Sinopsis: Durante el frío invierno ruso de 1.943,
un batallón de la División Azul se topa con un cadáver de un soldado español
que no ha muerto en la contienda, sino que ha sido víctima de un cruento ajuste
de cuentas. Sobre su pecho se han grabado en sangre las palabras “Mira, que
te mira Dios”. Un soldado que había sido policía queda encargado de la
investigación del caso. Así comienza “Silencio en la Nieve”…
Primeramente, hay que decir que las críticas
expertas divergieron a la hora de valorar la película:
"Una película española atípica y
altamente recomendable tras cuyo visionado no puedo por menos que descubrirme
ante el siempre admirado productor Gerardo Herrero" (Alberto Luchini,
“El Mundo”).
“Hacía mucho tiempo que Gerardo Herrero
no afrontaba un proyecto tan aparatoso, pero el resultado -discutible e
imperfecto- es lo más estimulante que ha dado su carrera en muchos años"
(Jordi Costa, “El País”).
"Creíble recreación del frente
bélico, sigue una trama criminal de doble sentido y con giros inquietantes,
aunque el ambiente gélido también se apodere de los intérpretes (...)
Puntuación: 3 sobre 4" (Lluís Bonet Mojica, “La Vanguardia”).
"Un thriller ligero pero
acompañado de esa salsa espesa que liga lo que se dice con lo que sólo se
sugiere. (...) Puntuación: 3 sobre 5" (E. Rodríguez Marchante, “ABC”).
"¿Por qué la película no funciona?
Porque la realización es plana como una tabla de planchar. Porque los diálogos
son artificiosos. Porque las interpretaciones son afectadas: excepto por Sergi
Calleja (...) Puntuación: 2 sobre 5" (Sergi Sánchez, “La Razón”).
"Es una trabajada, a menudo
inspirada, aunque también en otras mejorable, peripecia de investigación
criminal (...) Puntuación: 3 sobre 5" (M. Torreiro, “Fotogramas”).
Gerardo
Herrero es un director bastante sólido formalmente, con una percepción especial
para estructurar a los personajes y para nosotros, uno de los realizadores con
mejor sensibilidad para narrar historias cercanas y humanas (valga “Las
Razones de Mis Amigos” como ejemplo) pero en esta película sabe dar un giro
a su enfoque, para aportar credibilidad en un escenario completamente
diferente, en el que la envidia, la traición y la desconfianza son sus
herramientas para definir el carácter de cada intérprete.
Está claro que, si se ambienta cualquier historia
durante una guerra y se escoge a los protagonistas en un bando concreto, las
connotaciones políticas no se pueden obviar. Lo extraño sería que estos dos divisionarios,
mientras indagan, no se topasen a cada momento con sospechas de traición y con
la obligación de demostrar constantemente de qué parte están en modo de
exaltaciones patrióticas e insultos al contrario. Estas cuestiones se sitúan en
el film como enmarcación histórica, pero no lo invaden ni desvirtúan su esencia
de thriller. Lo que ocupa todos y cada uno de los diálogos es la investigación
que, de forma muy ordenada, cabal y creíble, lleva al protagonista hasta el
culpable. La solución no es previsible, pero una vez resuelto el caso, todo
encaja y no se puede decir que haya habido trampas para crear despistes, falsos
culpables ni escamoteo de la información para evitar que se adivine. Quien no
se entretenga con un seguimiento de pistas, al modo tradicional, en el que una
lleva a la otra y así se concatenan sucesivamente, se aburrirá con una película
en la que casi todo son diálogos, pero para mí es uno de los géneros más
disfrutables. Además, como me quejo una y otra vez de que las películas tarden
en arrancar, encontrarme con una que presenta el conflicto principal en su
primera escena supone alborozo.
Es
difícil encontrar piezas de cine español que, centradas en la Guerra Civil o en
el franquismo por añadidura, no hagan uso del recurso historicista para
aleccionar de una manera o de otra. “Silencio…” lo consigue y eso ya es
un mérito a tener en cuenta. Para colmo, incluso intriga, se intensifica y
consigue incluso mantenernos interesados e inquietos en las butacas. Y eso ya
son dos menciones especiales. No quiere esto decir, que hacer una buena
historia enmarcada en la posguerra o en la dictadura no merezcan la pena y no
haya, en algunos casos especialmente, verdaderos ejemplos de buen cine. Sin
embargo parece que no siempre es apetecible que hurguen en las heridas de uno,
no siempre grato, por lo menos y en esos momentos, se agradece como un buen
título hace uso del momento histórico, únicamente como decorado y no como
temática.
A
la última película de Gerardo Herrero le pasa eso. Como ya consiguiera en “Territorio
Comanche”, antepone una historia central a la trama secundaria y pasajera
que según los momentos se cuela en la escenografía principal, pero que no la
altera ni la desvirtúa. Al contrario, incluso la mejora. En “Silencio en la Nieve”,
concretamente, lo innovador de la propuesta ya merece la pena, pues nos acerca
a un destacamento de la División Azul, en plena campaña del frente ruso durante
la II Guerra Mundial, en la que algunos soldados españoles participaron medio
de tapadillo (a ojos vista del caso que le ha hecho la historia y el cine a
este fichaje nazi que hicieron de las tropas españolas). Esta circunstancia
resulta un ambiente perfecto en el que narrar una historia que nada tiene que
ver con el III Reich, los desbandes nacionales de Franco, ni el color de la
camisa de según qué protagonista. La trama busca la vertiente de la intriga en
un thriller detectivesco que sólo tendrá de guerra, el gélido escenario natural
de la estepa rusa y el intermitente encontronazo entre ambas historias, que por
otro lado, romanticismos en el metraje aparte, consigue desarrollarse con buena
mano y construcción de personajes, que desde la primera escena cuando los vamos
conociendo, encajan a la perfección en el conjunto de la narración.
Las tramas secundarias se despachan con rapidez
como consecuencia más o menos inevitable de adaptar una novela, en la que cabe
más contenido no solo porque no hay límite al número de páginas, sino porque la
estructura en literatura es menos exigente que en el cine. Personalmente,
prefiero que se haya optado por abreviar excesivamente los asuntos amorosos y
familiares a que le hubiesen dedicado demasiado tiempo, deteniendo así las
pesquisas cada dos por tres. La opción de eliminarlas por completo tampoco me
habría parecido la más acertada, ya que estas subtramas sirven, al menos, para
dar alguna pincelada sobre el personaje de Arturo Andrade, quien, de otra forma,
parecería demasiado inhumano.
Los actores están correctos en general. Diría que
se los percibe creíbles, desde Carmelo Gómez (da la talla y tiene presencia
como Suboficial), pasando por Juan Diego Botto, Víctor
Clavijo, Sergi Calleja, Francesc Orella, Adolfo Fernández… hasta el último testigo
entrevistado, gracias a unos diálogos naturales, que no escatiman los tacos y
que reproducen en habla de la época, además de la jerga militar… Es una de las
ventajas que tiene ver una película patria, que no hay que escuchar un doblaje
basado en una traducción hecha en un registro más elevado –menos coloquial– que
el original, ni escuchar una V. O. en la que conectemos mucho menos con la
cotidianeidad de las interpretaciones. Sorprende Juan Diego Botto con una
versatilidad que hasta ahora no había demostrado y que no le auguraría, ya que,
para mí, siempre será ese concienciado de buena familia que tan bien se retrató
en este cameo.
“Silencio en la Nieve” cuenta con un buen
diseño de producción. Aunque sea algo que no debería mencionarse, cuando se
trata de cine español parece inevitable resaltar como virtudes las ausencias de
algunos defectos. Por lo tanto, habrá que decir que el aspecto general de la
película es correcto y que en él que no se percibe que se haya escatimado con
el presupuesto ni que se hayan resuelto cuestiones de forma chapucera (SdKfz2
Kattenkrad, Küblewagen, Opel Blitz, T-34´s, incluso aparece un carro de combate
Pzkw V “Panther” –en realidad, un T-55 con el chasis adaptado-). Solo en una
ocasión –en un recorrido en camión– se puede adivinar que se habrá combinado el
rodaje en estudio con algunos exteriores, ya que se ve un tanto extraño el
montaje entre los planos muy cortos de los actores y los exteriores sin
referencia. Si bien Gerardo
Herrero no tiene una mano especialmente hábil, considero que en este
caso resulta solvente y que las críticas que pueda recibir esta película hacia
el departamento de dirección probablemente estén más motivadas por trabajos
previos de Herrero o por su fama que por el resultado presente que, sin ser
perfecto, funciona.
En conclusión, este thriller bélico es la mejor
película española que he visto en bastante tiempo, junto a “No Habrá Paz
Para los Malvados” (Enrique Urbizu, 2.011). Arranca presentando el
conflicto de forma fulminante y, a partir de ahí, centra un alto porcentaje de
sus minutos en la resolución del caso de los asesinatos múltiples y deja entrar
temas religiosos y políticos de manera natural como forma de dar realismo al
marco histórico en el que se encuadra.
Indudablemente, el libro “El Tiempo de los
Emperadores Extraños” de Del Valle es mejor, con sucesos completamente
diferentes en su desarrollo (y con una imagen de Andrade más brutal –al menos,
en una determinada ocasión-)… Pero realmente anhelo que el Sr. Herrero se anime
también a adaptar la continuación (independiente), “Los Demonios de Berlín”,
ambientada durante la caída de Berlín, en el 45.
Puntuación: 7,3.
LO MEJOR:
Hay que aplaudir el riesgo y
el valor para dar vida cinematográfica a la novela Ignacio del Valle, ya que
rompe con total coraje las trabas del cine español, sin dictadura por medio,
por reflejar hechos acaecidos en la postguerra desde un punto de vista de ese
eterno enemigo del cine patrio: Los falangistas. Y para nada de manera paródica
o siendo los viles villanos del relato... Habría que remontarse a “La Patrulla”
(1.954) de Pedro Lazaga y a “Embajadores en el Infierno” (1.956) de José
María Forqué para hallar pasos anteriores... ¿Por qué tanto tiempo? ¿Por qué se
han hecho tan pocas películas sobre la participación española en el bando
“enemigo” en la Segunda Guerra Mundial y tantas de esa visión caduca y lacrimal
tan maniqueas con tan pésimos resultados salvo excepciones muy contadas? ¿Por
qué tanto miedo cuando “Silencio en la Nieve” tiene un material
dramático de primera?
Tal vez todo ese material y
copiosa inversión hayan provocado que el personaje principal de “Silencio en
la Nieve” sea retratado con un exceso de sobre-humanización. Posiblemente
para que veamos que no aprueba la locura que presencia pero que tampoco pueda
decir lo que piensa por miedo a ser fusilado. No es rojo, ni espía al servicio
del comunismo soviético, pero tampoco idiota. Así, aparecen personajes que
orbitan a su alrededor para conseguir cierta empatía con el espectador. Un nazi
sádico y su pastor alemán psycho-killer se convierten en claros antagonistas,
un niño saca el lado más paternal y una amante rusa el punto más sentimental.
No falta secuencia de sexo con canción… Algo que pensaba que estaba superado desde
las películas de Bo Derek y Patrick Swayze.
Y, respecto a todo lo
anterior, me pregunto… ¿Era necesario? ¿Es que si haces una película seria
sobre voluntarios franquistas te deja de hablar Pilar Bardem? ¿Tanto miedo da
estrenar en la España del Siglo XXI una película con un personaje principal
falangista, amigo y colaborador de los nazis, miembro de la División Azul y
ex-inspector de la policía? Un personaje que, brillantemente en el guión, no
refleja ni exterioriza detalles de su pasado ni traumas que arrastre resueltos
por un conflicto. En la cinta se vive el día a día mientras las defensas se
desmoronan, la muerte acecha pero un crimen debe ser resuelto entre caídos en
el paredón o la ruleta rusa. Perfecto sinsentido y deslumbrante propuesta. Veo,
también, a “Silencio en la Nieve” como una cinta coreana, con sus
espejismos viscerales sobre la venganza y paranoias conspiratorias, con una
galopada de tensión y buen thriller y aupada internacionalmente… y observo la
oportunidad perdida… Yo, desde luego, me he quedado congelado como esos
caballos que componen su excepcional arranque.
Y si he de quedarme con una escena en
concreto, sin duda alguna (aparte de la secuencia de la “Ruleta Rusa”), me
quedo –repito- con la escalofriante secuencia inicial: El “Guripa” muerto en el
lago Ladoga entre unos caballos congelados en posiciones agónicas, con el “Mira
que te mira Dios” grabado a cuchillo...
LO PEOR:
Hay quien criticó que la trama se vaya
mostrando más por los secundarios que por las habilidades de los dos
investigadores (en plan Sherlock Holmes por Andrade y Watson por el personaje
de Carmelo Gómez, el sargento Espinosa. Personalmente, habiendo visionado
engendros pseudo-castrenses in extremis (desde hazañas bélicas a “Mili KK”)
considero esta película de argumento y factura impecable.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Gerardo Herrero.
País: España.
Año: 2.011.
Duración: 107 minutos.
Guión: Nicolás Saad (Novela: Ignacio del Valle).
Música: Lucio Godoy.
Fotografía: Alfredo Mayo.
Protagonistas: Juan Diego Botto (Arturo Andrade), Carmelo Gómez (Sargento Espinosa), Víctor Clavijo (Sargento Espinosa), Andrés Gertrúdix (Guerrita), Francesc Orella (Zarauza), Adolfo Fernández (Navajas), Sergi Calleja (Tiroliro), Jorge de Juan (Páramo), Jordi Aguilar (Cabo Aparicio), Alex Spijksma (Soldado húngaro) y Javier Mejía (Capitán Barrios).
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