De sobra es conocida la reunión de Franco y Hitler en Hendaya. Más aún lo es el envío de tropas voluntarias españolas para luchar contra los soviéticos, la llamada División Azul…. Sin embargo, es poco conocido el papel jugado por las tropas españolas en Tánger, su única intervención durante este conflicto bajo bandera española, el momento justo en el que España estuvo más cerca de entrar en la II Guerra Mundial como aliado de Alemania.
Antes del comienzo de la guerra, el estatuto de Tánger no estaba muy bien definido: Tánger, en el lado oeste de Gibraltar, era un puerto estratégico para el dominio del Estrecho. Los tratados suscritos por Francia, España e Inglaterra en 1912 y 1923 la habían considerado un punto neutral. La ciudad estaba desmilitarizada y los servicios administrativos y de orden público se repartían entre Francia, España, Inglaterra e Italia (pero con claro dominio francés). En 1935 se firma un nuevo acuerdo junto con Italia, en el que es ahora España la potencia encargada de la administración del protectorado.
La guerra vuelve obsoleto el tratado. Francia propone volver a la fórmula de 1923, con preponderancia francesa. Es en este momento, cuando se produce la invasión española: El 14 de Junio de 1940, el mismo día que París caía ante la Wehrmacht, Tánger es ocupado por fuerzas españolas. Es cierto que la entrada de Italia en el conflicto convertía a la no beligerante España en la única potencia que, según el estatuto internacional de la ciudad, podía controlarla. “Mantener la neutralidad” fue la excusa para la invasión española. Ésta, llevada a cabo por 4.000 efectivos pertenecientes a la Mehal-la Jalifiana (“Ejército del Jalifa”) Nº 1 de Tetuán (al mando del general Germán Yuste), se realizó “con carácter provisional”… Mientras esto ocurría en el norte de África, en Madrid una gran manifestación falangista reivindicaba un Gibraltar español.
El comunicado oficial fue escueto pero evidente: "Con objeto de garantizar la neutralidad de la zona y ciudad de Tánger, el Gobierno español ha resuelto encargarse provisionalmente del servicio de vigilancia, policía y seguridad de la zona internacional, para lo cual han penetrado esta mañana fuerzas de la Mehal-la Jalifiana con dicho objeto. Quedan garantizados todos los servicios existentes.”
Las autoridades francesas son informadas de que la ocupación es temporal “y en nombre del Sultán” y que su objetivo es el apoyo al orden y la neutralidad de Tánger. En ese momento Inglaterra y Francia estaban demasiado ocupados perdiendo batallas como para reaccionar (no obstante, Franco se apresuró a asegurar a Gran Bretaña que ésta conservaría sus derechos, comprometiéndose España a desmilitarizar la zona).
La invasión estaba planeada con antelación y avanza con rapidez. En la noche del 17 al 18 de Junio, las tropas ocupan la fortaleza (en dos horas ocupaban los puntos vitales de la ciudad a la par que una columna de desembarco a bordo de un minador se hacía con el control del puerto).
La ocupación de la ciudad era también el paso previo para un proyecto más grande: La formación de un imperio colonial a costa de Francia. El Ministro de Asuntos Exteriores, Juan Luis Beigbéder, llegó incluso a proponer a Franco la ocupación de las cabilas fronterizas con el protectorado francés reclamadas por desde antaño por España. El 19 de Junio, Franco envía al Führer sus pretensiones: Reclamaba soberanía plena para Gibraltar, el occidente de Argelia, un pasillo en torno a Marruecos, todo el Imperio marroquí (incluyendo Cherifiano y el Protectorado Francés), el Golfo de Guinea y la Indochina francesa como prerrequisito antes de entrar en la guerra. Hitler no puede aceptarlo: La cesión de dicho territorio puede desencadenar malestar en la ahora neutral Francia de Vichy. No estaba clara tampoco la ventaja que acarrearía a Alemania la entrada en la contienda de España, destrozada económicamente tras 3 años de guerra civil. La entrada de España en la guerra –con sus “dos millones de guerreros dispuestos a enfrentarse en defensa de sus derechos”, tal y como aseguró Franco a Hitler- se fue retrasando, y finalmente nunca ocurrió. Hitler consideraba que España era un lastre más que una ventaja para los intereses del Eje, y prefería no desairar ni a Italia (el choque de intereses entre Mussolini y Franco era obvio) ni a la Francia de Vichy.
Inmediatamente
tras la ocupación se ponía en funcionamiento una campaña para
justificar la acción a la par que España pasaba de una situación de
neutralidad, a la de "no beligerancia". Beigbéder, el general Ponte
-jefe militar de las tropas de Marruecos- y Asensio, Alto Comisario de
la Zona de Protectorado. Entre los motivos que adujeron las autoridades
franquistas estaban, por una parte, el mantenimiento del orden en la
ciudad y asegurar su neutralidad. Por otra estaba la necesidad de
gobernar una ciudad cuyos representantes en el gobierno estaban
enfrentados en la guerra y sólo dos países no habían entrado en ella,
Portugal y sobre todo España, y ésta tenía la responsabilidad de velar
por la observancia de los tratados, e incluso evitar la invasión de
algún otro país contendiente, por ejemplo Italia. Por ello España
ejercía un gran servicio. En otro sentido, se aludió a la necesidad de
actuar en contra de las actividades de elementos rojos y
pro-republicanos. Por ello las autoridades y ciudadanos británicos
fueron cuidados y atendidos al efecto. Y Gran Bretaña, junto con
Francia, a pesar de la división, desarrollaron una política de
inactividad, incluso de apaciguamiento y entendimiento con las
autoridades franquistas.
Desde
principios del mes de Noviembre de 1940, se desarrolló un proceso de
españolización, desde las instituciones, despidiendo a los funcionarios
extranjeros y nombrando al general Yuste gobernador de la ciudad
(obligando al jalifa a deponer al Mendub, expulsándolo del territorio);
hasta la vida diaria, dictándose normas de tráfico idénticas a las
españolas, obligando al uso del español en los comercios en anuncios y
letreros y se renovó la circulación de la peseta. Incluso se desarrolló
un intenso proceso de censura de prensa y otro de propaganda
germano-italiana, que llegó incluso a afectar a los líderes
nacionalistas, que fueron pagados con importantes sumas de dinero de
Alemania. Incluso se llegó a temer un proceso de represión semejante al
que se había desarrollo en la península con la contienda que había
finalizado en 1939. Tal fue el proceso de españolización que la ciudad
retrocedió desde el punto de vista cultural e incluso económico, que
degeneró en un problema crónico de inseguridad. Por un bando del Jefe de
la Columna Española de Ocupación se establecía que “en consecuencia, se
hace cargo de la zona de Tánger, en concepto de gobernador, como
delegado de la Alta Comisaría de España en Marruecos”. El general Yuste
disolvió el Comité de Control, la Asamblea legislativa y la Agencia
Mixta de Inteligencia, en primer lugar. El 9 de Noviembre se suprimió la
Gendarmería y se hicieron los preparativos para ocupar la zona francesa
marroquí. Igualmente, se nombraba a Sidi Larbi Tensamani, pacha del
Jalifa en Tánger (nombrado por presión de las autoridades españolas). La
ocupación quedó tan sumamente “legitimada” que incluso la heredera al
trono de Francia, la duquesa de Guisa, visitó Tánger durante la
ocupación vestida con la camisa de Falange, en la que le fue impuesta
una condecoración.
En
el mismo instante de la anexión al Protectorado (13 de Noviembre de
1940) se desarrolló una intensa campaña germanófila, coordinada por el
Alto Comisario del momento, el general Asensio y el secretario de la
Alta Comisaría, Tomás García Figueras. Se devolvió el edificio del
consulado alemán perdido en los acuerdos de Versalles, que se convirtió
en el principal centro de espionaje y propaganda nazi hasta Mayo de
1944, y se creó un consulado japonés, ambos elementos contravenían el
acuerdo de 1923. Las autoridades franquistas dieron todas las
facilidades a los alemanes para el uso de las instalaciones del
territorio o la actividad de sus agentes y espías; y se aprovecharon de
las ayudas de los británicos, que finalmente apostaron por mantener
unido el imperio colonial francés. Incluso en el mismo momento de la
anexión de la ciudad, el 3 de Noviembre de 1940, un incidente entre un
submarino italiano y un torpedero británico, se saldó con la ayuda al
primero, para ser reparado, a pesar de la neutralidad de la ciudad.
Finalmente,
por la Ley de 23 de Noviembre, se hacía extensiva a la zona de Tánger
–por su propio interés y beneficio- la acción protectora ejercida por
España en su zona marroquí, quedando así integrada en el Protectorado
Español de Marruecos.
El
31 de Diciembre España garantiza oficialmente los intereses británicos:
Gran Bretaña, en el contexto de su política de apaciguamiento, también
decidió colaborar en el sostenimiento económico, a pesar de algún
intento de sabotaje, las restricciones de prensa y de movimientos a sus
súbditos, lo que no evitó que asistieran sus representantes a las
ceremonias oficiales. Esta política era una manera de que España no
entrase en guerra, a cambio de una previsible ayuda económica nazi. Gran
Bretaña hizo todo lo posible por garantizar el abastecimiento de la
ciudad, incluso negociando con sus aliados o Portugal. Flexibilizó el
tráfico comercial y envió un buque mensual con productos textiles,
jabón, te y azúcar. Llegó a abastecer de petróleo a la España franquista
con el temor de que lo pudieran ceder a los nazis. Pero el
desabastecimiento fue la norma general ya que los productos eran
revendidos fuera de la ciudad, por ser más lucrativo.
No
obstante, se temía (incluso España temía) el inminente peligro de
acciones bélicas por parte del Eje contra Tánger: El Embajador británico
en España por aquella época -Sir Samuel Hoare- en su libro “Embajador
en Misión Especial” afirma que había razón para pensar que Mussolini
podía intentar la ocupación de la Zona tanto más cuanto en ella había
establecidos varios millares de súbditos italianos en su mayoría
fascistas... Ese peligro lo confirmó Roosevelt el 8 de Noviembre del 42
en carta dirigida a Franco.
El
desarrollo de la Operación “Torch” (8 de Noviembre de 1942), es decir,
el desembarco aliado en el norte de África trajo diversas
consecuencias: el aumento de la influencia alemana sobre las autoridades
españolas y la llegada de un mayor número de efectivos para la defensa
de la ciudad: Se elevaron a siete el número de divisiones, se unieron
dos regimientos de artillería y un regimiento de 58 carros de combate,
además de varios Batallones de Trabajadores Penados. Pero produjo el
fortalecimiento entre los lazos de los líderes nacionalistas y la
creación de un discurso pan-marroquí.
La
derrota del Eje motivó el desarrollo de negociaciones para el
establecimiento de un nuevo Estatuto en Tánger. En Agosto de 1945 tuvo
lugar una conferencia en París con la presencia de representantes
estadounidenses, británicos, franceses y rusos. En dicha conferencia
intentó estar el ministro de Exteriores de la República en el Exilio,
Fernando de los Ríos, sin lograrlo, al igual que las autoridades
franquistas. Se restableció el Estatuto de 1923 con algunas
modificaciones, por ejemplo la reducción de la influencia de Francia y
sobre todo España (que perdió el mando de la Gendarmería). En Octubre de
1945 las tropas jalifianas abandonaron la ciudad, y fueron sustituidos
por gumiers franco-marroquíes. Las potencias aliadas decidieron
mantener la Zona de Protectorado español, sobre todo para evitar cambios
en la política española, tal y como había ocurrido en el debate sobre
el lugar del desembarco. Se quería evitar el paso de tropas alemanas por
suelo español. Sin embargo, se permitió el regreso de opositores, o se
readmitieron antiguos funcionarios depurados, y se cerraron órganos de
prensa franquistas…
Buenas noches:
ResponderEliminarBuscando información sobre la ocupación de Tánger en 1940, he encontrado este artículo. Soy tangerino, hijo de tangerina, y sabía de dicha ocupación porque mi madre me contó el hecho. Me gustaría saber si puedo consultar alguna fuente que me describa como era la ciudad en aquella fecha. Gracias.