Al igual que el comunicado, que anunciaba el fin de la representación de intereses, el texto estaba pensado más para la difusión exterior que para influir en las autoridades japonesas. Por lo demás, la finalización de la representación de los intereses nipones vino seguida de la ruptura de relaciones con Japón el 12 de Abril de 1.945. En Mayo aparecieron los primeros regodeos sobre la inhibición militar española como eje de una política exterior neutral que tanto gustó luego pregonar al régimen franquista en un doble ejercicio de falsedad, porque se intentó entrar en la II Guerra Mundial en dos ocasiones: En 1.940 junto al Eje y en 1.945 con los Aliados; si no lo hizo fue por la apatía de sus eventuales socios, Hitler y Roosevelt.
Si antaño se había presentado a Japón como una potencia anticomunista, su no declaración de guerra a la URSS permitió referirse a la supuesta duplicidad en su pensamiento (la llamada “Inteligencia asiática”). Los textos que siguen, uno de 1.941 y el otro de 1.944, reflejan claramente el cambio de percepción de Japón en la prensa española, así como el peso de las imágenes orientales:
Ernesto Giménez Caballero: "Japón y España". Arriba (24 de Abril de 1.941):
"El sentimiento de compartir con los japoneses la defensa más extrema del mundo frente a un común enemigo, este sentir que España y Japón son dos flancos decisivos, ha hecho que japoneses y españoles nos hayamos ligado fraternalmente y nos tengamos un mutuo cariño y admiración. Pero la admiración y afecto de España por Japón no es de hoy, sin embargo. Procede desde el momento en que nos dimos cuenta de ser el Japón la otra España; la de allá. O sea, una nación colocada frente a un poderoso Continente Occidental (Estados Unidos) y un continente inmenso de color (el Asia china e hindú). Como España es la nación (del lado de acá), colocada entre Francia e Inglaterra (Occidente) y el África (Oriente). España y Japón, las dos fronteras del mundo. Son dos puertas. La misma unidad de destino en lo universal”.
Editorial: "La Barbarie Amarilla". Pueblo (24 de Marzo de 1.945):
"No es solamente una raza con la que nosotros, los pueblos cultos de Europa y de América, no tenemos la más leve relación humana. Esto, por sí solo, sería bastante; pero hay algo más, aunque todavía no es lo definitivo: esa raza, antípoda del mundo civilizado, emprendió la tarea de lanzar lo de Asia para asentar en ella un Imperio que, inmediatamente de constituido, sería enemigo natural de las cosas que más se aman y se veneran en este marco amplio y secular que se viene llamando cultura de Occidente. Estas son las razones que siempre nos movieron a mirar con algo más que recelo y temor la brutal acometida del mundo amarillo, presa de un fanatismo del que solamente son capaces los pueblos primitivos”.
(...Continuará)
(...Continuará)
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