Para aquellos que no estén familiarizados
con el concepto de equipo provincial de reconstrucción (Provincial
Reconstruction Team, PRT), hay que señalar que son equipos compuestos de
elementos civiles y militares capaces de actuar en zonas inestables para asegurarlas
con su componente militar y reconstruirlas con sus instrumentos de diplomacia y
desarrollo. Su objetivo último es el de estabilizar la zona de actuación
combinando todos sus elementos parciales, por lo que un PRT no debe confundirse
con una organización que sólo se dedique al desarrollo ni con una unidad que
sólo se dedique al combate. Este ARI describe las actividades de los soldados
españoles en la provincia de Badghis, en cuya capital Qala e Naw se encuentra
el PRT español, del cual he tenido la oportunidad de ser su jefe.
El estudio presenta una visión desde dentro de las
operaciones de estabilización que se desarrollan en la zona, las actividades de
reconstrucción y de seguridad, los problemas que plantean la falta de
infraestructura, la orografía y la escasa capacidad de las fuerzas militares y
policiales afganas. También se describen las condiciones de trabajo y vida de
los soldados del PRT. Finalmente, se formulan algunas recomendaciones derivadas
de las lecciones aprendidas sobre el terreno.
Análisis:
La misión de las fuerzas internacionales que
participan en la misión de Naciones Unidas liderada por la OTAN (International
Security Assistance Force, ISAF) es la de conducir operaciones militares
para apoyar al Gobierno afgano en el establecimiento y mantenimiento de un
entorno estable y seguro, en apoyo a las fuerzas y cuerpos de seguridad
afganos, a fin de extender la autoridad e influencia del Gobierno de Afganistán
facilitando de ese modo la reconstrucción y la estabilidad del país. ISAF despliega
alrededor de 24 PRT –uno por provincia– para apoyar los programas de
reconstrucción en sus zonas. Estos PRT están constituidos por personal civil y
militar con experiencia en cooperación civil-militar (cimic) o formados
en la Academia de Oberammergau de la OTAN en Alemania. Precisamente, y a lo
largo de los últimos cursos, los profesores de esa Academia utilizan el
caso-estudio del PRT de Qala e Naw para mostrar cómo se puede generar confianza
entre un destacamento y la población de su entorno.
El PRT de Qala e Naw cuenta con los elementos
habituales en una Plana Mayor (planeamiento y gestión de operaciones, logística
e inteligencia), con una Compañía de Protección y Seguridad, con unidades de
apoyo logístico y de inteligencia, con expertos en desactivación de artefactos
explosivos y munición (Improvised Explosive Devices, IED, y Unexploded
Ordnance, UXO), con equipos de control aerotáctico para guiar el apoyo
aéreo y con equipos de operaciones especiales y transmisiones. Esta estructura
militar se coordina con el personal civil dedicado a la reconstrucción y con el
personal local contratado para prestar apoyos al PRT.
El trabajo del PRT no se puede entender sin mencionar
el de su componente civil dedicado a trabajos de reconstrucción a medio y largo
plazo. En mayo de 2005 España inició el despliegue en la provincia de Badghis y
el personal de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) pudo
comenzar a identificar sus primeros trabajos en octubre de dicho año. Desde
entonces, los trabajos de reconstrucción en la zona a cargo del componente
civil español, no se han detenido. En el período analizado, el personal civil
se componía de una docena de trabajadores del Grupo Tragsa, que en íntima
colaboración con personal AECI llevaban a cabo cuatro grandes proyectos de
reconstrucción: la carretera a Herat, el hospital provincial, las redes de agua
potable y de saneamiento de la capital y el aeródromo. El plan de acción de la
AECI prevé otras mejoras en las vías de comunicación: enlace con la carretera
principal (ring road), construcción de minipresas para regadío,
construcción de edificios modulares en las poblaciones rurales para ser
escuelas y centros de salud, y cobertura de radio FM para las principales
ciudades de la provincia de forma que puedan llegar a la población las
noticias, la educación sanitaria y la difusión de las acciones del Gobierno
junto a sus tareas de entretenimiento. La tarea de mayor urgencia era la de
enlazar Qala e Naw con la ring road, de forma que la provincia se
comunicara con el resto del país. El hospital provincial era la forma
preferible y más rápida de mejorar los estándares de salud y se espera que el
centro pueda llegar a convertirse en el más destacado del país tanto por sus
instalaciones –que se están realizando– como por su gestión –cuando personal
sanitario español se encargue de formar a los médicos y enfermeras afganas–.
Cuando se acaben las obras a finales de 2007, Qala e Naw será la única ciudad
afgana que cuente con una infraestructura con redes de agua potable y
saneamiento y está previsto que disponga de una línea eléctrica procedente del
vecino país de Turkmenistán. Por su parte, el aeródromo ya cuenta con una pista
de 2.040 metros que mejorará las capacidades de asistencia y desarrollo de la
provincia.
Por su parte, el componente militar del PRT cuenta con
equipos cimic para satisfacer las necesidades urgentes de la población
civil mediante proyectos de impacto rápido. Se trata de actividades de pequeño
presupuesto, de entre 100 y 15.000 euros, y de inmediata ejecución. La entrega
de las ayudas se efectúa de forma directa por nuestros equipos cimic,
pero sus miembros deben reunirse con las autoridades locales en las Jefaturas
Provinciales, con los miembros de la Shura, o se desplazan acompañando a la
fuerza en sus “nomadeos” para conocer las necesidades urgentes de la población
y seleccionar los proyectos conjuntamente. Entre otros proyectos, cabe citar
los de construcción y reparación de pozos, entrega de alimentos a viudas,
entrega de ayuda humanitaria por inundaciones, entrega de grupos electrógenos o
la entrega de material escolar a colegios. Todos estos proyectos estrechan las
relaciones entre el contingente español y la población civil en la que operan,
mejorando la seguridad de nuestras fuerzas. Tanto por el objetivo humanitario
que persiguen como por la contratación de mano de obra local para ejecutar los
proyectos y las compras en las zonas de despliegue, los proyectos cimic
representan un instrumento de acción muy eficaz en manos del PRT. No obstante,
estos proyectos se desarrollan con mayor dificultad en las zonas alejadas de la
capital, que no cuentan con la seguridad necesaria, y su impacto podría
multiplicarse si las organizaciones humanitarias en la zona no fueran tan
renuentes a colaborar con las fuerzas armadas desplegadas debido al desinterés
o al rechazo que su personal muestra hacia todo lo relacionado con las fuerzas
militares.
Otra dificultad es la de
desarrollar proyectos sin entrometerse en las costumbres, el pensamiento
religioso y las tradiciones de la población, cautelas que siempre han
caracterizado la intervención de los soldados españoles que participamos en las
operaciones internacionales. Esto complica la ejecución de proyectos dirigidos
a promocionar, por ejemplo, el estatus de las mujeres en un país donde no gozan
de prácticamente ningún derecho ni libertad que las permita sumar sus esfuerzos
al desarrollo y reconstrucción de su país. A veces, ha bastado que el personal
femenino del PRT compartiera conversación y merienda con las mujeres de las
casas taller para constatar la necesidad y el agradecimiento por las atenciones
dispensadas. La buena comunicación con la población civil facilita además el
reclutamiento de intérpretes, sin cuya contribución sería imposible cualquier
misión del contingente civil o militar. Su número nunca es suficiente, pero
gracias al acuerdo alcanzado con la Universidad de Kabul, los alumnos que
estudian español en la misma son becados para trabajar con las unidades
españolas allí desplegadas, resolviendo el problema a través de contratos
temporales de cuatro meses.
La situación vista desde el PRT.
Badghis tiene una extensión ligeramente menor que
Galicia y una población que ronda las 500.000 personas. Las condiciones
socioculturales son muy deprimidas: el índice de alfabetización es muy bajo,
sobre todo en las mujeres; es la segunda provincia más pobre de un país, que
ocupa el cuarto puesto por la cola en los índices de pobreza; y su índice de
mortalidad infantil alcanza la cifra del 16% para menores de cinco años. La
provincia cuenta con siete distritos, de los cuales los dos situados al norte
–Bala Morghab y Gormach– son de mayoría pastún (94%) y simpatizantes en un
elevado número de los talibán. El resto de los distritos cuentan con mayoría
tayica (65%) y en general no ven con malos ojos la presencia española en su
zona. La justicia se imparte bajo la autoridad de los consejos tribales, lo
cual dificulta enormemente implantar un sistema judicial con jueces de fuera,
de los que, además, se desconfía debido a la inmensa corrupción existente en el
país.
El terreno es muy duro para cualquier tipo de
operación, ya sea civil o militar, porque no hay ni un solo kilómetro de
carretera asfaltada, lo que dificulta enormemente los desplazamientos y hace
muy difícil que el Gobierno pueda reaccionar en tiempo oportuno ante cualquier
incidente. Profundos barrancos, extensas zonas sin caminos con vialidad para
vehículos, grandes cursos de agua sin posibilidad de vadeo en bastantes
kilómetros y otros obstáculos, crean un ambiente extremadamente restrictivo
para las operaciones. Valgan como ejemplos las 54 horas empleadas por un convoy
para desplazarse los 109 kilómetros entre Qala e Naw y Bala Morghab, debido al
barro formado en las vías de comunicación por la lluvia, o los cinco días que
ha llegado a estar cortado el acceso a Gormach por la misma razón. Las
dificultades orográficas hacen que tanto los vehículos de alta movilidad
táctica (Vamtac) como el resto de los vehículos de dotación encuentren
muchas zonas con acceso no permitido. Además, la necesidad de evitar el
sobrepeso obliga a calcular minuciosamente los equipos a bordo para evitar
averías a unos vehículos ya de por sí muy castigados por el estado de las vías
de comunicación. Durante el invierno las capacidades de apoyo con helicópteros
son muy limitadas debido a la orografía del terreno y a que la meteorología
impide la llegada de los mismos hasta el aeródromo, por lo que se considera
necesario contar con un sistema de repostaje de las aeronaves, así como ayudas a
la navegación, que permitan asegurar el sostenimiento y la capacidad de
evacuación sanitaria en cualquier punto de la provincia. Estas dificultades
afectan también a las fuerzas afganas de seguridad impidiéndoles ó
dificultándoles su presencia y acción en los distritos de mayoría pastún, que
se encuentran –sin lluvia– a no menos de seis horas de distancia. Si se pudiera
contar con una base auxiliar permanente en las inmediaciones de Bala Morghab se
podrían potenciar las operaciones en los distritos del norte. Ello facilitaría
la presencia y capacidad de reacción de nuestras fuerzas, su logística
operacional y el descanso, sin olvidar el impulso que podría aplicarse a las
obras de reconstrucción en dichos distritos, al contar con un punto de apoyo
para la protección y el descanso de los trabajadores civiles, evitando hacer
seis horas de ida y otras tantas de regreso diarias para efectuar los trabajos.
Desde el punto de vista de la seguridad, la situación
en la provincia de Badghis era de calma excepto en los dos distritos pastunes
del norte, donde los ataques contra los cuarteles de la policía se suceden con
una periodicidad variable –causando bajas a la policía–, hecho por el cual en
dichos distritos estas fuerzas permanecen a la espera en el interior de sus cuarteles
sin prácticamente hacer servicio alguno ni imponer su autoridad. La inseguridad
siempre ha estado más relacionada con el crimen y con las relaciones tribales
violentas que con ataques de los talibán. De hecho, estos ataques crean mayor
preocupación en amplios sectores de la sociedad afgana que entre las fuerzas
del PRT. La ineficacia de las fuerzas de seguridad afganas, junto con las malas
condiciones de las vías de comunicación, generan una difícil situación en
términos de seguridad, que impide el control de la situación en amplias zonas.
Las fuerzas policiales en la provincia de Badghis se reducen a unos 600
policías, de los cuales alrededor de 300 se encuentran destinados en el
distrito de la capital y en el resto de distritos cuenta con alrededor de 40 a
50 policías. Son en general hombres valientes (ninguna mujer entre ellos) que
por un salario inferior a 100 dólares acepta sin reservas y con mucha
disciplina la autoridad de sus mandos, soportando las duras condiciones
meteorológicas, amontonados sobre la trasera de un todo terreno pick up
y enrollados en una manta durante horas hasta que algún incidente hace detener
el convoy, momento en el que efectúan un rápido despliegue a la voz de sus
mandos.
Está situación ha comenzado a cambiar positivamente
con la intervención de los equipos estadounidenses de asistencia técnica (Operational
Mentor Liaison Team, OMLT), que se alojan en la misma base que el PRT
español y que se dedican a reorganizar y adiestrar las fuerzas policiales
afganas. La capacidad policial autóctona ha ido mejorando progresivamente con
la asistencia técnica y con la entrega de nuevos vehículos todo terreno,
armamento y munición, equipos de transmisiones e infraestructuras, estando
prevista la construcción de un acuartelamiento nuevo en Qala e Naw, ya que el
actual no reúne las condiciones mínimas requeridas (una situación mejor que la
del resto de comisarías de la provincia o puestos de control establecidos sobre
casas de adobe sin servicios ni energía eléctrica). No obstante, todavía quedan
problemas estructurales como la corrupción ya que, por ejemplo, la primera
tarea del OMLT estadounidense fue la de identificar y filiar a todos los
policías afganos de la provincia para conocer la fuerza existente y domiciliar
sus nóminas en una cuenta bancaria, a fin de evitar que sus jefes se quedaran
con parte de sus salarios.
En la provincia de Badghis no existían entonces
fuerzas del Ejército Afgano, aunque se había solicitado su localización de
forma permanente en varias ocasiones a las autoridades afganas para
desplegarlos en los distritos de Bala Morghab y Gormach. Si el desarrollo es
imprescindible para el éxito de la misión, también lo es la seguridad y ésta
depende en última instancia de la autosuficiencia afgana, por lo que es
necesario apoyar al Gobierno de Afganistán en la formación y despliegue de sus
fuerzas armadas y de seguridad. España podría aportar su experiencia
apadrinando la creación en la provincia de unidades militares afganas, lo cual
ayudaría a incrementar la seguridad en la zona, evitando la necesidad de
aumentar nuestro contingente. Esto podría hacerse desplazando equipos de
asistencia OMLT para formar y entrenar unidades militares afganas tipo batallón
(kandak), como están haciendo varios miembros de ISAF. También se podría
crear ese tipo de unidades reclutando la tropa con personal de la zona que
conoce mejor la orografía y que tiene lazos tribales con los residentes en el
área. Una idea que ya fue aplicada por España en el norte de África, creando
las unidades de Regulares Indígenas para combatir a las fuerzas irregulares que
a principios del siglo XX atacaban a las unidades españolas allí destacadas o
creando las Tropas Nómadas y la Policía Territorial del Sahara. El coste no
sería muy elevado y permitiría no tener que aumentar el contingente español
destacado en Afganistán. Actualmente, en la zona de responsabilidad del PRT
español se encuentra desplegada una unidad tipo compañía del ANA perteneciente
al 207 CE, teniendo su base operativa en la localidad de Qala e Naw y, en
noviembre de 2007, el Gobierno español ha recibido autorización parlamentaria
para apoyar el despliegue de dos OMLT en Badghis y empezar a formar dos kandaks.
El día a día de las tareas del PRT.
La fuerza del PRT se emplea en funciones de escolta de
los trabajadores de la AECI en sus funciones de reconstrucción y desarrollo
(“tajos”), en funciones de seguridad del destacamento y, ocasionalmente, en
funciones de escoltas de personal de la Plana Mayor cuando se reúnen con las
autoridades locales para realizar sus funciones asesoras e institucionales. El
resto de las funciones consiste en patrullar por la zona (“nomadeos”) en
misiones de seguridad de una duración media de tres días, que por causas
metereológicas se pueden alargar a cuatro o cinco dado el estado lamentable de
las pistas. En las bases permanece parte de la fuerza llevando a cabo funciones
de mando y mantenimiento junto con las de seguridad del destacamento que son
las normales de cualquier establecimiento militar muy apoyada en medios electrónicos
superpuestos y contando a su vez con un cinturón exterior de elementos
policiales afganos durante las 24 horas del día.
Siempre se procura que las patrullas del PRT vayan
acompañadas de elementos de la policía nacional afgana, pues deben ser los propios
afganos quienes tienen que afrontar en primer lugar los problemas de orden
público y de seguridad. Para ello se les facilita el combustible y alimentación
si lo requieren. Las escoltas del personal civil se llevan a cabo normalmente
asignando protección a cada “tajo” de trabajo, empleando vehículos blindados en
los desplazamientos y asegurando la zona del “tajo” mediante un despliegue que
no sólo proteja al personal español, sino también a los afganos contratados que
colaboran en su realización. Los “nomadeos” se dirigen principalmente a mostrar
la presencia de la fuerza en zonas alejadas de nuestra base. Se trata,
probablemente, de las misiones mas arriesgadas pues las zonas a las que se
dirigen son menos conocidas, se tarda varias horas en llegar por caminos duros
y peligrosos y se corre el riesgo de que las patrullas sufran emboscadas en
algún punto. Para reducir el riesgo, cada “nomadeo” se organiza sobre una
sección de infantería reforzada con elementos cimic, de asistencia
sanitaria, de localización y desactivación de explosivos IED y UXO, de
inteligencia, de logística y de señalización y adquisición de objetivos para la
aviación propia. Todos se desplazan sobre vehículos blindados Vamtac
dotados con inhibidores y están permanentemente enlazados por radio con la sala
de operaciones del destacamento.
La protección de la fuerza es un principio fundamental
de empleo en todo momento, habiéndose mejorado de forma notable los medios para
llevar a cabo las misiones. Entre las mejoras a destacar cabe citar los
inhibidores, los navegadores portátiles (Personal Digital Assistant,
PDA), las miras holográficas individuales, blindaje en todos los vehículos
incluidas las ambulancias, los teléfonos vía satélite, las gafas de visión
nocturna para conducción y tiro con armas individuales, los escudos de
protección de los tiradores, los robots para la desactivación de explosivos,
los vehículos oruga de transporte para zona montañosa y las planchas
salvaobstáculos. El equipo especializado en explosivos permanece normalmente
centralizado en la base hasta que los equipos de zapadores detectan la
presencia de explosivos o municiones, y entonces acuden con su robot para la
desactivación o destrucción. Por motivos de seguridad y para reducir la fatiga
del personal y los vehículos, se suprimían los movimientos de convoyes de
noche, salvo en las proximidades de Qala e Naw, o utilizando las gafas de
visión nocturna para alcanzar las bases avanzadas y previamente reconocidas
antes del anochecer para evitar que el enemigo conociera la situación de
nuestro campamento. La falta de recursos básicos como repuestos, alimentos y
grasas en la región obligó a improvisar soluciones logísticas. Así, se recurrió
al alquiler de camiones Kamac rusos de tres ejes para solucionar el transporte
de las raciones de alimentación, el agua, la ayuda humanitaria, los depósitos
de 200 litros de combustible y, además, los robots de desactivación de
explosivos que se suben a la caja de los Kamac aprovechando las planchas
salvaobstáculos. Finalmente, todos los “nomadeos” contaban con un mecánico
especialista para atender las averías y con un vehículo, al menos, de policías
afganos para facilitar el enlace con las policías de los distritos y con la población local.
Para preservar la moral de la fuerza, se establecieron
desde el primer momento vías de comunicación con las familias mediante redes de
apoyo que se organizan en las unidades orgánicas de procedencia. Cualquier
problema de la familia, por pequeño que sea, tiene que resolverse lo antes
posible, a fin de evitar que la preocupación por lo que pasa en casa distraiga
de los cometidos de la misión. La preocupación también funciona en sentido
contrario, cuando las familias conocen a través de los medios de comunicación
informaciones que les alarman y sólo consiguen tranquilizarse cuando hablan
directamente con los suyos. Satisfecha esta necesidad, el personal está ocupado
activamente no menos de 12 horas diarias cualquiera que sea su puesto y, salvo
los jueves noche ó viernes –fin de semana en un país musulmán–, las misiones se
suceden sin parar. Sus períodos de descanso a lo largo de más de cuatro meses
transcurren en un recinto equivalente a unos cinco campos de fútbol y sus
únicas posibilidades de ocio se encuentran en el gimnasio, las lecturas,
Internet y un bar donde –conviene advertir– el consumo de alcohol no está
permitido. Sin poder desplazarse a un centro de población cuando acaban su
jornada militar como hacen en las guarniciones de procedencia, estas
condiciones de vida añaden dureza a la misión y muestran la capacidad de
sacrificio de los jóvenes que rotan por el PRT. Como contrapartida, los mandos
y tropa encuentran su recompensa en el cumplimiento de cada misión, el apoyo
entre compañeros y el reconocimiento del trabajo bien hecho por parte de sus superiores.
Un reconocimiento que se repite con frecuencia en el área de operaciones, tanto
por las autoridades y población local como por las autoridades nacionales que
les visitan periódicamente y que contrasta con el limitado reconocimiento que
reciben al regreso de la misión si se compara con el trabajo difícil realizado
en circunstancias de riesgo y al prestigio que han reportado a España ante la
comunidad internacional.
Conclusiones
Una
misión que se prolongará en el tiempo
Entre las conclusiones
positivas a profundizar para el éxito del PRT se encuentra la necesidad de
tener en cuenta las costumbres e idiosincrasia de la población afgana y
respetar las instituciones afganas: Consejo de Ulemas, Consejo Provincial y
Shura, entre otros. También se debe fomentar la coordinación permanente con las
autoridades provinciales para decidir y ejecutar las tareas de reconstrucción
dirigidas a satisfacer las necesidades básicas de su población y el apoyo a las
fuerzas policiales afganas, compartiendo patrullas conjuntas a pie y en
vehículos. La preocupación por no entrometerse en las costumbres locales y el
respeto al derecho internacional humanitario y a los derechos humanos que se
enseña y se practica en las diferentes misiones explica por qué hasta fecha de
hoy no se ha formulado ninguna denuncia contra el personal de las fuerzas
armadas españolas después de que aproximadamente 80.000 soldados hayan
participado en las mismas.
Entre las tareas
pendientes, la prioridad sería la de mejorar todas las vías de comunicación
entre la capital y las seis cabeceras de los distritos de la provincia de
Badghis, independientemente de las necesidades de infraestructuras que puedan
existir en la base de Qala e Naw. Son indispensables tanto para que las fuerzas
de seguridad afganas y las de ISAF puedan reaccionar con mayor rapidez ante la
desestabilización de una zona concreta como para que el Gobierno de Kabul y las
autoridades locales hagan sentir su acción en la zona y eviten que los grupos
insurgentes controlen el territorio. La disponibilidad de ayudas a la
navegación y de repostaje potenciaría el uso del aeródromo y la creación de una
base auxiliar permanente en las inmediaciones de Bala Morghab facilitaría las
operaciones en los distritos del norte.
La misión del PRT puede alargarse en el tiempo pero no
puede sustituir indefinidamente a las autoridades afganas en la asunción de sus
responsabilidades de reconstrucción y de seguridad para estabilizar la zona. La
acción de choque llevada a cabo en el ámbito del desarrollo por el componente
civil y cimic del PRT debe transferirse progresivamente a la sociedad
civil afgana y a las organizaciones de desarrollo. Del mismo modo, la seguridad
policial y militar no puede depender indefinidamente de la presencia extranjera
de ISAF. Corresponde a las autoridades afganas desplegar y mantener fuerzas de
seguridad capaces de atender el orden público, la insurgencia y las acciones
terroristas. El envío de dos equipos OMLT para la formación de dos batallones
del Ejército Afgano permitirá cubrir algunas de las limitaciones operativas que
se presentaron durante el período estudiado pero el resultado final de la
asistencia de ISAF depende de los propios afganos.
No puedo finalizar este análisis sin tener un
emocionado recuerdo para todos los soldados españoles que entregaron sus vidas
en Afganistán, muy especialmente para los 13 fallecidos que pertenecían a mi
Regimiento de Infantería Aerotransportable Isabel la Católica nº 29. Si la
misión del PRT pudo llevarse a cabo fue gracias al sacrificio de hombres y
mujeres como ellos, magníficos soldados que sólo buscaron la satisfacción del
deber cumplido y a quienes tuve el privilegio de mandar. Que descansen en la
Paz por la que lucharon y entregaron sus vidas.
Rafael Roel Fernández.
Coronel de Infantería y ex jefe del PRT
español en Qala e Naw entre octubre de 2006 y marzo de 2007
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