jueves, 31 de enero de 2013

Misión en HAITÍ


 Muchos cantantes –Alejandro Sanz, “Hombres G”, Miguel Bosé, “La Oreja de Van Gogh”, Marta Sánchez, Juanes o Shakira-- se unieron solidariamente para cantar en favor de Haití (¿quién no recuerda esa canción, en plan “We Are The World” titulada “Ay, Haití”?). La canción fue todo un éxito y sus ingresos fueron destinados a Intermón Oxfam… Pero fácil y rápidamente se olvidó el éxito de la Misión emprendida por nuestra Infantería de Marina. Desde el Foro de Cultura de Defensa os la recordamos: 

Ante los acontecimientos ocurridos en Haití, la comunidad internacional no se mantuvo ajena y, de este modo, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, mediante su Resolución 1.529, de 29 de Febrero de 2004, estableció una Fuerza Multinacional Provisional para Haití, liderada por Francia (y en la que participaban Estados Unidos, Francia, Chile y Canadá), compuesta por unos 3.500 efectivos, para apoyar al presidente provisional a restablecer la paz y la seguridad, misión que finalizaría el 1 de Junio de 2004. Básicamente esta fuerza estuvo constituida por Estados Unidos (unos 1.700 efectivos con unidades terrestres, aéreas y de guardacostas), Francia (1.000 efectivos con apoyos navales y helicópteros), Canadá (con cerca de 500 efectivos y seis helicópteros) y Chile (con alrededor de 350 efectivos del Ejército y de la Gendarmería). 


Posteriormente, la Resolución 1.542 de 30 de Abril estableció la “Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití” (MINUSTAH.) autorizando una fuerza de desde el 1 de Junio. Su misión estaba redactada de este modo: "Contribuir a mantener un entorno seguro y estable para permitir el desarrollo del proceso constitucional en curso y la provisión de ayuda humanitaria". El componente militar de la MINUSTAH. contó con fuerzas de Brasil, Chile, Argentina, Perú, Uruguay, Nepal, Sri Lanka, Jordania, Guatemala, Filipinas, Marruecos y España (para formar la MINUSTAH. se solicitó a las naciones que comprometieran aportaciones de contingentes a esta nueva fuerza multinacional, pero al no tener Haití un interés estratégico elevado, los ofrecimientos no fueron suficientes para cubrir las necesidades requeridas). Países como Estados Unidos, Canadá, Francia, Croacia, aportaron personal para la Policía Civil de Naciones Unidas y para los Cuarteles Generales (Estados Unidos y Francia decidieron mantener sus contingentes un mes más de lo previsto, hasta el final del mes de Junio, y Canadá prorrogó su estancia tres meses más, hasta finales de Agosto). El máximo autorizado para la misión, que estuvo liderada por un general brasileño (Teniente General Augusto Heleno Pereira, quien fue relevado por el General José Carvalho Siqueira), era de 6.700 soldados y 1.622 policías. Este mandato de Naciones Unidas fue por seis meses prorrogables. Para integrarse en el componente de Asuntos Civiles de esta operación, España envió seis policías y seis guardias civiles. 


El Consejo de Ministros de 10 Septiembre de 2004 aprobó la participación de España en una nueva misión de las Naciones Unidas en Haití, siguiendo las directrices del Consejo de Seguridad, que aprobó la Resolución 1.542 el 30 de Abril de ese año. Ésta se produjo en un momento en el que la actividad operativa de las Fuerzas Armadas Españolas había experimentado una reducción importante, como consecuencia de la retirada de Irak en Mayo. La decisión de intervenir con un contingente en Haití sorprendió bastante en círculos militares, ya que Haití era un país donde los intereses nacionales habían estado tradicionalmente poco representados. En el momento de tomar la decisión, España tenía tropas en Bosnia, Kosovo y Afganistán. 


La participación española en Haití se reguló por una Directiva del Ministerio de Defensa, que estableció que España lideraría un Batallón Hispano-Marroquí, cuyo mando correspondería, en cualquier caso, a España (que, aparte del mando del batallón, aportaba una compañía de maniobra y una unidad logística, mientras que Marruecos aportaba una compañía de maniobra). De este modo, le fue asignado a la Armada el cometido de organizar, preparar, desplegar y apoyar el contingente que llevaría a cabo la misión: El Tercio de Armada (TEAR) llevó el protagonismo principal. Ubicado en San Fernando (Cádiz) es la principal unidad de Infantería de Marina, compuesto por la Brigada Anfibia (BRIMAR) y la Unidad de Base. En aquélla se encuadran los batallones de desembarco y mecanizado como unidades de maniobra y otros Grupos de Apoyo de Combate y Apoyo de Servicios de Combate. 


El plan trazado preveía la organización del contingente, que se le denominó Fuerza de Infantería de Marina Expedicionaria para Haití (FIMEX-H), con un Grupo de Mando, un Grupo de Apoyo y una Compañía de Maniobra. Los grupos de mando se organizaron partiendo de los Comandantes y Planas Mayores de los Batallones y Grupos de la BRIMAR. y cada uno de los cuales estaría aproximadamente cuatro meses. 


El contingente español recibió del JEMAD una misión en línea con la anterior: "Integrarse en la Fuerza de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití, para contribuir a mejorar la seguridad y facilitar la asistencia humanitaria". 


La zona de responsabilidad asignada al contingente hispano-marroquí fue el Departamento Nordeste, sin duda, uno de los más pobres del país. Esta provincia haitiana tiene frontera con la República Dominicana al Este y está bañada por el Océano Atlántico al Norte. Como siempre ha caracterizado a las unidades de Infantería de Marina, la preparación para el despliegue se hizo en un tiempo récord. En tan sólo unas semanas, en las que la actividad en el Tercio de Armada fue frenética, se consiguió que la primera de las FIMEX-H (200 efectivos) estuviera preparada para partir de la Base Naval de Rota (Cádiz) el 15 de Octubre de 2.004 (a bordo del Buque de Asalto Anfibio “Castilla”) y llegar a Cap Haitien (segunda ciudad del país, situada en la costa norte), en menos de dos semanas, el día 28 del mismo mes (el contingente marroquí -163 efectivos- llegó a Cap Haitien el 7 de Noviembre).


La FIMEX-H instaló su base principal -la “Miguel de Cervantes”- en la capital de departamento, Fort Liberté, una ciudad tranquila de unos 20.000 habitantes (donde se encontraba el mando del batallón y la unidad logística). A las pocas semanas del despliegue se creyó conveniente establecer un destacamento –unidad tipo Sección, con 40 efectivos- permanente en Ouanaminthe (se cree que Ouanaminthe deriva de la pronunciación en creole del nombre original español, Juana Méndez), ciudad fronteriza con la República Dominicana, dada la susceptibilidad de que se originaran problemas en este lugar. La actividad en Ouanaminthe era frenética dos días a la semana -los Lunes y los Viernes se abría la frontera por el mercado de la cercana Dajabón, en la República Dominicana-, ya que los dominicanos permitían el acceso a los haitianos que venían a este punto para abastecerse desde sitios tan remotos como Cap Haitien. (Situada a 60 kilómetros de Ouanaminthe, son necesarias ocho horas para cubrir esa distancia en los vehículos locales). Este aumento de la actividad comercial, que atraía casi 50.000 haitianos diarios a la República Dominicana, llevaba consigo un aumento de la actividad de las bandas de delincuentes armados en esta zona. El mantenimiento del orden y la prevención de la actividad delictiva de las bandas armadas fueron una preocupación constante de la FIMEX-H, que estableció un dispositivo especial de seguridad en la frontera durante los días de mercado, durante el año y medio que duró la operación. 

La misión de mantenimiento de la paz en Haití ha sido muy diferente a otras análogas. Aquí no había uno, dos o más grupos con claros intereses declarados y objetivos identificables; tampoco tuvimos que enfrentarnos a armamento sofisticado, ni siquiera a las minas. 

El problema de Haití radicó en que el orden social era -y aún es-, volátil e inestable. Se podía pasar de la más absoluta calma al caos más rotundo en cuestión de días e incluso de horas. Sin saber cómo, la situación podía terminar en un 'todos contra todos', que los políticos instrumentalizaban a través de múltiples bandas armadas, cuya motivación era simplemente económica y su modo de operar: el robo, la extorsión, el secuestro... El "establecimiento de un ambiente seguro y estable" era el cometido principal. La manera de desarrollarlo consistió en hacer visible la presencia de las tropas de MINUSTAH. en la zona asignada. Para esto fue necesario realizar un gran número de patrullas -tanto a pie como en vehículo-, controles de carretera y dispositivos de vigilancia en la frontera. Esto resultó sin duda bastante efectivo: El poder disuasorio de nuestros Cascos Azules en Haití fue fundamental para que el nivel de violencia y delincuencia disminuyera drásticamente durante el tiempo que duró la misión. Ahora bien, hay que señalar que el desarrollo de estos cometidos fue un trabajo duro de realizar. 

La presencia militar se transformó, a finales del 2005 y el comienzo del .006, en ofrecer asistencia a las autoridades para facilitar la preparación y el desarrollo del proceso electoral de febrero del 17 de Febrero de 2.006. Durante este período se realizaron también un gran número de patrullas, pero esta vez escoltando a los componentes de la organización electoral para la preparación de las elecciones por todos los pueblos y pequeñas localidades de la provincia. 

La segunda parte de la misión fue la de "facilitar la provisión de ayuda humanitaria". En este aspecto hay que señalar que la función de una fuerza militar en una operación de este tipo debe ser la de asistir a las ONG en la distribución de su ayuda y la ejecución de sus proyectos. Desgraciadamente, y a pesar de encontrarnos en una de las zonas más pobres del planeta, la presencia de organizaciones de asistencia humanitaria (gubernamentales o no gubernamentales) fue mínima. De este modo, la FIMEX se convirtió en el nodo final de distribución de gran cantidad de ayuda que se envió desde España, bien por parte de la Armada Española o por iniciativa privada. También dentro de este apartado se debe mencionar las innumerables asistencias sanitarias que el personal sanitario de las cuatro FIMEX-H proporcionó a la población local. Esto ayudó sin duda a ganar las voluntades de los locales; tarea complicada, dicho sea de paso, ya que la percepción inicial que la población local tenía de las tropas extranjeras no era precisamente positiva. 

De este modo, cuatro contingentes hispano-marroquíes –mandados respectivamente por el Coronel Javier Hertfelder de Aldecoa, Teniente Coronel Francisco Bisbal Pons (participó en la misión como Coronel con carácter eventual), Coronel Miguel Ángel Flores Bienert y Coronel Andrés Gacio Painceira- fueron desplegados en suelo haitiano (los relevos de estos contingentes se realizaron a través de la República Dominicana). 

El OPLAN “Mar Caribe” (nombre que el JEMAD. dio a la operación) preveía como "situación final militar deseada" el repliegue de la fuerza, por "haberse cumplido los objetivos nacionales fijados". Efectivamente, las autoridades nacionales decidieron, en Marzo del 2006, que la FIMEX-H no tendría más relevos y retirarse de la Misión una vez concluidas las elecciones presidenciales (si exceptuamos a la Unidad de Apoyo al Repliegue, que se organizó expresamente para desinstalar la base española y replegar todo el material y vehículos, que embarcaron a bordo de la LST “Pizarro”). A finales de Marzo se produjo la “Transferencia de Autoridad” de las fuerzas del comandante de MINUSTAH. al JEMAD. español y éstas pasaron, de nuevo bajo responsabilidad nacional. Finalmente, el día 31 de Marzo llegaron los últimos integrantes de la FIMEX IV al aeropuerto de Jerez, dando por finalizada su misión. 

El balance se puede considerar tremendamente positivo: Era la primera vez que la Armada llevaba a cabo una operación expedicionaria de forma autónoma. La FIMEX-H, apoyada casi exclusivamente con medios de la Armada y de la Infantería de Marina, estuvo desplegada de forma continuada durante 18 meses de gran exigencia operativa. Los Infantes de Marina de las cuatro rotaciones de la FIMEX-H totalizaron muchas decenas de miles de kilómetros recorridos en la zona asignada y se ganaron el respeto y la admiración del pueblo haitiano, al que también ayudaron distribuyendo muchas toneladas de ayuda humanitaria. Además de la contribución española a la estabilidad de Haití y nuestra contribución a la primera operación de Naciones Unidas, apoyada mayoritariamente por países iberoamericanos, hay que destacar que ésta ha sido la primera operación en la que las Fuerzas Armadas españolas y las Fuerzas Reales marroquíes han participado de forma conjunta en una operación de mantenimiento de la paz, lo que ha constituido una experiencia única que podría ser repetida, con este u otro país, en un futuro. 

Y, algo también sumamente importante: No hubo bajas en esta operación.

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