Sinopsis: Después de varios meses en primera línea del frente, llega la orden de
relevo para el batallón Barleta. Es el reencuentro de los soldados con sus
familias, con sus novias, y sobre todo, con la paz. Pero la tranquilidad dura
poco, pues pronto les llega la orden de reincorporarse al frente de Somosierra.
Allí se les confiará una peligrosa misión: La toma de Cerro Quemado, una cota
difícil…
¿Buenas películas
ambientadas en la, de momento, última guerra civil española? Tres y del mismo
director: Pedro Lazaga. Si indagan en la filmografía de este director,
probablemente lo que más les suene será nada más y nada menos que “Sor
Citröen”. Pero, antes de que apaguen el ordenador y huyan, les
tranquilizaré: En las películas a las que me refiero ni sale Gracita Morales ni
se trata de comedietas españoluchas. Nada más lejos de eso.
“La Patrulla”, “La Fiel Infantería” y “Posición Avanzada”.
La -en mi humilde opinión- Santísima Trinidad de las películas sobre la guerra
filmadas durante el franquismo. Ni son panfletos en la línea de “Raza” o
“Sin Novedad en el Alcázar”, al estilo de lo que se rodaba en la
inmediata postguerra, ni son moñeces progres como la mayoría de lo que se ha
rodado en los últimos veinte años sobre el conflicto. Se trata de clásicos
olvidados, que ya no buscan agasajar a la dictadura ni convencer a nadie sobre
unas ideas políticas. Son películas sobre los seres humanos que habitaron las
trincheras, no sobre el bien y el mal, y, por lo tanto, complejas y alejadas de
maniqueísmos anteriores y posteriores, si se sabe leer entre líneas y no se
olvida el contexto de falta de libertades de la época en la que se rodaron.
Estamos ante una más que digna película sobre la Guerra
Civil española, que se ve con agrado gracias a que se desmarca de la línea
propagandística que “Raza” y otras cintas bélicas típicas de la
dictadura franquista impusieron lógicamente para desacreditar a los perdedores
de la contienda. Aunque en “La Fiel Infantería” los protagonistas siguen
siendo los nacionales y su sagrada moral, el tufo de la propaganda ya no
escuece tanto para el disfrute de los espectadores, al dar relevancia a la
acción y a las vivencias de los personajes. Así pues, el tono descriptivo es
más importante que la propia manipulación de la realidad.
Guerra Civil Española, hacia 1.937. El batallón
Barleta (del bando nacional) es relevado del frente y se retira a descansar a
la ciudad de que proceden una buena parte de sus efectivos, Atarbe. Allí muchos
soldados se reúnen con sus familias, novias y amigos disfrutando de unos días
de tranquilidad y paz, mientras otros intentan acercarse a las chicas y
divertirse. Inesperadamente y en secreto se da la orden de regresar al frente
para participar en una operación de la División por lo que los soldados apenas
tienen tiempo de despedirse. Se trata de una difícil misión: TOMAR CERRO
QUEMADO…
El argumento se
divide en tres partes. La primera es la más corta donde se nos muestra el
sufrimiento en el frente, las privaciones, la muerte de compañeros y el
cansancio. Efectivamente
la primera parte es demasiado convencional y realizada en base a los gustos de
la época, aunque también contiene sus "pullitas".
La segunda y
más larga es la estancia de permiso en Atarbe donde los soldados disfrutan de
la paz, las comodidades y la abundancia de la retaguardia (rodada en Lérida),
así como del cariño de sus familias. La vida en retaguardia me resultó insufrible. La
retaguardia pacífica, carente de privaciones y relajada es de una frivolidad
almibarada ad nauseam, nada que ver con aquélla tan magníficamente retratada en
“Tiempo de Amar, Tiempo de Morir” (Douglas Sirk, 1.958) o, incluso, en “4 de
Infantería” (Georg Wilhelm. Pabst, 1.930). Más parece la clásica comedia
española con amoríos y enredos de picaresca. Es cierto que lo del bodorrio y lo
del ambiente de la retaguardia es chocante y un tanto mojigato, pero hay que
recordar que es 1.959… Además, la música de fondo tan almibarada le da un
ambiente irreal, si bien hay que reconocer que se trata de la costumbre de
todas las películas de la época. En ocasiones, esa banda sonora está tan alta
que apenas se entienden los diálogos. La verdad es que tanto pasteleo corta el
ritmo narrativo de la trama.
La tercera es
el regreso al frente y el asalto a Cerro Quemado. Las dos primeras presentan un
ritmo sosegado pero manteniendo el interés del espectador, mientras va
creciendo en la tercera hasta alcanzar su punto culminante en la escena del
asalto. En cuanto a la
parte propiamente bélica, es muy meritoria. En general, la uniformidad y las
tácticas de guerra son muy realistas, y los efectos especiales bien logrados.
El bando republicano parece querer representar a las Brigadas Internacionales,
dadas las extrañas gorras que llevan los artilleros y los cascos “Adrián”
que llevan los infantes. Los combates están muy bien conseguidos, aunque en los
enfrentamientos a la bayoneta se nota cierto cuidado en no hacerse verdadero
daño, puesto que luchan con auténticas hojas metálicas, ahí no hay trampa ni
cartón. Resulta un poco extraño el silencio con el que pelean y mueren los
combatientes, en especial los republicanos, que parecen sordomudos. Creo que
serían más apropiados maldiciones, insultos y gritos de dolor, pero es algo que
resulta impensable para la época en que se rodó. Que yo sepa, tan sólo los
antiguos espartanos combatían en el más sepulcral silencio, cosa que
impresionaba a los hoplitas adversarios, de otros pueblos griegos,
acostumbrados a cantar y lanzar alaridos. También eché de menos un mayor uso de
las bombas de mano por parte de los republicanos, parecía que sólo las usaban,
con gran profusión, los nacionales.
Y lo del asalto a las bravas, al principio me
pareció exagerado, pero luego supe que en efecto era una táctica muy usada
entonces. Pero no se puede negar que es muy cinematográfica…
En esta película Pedro Lazaga nos muestra sus ideas
de reconciliación. No se trata de una película más de propaganda del bando
vencedor, sino de una cinta que no valora al otro bando; en ningún momento se
habla de rojos ni de republicanos, sólo se menciona al enemigo. Y cuando por
fin éste aparece en la escena final, es presentado sólo como otro ejército.
Esta equidistancia y moderación se hace patente definitivamente en la
dedicatoria final que reza: “A TODOS LOS ESPAÑOLES QUE HICIERON ESTA GUERRA,
ESTÉN DONDE ESTÉN, VIVOS O MUERTOS. ¡LARGA PAZ!”.
El hilo narrativo se basa en las andanzas de varios
soldados, en sus historias personales y sus formas de ser. El soldado Poli
(Tony Leblanc) es el típico caradura guasón que no se detiene ante nada. El
Comandante Félix Goñi (Arturo Fernández) manda el Batallón y ha aplazado su
boda al empezar la guerra; aprovechará este permiso para casarse. Andrés
(Ismael Merlo) es un veterano profesor de Historia separado de su familia por
la guerra que se enamora de la hermana de su mejor amigo Miguel (Laura
Valenzuela). Jesús Puente es un retraído cabo que no se atreve a acercarse a
las chicas y pide ayuda a Poli que le cede una de sus “novias por carta”, en
plan Cyrano de Bergerac (pero en vez de Roxanne, con madrinas de guerra). Los
profesionales y siempre adecuados Tomás Blanco (con voz doblada) y Fernando
Sánchez Polack, quienes se encontrarían nuevamente, seis años después, en “Posición
Avanzada”. Y algunos más, la mayoría bastante correctos (y, sobre todo,
humanos). En general, todos los actores están bien en sus papeles aunque
destaca Tony Leblanc en un papel simpático y entrañable. Laura Valenzuela (posiblemente
enchufada por el Sr. Dibildos) resulta muy creíble en su interpretación de
chica de retaguardia hermana y enamorada de soldado. Es justo destacar la
actuación de Arturo Fernández que llena su papel de Comandante y enamorado a la
perfección. Después de Leblanc el que más me ha gustado es Ismael Merlo que
hace el papel más realista de todos, Catedrático de Historia en Madrid metido a
soldado raso: “Digamos que defiendo mi asignatura. Y también que no valgo
para mandar a nadie… Quizás ni a mí mismo” (esa frase sólo la puede
pronunciar un Merlo en estado de gracia, como nos tenía habituados).
La ambientación es perfecta: Todo el atrezzo de
armamento, uniformes y escenarios dan estupendamente con la época y la
situación. Véase cómo los soldados acarrean toda clase de pertrechos y cómo
suena el tintineo del plato contra el vaso y la cantimplora metálicos cuando
avanzan. También están correctamente retratadas las relaciones dentro del
ejército entre los diferentes escalafones del mando. Las escenas de acción muy
bien ejecutadas y en la línea del cine americano de la época. La larga escena
final del asalto a Cerro Quemado es magnífica, con bastantes extras,
explosiones y tiros por doquier, y hasta lucha cuerpo a cuerpo además de unos
planos generales bastante espectaculares. Otras escenas destacables son la de
la llegada del batallón a Atarbe desfilando al son de “Soldadito Español”
y cuando el Batallón avanza hacia el frente y se cruzan con mulas cargadas con
cadáveres ante lo que el Comandante da orden de cantar para mantener la moral.
Sobre todo esta última es de un gran realismo.
Resumiendo, se trata de una película interesante
por lo que cuenta y cómo lo cuenta. Pedro Lazaga dirige una
interesante y emocionante cinta sobre las batallas de aquella guerra que duró
tres largos años, en la que se dejaron la vida muchos españoles. Es bastante entretenida alejándose de las típicas producciones de propaganda
donde se realzan el heroísmo, la patria y la religión, y se demoniza al otro
bando. Recomendable.
Tras la Primera Guerra Mundial aparecieron varias
obras literarias en las que diversos combatientes exponían sus experiencias y
vicisitudes. Generalmente estas obras se caracterizaban por su carácter
antibelicista, tal es el caso de "Sin Novedad en el Frente" de
Erich María Remarque, o "Adiós a Todo Eso" de Robert Graves.
Pero hubo también obras que parecían ensalzar la guerra tal es el caso de
"Tempestades de Acero" de Ernst Jürgen. Al parecer esta obra
tuvo una gran influencia en el desarrollo del militarismo alemán, pero también
influyó en otros movimientos políticos, sobre todo aquellos con un carácter de
derechas y/o nacionalista. Parece ser que uno de los lectores de las obras de
Remarque y de Jürgen era un falangista llamado Rafael García Serrano. Nacido en
Pamplona, fue uno de los que se unió a la columna que partió hacia Madrid con
el estallido de la Guerra Civil. Al igual que Jürgen, García Serrano estaba
orgulloso de su experiencia bélica y de sus heridas en el frente, llegando a
despreciar la obra de Remarque (según él solo era buena para limpiarse el
trasero). Su segunda obra literaria se trató de la novela "La fiel
infantería" publicada en 1.943 y ganadora del Premio Nacional de Narrativa
de ese año. Todo parecía indicar que dicha novela iba a ser un éxito pero ¡la
obra fue censurada debido a las presiones de la Iglesia! El motivo: El lenguaje
inmoderado que utilizaban los personajes. En palabras del propio autor “gracias
a la denuncia del arzobispo primado de Toledo y a la pasión eclesial de Gabriel
Arias Salgado”… No debemos olvidar que en 1.942 se había publicado "La
Familia de Pascual Duarte" y que había pasado la censura. Así que
sorprende que una obra escrita por un falangista no consiguiera pasarla por motivos tales
como " se proponen como necesarios e inevitables los pecados de lujuria
en la juventud". Al parecer tuvieron que pasar 15 años para que la
novela viera de nuevo la luz. Cuando lo hizo se convirtió en un éxito por lo
que se realizó su adaptación cinematográfica al año siguiente. Dicha adaptación
corrió a cargo del director Pedro Lazaga y del productor José Luis Dibildos. Se
acortó y suavizó algo la historia, insistiendo en el mensaje reconciliatorio.
Eran tiempos de apertura del régimen franquista. También se eliminaron las
referencias a la prostitución pero se mantuvo el episodio del adulterio.
También se conservó la idea principal de la novela. García Serrano decía que su
generación, con independencia del bando en que luchasen sus miembros, sacrificó
su juventud para crear una España mejor que aquélla en que la que crecieron. Y
ese mensaje queda destacado en la ya comentada dedicatoria final de la
película.
En el aspecto cinematográfico la película es
correcta. De hecho recuerda mucho a las producciones bélicas norteamericanas
pero con toques de comedia ligera a la española. Comienza con una presentación
de personajes: Los mandos, el estudiante, el tendero, el caradura ligón, el
padre de familia, el agricultor, etc. Posteriormente, la unidad recibe unos
días de permiso en su ciudad de origen, la imaginada Atarbe. Allí la película
se ajusta más a los cánones de los melodramas romanticones tan al gusto de la
época por lo que es bastante floja. Sólo hay que ver el bodorrio que
protagoniza Arturo Fernández (sin pronunciar un solo “chatina”, increíble).
En cuanto al toque de comedia se consigue con la mamá del soldado estudiante o
los tejemanejes entre Tony Leblanc y Jesús Puente. Supongo que se quería atraer
al público femenino con la gran cantidad de historias románticas que se nos
cuentan.
La cinta rompía algunos moldes con respecto a
películas bélicas producidas anteriormente en la dictadura. Por un lado
mostraba a los soldados nacionales emborrachándose cuando estaban de permiso,
algo bastante raro de ver en obras más tempranas. También había alguna pullita
hacia el régimen como la escena berlanguiana en que "llama el ministro".
Al parecer García Serrano ajustó algunas cuentas con la Iglesia. En
determinados momentos se hacen pequeños chistes sobre ella, como por ejemplo
sus proclamas sobre que el baile de la rumba o el tango podría considerarse un
sabotaje de la guerra, o en la secuencia en la que un soldado está de permiso
en su casa y se queja de que no le dejan dormir en paz diciendo "esta
es la familia cristiana y española por la que uno es capaz de derramar hasta la
última gota de su sangre". Adicionalmente, Lazaga intentó evitar que
su película se considerase un instrumento de propaganda del régimen, así que
sólo sale una imagen de Franco y es cuando las chicas de Atarbe preparan el recibimiento
de los soldados. Es un retrato al fondo y casi está desenfocado. Tras la
dictadura y en el clásico ejercicio de valentía antifranquista a toro pasado,
muchos "críticos" la despellejaron y la calificaron de elegía del
heroísmo militar, olvidando que está realizada en 1.959.
Tiene algunos errores: Me llamó mucho la atención
la escena en la que Ismael Merlo lee una carta a un soldado analfabeto. Vemos
que están en la trinchera y sin embargo Merlo lee la carta por encima de la
misma, situación que habría hecho feliz a cualquier francotirador enemigo. Otra
cosa que canta mucho es que las féminas van vestidas al estilo de finales de
los años 50 en lugar de los años de la guerra. Curiosamente es el mismo error
que cometerá Otto Preminger en la aburrida "Primera Victoria".
También se ven señales de circulación de los años 50 que no existían en los
años 30 cuando las tropas entran desfilando en la ciudad. Y no digamos nada del
"avión republicano" que les bombardea: La secuencia del avión
enemigo que aparece por los cielos, tan sólo puedo calificarla de “cómica”. En
efecto, no es un avión republicano, ni de combate, ni tan sólo de la época de
la Guerra Civil (años 30). Es una simple avioneta comercial bimotor, último
modelo del año de la película (1.959), que incluso hoy en día sigue
utilizándose, y de color blanco. Ni siquiera se molestaron en darle una capa de
pintura de camuflaje. Así que resulta un detalle divertido, sin más
trascendencia (ojo, que no minusvaloro la película por esta “cantada”,
posiblemente tampoco Lazaga tenía un presupuesto para hacer virguerías o tiempo
para ponerse a buscar un Tupolev SB 2M o
un Bloch que todavía volasen). Simplemente es que me hace mucha gracia.
Es en la última media hora cuando la película
retoma el aspecto bélico y vuelve a cobrar ritmo y fuerza. Tiene secuencias
bastante llamativas como es aquella en la que el comandante indica a su
ordenanza que toque la armónica y así "espontáneamente" se ponga a
cantar el batallón –“Los de Barleta somos la bomba viva la madre que nos
parió”- para evitar que no se desmoralicen mientras por el medio de las dos
filas pasan los burros con los cadáveres de soldados de otras unidades. También
se nos muestra que las tropas beben alcohol antes de los combates, el propio
García Serrano opinaba que “las laureadas las ganan Domecq y González Byass”.
La escena de la toma de Cerro Quemado es bastante
buena para los estándares de la época y creo que representa bastante bien el
típico "asalto a las bravas" tan característico y costoso de nuestra
guerra incivil, secuencia que culmina con el sangriento contraataque
republicano en el que muere hasta el apuntador. Hay que resaltar que los
soldados y oficiales republicanos no son representados como los típicos patanes
desastrados y borrachines de películas anteriores tales como "Raza".
Son soldados como los que tienen en frente y se nota que tienen las mismas
inquietudes que ellos. Aunque uno de los méritos de esta película es que puede
cambiarse perfectamente a los nacionales por los republicanos y la historia
seguiría siendo la misma, es muy probable que si a Pedro Lazaga se le hubiera
permitido desarrollar algún personaje republicano estaríamos ante una gran
película.
Aunque personalmente me gusta más "Posición Avanzada",
creo que "La Fiel Infantería" es una producción sobre la Guerra Civil española bastante digna,
bastante más realista que muchas películas actuales y que está siendo
injustamente olvidada en estos tiempos de "corrección política". Si hay algo
parecido a una superproducción hollywoodiense sobre nuestra Guerra Civil, eso
es “La Fiel Infantería”. Romances, tecnicolor, reparto estelar, grandes
batallas con miles de extras… Pero “La Fiel Infantería” es algo más. Es
la película que me hizo descubrir a ese pedazo de escritor –y sin embargo
falangista- que es Rafael García Serrano, guionista del film. Rezuma por
momentos un realismo a la europea (o a la española, con perdón) que se alterna
con un clasicismo a la americana digno de los grandes maestros. Y contiene una
escena que prácticamente por sí sola justifica su visionado: EL BATALLÓN
BARLETA, con los protagonistas, camino de la primera línea tras un permiso,
cruzándose con una caravana de acemileros que transportan a los muertos y
heridos desde el frente. En ese instante, se produce el momento mágico: Los
hombres comienzan a cantar, para subir la moral, para alejar el miedo a la
muerte, todo eso con los rescoldos humeantes de un pueblo arrasado como fondo.
Esa escena transmite tal tangibilidad (los planos de los soldados marchando
sudorosos, polvorientos, cargados con sus macutos en los que resuena la
impedimenta son casi palpables), acompañada de un pathos tan elevado, que dudo
haber visto nada parecido en cualquier película española, anterior o posterior...
Pero, a la vez, es una película maldita, maltratada, olvidada. Tan maldita que
el original desapareció (o fue eliminado por la censura, según la versión, al
tratarse de un film demasiado crudo para lo que se toleraba en la época), y ha
tenido que ser restaurado a partir de una copia muy deteriorada, llena de
saltos, grano, rasguños, y con un sonido horrible que desmerece el conjunto.
Y, por último: ¿Por
qué portento puede ser que una película que finaliza con una furiosa y
desesperada carga a la bayoneta acabe con un mensaje de reconciliación y no
chirríe?
“Animaos y dadle
caña a la mula.
Los de Barleta
somos galantes, viva la madre que nos parió…”
LO MEJOR:
Lo mejor es que
se toma su tiempo para presentarnos a sus personajes; ya sabemos que son
curtidos guerreros, pero el descanso nos los muestra también como seres
humanos; así se crea más identificación con el público y personajes, haciendo
que cada quién tenga su favorito… y en el final, el suspense de saber quién
morirá y quién no se siente más duro.
Lo que más me ha gustado de la película ha sido la
escena del asalto a Cerro Quemado; una escena larga, perfectamente ejecutada y
sin nada que envidiar a otras similares del cine norteamericano. Quizá sea
presuntuoso asegurarlo, pero Lazaga maneja los travellings y los planos
generales con idéntica destreza que Spielberg en las playas normandas. Me
recuerda el estilo de filmación que años más tarde utilizará Andrew V. McLaglen
para la toma de Monte La Difensa en “La Brigada del Diablo” (1.968). Y
la música en esos momentos de avance bajo una lluvia de metralla recuerda al
score de Ernest Gold para “La Cruz de Hierro”.
LO PEOR:
Lo peor quizá el engañoso retrato que se hace de la
retaguardia, presentándola como en la normalidad más absoluta cuando resulta
que en ella había casi tantas privaciones y penalidades como en el mismo
frente.
Nota: 6.
No es maravillosa, cierto. Pero hay un esfuerzo por
combinar diferentes historias, personajes e ideas, tratando al
"enemigo" con respeto (aunque es imposible evitar darse cuenta que es
una historia del "bando vencedor")... Actitudes que sólo en algunas
películas americanas o europeas es posible de ver (el no demonizar a los
republicanos parece que intenta transmitir cierta reconciliación o, al menos,
veladísimo –la censura acechaba- reproche a tanta purga de postguerra, con
remordimientos incluidos: Al fin y al cabo, como alguien dijo acertadamente, “en
una guerra civil gana quien más mata”). Lazaga hizo un trabajo digno, sin
contar con grandes medios las escenas de guerra son aceptables. Hay que recordar,
como muy bien comentas, que la Guerra Civil Española no tuvo brillantes
batallas a nivel estratégico... más bien hubo acciones de guerra con muchos
muertos y un poco desorganizadas. Casi todo lo que se trató de preparar de
antemano fracasó o siguió un camino imprevisto por los generales y comandantes
(Batalla del Ebro, de Teruel, del Jarama... casi nada terminó como se pretendía
inicialmente por cualquiera de los "bandos"). Creo que falla en que
quiere contar demasiadas cosas en poco tiempo, pero tras visualizar este
clásico del cine bélico nacional, me ha parecido una obra notable. En conjunto,
una buena película bélica.
Comentarios:
Sobre lo de la lectura a la carta: Oí decir que era
un truco muy usado entonces. Se ponía un muñeco de madera con uniforme y gorro
arriba de la trinchera y se leía una carta en voz alta para llamar la atención
de los francotiradores, en cuanto uno se delataba al disparar, nuestro
francotirador le tiraba a él. Por eso ya en 1.937 nadie caía en ese truco. Como
en “Posición Avanzada”, cuando el veterano sabe que no van a malgastar
un proyectil en un único combatiente. De cualquier modo, no creo que un
veterano se hubiera arriesgado. Siempre puede haber un "paco" novato
que desconozca el truco…
Su mayor mérito es precisamente las escenas en que
los nacionales se emborrachan de permiso (hay un precedente de soldados
"alegres y bebidillos". Se trata de "Balarrasa",
pero claro, luego tenemos la expiación de dicho comportamiento.): Sí, rompe los
moldes de la época, pero a mí me parece, que, aquí sí, lo hace de un modo
“abogadesco” como ya no convence silenciar esto, pintémoslo de modo que haga
simpáticos a “los nuestros” o, al menos, que parezca natural…si os fijáis bien,
veréis que es una táctica mucho más convincente que la “silenciar el hecho”.
Con creces. Pero eso sí: algo tramposita.
Ciertamente la película hace muy bien en presentar
a los personajes y así acercarlos al espectador. Lo malo es que los romances
eran un poco cursis, incluso para la época. Quizás, si hubiera habido alguno
más sombrío o clandestino. Algo parecido a lo que aparece en "Muerte de
un Ciclista", por poner un ejemplo de 1.951, habría sido una obra más
redonda.
La argucia en plan comando colombófilo para superar
el examen de los Reinos de Taifas se encuentra en la mejor tradición de la
picaresca universitaria, sin duda alguna (Tony Leblanc –mil veces imitado en
este gag- podría ser un nuevo Hermano Marx).
La secuencia de las mulas pasando entre la tropa es
una de las mejores de la película y nos dice lo que es verdaderamente una
guerra. Atroz en su sencillez.
Y la imagen de las tropas, al fondo, partiendo hacia el frente con un primer plano
de la guitarra… Lo dice todo.
Me ha venido a la cabeza una de
las mejores frases de la película. Es cuando Tony Leblanc pide algo de beber y
el estudiante le dice que tiene agua. Entonces el gran Leblanc comenta: “No,
agua no, que me han dicho que da mucha sed”.
Como detalle curioso, la escena inicial de la
persecución de los pollos se verá de nuevo en “El Puente de Remagen”
(John Guillermin, 1.969).
No le falta su punto gore (debe ser el color) al
retratar las bajas en toda su crudeza y hemoglobina. La lucha cuerpo a cuerpo,
con las bayonetas hincándose en la carne… Ni el mejor Peckinpah.
Es de reseñar la ironía con que se dirige Tony
Leblanc a los artilleros, encabezados por un más que fugaz Manolo Zarzo
(dejando entrever el pique entre Armas).
Se nota el revoloteo de la censura, sobre todo al
desarrollar el recorrido guiado por la casa de Félix y Elisa, que termina –como
no podía ser de otra manera- en el dormitorio. Pero en vez de saciar los meses
de abstinencia en las trincheras, se dedican a elogiar la colcha del ajuar de
mamá…
Y acabaremos citando la tan hispana costumbre de “leer
la prensa”… Vds. ya me entienden (o me entenderán, tras ver la película).
FICHA TÉCNICA:
Director: Pedro Lazaga.
País: España.
Año: 1.960.
Duración: 113 minutos.
Guión: José Luis Dibildos (Novela: Rafael García Serrano).
Música: Antón García Abril.
Fotogrfía: Manuel Berenguer.
Protagonistas: Analía Gadé (Elisa), Tony Leblanc (Poli), Arturo Fernández (Comandante Félix Goñi), Laura Valenzuela (Julia), Ismael Merlo (Andrés), Julio Riscal (Miguel), Jesús Puente (Cabo Silvestre), Enrique Ávila (José), María Fernanda Ladrón de Guevara (Doña Julia), María Mahor (Nicky), Mabel Karr (Paloma), Juan Antonio Riquelme (Ramiro), Paloma Valdés (Lucía), Santiago Ríos (Capitán Lerma), Venancio Muro (Chimpa), Fernando Sánchez-Polack (Sargento Astenio) y Juan Calvo (Don Blas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario