Otro episodio poco conocido de nuestra Historia Militar es lo poco que faltó para que España enviara un contingente militar a la Hungría sublevada, en 1.956. En el artículo “Containment, Rollback, Liberation or Inaction. The United States and Hungary in the 1950s” (“Contención, Vuelta Atrás, Liberación o Inacción. Los Estados Unidos y Hungría en los 50”), firmado por Läszló Borhi (Profesor del Departamento de Estudios de Eurasia Central de la Universidad de Indiana e Investigador del Instituto de Historia de la Academia de Ciencias Húngara) y publicado en 1.999 en el “Journal of Cold War Studies” (Revista de Estudios de la Guerra Fría), 1ª entrega del Volumen I, páginas 67-108, se estudia detenidamente la actitud norteamericana ante la ocupación soviética de Hungría y, más concretamente, ante la sublevación de 1.956.
Aunque los norteamericanos realizaban una propaganda violentamente antisoviética, la realidad práctica de su política exterior era la de (¿tensa?) coexistencia con la URSS.: Un anticomunismo más retórico que efectivo, sobre todo en lo concerniente a los países del Este que habían caído bajo su influencia. El autor insiste en que pese a que la Unión Soviética acusó a los Estados Unidos de haber apoyado militarmente a los patriotas húngaros que se rebelaron en 1.956 contra el comunismo… Cuando, en realidad, hizo lo contrario. Como cuenta Borhi: “No hay dudas, por ejemplo, de que Washington rechazó los planes españoles para prestar una ayuda encubierta a los rebeldes, una posición que habría sido incomprensible si los Estados Unidos hubieran estado prestando ese tipo de ayuda.
Otto de Habsburgo estuvo en contacto con Franco a través de un intermediario y le pidió que enviara ayuda a los luchadores por la libertad húngaros. El día 4 de Noviembre se tomó la decisión de enviar una unidad de voluntarios españoles que sería mandada por –posiblemente- el antiguo comandante de la División Azul. Dos días después, el 6 de Noviembre, el Ministro español Alberto Martín Artajo le dijo a Cabot Lodge que su gobierno “estaba dispuesto a enviar una fuerza armada a Hungría”. Artajo sugirió que los Estados Unidos enviaran “dos aviones a España, para ser cargados con armas para ser lanzadas en Hungría. Franco y su gabinete le había dado instrucciones de hacerse cargo de ese tema”. La respuesta del Gobierno estadounidense, enviada por el Departamento de Estado, fue inequívoca: “El Gobierno de los Estados Unidos no puede dar apoyo, ni abierto ni encubierto, a ninguna intervención militar en Hungría en las presentes circunstancias”.
El Departamento de Estado también expresaba su esperanza de que España no tomara ninguna decisión sin consultar antes con los Estados Unidos “en virtud de nuestros comunes objetivos y obligaciones en pro del mantenimiento de la paz internacional”. A cambio de que España se inhibiera, el Departamento de Estado prometía que las medidas apropiadas se tomarían en el marco de las Naciones Unidas”.
La verdad es que nunca habíamos oído hablar de este tema, pero el artículo tiene toda la seriedad de un trabajo académico y todas las afirmaciones van refrendadas por exhaustivas notas sobre fuentes, en este caso documentos de los archivos oficiales norteamericanos, luego no es ninguna invención. Esta segunda “División Azul” quedó en mero ofrecimiento, algo perfectamente comprensible porque el “anticomunismo” de los Estados Unidos en aquellos momentos era un tema más político que un conflicto abierto dirimible en campos de batalla aún enlodados de sangre tras la II Guerra Mundial (no era lo mismo Corea que Hungría… Alemania podría estar en juego).
Y como Eisenhower sentenció, quizá temiendo una escalada nuclear: “Ayudar a Hungría podría suponer crear el escenario de un más amargo conflicto, por lo que no hay modo alguno de socorrerla”.
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