sábado, 26 de enero de 2013

Misión en el CONGO

Un seguidor de este Blog, Adolfo Cayuso, fue testigo directo de la labor de la Legión en la R. D. del Congo. Transcribimos aquí su experiencia y una foto que nos ha mandado. ¡MUCHAS GRACIAS por tu interesante aporte!


"¿Qué puedo decir de ellos durante su intervención en los combates de Kinshasa entre las fuerzas de Kabila y Bemba en 2006? Que de todas las fuerzas movilizadas de la EUFOR, miles de soldados apostados en Kinshasa, Gabón y Europa, la única tropa de combate era una compañía reforzada de la Legión española; que cuando las fuerzas de la MONUC cobardemente se retiraron a sus cuarteles dejando la capital convertida en un campo de batalla, los BMR españoles se adentraron entre las dos líneas recibiendo fuego de ambos lados sin causar ni una baja congoleña. Que durante días la Legión española reinó en Kinshasa pacificando con su presencia en las calles a las fuerzas contendientes hasta que se firmó un alto el fuego. Y lo mejor, ser testigo de todo ello y, sobre todo, sentirme cuidado y vigilado constante y personalmente durante los combates por la orden del Teniente Coronel que comandaba las fuerzas españolas.

Qué irreal ver caballeros legionarios patrullando Kinshasa en esos grandes blindados, también en Humvees, causando el respeto y la admiración de los locales. Nunca la RDC podrá agradecer los suficiente que la Legión apagase tan rápidamente el fuego de una guerra que podía haberse extendido a todo el país. Por cierto, una entre las decenas de anécdotas que tengo de esos días y esa brava gente: quien diga que el grito de "A mí la Legión" no funciona, no se lleva, no se dice, se equivoca. Recuerdo una de las noches durante esa semana de guerra. Llevaba encerrado en casa un par de días y decidí, por fin asomarme a la terraza a ver la calle. Frente a mi casa, unos cuatro o cinco cadáveres de soldados tirados grotescamente por las esquinas. 
De repente, en total oscuridad, un Humvee con las luces apagadas pasó por debajo de mi balcón, con un soldado portando gafas de visión nocturna a los mandos de una ametralladora. Despacito, sorteando los cuerpos, sobrepasó el sitio donde me encontraba. Cuando se alejaba, de repente, se me ocurrió la idea de gritar la famosa petición de ayuda. Quizás por sentirme seguro, quizás por miedo, quizás por probar, no me acuerdo. El hecho es que, en la distancia, el vehículo paró, el legionario se giró y empezó a buscarme en la oscuridad apuntando hacia donde yo estaba. Con más miedo todavía ("a ver si me van a meter un tiro" pensé) agité la mano en la distancia. Ni dos segundos después, el Humvee giró y, deshaciendo su camino, volvió hasta situarse bajo mi terraza. La conversación con el sorprendido soldado fue corta, cálida y muy emocionante. Se puso a mis órdenes y me dijo que siempre que necesitase ayuda y que tuviese legionarios a las vista, gritase "A mí la Legión", que seguro que alguien vendría a echarme una mano. ¿Alucinante, verdad? O a mí me lo pareció. Como de otro tiempo, como un guión de película. Y como digo, ésa es sólo una anécdota. ¡Tengo más! En todo caso, sólo tengo buenas palabras para ellos y su destacada intervención en el Congo. Guardo como un tesoro una placa que, una vez finalizado su mandato, me fue otorgada por el Grupo Táctico "Valenzuela" por mi modesta contribución al éxito de la misión."

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