LA GUERRA DE SIDI IFNI enfrentó a fuerzas españolas con marroquíes en la pretensión por parte de estas últimas de controlar el territorio de Ifni y Villa Bens/Tarfaya, por entonces bajo administración española como parte de sus posesiones en el Sáhara Occidental, al norte de África, entre Octubre de 1.957 y Abril de 1.958 y que culminó con el abortado asedio de la ciudad de Sidi Ifni. Diez años después el gobierno de Franco, en acuerdo de 12 de Octubre de 1.968 otorgaría la retrocesión de Ifni a Marruecos. La bandera española se arrió de Sidi Ifni el 30 de Junio de 1.969.
Este conflicto –que tuvo lugar en el contexto del proceso de descolonización de África durante la segunda mitad del siglo XX- fue dirigido fundamentalmente por elementos del Ejército de Liberación Marroquí, la antigua fuerza guerrillera que luchó por la independencia contra los franceses, liderados por el dirigente del partido Istiqlal, Ben Hammu. Una vez obtenida la independencia, mientras que aproximadamente la mitad de los miembros del EL. se constituían en el Ejército Real Marroquí, el resto se dirigió al sur a conquistar las posesiones españolas en el norte de África. Los grupos armados marroquíes operaban por todo el territorio del Sahara, incluido el ocupado aún por Francia al Este (hoy Argelia), Ceuta (Norte), Melilla (Nordeste), y al sur (hoy Mauritania).
El territorio de Ifni fue cedido por el sultán de Marruecos, Mohammed IV, a España por el Tratado de Wad-Ras, firmado en Tetuán el 26 de Abril de 1.860. Durante las siguientes décadas y con la reticencia de Francia y el reconocimiento internacional obtenido en la Conferencia de Berlín (1.884), se fueron estableciendo más poblaciones en la costa situada al sur de Ifni: CABO JUBY (TARFAYA), SAGUIA EL HAMRA, VILLA CISNEROS y LA GÜERA -Río de Oro- (que formaron posteriormente el Sahara español). En 1.946, todos los enclaves de la zona fueron agrupados en la denominada “África Occidental Española”: El Sáhara Occidental (entonces Sáhara Español) era un desierto habitado por menos de cien mil nómadas en donde la arena y el siroco amargaban la existencia a los españoles. Pero Ifni era un lugar de extraña belleza, con altos montes de tierra roja cubiertos de cactus de un verde brillante y regado por numerosos arroyos. El territorio, de 1.700 kilómetros cuadrados (tres veces el municipio de Madrid), se hallaba incrustado al sur de Agadir. El Atlántico batía sus 60 kilómetros de costa y suavizaba la temperatura. Cuando estalló el conflicto, estaba habitado por 50.000 personas. De ellas, sólo el 18% eran europeas: militares, funcionarios, comerciantes y sus familias. Las demás eran bereberes pertenecientes a la tribu Ait Baamarán, que 20 años antes había contribuido con 11.000 hombres a la Cruzada de Franco.
En realidad, los españoles no llevaban mucho tiempo en Ifni. Aunque, en teoría, su presencia se remontaba a cinco siglos, sólo se había materializado 13 años antes del estallido del conflicto. No fue hasta el Gobierno de la II República cuando, entre Abril y Mayo de 1.934, la fuerza expedicionaria española hizo efectiva esa presencia en la que era “la última aventura colonial española”, tal y como relató el periodista sevillano Manuel Chaves Nogales cuando acompañó a las tropas en su entrada en aquellos territorios: “¿Ves aquella montaña abrupta? Es de los españoles. ¿Ves aquel valle fértil? Es de los franceses”, simplificaban los “moros del Norte” al periodista español su visión de la ocupación europea del norte de África, un relato que a modo de crónicas recoge el libro “Ifni, la Última Aventura Colonial Española”. Aquellos eran tiempos de paz. El Gobierno de la República había encomendado ocupar el territorio al coronel Osvaldo Capaz y éste eligió el lugar en donde fue levantada la ciudad de Sidi Ifni, que pronto se convirtió en la capital del África Occidental Española. Estaba situada sobre una meseta, al borde del océano y en torno al aeropuerto. La calle principal, en la que se hallaban las oficinas de Correos, el cine y los principales comercios, marcaba la división entre sus habitantes: de un lado, las casas de los europeos; del otro, el "barrio moro", donde los primeros no solían aventurarse. El interior del territorio estaba salpicado de fuertes y puestos militares en torno a los cuales los nativos habían instalado jaimas o levantado casas de adobe. El cable telefónico era la única comunicación entre esos puestos y la capital.
Tras obtener en 1.956 la independencia, Marruecos empezó interesarse por descolonizar las posesiones españolas, fundadas en los proclamados vínculos históricos y geográficos de dichos territorios con Marruecos (incluso el sultán marroquí, Mohammed V, alentó los esfuerzos para reclamar las posesiones españolas y personalmente financió a los conspiradores antiespañoles en Ifni): Manifestaciones contra el dominio extranjero se produjeron en Ifni el 10 de Abril de 1.957, seguidas de disturbios y algún asesinato de leales a España. Los primeros heraldos de la guerra habían aparecido en enero. El día 29 de ese mes, los rebeldes arrancaron 50 metros de cable telefónico y dejaron incomunicado el puesto fronterizo de Tiliuín, al sur. A primeros de Marzo, una bomba mató a un niño e hirió gravemente a su madre en Zoco el Arbag. El 6 de Mayo mataron a tiros a un alférez indígena de la policía; el día 7, a un sargento, y el día 9, a un agente. El 12 de Junio, en la calle principal de Sidi Ifni, asesinaron de un tiro en la espalda a un capitán de Tiradores de origen marroquí. El día 18 cortaron las comunicaciones telefónicas entre la capital y el puesto de Telata de Isbuía. El 10 de julio fue hallado el cadáver de un policía indígena. El 18 de ese mismo mes ardieron misteriosamente 80.000 litros de gasoil almacenados en la playa de Sidi Ifni. El 10 de Agosto, una patrulla española fue tiroteada cuando intentaba reparar la línea telefónica cerca de Tiguisit. Y el 16 de Agosto se produjo el primer enfrentamiento armado entre los soldados y los rebeldes marroquíes: una columna que volvía a Sidi Ifni repelió una emboscada cerca de la capital (cuatro rebeldes murieron y un español resultó herido)… En respuesta, Franco envió dos Banderas (batallones) de la Legión a El Aaiún en Junio de ese año. Mientras tanto, las tropas marroquíes se agruparon en las inmediaciones de Ifni. El 23 de Octubre, dos pueblos en los alrededores de Sidi Ifni, Goulimine y Bou Izarguen, fueron ocupados por 1.500 soldados marroquíes. El cerco de Ifni había comenzado. Dos Banderas más de la Legión llegaron a las posesiones españolas antes del comienzo de las hostilidades (la Sexta Bandera llega a Ifni, en tanto que la Segunda se unió a la Cuarta y la Decimotercera en el Sahara español), desplazándose también una Bandera Paracaidista y un regimiento de Infantería.
El 21 de Noviembre, los servicios de inteligencia españoles en Ifni se dieron cuenta de que los ataques de marroquíes operando desde de Goulimine eran inminentes. Dos días después, las líneas de comunicaciones españolas con los puestos avanzados en la frontera fueron cortadas, al tiempo que una fuerza de unos 2.000 marroquíes asaltaba las guarniciones del territorio de Ifni, así como el aeródromo y el arsenal de Sidi Ifni. Aunque la incursión marroquí fue fácilmente rechazada, los puestos avanzados cercados fueron abandonados o perdidos ante el ataque enemigo, en tanto que Tiliuin, Telata y Tagragra permanecieron bajo estrecho asedio.
Cuando a Franco le comunicaron que los guerrilleros del Ejército de Liberación habían lanzado un ataque general contra Ifni, ordenó al almirante Carrero Blanco, entonces ministro de la Presidencia, evitar a toda costa un baño de sangre que provocara la guerra con Marruecos. Esa idea ya venía siendo repetida por Carrero en sus misivas a los sucesivos gobernadores del África Occidental: "El Ejército de Liberación es un instrumento de la URSS, con el que persigue crear dificultades a los occidentales en África", le escribió el 21 de Marzo de 1.957 al entonces gobernador, el general Ramón Pardo de Santayana. "Nos interesa conservar nuestro territorio sin crear dificultades a nuestras relaciones con Rabat y nos conviene acabar con el Ejército de Liberación sin llegar a una situación de guerra, con una activa política de desprestigio", informando a "nuestros indígenas" de que sus integrantes "son unos malos musulmanes que sirven a Rusia, enemiga de Dios, y que son traidores al sultán". La realidad tenía poco que ver con lo que escribía el almirante: El Ejército de Liberación estaba formado por miembros del partido nacionalista Istiqlal, era respaldado por el sultán Mohamed V y estaba dirigido desde la sombra por el príncipe Muley Hassan, que cuatro años más tarde subiría a trono con el nombre de Hassan II. Su jefe directo era un antiguo mercenario de la Legión Extranjera francesa llamado Ben Hamú. Los rebeldes habían instalado su cuartel general en la localidad marroquí de Gulimín, fronteriza con Ifni y a 50 kilómetros de Sidi Ifni. Eran entre 4.000 y 5.000 hombres y mantenían sitiado el territorio. Los soldados españoles encargados de defenderlo no llegaban a la mitad: ERAN MENOS DE 2.000.
La tensión era máxima en Sidi Ifni. Las tiendas habían echado el cierre, españoles y nativos se habían encerrado en sus casas. Los soldados, armados con un mosquetón y cuatro granadas, patrullaban las calles en grupos de tres. Muchos militares nativos se pasaron a los rebeldes y los mandos decidieron apartar del servicio a buena parte de los demás. Entonces comenzaron a producirse deserciones entre los españoles. Un informe del 15 de Septiembre relata que, sólo en la II Bandera Paracaidista, se habían fugado seis soldados y que la mayoría se habían pasado al enemigo… Y si los españoles eran pocos, su penuria de medios era escandalosa. Los transportes de la Bandera Paracaidista se reducían a dos jeep, dos camiones Ford y una ambulancia. Los soldados utilizaban viejos mosquetones Mauser. Para los escasos ejercicios de tiro recibían sólo diez balas y cuando acababan de disparar debían entregar los casquillos o devolver los proyectiles sobrantes. Los aviones eran ancianos Junker y Heinkel más peligrosos para sus pasajeros y tripulantes que para el enemigo: En Mayo se estrelló uno cuando trataba de despegar (14 muertos) y en Agosto se estrelló otro cuando intentaba aterrizar (seis muertos). En vísperas de la guerra, cada soldado disponía de únicamente 288 balas. El arsenal parecía extraído de la guerra de Gila, pero los muertos eran de verdad. La miseria en que se hallaba la tropa ha quedado reflejada en un informe redactado por el jefe de la II Bandera Paracaidista en Septiembre de 1.957, sólo un mes antes del estallido de la guerra: "El traje de faena comienza a deteriorarse, especialmente en aquellos que sólo tienen un traje de faena, por no haber podido entregar el segundo reglamentario por falta de existencias. En lo que se refiere al calzado (…), se encuentra francamente deteriorado en general. (…) Estas necesidades se han tendido que solucionar permitiendo que los legionarios compraran en el comercio de Ifni calzado no reglamentario y dando orden para que toda clase de servicios e instrucción (…) se realizaran en alpargatas". Pocos días antes, el 23 de Junio, se había producido un relevo en la cúpula del gobierno del África Occidental. El nuevo gobernador, el general Mariano Gómez de Zamalloa, recibió el primer baño de realidad cuando el Ju-52 que le trasladaba desde Canarias estaba a punto de aterrizar en Sidi Ifni. El teniente coronel encargado de recibirle le comunicó por radio que, dado que todos los soldados estaban movilizados, no disponía de tropa para formarle la guardia de honor en el aeropuerto… Sin comentarios.
Pero si el ataque de la madrugada del 23 de Noviembre contra Sidi Ifni fue un fracaso, no ocurrió lo mismo con la ofensiva de los rebeldes contra los puestos del interior. Las noticias que llegaban a la capital desde aquellos fuertes aislados eran alarmantes: Hameidusch había caído y su jefe, un sargento, había sido fusilado delante de sus hombres. Bifurna había sido tomado y nada se sabía de sus cinco defensores. En Tabelcut, un teniente, un cabo, un guardia civil y cinco soldados eran dados por desaparecidos. En Tiugsa, que soportaba un duro asedio, los rebeldes habían asesinado a un tendero español y le habían vaciado los ojos. En Tamucha, el teniente que se hallaba al mando había muerto de un tiro en la cabeza. En Tenín había caído un soldado. Telata de Isbuía, al sur del territorio, se hallaba bajo fuego de mortero y varios de sus defensores estaban gravemente heridos. Ésas eran las noticias cuando los guerrilleros comenzaron a cortar los cables del tendido telefónico y, uno tras otro, los puestos fueron quedándose mudos…
(CONTINUARÁ...)
Es increíble todo lo que pasó en Ifni, máxime cuando gobernaba Franco. Esto es España, 800 años para la reconquista y en un pis pas los tenemos aquí otra vez.
ResponderEliminarSoy un veterano Tirador del 57-58. No es un comentario es más bien una pregunta:¿ Cual es la razón, por la que conociendo la historia se empeñan en escribir sobre la guerra de SIDI IFNI? La guerra, los muertos los hubieron en IFNI TERRITORIO (1600Km2) y no en SIDI IFNI su capital que quedó con unos 120Km2 defendidos por unos 9000 soldados. Asediados por el EdL marroquí hasta el 30 de junio de 1969, donde en el tratado de Retrocesión se cede a Marruecos, junto al territorio de IFNI ocupado.La guerra nunca la hubo en SIDI IFNI. Adolfo Cano
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