“Paula era una
insurrecta cubana. En las guerrillas, luchando contra los españoles, como
nosotros. Ahí nos conocimos: En el campo de batalla. Aquélla fue nuestra cama
nupcial hasta aquel día. Salimos de la selva y ahí estaba, la Colina de San
Juan. Las pistolas españolas directas a la garganta y los tiradores
eligiéndonos. No se parecía en nada a San Antonio, donde hicimos el
entrenamiento. Allí es donde conocí a Luke y a muchos otros hombres de
distintos países que querían pertenecer a la Caballería: Panaderos y barberos,
congresistas y ganaderos; deportistas, granjeros, reporteros, vaqueros. No, no
fuimos a caballo por la colina, porque no teníamos caballos. Colina arriba, nos
arrastramos asustados hacia arriba. Había un caballo… Sólo un hombre lo montaba:
El Coronel Teddy. Él subió al ataque por la colina. Le dispararon a las gafas.
Se puso otro par. Le hirieron en el codo y dijo: "¡Seguidme!". Y lo
hicimos, porque estábamos demasiado avergonzados para no hacerlo.
Después
de la Colina, vino la iglesia. Había un 75 francés delante, un fusil en cada
ventana y una ametralladora en el campanario. Podíamos haber llamado a los
artilleros para que la explotaran pero fuera, en las paredes, habían atado a
gente: Estaban atados juntos, de pies y manos, a un montón de sacos de arena.
Mujeres y niños, monjas y prisioneros. Entre ellos, mi Paula… Ni Luke ni yo ni
nadie más sabíamos qué hacer. Pero dentro de la iglesia sabían qué hacer:
Abrieron fuego y nos replegamos. De repente, oí a Paula gritar: "¡Al
asalto, cubanos, al asalto!". Entonces una bala española… Las demás
mujeres siguieron gritando: "¡Al asalto, cubanos, al asalto! ¡Al
asalto!". Su propio grupo guerrillero mostró el camino…
La
gente con la que se casan algunos… Yo no merecía ni que me mirara” (“Muerde la Bala”. Richard Brooks, 1.975).
A pesar de la mala prensa que algunas películas americanas
hacen sobre la defensa española en Cuba, hablando de nativos clavados en los
parapetos y difamaciones por el estilo, la verdad es que los soldados hispanos,
a pesar de la obsolescencia de su equipo, de la carencia de materiales y de la
deficiente instrucción, hicieron un acopio de valor impresionante frente al
enemigo “yankee”. Como muestra, dos botones: El combate en Las Guásimas y la toma
de la Loma de San Juan, que publicaremos a continuación.
LAS GUASIMAS.
La batalla de Las Guásimas fue el primer choque de
armas verdadero en la campaña cubana de la guerra hispano-estadounidense, fue una sangrienta
escaramuza indecisa que terminó en favor de España
el 24 de Junio
de 1.898.
Siboney era uno de los tres puntos al Este de
Santiago donde habían desembarcado las fuerzas expedicionarias norteamericanas.
La mayor parte de su costa eran rocosos acantilados por lo que los lugares de
desembarco habían sido elegidos por ofrecer playas arenosas. La invasión
comenzó con el desembarco de 650 Marines en el lado Este de Bahía Guantánamo,
el 10 de Junio, siendo avanzadilla de la incursión principal, acaecida el 22 de
ese mismo mes, tras un breve bombardeo naval y un desembarco anfibio en
Daiquiri.
La playa de Siboney estaba más próxima a Santiago
que la de Daiquiri y directamente conectada a la carretera que conducía a la
capital, lo que estratégica y logísticamente la hacía sumamente interesante,
por lo que se decidió concentrar los esfuerzos del desembarco en ese punto,
trasladándolos de Daiquiri a partir del 23. Los insurgentes cubanos controlaban
parte de la Provincia de Oriente y apoyaron los desembarcos en ambos lugares.
Tras haber desembarcado, el grueso de la fuerza del
general William Shafter pasó varios días en Siboney, habilitando esta playa
como principal punto de aprovisionamiento estadounidense hasta la caída de
Santiago. Tras reagrupar al grueso de su fuerza, Shafter decidió
realizar un as alto sobre la capital para ir profundizando en la isla. Con lo que no contaba Shafter era con que, tras haber luchado en una
escaramuza contra fuerzas de desembarco en Siboney,
un contingente español (1.500 efectivos con dos cañones) al mando del General
de Brigada Antero Rubín Homent retrocedió hasta las posiciones atrincheradas de
Las Guásimas. Con
dificultad, la incursión fue rechazada.
La tarea para expulsar a al contingente
atrincherado fue asignada al antiguo oficial de caballería confederada Joseph
Wheeler, al mando de la 1ª Unidad de Voluntarios de Caballería,
(los famosos "Rough Riders") y de la 1ª Unidad de regulares de
Caballería, compuesta por los famosos Buffalo
Soldiers. En total, 1.300 soldados, 800 guerrilleros, 4 cañones
y 2 ametralladoras,
Contra toda lógica militar, a contrapelo de los consejos cubanos y de las órdenes terminantes del General en Jefe, las tropas norteamericanas bajo mando de Wheeler entablaron combate con las fuerzas españolas que defendían la neurálgica posición de la ruta a Santiago. Por su parte, las fuerzas cubanas iniciaron también combate con las españolas desde otra posición.
La batalla comenzó con una andanada de la artillería
estadounidense. La infantería española respondió con fuego de fusil a las
tropas estadounidenses que ya habían iniciado el avance. Las tropas
estadounidenses entraron en una situación de confusión al no poder localizar a
las tropas españolas. Éstas, aun teniendo uniforme blanco, eran difíciles de
localizar porque el fusil
usado por los españoles, el Mauser 1.893 (llamado "Mauser español"),
disparaba pólvora sin humo. El intercambio de fuego fue
de escaso éxito para ambos bandos por las pocas bajas causadas.El combate duró
hasta que los oficiales españoles creyeron que ya habían producido suficientes
bajas en el bando contrario. Al rato abandonaron la posición en la ya planeada
retirada en dirección a Santiago de Cuba. Las bajas estadounidenses fueron
alrededor de dos tercios del total.
Bajas españolas: 10 muertos y 24 heridos.
Bajas
estadounidenses: 16 muertos y 54 heridos.
Durante los combates el Mayor Bell, del 1o
de Caballería, fue alcanzado en una pierna. El Capitán C.G. Ayers trató de
ponerle a cubierto, pero Bell tenía la pierna fracturada y con una herida
abierta, lo que le impedía moverse. El fuego era tan intenso que en menos de
dos metros cuadrados cayeron 16 hombres. Pero un camarada era un camarada, así
que el soldado Augustus Walley, de los denominados “Buffalo Soldiers”,
reptó hasta el comandante y lo puso a salvo...
La inexplicable retirada española concedió la victoria a
Wheeler, que ya había pedido refuerzos a Siboney. No obstante, el bautismo de
fuego de las tropas yanquis no resultó nada digno de encomio... Las fuerzas americanas ocuparon Las Guásimas durante un breve tiempo esperando
un contraataque que jamás llegó. Encontrando la posición de mínima importancia
estratégica, finalmente la abandonaron llevándose a sus muertosy heridos.
Todo pefecto y muy bien narrado. Sólo hay un pequeño problema: «La inexplicable retirada española concedió la victoria a Wheeler, que ya había pedido refuerzos a Siboney» O sea, los españoles perdieron :(
ResponderEliminarMe temo que sí. ¡No se puede ganar siempre! Pero en la pérdida de Cuba y Filipinas hubo mucho más que triste derrota, y es el honor que siempre mostraron aquellos que, como dice el viejo dicho, "volvieron silbando". ;-)
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