jueves, 18 de abril de 2013

La Carga de TAXDIRT



"Suena el clarín… con sus bélicos sones de guerra.
Suena el clarín… óyelo, Cazador de Taxdirt.
Vamos allá... galopad sin cesar.
Si lucháis como buenos… no tenéis que temer…
A la Carga, a la Carga, a la Carga, bravo Cazador..."

Dentro de los centenarios, bicentenarios y demás efemérides que inundan nuestra rica historia, hay uno que por aislado, aunque no por ello menos importante, ha tenido siempre poco eco, por no decir ninguno, en los medios de comunicación. Se trata del centenario de LA CARGA DE TAXDIRT, la memorable hazaña capitaneada por el entonces Teniente Coronel Cavalcanti, recordada por las tres cargas que el 4º Escuadrón del 21o Regimiento de Cazadores, denominado “de Alfonso XII”, realizó el 20 de Septiembre de 1.909 en Taxdirt, lugar enclavado en el Rif, próximo a Melilla, en las operaciones militares posteriores a la derrota española del Barranco del Lobo, durante la guerra con Marruecos.

Para calibrar la importancia de este hecho tenemos que situarnos en el difícil contexto de la época. Con los sucesos del Barranco del Lobo y de la Semana Trágica muy recientes en la memoria, el ejército español sufría una de sus peores crisis de desprestigio entre nuestra sociedad. El Gobierno se percató de que tenía que tomarse más en serio los asuntos de África y reforzó las tropas allí asentadas con algunas de las mejores con las que contaba en la península. En Consejo de Ministros se acordaba el 28 de Julio de 1.909 enviar a Melilla la 2ª Brigada de Cazadores (o del Campo de Gibraltar), y para que quedara afecto a ella se dispuso la organización de un escuadrón expedicionario del Regimiento Alfonso XII, que el mismo día fue constituido sobre la base del 4º Escuadrón y completado con personal voluntario de los tres restantes. Este Escuadrón es el principal protagonista de esta historia.

Desembarcó en Melilla el día 30 y seguidamente empezó a prestar servicio de campaña, alternando con instrucción de orden cerrado y ejercicios de tiro. El 20 de Septiembre se iniciaron nuevas operaciones de importancia: El Comandante de la zona era el General Marina, que tras dividir sus fuerzas en cinco grandes unidades se decidió a pacificar el norte de Melilla, llegando al Cabo Tres Forcas para no dejar al enemigo a sus espaldas antes de volverse al Sur. Tras dividir sus fuerzas en dos columnas, una se dirigió al sur hacia el zoco el Had, siguiendo el río de Oro y la otra más al norte, con dirección a Taxdirt donde (los rifeños han acumulado fuerzas para su defensa, trayéndolas del zoco el Had). Esta segunda columna, conformada alrededor de la División de Cazadores y al mando del general Tovar (integrada por una columna compuesta por los Batallones de Tarifa, Cataluña, Chiclana, Talavera, Barbastro, Arapiles, Figueras y Las Navas, los escuadrones de Lusitania y Alfonso XII, dos baterías Schneider y cuatro de montaña) emprendía la marcha a primeras horas de la mañana desde las alturas de Cabrerizas Altas, Rostro Gordo, para dirigirse por la península de Tres Forcas hacia el Zoco de El Had de Benisicar.

Al romper la marcha las fuerzas destacadas flanquearon las alturas y el resto avanzó por el fondo, protegido por la artillería de los fuertes, batiendo a los rifeños de Frajana y Benisicar. En el poblado de Dar-el-Hach-Bisan las Brigadas de los generales Alfau y Morales, que formaban la columna, se separaron, marchando con la primera el general en jefe y con la otra el de la división.

La segunda, la del Campo de Gibraltar, salvó los barrancos paralelos a la línea occidental de fuertes ganando las alturas, empezando a poco los moros a batirla con fuego nutrido. Sobre las diez de la mañana arreció el ataque, especialmente a la vanguardia y el fuego de cañón de la brigada contuvo el avance del enemigo, que por momentos se crecía.

El Escuadrón de Alfonso XII, al menos una sección, constituía la extrema vanguardia, siguiendo las fuerzas de Cazadores de Cataluña, Compañía de Zapadores Minadores, una batería de montaña y una sección de ametralladoras. El grueso lo formaban los cuarteles generales de la división y segunda brigada, Cazadores de Tarifa, una batería de montaña, Cazadores de Talavera y sección del Escuadrón de Cazadores de Alfonso XII.

Con poco fuego, sostenido por la Caballería de vanguardia, se llegó a Taxdirt, donde estaban en buenas posiciones los cabileños, rompiendo el fuego nutrido sobre el Alfonso XII, que lo resistió para dar lugar al despliegue del Cataluña, retirándose al flanco. Durante el camino ya se habían trabado algunos combates en los que destacaron los nombres del Cabo Pedro Calvo y el Segundo Teniente de Infantería José Velarde y Velarde: Cuando el batallón de Estella se replegaba hacia el Hipódromo, el cabo Calvo reparó en que de entre unas piedras salía una columna de humo. Separándose de sus compañeros se dirigió allí y encontró que la causa del humo era un cadáver que acababan de quemar los rifeños. Supuso que habría por allí algún herido, y en efecto, sorprendió a un grupo de rifeño rematando a un soldado. El cabo se arrojó sobre uno de los moros, le quitó la gumía y se la hundió en la garganta, arremetiendo después contra los demás, ahuyentándolos, y cargándose el herido en brazos llamó a sus compañeros que le ayudaran a transportarlo al hospital del Hipódromo, llevándose consigo el remington y la gumía del moro asesino como trofeo… Por otra parte, la guardia de obras durante la construcción del primer blocao levantado en el camino conquistado (en las cercanías del barranco de Beni Ensar, próximo a Melilla) fue encomendada a sesenta hombres mandados por el teniente Velarde (jovencísimo oficial, el cual recién incorporado había salido de la Academia Militar con el empleo de 2º teniente con la última promoción el 13 de Julio de ese año), perteneciente del batallón de Cazadores de Alfonso XII. Atacados por varios centenares de rifeños, la fuerza se defendió heroicamente hasta la llegada de refuerzos, muriendo en la acción Velarde y resultando heridos una veintena de defensores (entre ellos, su segundo, el sargento del mismo batallón de Cazadores, Isidro Cañadas), pero rechazando finalmente a los rifeños...

La disposición de las fuerzas formaban la figura de un trapecio, cuya base menor miraba al Este y estaba cubierta por Cazadores de Cataluña, una batería de montaña y los de Tarifa; el lado oblicuo que daba al Norte lo defendía Chiclana, y el del Sur, Talavera. En el centro estaba el general Tovar con el Estado Mayor y el Escuadrón al mando del capitán Álvarez Moreno. La base mayor que pasaba por Taxdirt la constituían los ingenieros, la administración militar y el hospital de sangre.

El Batallón de Cazadores de Cataluña sostuvo durante tres horas el combate, después de ocupar las alturas, ganando palmo a palmo el terreno que defendían los moros. La línea de combate fue reforzada por la izquierda con el batallón de Tarifa, que desplegó bajo el nutrido fuego que sostuvo durante siete horas sin dejar de ganar terreno al frente, rechazando el empuje de núcleos considerables que amagaban su flanco izquierdo; el que reforzó el Batallón de Chiclana, así como el Talavera el derecho.

El combate continuaba con ímpetu creciente, atacando los rifeños a los Cazadores de Talavera por la derecha. Tras intensos combates y ante la actitud cada vez más pasiva de los rifeños, el general Tovar decide retirar a las tropas que estaban en vanguardia, el batallón de Cataluña, y sustituirlo por el Tarifa. A las cuatro aproximadamente se ordenaba al Batallón de Cataluña la retirada, que su jefe juzgaba peligrosa y expuesta.

El teniente coronel José Cavalcanti de Alburquerque y Padierna, Ayudante de Campo del general Tovar, que se dirigía a reiterar la orden –cuando los moros realizaban un esfuerzo supremo para romper la línea-, informó de la necesidad de que fuera apoyada la retirada. Tovar dispuso que el Cataluña se fuera replegando lentamente con la artillería, que Cavalcanti tomara el mando del Escuadrón de Alfonso XII para apoyar al Tarifa en el avance que debía hacer con objeto de sostener el retroceso y que el Chiclana se corriera hacia la retaguardia por el flanco izquierdo y el Talavera lo hiciese a Taxdirt.

Y es en el proceso del relevo -y aprovechando el momento de desorganización de las tropas españolas-, cuando los rifeños iniciaron un feroz ataque con la intención de envolver al batallón que se estaba desplegando…

Se presentaba ese instante histórico en que la carga de caballería era oportuna y necesaria. El escuadrón formó en un repliegue del terreno desenfilado de vista y fuego, mientras el batallón organizaba su retirada. La compañía que ocupaba la extrema derecha lo hizo por secciones, al mismo tiempo que el fuego por toda la línea había llegado al máximo de intensidad para ocultar el repliegue. Los rifeños sospecharon al fin lo que se hacía y acometieron por el intervalo que dejaban las dos compañías que restaban en la línea de fuego. Los cañones de montaña cargados con granadas de metralla a cero los recibieron tirando a toda velocidad y la masa enemiga se replegó rápidamente, dejando en el suelo gran número de bajas.

Tres compañías del Cataluña se habían retirado con orden y quedaba batiéndose la última, pero le iban escaseando las municiones. El Batallón de Tarifa no podía acudir porque los enemigos –escarmentados por la metralla- habían cargado sobre la parte de línea que defendía y lo apretaban con gran empuje, mientras un numeroso contingente rifeño amenazaba seriamente el flanco derecho, cargando sobre el Talavera.

La situación empezaba a complicarse. Las tres compañías del Cataluña continuaban su retirada; Tarifa, al ser rudamente atacado por su flanco izquierdo, más bien tendía a replegarse sobre él que acudir al frente y derecha. La compañía del Cataluña seguía batiéndose sin ceder un palmo de terreno, pero su capitán avisa que le quedan escasísimos cartuchos. Es en este momento cuando el General Tovar ordena al Teniente Coronel Cavalcanti que auxilie al batallón Tarifa con su escuadrón de caballería –el único disponible- dándole una total libertad de acción. Cuando cesa el fuego en el frente, porque se había quemado el último, Cavalcanti forma el escuadrón bajo el mando de su capitán. Cuando la compañía del Cataluña se retira y gran parte del frente queda libre de tropas –y por lo tanto de fuego-, lo que permite a los rifeños reconcentrarse con rapidez.

Tras un rápido estudio del terreno y contando únicamente con 65 caballos, Cavalcanti se sitúa en el flanco izquierdo del enemigo tras una loma. Es aquí cuando llegamos al punto culminante de la batalla. Tras alcanzar la cima, Cavalcanti ordena desenvainar los sables y recuperando el grito de guerra que acompañó a la Reconquista y a los Tercios, el escuadrón Alfonso XII se lanza en una vertiginosa carrera que aterra a los 1.500 rifeños de la cábila de Beni Sicar quienes, sin poder reaccionar ante tan inesperado ataque, se ven superados y comienzan a huir despavoridos.

Para la Caballería, la carga es el ataque: No sabía –ni podía- combatir de otra manera (el caballo siempre había sido su mejor arma)…

Tras esta primera exitosa carga, a Cavalcanti sólo le quedan 40 monturas, además algunos jinetes se han lanzado a la persecución de los rifeños y sus fuerzas están dispersadas. A esto se suma que el enemigo, superada la sorpresa, se reorganiza y se prepara para contraatacar. En la tercera carga sólo participaron 20 jinetes, ya que el resto había caído, estaba desmontado o persiguiendo al enemigo… Llegados a este punto, es donde los autores contrarios a Cavalcanti vuelcan sus críticas, pues lo acusan de haber provocado la pérdida de muchos de sus hombres (las bajas del escuadrón de Alfonso XII fueron de 25 jinetes) por esta acción suicida y ponen en duda las condecoraciones y reconocimientos que recibió por estos hechos, argumentando que sirvieron para tapar el desastre de la batalla. Pero lo cierto, es que Cavalcanti supo reagrupar lo que le quedaba de su escuadrón, el cual se defendió –ya pie a tierra- disparando sus carabinas, y que gracias a su acción el batallón de Tarifa pudo salvarse, reorganizarse y devolver ahora la ayuda a la caballería española. Al mando del Teniente Coronel Moreira acuden por el mismo camino por el que había atacado el escuadrón y consiguen hacer retroceder a los rifeños. El propio Moreira, que alentaba a sus hombres caracoleando con su caballo a través de toda la línea, es gravemente herido en la acción.

Al atardecer, la Brigada del Campo de Gibraltar vivaquea en las posiciones que con tanta sangre había conquistado… Aquella jornada, como en Clavijo, el apóstol Santiago al cual invocó Cavalcanti pareció volver a bajar al mundo terrenal para salvar a los españoles de un nuevo desastre en tierras africanas.

Alfonso XIII imponiendo la Cruz de San Fernando
El escuadrón Alfonso XII recibió por esta acción la corbata de la cruz de San Fernando de manos del rey Alfonso XIII en Sevilla. Cavalcanti fue ascendido a Coronel y recibió la laureada de San Fernando, un premio justo a una carga de caballería tan romántica, como decisiva que pareció retornar el arte de la guerra a unos siglos atrás.

Pese a lo gloriosa de la carga que acabo de describir, poca literatura se ha escrito al respecto, y es curioso comprobar como hoy en día son más famosas acciones que acabaron en derrota como los terribles y tristes desastres del Barranco del Lobo (1.909), de monte Arruit (1.921) o de Annual (1.921). Sin duda es nuestra personal idiosincrasia hispana la que, al contrario que los anglosajones, siempre nos ha hecho magnificar las derrotas y despreciar tristemente las victorias.

2 comentarios:

  1. Como familiar del General Cavalcanti agradezco la aportación,bastante justa, que realizan en este relato.
    Saludos
    Ramon Fernandez-Cid

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  2. Cuánto más leo la crónica de los hechos más orgulloso me siento de haber pertenecido al mismo Arma y su Regimiento sucesor, quien recogió su historial, el desaparecido SAGUNTO-7, siendo el actual LUSITANIA 9 quien lo ostenta y guarda. En memoria y reconocimiento de estos valientes jinetes, en el 106° aniversario, que han servido, sirven y servirán de estímulo y ejemplo a postreras generaciones.

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