sábado, 23 de marzo de 2013

Adiestrando para sembrar la Paz



Debido a sus particulares características, el principal valor añadido de la Unión Europea para hacer frente a los retos de seguridad en el siglo XXI, tanto en la prevención de las crisis, en su gestión, como en la etapa post-conflicto o post-crisis, es su capacidad para afrontarlas desde una perspectiva o enfoque integral. Este enfoque integral, concepto en desarrollo actualmente en el Servicio Europeo de Acción Exterior, trata de aportar soluciones con el máximo nivel de flexibilidad, aglutinando en la resolución de los problemas de seguridad todos los instrumentos a disposición de la Unión: desde aquellos de carácter comunitario y preventivo como la Política de Vecindad, los Fondos Europeos para el Desarrollo, o el Instrumento para la Estabilidad, hasta los que están bajo el control del Consejo como la Política Común de Seguridad y Defensa, o los de carácter diplomático como el Servicio Europeo de Acción Exterior con su diplomacia preventiva.

La Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD), entendida como una pieza clave de la acción exterior de la Unión Europea, es la parte de la Política Exterior y de Seguridad Común que se plasma en la actuación planificada en el seno del Consejo, es decir, actuación intergubernamental, dirigida a gestionar eficazmente las crisis que se producen en la esfera internacional. La participación de la UE a través de la PCSD en diferentes escenarios constituye una expresión muy tangible del empeño de la UE en contribuir a la promoción y preservación de la paz y la estabilidad en el mundo, fortaleciendo su capacidad general para, en el marco de su estrategia de seguridad, responder a los retos en este ámbito con instrumentos de gestión de crisis civiles y militares. Sin embargo, los desafíos de seguridad aumentan cada día en número, complejidad y dimensión.

En consecuencia, la demanda para disponer de unas capacidades adecuadas con que gestionar las crisis resultantes de los retos de seguridad también aumenta. Por ello, y debido entre otras cosas a las limitaciones presupuestarias de todos los Estados, la Unión Europea debe optimizar los recursos a su disposición, tratando de hacer frente a los problemas desde su raíz. Si la UE es capaz de llevar a cabo misiones u operaciones de la PCSD en el marco de un enfoque integral frente a una determinada situación de crisis, las posibilidades de obtener resultados positivos y duraderos se verán notablemente incrementadas.

Las misiones de entrenamiento lanzadas por la UE, o aquellas de refuerzo y creación de determinadas capacidades, representan un buen ejemplo de cómo alcanzar resultados a medio y largo plazo a través de un número limitado de efectivos y medios. La finalidad de estas misiones es la de contribuir a fortalecer gobiernos débiles o a mejorar la buena gobernanza en el país, así como a reformar/modernizar sus Fuerzas Armadas y de Seguridad. En realidad, se trata de que sin recurrir a un gran despliegue de recursos materiales y humanos, se pueda hacer frente de manera eficaz a las amenazas e intereses de la Unión Europea en áreas, cuya desestabilización podría producir efectos si cabe más negativos y de mayor envergadura en el resto de la región, traduciéndose en crisis humanitarias, violación de Derechos Humanos y en violencia armada.

En este marco, la UE ha desplegado dos nuevas misiones de la PCSD en 2.012: una misión civil de asesoramiento, asistencia y adiestramiento en el Sahel, llamada EUCAP SAHEL Níger; centrada en las fuerzas de seguridad para reforzar las capacidades en la lucha contraterrorista y el crimen organizado, facilitando con ello el control del territorio por parte del Estado; y una misión para la creación de capacidades marítimas regionales en el Cuerno de África, denominada EUCAP Néstor. Ambas misiones contemplan una aproximación por fases en su puesta en práctica, basada en secuenciar las actividades en los países afectados. Además, está previsto desplegar otras dos misiones, una en Mali y otra en Libia, a lo largo de 2.013. La primera, llamada EUTM Mali, será de asesoramiento y entrenamiento a las Fuerzas Armadas de Mali, y la segunda lo será de ayuda al control de fronteras.

Si bien es verdad que este tipo de misiones, de pequeña entidad comparadas con operaciones militares en el marco de la OTAN o de Naciones Unidas, tendrían por sí solas un impacto estratégico limitado, lo realmente importante y lo que les concede un valor añadido es su aportación a la consecución con éxito de un objetivo de mucha mayor envergadura, al desarrollarse siempre encuadradas en el marco de una estrategia más amplia de la UE en la región. Es así como, con la única excepción de la posible misión de control de fronteras en Libia, EUTM Mali y EUCAP SAHEL Níger forman parte de la Estrategia para la Seguridad y el Desarrollo en el Sahel de la UE. De igual manera, en el Marco Estratégico de la Unión Europea para el Cuerno de África, en sus aspectos de gestión de crisis es donde encuentran su asiento la operación Atalanta de lucha contra la piratería, la misión EUTM Somalia de entrenamiento de las fuerzas de seguridad somalíes, y EUCAP Néstor, que como es natural, se suman a otros proyectos de desarrollo y de ayuda humanitaria de las instituciones europeas en la región. En el fondo, la UE no hace sino consolidar sus prioridades estratégicas para el futuro en el Sahel o en el Cuerno de África, reduciendo los efectos de la inseguridad en la región, bien poniendo fin a la piratería, o bien a través de misiones de asesoramiento y adiestramiento de Fuerzas Armadas y de Seguridad locales.

Desde que la Unión Europea llevó a cabo su primera misión en el ámbito de la PCSD mucho han cambiado las cosas. Su evidente capacidad para gestionar los instrumentos que tiene a su disposición: Diplomáticos, de desarrollo y de defensa, la convierten en una organización internacional única. Desde hace unos años, la UE viene incluyendo misiones PCSD en el marco de sus más amplias estrategias regionales, llegando a jugar un papel decisivo en ellas.

El reto para el futuro será el de mejorar aún más su capacidad de coordinar todos los instrumentos disponibles, tanto en Bruselas como sobre el terreno. Misiones del tipo de las reseñadas, con objetivos concretos y con un menor nivel de fuerzas sobre el terreno, parecen ser una buena vía hacia el éxito. De lo que no cabe duda, es que redundaría en una mayor visibilidad y buenos resultados prácticos de la acción exterior de la Unión Europea.

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