lunes, 29 de julio de 2013

(CB 11): LA FIEL INFANTERÍA


Sinopsis: Después de varios meses en primera línea del frente, llega la orden de relevo para el batallón Barleta. Es el reencuentro de los soldados con sus familias, con sus novias, y sobre todo, con la paz. Pero la tranquilidad dura poco, pues pronto les llega la orden de reincorporarse al frente de Somosierra. Allí se les confiará una peligrosa misión: La toma de Cerro Quemado, una cota difícil…

¿Buenas películas ambientadas en la, de momento, última guerra civil española? Tres y del mismo director: Pedro Lazaga. Si indagan en la filmografía de este director, probablemente lo que más les suene será nada más y nada menos que “Sor Citröen”. Pero, antes de que apaguen el ordenador y huyan, les tranquilizaré: En las películas a las que me refiero ni sale Gracita Morales ni se trata de comedietas españoluchas. Nada más lejos de eso.

La Patrulla”, “La Fiel Infantería” y “Posición Avanzada”. La -en mi humilde opinión- Santísima Trinidad de las películas sobre la guerra filmadas durante el franquismo. Ni son panfletos en la línea de “Raza” o “Sin Novedad en el Alcázar”, al estilo de lo que se rodaba en la inmediata postguerra, ni son moñeces progres como la mayoría de lo que se ha rodado en los últimos veinte años sobre el conflicto. Se trata de clásicos olvidados, que ya no buscan agasajar a la dictadura ni convencer a nadie sobre unas ideas políticas. Son películas sobre los seres humanos que habitaron las trincheras, no sobre el bien y el mal, y, por lo tanto, complejas y alejadas de maniqueísmos anteriores y posteriores, si se sabe leer entre líneas y no se olvida el contexto de falta de libertades de la época en la que se rodaron.

Estamos ante una más que digna película sobre la Guerra Civil española, que se ve con agrado gracias a que se desmarca de la línea propagandística que “Raza” y otras cintas bélicas típicas de la dictadura franquista impusieron lógicamente para desacreditar a los perdedores de la contienda. Aunque en “La Fiel Infantería” los protagonistas siguen siendo los nacionales y su sagrada moral, el tufo de la propaganda ya no escuece tanto para el disfrute de los espectadores, al dar relevancia a la acción y a las vivencias de los personajes. Así pues, el tono descriptivo es más importante que la propia manipulación de la realidad.

Guerra Civil Española, hacia 1.937. El batallón Barleta (del bando nacional) es relevado del frente y se retira a descansar a la ciudad de que proceden una buena parte de sus efectivos, Atarbe. Allí muchos soldados se reúnen con sus familias, novias y amigos disfrutando de unos días de tranquilidad y paz, mientras otros intentan acercarse a las chicas y divertirse. Inesperadamente y en secreto se da la orden de regresar al frente para participar en una operación de la División por lo que los soldados apenas tienen tiempo de despedirse. Se trata de una difícil misión: TOMAR CERRO QUEMADO…

El argumento se divide en tres partes. La primera es la más corta donde se nos muestra el sufrimiento en el frente, las privaciones, la muerte de compañeros y el cansancio. Efectivamente la primera parte es demasiado convencional y realizada en base a los gustos de la época, aunque también contiene sus "pullitas".

La segunda y más larga es la estancia de permiso en Atarbe donde los soldados disfrutan de la paz, las comodidades y la abundancia de la retaguardia (rodada en Lérida), así como del cariño de sus familias. La vida en retaguardia me resultó insufrible. La retaguardia pacífica, carente de privaciones y relajada es de una frivolidad almibarada ad nauseam, nada que ver con aquélla tan magníficamente retratada en “Tiempo de Amar, Tiempo de Morir” (Douglas Sirk, 1.958) o, incluso, en “4 de Infantería” (Georg Wilhelm. Pabst, 1.930). Más parece la clásica comedia española con amoríos y enredos de picaresca. Es cierto que lo del bodorrio y lo del ambiente de la retaguardia es chocante y un tanto mojigato, pero hay que recordar que es 1.959… Además, la música de fondo tan almibarada le da un ambiente irreal, si bien hay que reconocer que se trata de la costumbre de todas las películas de la época. En ocasiones, esa banda sonora está tan alta que apenas se entienden los diálogos. La verdad es que tanto pasteleo corta el ritmo narrativo de la trama.

La tercera es el regreso al frente y el asalto a Cerro Quemado. Las dos primeras presentan un ritmo sosegado pero manteniendo el interés del espectador, mientras va creciendo en la tercera hasta alcanzar su punto culminante en la escena del asalto. En cuanto a la parte propiamente bélica, es muy meritoria. En general, la uniformidad y las tácticas de guerra son muy realistas, y los efectos especiales bien logrados. El bando republicano parece querer representar a las Brigadas Internacionales, dadas las extrañas gorras que llevan los artilleros y los cascos “Adrián” que llevan los infantes. Los combates están muy bien conseguidos, aunque en los enfrentamientos a la bayoneta se nota cierto cuidado en no hacerse verdadero daño, puesto que luchan con auténticas hojas metálicas, ahí no hay trampa ni cartón. Resulta un poco extraño el silencio con el que pelean y mueren los combatientes, en especial los republicanos, que parecen sordomudos. Creo que serían más apropiados maldiciones, insultos y gritos de dolor, pero es algo que resulta impensable para la época en que se rodó. Que yo sepa, tan sólo los antiguos espartanos combatían en el más sepulcral silencio, cosa que impresionaba a los hoplitas adversarios, de otros pueblos griegos, acostumbrados a cantar y lanzar alaridos. También eché de menos un mayor uso de las bombas de mano por parte de los republicanos, parecía que sólo las usaban, con gran profusión, los nacionales.

Y lo del asalto a las bravas, al principio me pareció exagerado, pero luego supe que en efecto era una táctica muy usada entonces. Pero no se puede negar que es muy cinematográfica…

En esta película Pedro Lazaga nos muestra sus ideas de reconciliación. No se trata de una película más de propaganda del bando vencedor, sino de una cinta que no valora al otro bando; en ningún momento se habla de rojos ni de republicanos, sólo se menciona al enemigo. Y cuando por fin éste aparece en la escena final, es presentado sólo como otro ejército. Esta equidistancia y moderación se hace patente definitivamente en la dedicatoria final que reza: “A TODOS LOS ESPAÑOLES QUE HICIERON ESTA GUERRA, ESTÉN DONDE ESTÉN, VIVOS O MUERTOS. ¡LARGA PAZ!”.

El hilo narrativo se basa en las andanzas de varios soldados, en sus historias personales y sus formas de ser. El soldado Poli (Tony Leblanc) es el típico caradura guasón que no se detiene ante nada. El Comandante Félix Goñi (Arturo Fernández) manda el Batallón y ha aplazado su boda al empezar la guerra; aprovechará este permiso para casarse. Andrés (Ismael Merlo) es un veterano profesor de Historia separado de su familia por la guerra que se enamora de la hermana de su mejor amigo Miguel (Laura Valenzuela). Jesús Puente es un retraído cabo que no se atreve a acercarse a las chicas y pide ayuda a Poli que le cede una de sus “novias por carta”, en plan Cyrano de Bergerac (pero en vez de Roxanne, con madrinas de guerra). Los profesionales y siempre adecuados Tomás Blanco (con voz doblada) y Fernando Sánchez Polack, quienes se encontrarían nuevamente, seis años después, en “Posición Avanzada”. Y algunos más, la mayoría bastante correctos (y, sobre todo, humanos). En general, todos los actores están bien en sus papeles aunque destaca Tony Leblanc en un papel simpático y entrañable. Laura Valenzuela (posiblemente enchufada por el Sr. Dibildos) resulta muy creíble en su interpretación de chica de retaguardia hermana y enamorada de soldado. Es justo destacar la actuación de Arturo Fernández que llena su papel de Comandante y enamorado a la perfección. Después de Leblanc el que más me ha gustado es Ismael Merlo que hace el papel más realista de todos, Catedrático de Historia en Madrid metido a soldado raso: “Digamos que defiendo mi asignatura. Y también que no valgo para mandar a nadie… Quizás ni a mí mismo” (esa frase sólo la puede pronunciar un Merlo en estado de gracia, como nos tenía habituados).

La ambientación es perfecta: Todo el atrezzo de armamento, uniformes y escenarios dan estupendamente con la época y la situación. Véase cómo los soldados acarrean toda clase de pertrechos y cómo suena el tintineo del plato contra el vaso y la cantimplora metálicos cuando avanzan. También están correctamente retratadas las relaciones dentro del ejército entre los diferentes escalafones del mando. Las escenas de acción muy bien ejecutadas y en la línea del cine americano de la época. La larga escena final del asalto a Cerro Quemado es magnífica, con bastantes extras, explosiones y tiros por doquier, y hasta lucha cuerpo a cuerpo además de unos planos generales bastante espectaculares. Otras escenas destacables son la de la llegada del batallón a Atarbe desfilando al son de “Soldadito Español” y cuando el Batallón avanza hacia el frente y se cruzan con mulas cargadas con cadáveres ante lo que el Comandante da orden de cantar para mantener la moral. Sobre todo esta última es de un gran realismo.

Resumiendo, se trata de una película interesante por lo que cuenta y cómo lo cuenta. Pedro Lazaga dirige una interesante y emocionante cinta sobre las batallas de aquella guerra que duró tres largos años, en la que se dejaron la vida muchos españoles. Es bastante entretenida alejándose de las típicas producciones de propaganda donde se realzan el heroísmo, la patria y la religión, y se demoniza al otro bando. Recomendable.

Tras la Primera Guerra Mundial aparecieron varias obras literarias en las que diversos combatientes exponían sus experiencias y vicisitudes. Generalmente estas obras se caracterizaban por su carácter antibelicista, tal es el caso de "Sin Novedad en el Frente" de Erich María Remarque, o "Adiós a Todo Eso" de Robert Graves. Pero hubo también obras que parecían ensalzar la guerra tal es el caso de "Tempestades de Acero" de Ernst Jürgen. Al parecer esta obra tuvo una gran influencia en el desarrollo del militarismo alemán, pero también influyó en otros movimientos políticos, sobre todo aquellos con un carácter de derechas y/o nacionalista. Parece ser que uno de los lectores de las obras de Remarque y de Jürgen era un falangista llamado Rafael García Serrano. Nacido en Pamplona, fue uno de los que se unió a la columna que partió hacia Madrid con el estallido de la Guerra Civil. Al igual que Jürgen, García Serrano estaba orgulloso de su experiencia bélica y de sus heridas en el frente, llegando a despreciar la obra de Remarque (según él solo era buena para limpiarse el trasero). Su segunda obra literaria se trató de la novela "La fiel infantería" publicada en 1.943 y ganadora del Premio Nacional de Narrativa de ese año. Todo parecía indicar que dicha novela iba a ser un éxito pero ¡la obra fue censurada debido a las presiones de la Iglesia! El motivo: El lenguaje inmoderado que utilizaban los personajes. En palabras del propio autor “gracias a la denuncia del arzobispo primado de Toledo y a la pasión eclesial de Gabriel Arias Salgado”… No debemos olvidar que en 1.942 se había publicado "La Familia de Pascual Duarte" y que había pasado la censura. Así que sorprende que una obra escrita por un falangista no consiguiera pasarla por motivos tales como " se proponen como necesarios e inevitables los pecados de lujuria en la juventud". Al parecer tuvieron que pasar 15 años para que la novela viera de nuevo la luz. Cuando lo hizo se convirtió en un éxito por lo que se realizó su adaptación cinematográfica al año siguiente. Dicha adaptación corrió a cargo del director Pedro Lazaga y del productor José Luis Dibildos. Se acortó y suavizó algo la historia, insistiendo en el mensaje reconciliatorio. Eran tiempos de apertura del régimen franquista. También se eliminaron las referencias a la prostitución pero se mantuvo el episodio del adulterio. También se conservó la idea principal de la novela. García Serrano decía que su generación, con independencia del bando en que luchasen sus miembros, sacrificó su juventud para crear una España mejor que aquélla en que la que crecieron. Y ese mensaje queda destacado en la ya comentada dedicatoria final de la película.

En el aspecto cinematográfico la película es correcta. De hecho recuerda mucho a las producciones bélicas norteamericanas pero con toques de comedia ligera a la española. Comienza con una presentación de personajes: Los mandos, el estudiante, el tendero, el caradura ligón, el padre de familia, el agricultor, etc. Posteriormente, la unidad recibe unos días de permiso en su ciudad de origen, la imaginada Atarbe. Allí la película se ajusta más a los cánones de los melodramas romanticones tan al gusto de la época por lo que es bastante floja. Sólo hay que ver el bodorrio que protagoniza Arturo Fernández (sin pronunciar un solo “chatina”, increíble). En cuanto al toque de comedia se consigue con la mamá del soldado estudiante o los tejemanejes entre Tony Leblanc y Jesús Puente. Supongo que se quería atraer al público femenino con la gran cantidad de historias románticas que se nos cuentan.

La cinta rompía algunos moldes con respecto a películas bélicas producidas anteriormente en la dictadura. Por un lado mostraba a los soldados nacionales emborrachándose cuando estaban de permiso, algo bastante raro de ver en obras más tempranas. También había alguna pullita hacia el régimen como la escena berlanguiana en que "llama el ministro". Al parecer García Serrano ajustó algunas cuentas con la Iglesia. En determinados momentos se hacen pequeños chistes sobre ella, como por ejemplo sus proclamas sobre que el baile de la rumba o el tango podría considerarse un sabotaje de la guerra, o en la secuencia en la que un soldado está de permiso en su casa y se queja de que no le dejan dormir en paz diciendo "esta es la familia cristiana y española por la que uno es capaz de derramar hasta la última gota de su sangre". Adicionalmente, Lazaga intentó evitar que su película se considerase un instrumento de propaganda del régimen, así que sólo sale una imagen de Franco y es cuando las chicas de Atarbe preparan el recibimiento de los soldados. Es un retrato al fondo y casi está desenfocado. Tras la dictadura y en el clásico ejercicio de valentía antifranquista a toro pasado, muchos "críticos" la despellejaron y la calificaron de elegía del heroísmo militar, olvidando que está realizada en 1.959.

Tiene algunos errores: Me llamó mucho la atención la escena en la que Ismael Merlo lee una carta a un soldado analfabeto. Vemos que están en la trinchera y sin embargo Merlo lee la carta por encima de la misma, situación que habría hecho feliz a cualquier francotirador enemigo. Otra cosa que canta mucho es que las féminas van vestidas al estilo de finales de los años 50 en lugar de los años de la guerra. Curiosamente es el mismo error que cometerá Otto Preminger en la aburrida "Primera Victoria". También se ven señales de circulación de los años 50 que no existían en los años 30 cuando las tropas entran desfilando en la ciudad. Y no digamos nada del "avión republicano" que les bombardea: La secuencia del avión enemigo que aparece por los cielos, tan sólo puedo calificarla de “cómica”. En efecto, no es un avión republicano, ni de combate, ni tan sólo de la época de la Guerra Civil (años 30). Es una simple avioneta comercial bimotor, último modelo del año de la película (1.959), que incluso hoy en día sigue utilizándose, y de color blanco. Ni siquiera se molestaron en darle una capa de pintura de camuflaje. Así que resulta un detalle divertido, sin más trascendencia (ojo, que no minusvaloro la película por esta “cantada”, posiblemente tampoco Lazaga tenía un presupuesto para hacer virguerías o tiempo para ponerse a buscar un Tupolev SB 2M  o un Bloch que todavía volasen). Simplemente es que me hace mucha gracia.

Es en la última media hora cuando la película retoma el aspecto bélico y vuelve a cobrar ritmo y fuerza. Tiene secuencias bastante llamativas como es aquella en la que el comandante indica a su ordenanza que toque la armónica y así "espontáneamente" se ponga a cantar el batallón –“Los de Barleta somos la bomba viva la madre que nos parió”- para evitar que no se desmoralicen mientras por el medio de las dos filas pasan los burros con los cadáveres de soldados de otras unidades. También se nos muestra que las tropas beben alcohol antes de los combates, el propio García Serrano opinaba que “las laureadas las ganan Domecq y González Byass”.

La escena de la toma de Cerro Quemado es bastante buena para los estándares de la época y creo que representa bastante bien el típico "asalto a las bravas" tan característico y costoso de nuestra guerra incivil, secuencia que culmina con el sangriento contraataque republicano en el que muere hasta el apuntador. Hay que resaltar que los soldados y oficiales republicanos no son representados como los típicos patanes desastrados y borrachines de películas anteriores tales como "Raza". Son soldados como los que tienen en frente y se nota que tienen las mismas inquietudes que ellos. Aunque uno de los méritos de esta película es que puede cambiarse perfectamente a los nacionales por los republicanos y la historia seguiría siendo la misma, es muy probable que si a Pedro Lazaga se le hubiera permitido desarrollar algún personaje republicano estaríamos ante una gran película.

 Aunque personalmente me gusta más "Posición Avanzada", creo que "La Fiel Infantería" es una producción sobre la Guerra Civil española bastante digna, bastante más realista que muchas películas actuales y que está siendo injustamente olvidada en estos tiempos de "corrección política". Si hay algo parecido a una superproducción hollywoodiense sobre nuestra Guerra Civil, eso es “La Fiel Infantería”. Romances, tecnicolor, reparto estelar, grandes batallas con miles de extras… Pero “La Fiel Infantería” es algo más. Es la película que me hizo descubrir a ese pedazo de escritor –y sin embargo falangista- que es Rafael García Serrano, guionista del film. Rezuma por momentos un realismo a la europea (o a la española, con perdón) que se alterna con un clasicismo a la americana digno de los grandes maestros. Y contiene una escena que prácticamente por sí sola justifica su visionado: EL BATALLÓN BARLETA, con los protagonistas, camino de la primera línea tras un permiso, cruzándose con una caravana de acemileros que transportan a los muertos y heridos desde el frente. En ese instante, se produce el momento mágico: Los hombres comienzan a cantar, para subir la moral, para alejar el miedo a la muerte, todo eso con los rescoldos humeantes de un pueblo arrasado como fondo. Esa escena transmite tal tangibilidad (los planos de los soldados marchando sudorosos, polvorientos, cargados con sus macutos en los que resuena la impedimenta son casi palpables), acompañada de un pathos tan elevado, que dudo haber visto nada parecido en cualquier película española, anterior o posterior... Pero, a la vez, es una película maldita, maltratada, olvidada. Tan maldita que el original desapareció (o fue eliminado por la censura, según la versión, al tratarse de un film demasiado crudo para lo que se toleraba en la época), y ha tenido que ser restaurado a partir de una copia muy deteriorada, llena de saltos, grano, rasguños, y con un sonido horrible que desmerece el conjunto.

Y, por último: ¿Por qué portento puede ser que una película que finaliza con una furiosa y desesperada carga a la bayoneta acabe con un mensaje de reconciliación y no chirríe?

“Animaos y dadle caña a la mula.
Los de Barleta somos galantes, viva la madre que nos parió…”

LO MEJOR:
Lo mejor es que se toma su tiempo para presentarnos a sus personajes; ya sabemos que son curtidos guerreros, pero el descanso nos los muestra también como seres humanos; así se crea más identificación con el público y personajes, haciendo que cada quién tenga su favorito… y en el final, el suspense de saber quién morirá y quién no se siente más duro.

Lo que más me ha gustado de la película ha sido la escena del asalto a Cerro Quemado; una escena larga, perfectamente ejecutada y sin nada que envidiar a otras similares del cine norteamericano. Quizá sea presuntuoso asegurarlo, pero Lazaga maneja los travellings y los planos generales con idéntica destreza que Spielberg en las playas normandas. Me recuerda el estilo de filmación que años más tarde utilizará Andrew V. McLaglen para la toma de Monte La Difensa en “La Brigada del Diablo” (1.968). Y la música en esos momentos de avance bajo una lluvia de metralla recuerda al score de Ernest Gold para “La Cruz de Hierro”.

LO PEOR:
Lo peor quizá el engañoso retrato que se hace de la retaguardia, presentándola como en la normalidad más absoluta cuando resulta que en ella había casi tantas privaciones y penalidades como en el mismo frente.

Nota: 6.
No es maravillosa, cierto. Pero hay un esfuerzo por combinar diferentes historias, personajes e ideas, tratando al "enemigo" con respeto (aunque es imposible evitar darse cuenta que es una historia del "bando vencedor")... Actitudes que sólo en algunas películas americanas o europeas es posible de ver (el no demonizar a los republicanos parece que intenta transmitir cierta reconciliación o, al menos, veladísimo –la censura acechaba- reproche a tanta purga de postguerra, con remordimientos incluidos: Al fin y al cabo, como alguien dijo acertadamente, “en una guerra civil gana quien más mata”). Lazaga hizo un trabajo digno, sin contar con grandes medios las escenas de guerra son aceptables. Hay que recordar, como muy bien comentas, que la Guerra Civil Española no tuvo brillantes batallas a nivel estratégico... más bien hubo acciones de guerra con muchos muertos y un poco desorganizadas. Casi todo lo que se trató de preparar de antemano fracasó o siguió un camino imprevisto por los generales y comandantes (Batalla del Ebro, de Teruel, del Jarama... casi nada terminó como se pretendía inicialmente por cualquiera de los "bandos"). Creo que falla en que quiere contar demasiadas cosas en poco tiempo, pero tras visualizar este clásico del cine bélico nacional, me ha parecido una obra notable. En conjunto, una buena película bélica.


Comentarios:
Sobre lo de la lectura a la carta: Oí decir que era un truco muy usado entonces. Se ponía un muñeco de madera con uniforme y gorro arriba de la trinchera y se leía una carta en voz alta para llamar la atención de los francotiradores, en cuanto uno se delataba al disparar, nuestro francotirador le tiraba a él. Por eso ya en 1.937 nadie caía en ese truco. Como en “Posición Avanzada”, cuando el veterano sabe que no van a malgastar un proyectil en un único combatiente. De cualquier modo, no creo que un veterano se hubiera arriesgado. Siempre puede haber un "paco" novato que desconozca el truco…

Su mayor mérito es precisamente las escenas en que los nacionales se emborrachan de permiso (hay un precedente de soldados "alegres y bebidillos". Se trata de "Balarrasa", pero claro, luego tenemos la expiación de dicho comportamiento.): Sí, rompe los moldes de la época, pero a mí me parece, que, aquí sí, lo hace de un modo “abogadesco” como ya no convence silenciar esto, pintémoslo de modo que haga simpáticos a “los nuestros” o, al menos, que parezca natural…si os fijáis bien, veréis que es una táctica mucho más convincente que la “silenciar el hecho”. Con creces. Pero eso sí: algo tramposita.

Ciertamente la película hace muy bien en presentar a los personajes y así acercarlos al espectador. Lo malo es que los romances eran un poco cursis, incluso para la época. Quizás, si hubiera habido alguno más sombrío o clandestino. Algo parecido a lo que aparece en "Muerte de un Ciclista", por poner un ejemplo de 1.951, habría sido una obra más redonda.

La argucia en plan comando colombófilo para superar el examen de los Reinos de Taifas se encuentra en la mejor tradición de la picaresca universitaria, sin duda alguna (Tony Leblanc –mil veces imitado en este gag- podría ser un nuevo Hermano Marx).

La secuencia de las mulas pasando entre la tropa es una de las mejores de la película y nos dice lo que es verdaderamente una guerra. Atroz en su sencillez.

Y la imagen de las tropas, al fondo,  partiendo hacia el frente con un primer plano de la guitarra… Lo dice todo.

Me ha venido a la cabeza una de las mejores frases de la película. Es cuando Tony Leblanc pide algo de beber y el estudiante le dice que tiene agua. Entonces el gran Leblanc comenta: “No, agua no, que me han dicho que da mucha sed”.

Como detalle curioso, la escena inicial de la persecución de los pollos se verá de nuevo en “El Puente de Remagen” (John Guillermin, 1.969).

No le falta su punto gore (debe ser el color) al retratar las bajas en toda su crudeza y hemoglobina. La lucha cuerpo a cuerpo, con las bayonetas hincándose en la carne… Ni el mejor Peckinpah.

Es de reseñar la ironía con que se dirige Tony Leblanc a los artilleros, encabezados por un más que fugaz Manolo Zarzo (dejando entrever el pique entre Armas).

Se nota el revoloteo de la censura, sobre todo al desarrollar el recorrido guiado por la casa de Félix y Elisa, que termina –como no podía ser de otra manera- en el dormitorio. Pero en vez de saciar los meses de abstinencia en las trincheras, se dedican a elogiar la colcha del ajuar de mamá…

Y acabaremos citando la tan hispana costumbre de “leer la prensa”… Vds. ya me entienden (o me entenderán, tras ver la película).

FICHA TÉCNICA:
Director: Pedro Lazaga.
País: España.
Año: 1.960.
Duración: 113 minutos.
Guión: José Luis Dibildos (Novela: Rafael García Serrano).
Música: Antón García Abril.
Fotogrfía: Manuel Berenguer.
Protagonistas: Analía Gadé (Elisa), Tony Leblanc (Poli), Arturo Fernández (Comandante Félix Goñi), Laura Valenzuela (Julia), Ismael Merlo (Andrés), Julio Riscal (Miguel), Jesús Puente (Cabo Silvestre), Enrique Ávila (José), María Fernanda Ladrón de Guevara (Doña Julia), María Mahor (Nicky), Mabel Karr (Paloma), Juan Antonio Riquelme (Ramiro), Paloma Valdés (Lucía), Santiago Ríos (Capitán Lerma), Venancio Muro (Chimpa), Fernando Sánchez-Polack (Sargento Astenio) y Juan Calvo (Don Blas).

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