LOS OCHO
MAGNÍFICOS: LAUREADAS EN LA DIVISIÓN AZUL.
"Si en
el frente os encontráis a un soldado mal afeitado, sucio, con las botas rotas y
el uniforme desabrochado, cuadraos ante él: Es un héroe, es un español...".
General de Artillería Jürgens, Comandante
del XXXVIII Cuerpo de la Wehrmacht.
La II Guerra Mundial fue, para muchos españoles de uno u otro bando,
una continuación de la sangría que había asolado España años atrás. Ya
estuvieran enrolados en “La Nueve”
del general Leclerc o en la División
Azul de Muñoz Grandes, los españoles demostraron a todos que SABÍAN LUCHAR.
Aunque alguno ya llegó a Rusia luciendo la Laureada, como el Coronel Miguel
Rodrigo Martínez (ganada en Kudia-Tahar) -2º Jefe de la
División entre el 41 y principios del 42-, ocho nuevos militares grabaron su
nombre con letras de sangre y oro en el libro de Honor de San Fernando:
Estos son los ocho héroes:
El 17 de Febrero de 1.944, el general Asensio, ministro del Ejército, firmaba
la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando al soldado de Ingenieros Antonio
Ponte Anido en virtud del valor llevado hasta el sacrificio de la propia vida
durante la batalla de Krasny Bor, al estar comprendido su caso dentro de los
contemplados por el artículo 73 del Reglamento de la Orden.
ANTONIO PONTE ANIDO pertenecía a la tercera compañía de Zapadores donde prestaba
servicio como enlace a las órdenes directas de su jefe, el capitán Aramuburu
Topete.
Durante toda la
batalla arriesgó en infinidad de ocasiones su vida para cumplir su misión. El 10
de Febrero del 43, herido, observó cómo uno de los carros enemigos que
penetraba en las líneas causaba estragos en la retaguardia mientras los
voluntarios se veían incapaces de frenarlo. El blindado se encaminó hacia el Puesto
de Socorro, repleto de heridos, hacia donde apuntó su cañón. Ponte Anido no lo
pensó; cerca estaban también las municiones que indudablemente serían el
siguiente objetivo. El valiente guripa coge una mina Teller-43 y encamina sus
pasos hacia el blindado con -como dice el decreto- "un magnifico rasgo
de valor heroico y sublime abnegación". Con la mina pegada al cuerpo,
se lanza sobre las cadenas del T-34 volándolo, salvando así la vida de decenas
de compañeros.
El teniente JAIME GALIANA GARMILLA
al frente de su sección de asalto encontró la muerte el 22 de Octubre de 1.941
durante los ataques de Sitno. Por sus acciones fue propuesto para la Cruz
Laureada de San Fernando. Esta le fue concedida según el artículo 54 del
Reglamento de la Orden al adecuarse a los casos primero y sexto, el 5 de Diciembre
de 1.973. Los méritos aducidos fueron: "Encomendado el mando de la
Sección de Asalto del Regimiento 269 al teniente de Caballería don Jaime
Galiana Garmilla el mismo día en que su División entra en línea el 12 de
Octubre de 1.941 efectúa pequeños reconocimientos a vanguardia e intentando
diversos golpes de mano. El 18 del citado mes, hacia las dos horas, cruza al
frente de su Unidad, embarcada en botes neumáticos, el río Wolchow.
Descubierto por el
enemigo, tras tomar las oportunas medidas de seguridad para la tropa a sus
órdenes, acuerda llevar a efecto, personalmente, la misión recibida, para lo
cual acompañado por el cabo Mariano Díez de las Moras logra infiltrarse en las
posiciones enemigas, volando con una carga de explosivos un refugio, causando
gran número de bajas al enemigo. Al emprender el regreso bajo el fuego de las
armas enemigas, les sale al paso un adversario que al intentar apresarles y no
conseguirlo les arroja una granada de mano, cuya explosión causa la muerte de
éste y secciona el pie izquierdo al cabo Díez que queda en tierra sin sentido.
El teniente Galiana, milagrosamente ileso, carga al cabo, no obstante creerle
muerto, y llega hasta el lugar donde se encuentra la sección con la que regresa
a nuestra líneas, haciéndose constar que mientras el cabo era fuerte y
corpulento el teniente Galiana era de complexión física débil.
Después de una
serie de actuaciones en golpes de mano reconocidos, éstos culminan en su
actuación en el hecho de armas llevado a cabo el 22 del aludido mes, en que
para proseguir el avance ya iniciado se ordena la ocupación de los pueblos de
Russa y Sitno.
Iniciada la
progresión, unos nidos de ametralladoras enterradas en el saliente de un bosque
impiden todo el avance por el número de bajas que ocasionan en nuestra filas,
por lo que el teniente Galiana solicita reiteradamente el honor de asaltarlas;
concedido, se lanza al frente de su sección, que queda casi aniquilada, contra
las posiciones ocupadas por dichas armas de las que se apodera después de una
valiente lucha cuerpo a cuerpo y en la que encuentra gloriosa muerte, logrando
con su acción la reanudación del avance del Regimiento y con ellos la ocupación
de los objetivos señalados”.
Galiana fue
propuesto por esta acción para la Laureada de San Fernando.
“Con soldados
así se va a todas partes”, escribe Esparza, quien inmediatamente pide
recompensas para sus hombres, que Muñoz Grandes haría realidad inmediatamente.
“La 25a
División española se ha batido en su primer encuentro con el enemigo, bajo mis
órdenes, de una manera admirable”, escribía Von Roques, teniente general
alemán, en la Orden del Día del 23 de Octubre de 1.941.
El cabo GENEROSO RAMOS VÁZQUEZ se
encontraba el 4 de Diciembre del 41 guarneciendo una posición avanzada con
siete hombres. Contra ellos se lanza prácticamente por sorpresa la marea
soviética. Todos sus compañeros han caído. No se pueden enviar refuerzos. Solo
en la posición, decide resistir: Acumula cuantas bombas de mano encuentra y con
ellas rechaza una y otra vez al enemigo…. Los refuerzos llegan por la noche,
pero nuevamente sus compañeros caen en los ataques y, de nuevo, únicamente quedan
en pie él y un soldado. Nuevos hombres llegan a cubrir las bajas. El cabo
Generoso está milagrosamente ileso pero la tensión ha sido enorme, está
enfermo. Sus hombres tratan de hacerle descansar en el pequeño refugio pero él
se niega. Los días 6 y 7 sufren nuevos ataques en los que aquel hombre derrocha
valor. Anima a sus compañeros y cuando es necesario abandona la posición y se lanza
contra el enemigo. El 7 de Diciembre una bomba siega definitivamente su vida…
El 1 de Diciembre
de 1.944 le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando.
Y es que en Possad
los voluntarios españoles escribieron para los anales de la Historia militar una
heroica y brillante página a miles de kilómetros de su Patria, en las heladas
estepas rusas.
El cabo D. JOSÉ PÉREZ CASTRO, nació el día 8 de Noviembre de 1.917 en la
localidad de La Guardia provincia de Pontevedra, procedía de las Milicias de Vigo,
perteneciente a la 78a Compañía del 11o Batallón del
Regimiento 262 (Pimentel), que mandaba el capitán D. Guillermo Quintana Lacaci.
Este cabo, que por su elevado espíritu y valor extraordinario, puesto de
relieve en cuantas operaciones tomó parte había sido designado por su capitán
para mandar un grupo de siete hombres que constituían la reserva de aquella
Unidad, recibió la orden de ir a reforzar con dicho grupo una de las
avanzadillas de la misma, en el sector norte de Possad, que era atacada con gran
energía por el enemigo, establecido a sesenta metros de distancia. El cabo
Pérez Castro, al frente de sus hombres, contraatacó, haciendo nueve prisioneros
y más de 40 muertos, poniendo en fuga al resto de los enemigos y capturando dos
ametralladoras, cuatro lanzallamas, armas automáticas y ligeras, y granadas de
mano al propio tiempo que ocupaba la base de partida de aquéllos.
Durante la jornada
siguiente deshizo numerosos intentos contrarios efectuados para recuperar la
posición perdida, dando ejemplo con su arrojo personal de absoluto desprecio de
la vida. Atacada de nuevo en las primeras horas de la noche del día 6 de Diciembre
de 1.941, el cabo Pérez Castro, después de defenderla hasta la madrugada con el
tesón y heroísmo de siempre, sucumbió gloriosamente con toda su pequeña
guarnición, a excepción de un soldado que poco antes había sido evacuado por estar
herido…
Le fue concedida
la Laureada de San Fernando por D.O. de 22 de agosto de 1.944, núm. 187. Orden
de 14 de Agosto de 1.944.
El 22 de Enero de 1.954, es decir, trece años después de que transcurriesen los
hechos, le fue concedida al alférez JOSÉ
RUBIO MOSCOSO la Cruz Laureada de San Fernando por su heroica actuación al
frente de sus hombres en la defensa, hasta la muerte, de la posición "La
Intermedia". Los méritos citados fueron: “El 27 de Diciembre de 1.941,
fuerzas del Ejército soviético con manifiesta superioridad de medios,
desencadenaron un fuerte ataque sobre el Centro de Resistencia, guarnecido por
el 2º Batallón del Regimiento 269o de la División Española de
Voluntarios en el sector de Udarnik. El alférez don José Rubio Moscoso mandaba
la denominada "Posición Intermedia", punto clave del despliegue
defensivo, cuya conservación se consideraba necesaria a toda costa. La
guarnición de la referida posición, constituida por 20 hombres, fue atacada por
fuerzas abrumadoramente superiores del enemigo, que ejerció sobre ella su
máximo esfuerzo. La "Posición Intermedia" ofreció tenaz y heroica
resistencia a los continuados ataques enemigos. Durante la lucha el alférez
Rubio Moscoso expresó a su comandante la decisión de mantener fuertemente la
posición en la que morirían todos sus defensores antes de retroceder un paso.
Continuó la resistencia con extraordinaria dureza, no obstante las bajas que
continuamente iban disminuyendo el número de defensores, y minutos antes de
morir, cuando ya eran 18 el número de bajas, el alférez Rubio Moscoso expone
por radio al general de la División su defensa sin vacilaciones, exaltando el
heroísmo de su gente y haciendo constar su decisión de continuar hasta el fin.
Poco después, y en cuerpo a cuerpo, muere el alférez Rubio Moscoso, con los
últimos y escasos hombres que quedaban con vida a sus órdenes pero en la acción
dejó más de 200 muertos al enemigo, que como represalia, clavó en el suelo con
los útiles de zapador los cadáveres de los heroicos defensores. El heroísmo del
alférez Rubio Moscoso y su elevado espíritu militar, que supo inculcar a sus
hombres, llegando todos a morir antes que entregar la posición tuvo influencia
decisiva en el éxito final del combate, consiguiendo con su sacrificio
dificultar la progresión del ataque enemigo, dando tiempo al Mando de la
División para concentrar fuerzas y realizar el contraataque con pleno éxito”.
El 20 de Abril de 1.944 de acuerdo con el Reglamento de la Real y Militar Orden
de San Fernando le era concedida al capitán SALVADOR MASIP BENDICHO la más preciada condecoración del Ejército
español por su actuación el día 22 de Enero de 1.943 al frente de la Séptima Compañía
del 2º Batallón del 269 Regimiento de Granaderos en Rusia. Según el expediente
instruido por el Juez Instructor del Juicio contradictorio los méritos de este
bravo oficial fueron:
De lo actuado
aprecié que sobre las veintidós horas del día veintiuno de enero del año en
curso, el capitán Masip al mando de la Séptima Compañía del Segundo Batallón
del Regimiento de Granaderos número 269, recibe órdenes de relevar a unas
fuerzas alemanas que defienden el sector situado al sur del lago Ladoga,
efectuándose este relevo con una rapidez extraordinaria.
El terreno
asignado a la Compañía carece en absoluto de fortificación, no existiendo
trincheras, parapetos, ni abrigos para la tropa, así como tampoco existe línea
que delimite el frente. El terreno se presta a las emboscadas, dada la
configuración del terreno, cubierto de bosque, que impedía el enlace visual
pero que favorecía los golpes de mano. El efectivo de armas y el personal es
insuficiente para cubrir el frente asignado, que se halla interrumpido por una
infiltración enemiga en el flanco izquierdo de la Compañía, que es el derecho
del Batallón, y con el que no existe contacto. El capitán Masip tiene una clara
visión de la difícil situación en que queda la Compañía, pero consciente de la
misión encomendada, recorre una y otra vez sus unidades, pasando por zonas
enemigas y estudiando la situación de cada puesto y el emplazamiento de cada
arma automática. La fuerza propia se halla bastante agotada debido a la marcha
realizada hasta llegar a las posiciones, habiendo soportado las más bajas
temperaturas, no siendo posible ingerir ninguna clase de alimentos, por
hallarse estos helados. A pesar de ello se conserva una magnifica moral y bajo
la dirección y colaboración del capitán Masip, los divisionarios improvisan con
troncos y montones de nieve parapetos y emplazamientos para las armas
automáticas.
El Capitán Masip observa
el movimiento de fuerzas enemigas y ante la proximidad del ataque, mantiene a
sus soldados en alerta constante, animándoles con su ejemplo. Personalmente
descubre un ruso, que agazapado entre las dos líneas mantiene comunicación
telefónica con su campo; no transcurre mucho tiempo en hacerle prisionero el
propio capitán Masip y conducido al búnker de éste es convenientemente
interrogado. Próximamente, al amanecer del 22 de Enero hace aparición la
aviación enemiga y unas dos horas más tarde la artillería, máquinas de
acompañamiento y los temidos lanzacohetes Katiusha (los apodados “Órganos de
Stalin”) del enemigo aceleran el ritmo de fuego que acompasadamente han
mantenido desde la entrada de las fuerzas propias en el sector y terminan
desencadenando una fortísima preparación de artillería.
La cercana
explosión de un proyectil hiere en la sien al capitán Masip cuando éste recorre
los puestos acompañado por el cabo de enlace, no concediendo el capitán importancia
alguna a esta herida (hecho únicamente conocido gracias a la declaración del
cabo de enlace).
Concluida la
preparación artillera, el enemigo lanza a su infantería (con una superioridad
numérica sobre los defensores de 10 contra 1), que canaliza sus ataques
sucesivamente en dirección frontal y sobre el flanco izquierdo de la Compañía,
consiguiendo gran aproximación a las posiciones; el arrojo y coraje de las
fuerzas propias es tal, que a pesar de que el enemigo es infinitamente superior
y realiza sus asaltos en sucesivas oleadas, es rechazado en cuantas ocasiones
trata de infiltrarse, dejando el campo sembrado de cadáveres. El enemigo nos
desfallece y tras unos minutos de tregua, insiste en sus ataques, en nuevas
oleadas y gran lujo de armas automáticas, desviando esta vez el ataque de
derecha a izquierda al encontrar resistencia; el hábil emplazamiento de las MG.´s
propias contiene el ataque enemigo que amenaza incluso atacar del revés. Las
escenas de heroísmo se producen constantemente, cae herido el servidor de una
ametralladora ligera y el capitán Masip le suple haciendo fuego con dicha arma,
recibe un balazo en el ojo izquierdo que le produce gran hemorragia. Ante la
insistencia con que sus soldados le aconsejan la evacuación, el capitán Masip
se niega rotundamente a ello y -curado ligeramente- prosigue la lucha como uno
más, derrochando extraordinario valor.
El capitán Masip
atiende constantemente los puestos de mayor peligro; viendo que un servidor de una
MG-34 no se ha percibido de la proximidad de un grupo asaltante; le arrebata el
fusil y, haciendo fuego, desbarata el avance, recibiendo un nuevo balazo en la
pierna herida, pero se niega rotundamente a ser evacuado. Sobrepuesto al dolor
que sus heridas le producen, continúa alentando a sus hombres, que enardecidos
y admirados por su heroico comportamiento defienden tenazmente las posiciones.
Sin previo aviso las dos máquinas alemanas se retiran y Masip trata de sustituirlas
con un fusil ametrallador.
La potencia del
fuego propio ha disminuido; el enemigo ha sufrido enormes pérdidas, pero
machacada la segunda sección por la última preparación artillera, abre brecha
por dicho punto y por su superioridad numérica aniquila a esta unidad en la que
muere heroicamente el alférez que la manda ya la casi totalidad de los hombres.
El capitán Masip sabe aprovechar una breve tregua y bajo su dirección se
construye un parapeto que constituye una defensa en círculo ante el ataque
inminente. Otra preparación enemiga reduce el número de defensores que resisten
un nuevo ataque, quedando los soviéticos pegados al terreno a apenas 20 metros.
El capitán Masip en un esfuerzo sobrehumano se aproxima al teniente Martín Castro
para hacerse más fuerte en la defensa, ordenando construir un parapeto circular
como última resistencia. Unos diez rusos inician el asalto y el capitán, en un
último alarde de valor y serenidad, se incorpora para lanzar la última granada
que queda, ordenando sean caladas las bayonetas, pero una bala enemiga arrebata
la vida a este valeroso capitán, que en un holocausto de su honor militar ha
preferido la muerte que el retroceso de un solo paso, no evacuándose a pesar de
varias heridas y manteniendo con férrea voluntad el terreno asignado. No
obstante la enorme superioridad del enemigo, su moral no se quebrantó en ningún
momento.
El capitán MANUEL RUÍZ DE HUIDOBRO obtuvo
la Cruz Laureada de San Fernando el día 10 de Febrero de 1.943 al frente de su
tercera compañía del 262 Regimiento de la División Azul. Esta le fue concedida
al estar comprendida su acción en el caso segundo del artículo 49 del
Reglamento de la orden. Según el expediente contradictorio sus méritos fueron:
El capitán don
Manuel Ruíz de Huidobro Alzurena cubría, con su Compañía, constituida por 120
hombres, un frente de unos dos kilómetros, cuando uno de sus oficiales le
informó que en un bosque inmediato a la posición se habían oído ciertos ruidos
al parecer por movimientos de carros de combate, informe cuya veracidad corroboró
el propio capitán. Iniciada por el enemigo, al poco tiempo, intensa preparación
artillera que fue seguida del avance de fuertes contingentes de infantería, se
traslada el observatorio de su Compañía, situando en el mismo -como reserva
móvil- 10 hombres de antitanques. Huidobro recorre la posición alentando a sus
soldados y les recomienda que permanezcan tendidos en el fondo de la trinchera
mientras continúa el fuego artillero del contrario, en espera de sus órdenes.
Se dirige después al observatorio de antitanques y, al comprobar la presencia
de fuertes contingentes enemigos en el citado bosque, establece allí su puesto
de mando, instalando el equipo de radio.
En estos comienzos
del ataque comunica al jefe del Batallón que no había novedad en la posición a
su cargo. Más tarde, comunicó por radio el siguiente parte: "El enemigo
ataca en grandes masas. Barrera de artillería delante de la posición y sobre el
bosque". Este primer ataque fue rechazado brillantemente, con nutrido
fuego de fusilería y armas automáticas. Un nuevo ataque, ejecutado con mayor
intensidad, es rechazado de igual modo; pero en el tercer asalto, apoyado por
lanzallamas, el enemigo consiguió rebasar la linde del bosque, sin que por ello
decayese ni por un momento el elevado espíritu del capitán Ruíz de Huidobro,
quien transmite al jefe del Batallón otro mensaje. Sale luego del observatorio
y, con extraordinaria serenidad, recorre sus puestos, anima a la tropa con su
ejemplo, arengándola enérgicamente, y reúne en torno suyo algunos soldados de
una Compañía continua que había sido arrollada en parte por el fuerte ataque
adversario, el cual avanzaba ya por el flanco derecho de la posición a cargo
del capitán Ruíz de Huidobro. Este, ante el desconcierto y la amenaza que
suponía el haber quedado descubierto uno de sus flancos, redobla su esfuerzo
para organizar defensivamente el nuevo frente y, siendo, como siempre, el
primero en el ejemplo, se sube encima de la trinchera, no obstante el
intensísimo fuego enemigo, para desde allí ordenar el despliegue necesario.
Los
soldados, comprendiendo lo indispensable que en aquellos momentos le era su
capitán, le instaban a que bajase de la trinchera, pero él continuaba en el
sitio elegido para dirigir tan tenaz defensa, electrizando a su gente con frases
de aliento y patriotismo "¡Que somos españoles! ¡Esto no es nada...No
han de pasar!" Los soldados le instan para que abandone lo alto de la
trinchera e incluso el alférez Duque, de antitanques, se sube al parapeto para
ello, logrando que el capitán baje al fin, tras mutuo forcejeo y empujones.
Inmediatamente se cubre el flanco y establecen los dos frentes cubriendo la
rotura de la línea, mandando que ocupara el teniente Borque unas ruinas
situadas frente al búnker de mando. No dejó un sólo momento de alentar a la
gente, recorriendo las posiciones y recomendando el ahorro de municiones, para
lo cual llegó a prohibir se disparase más que sobre blanco seguro. En estas
condiciones rechazó dos veces al enemigo y en un tercer ataque, al Oeste de la
posición, por el bosquecillo que lo limitaba, éste sintió cinco hombres armados
de lanzallamas junto a un tanque destruido. El capitán Huidobro cursó su último
parte oficial: "El enemigo continúa atacando en grandes masas; barrera
de artillería delante de la posición. Moral elevada. Sin novedad"… Al
poco, la lucha ya era cuerpo a cuerpo. Durante estos combates, el capitán De
Huidobro caía herido mortalmente por un disparo en el cuello, empleando sus
últimas palabras en alentar a la gente y exhortándoles a que se mantuviesen
fuertes defendiendo la posición.
Al para siempre “Capitán TEODORO
PALACIOS CUETO” le fue concedida la Laureada de San Fernando por su
comportamiento durante la batalla de Krasny Bor. En realidad la Laureada
premiaba su heroico comportamiento como prisionero durante once años en la
URSS. Sus méritos se acogían a los artículos primero y segundo, al 50 del caso
tercero, al 51 del caso 4º y 12 al 54 del caso 1º y 5º.
Los citados
méritos recogidos fueron:
Informado de la
inminencia del ataque, el capitán Palacios adoptó cuantas disposiciones eran
precisas para defender con la mayor eficacia su posición ordenó el
municionamiento, tuvo en cuenta los más mínimos detalles sobre la situación de
las armas, distribución del rancho frío y descanso del personal, exhortó muy
especialmente a todos a que cumplieran con su deber y concretó que la orden era
resistir hasta morir.
A las siete de la
mañana del día 10 comenzó la preparación artillera, con una intensidad y
violencia extraordinarias, que duró dos horas, en la que tomaron parte 187
baterías enemigas y dejó destruida toda clase de defensas. Durante esta
preparación el capitán Palacios ordenó la protección de sus armas automáticas
para evitar su destrucción, cosa que fue conseguida gracias a sus disposiciones.
Después del primer
período intensivo de la preparación, iniciaron el primer ataque los carros de
combate y la infantería rusa que fueron rechazados. Sucesivamente se fueron
produciendo nuevos ataques que en oleadas fue lanzando el enemigo, con abrumadora
superioridad de medios y hombres. A pesar de la denodada resistencia de las
fuerzas españolas, a las diez treinta horas habían sido aniquilados el primer
batallón...que ocupaba el flanco derecho de la 5ª Compañía. Del Batallón 250
sólo se conservó una posición a cuatro kilómetros de la que ocupaba el capitán
Palacios que con los supervivientes de su Compañía quedó totalmente cercado por
el enemigo. En estas condiciones continuó resistiendo los incesantes ataques
del enemigo, al que causó numerosísimas bajas y le impidió usar la carretera
que desde Kolpino penetraba en la retaguardia hacia Krasny Bor, cuya
utilización por el enemigo hubiera puesto en grave riesgo el frente propio. Los
rusos atacaban una y otra vez, apoyados por carros de combate, artillería y
aviación. Esta última fue utilizada ante la resistencia que oponía el capitán
Palacios, que les impedía ocupar la carretera de Kolpino, punto clave del
ataque enemigo. La intensidad del ataque hizo que quedasen destruidas todas las
armas automáticas. Fueron aniquiladas totalmente la 1ª y 2ª secciones. En la
posición del capitán quedaron 10 hombres pertenecientes a la Plana y 30 de la
tercera sección, más cuatro recuperados de otras secciones. De éstos, 30 fueron
bajas por heridas o muerte al principio del combate, y aun de los 14 que
quedaron al final solo tres no padecieron heridas, siendo los demás heridos
menos graves o contusos. En total, hay que calcular en el 90 % de bajas
sufridas.
Durante el
combate, el capitán Palacios utilizó todos los recursos de su ingenio y
conocimientos para mantener la moral de sus tropas, siempre estuvo en los
sitios de mayor peligro y demostró poseer un valor heroico y extraordinarias
dotes de mando, que hicieron posible tan prolongada resistencia. A las dieciséis
treinta horas, agotadas las municiones hasta el último cartucho, tras haber
causado un elevadísimo número de bajas al enemigo y después de nueve horas de
combate, fue hecho prisionero con un pequeño grupo de supervivientes, en cuya
situación permaneció durante once años hasta su regreso a la Patria, dando en
todo momento ejemplo de las más altas virtudes castrenses.
Fue la única
laureada no concedida a título póstumo.
Para saber más:
Recomendamos
efusivamente el Blog http://memoriablau
Un magnífico Vademécum sobre la División Azul.
"Son
indisciplinados, pero no he visto soldados más valientes. Aún no han cedido un
palmo de terreno. Yo sé que los nuestros están tranquilos cuando tienen a los
españoles de vecinos de sector".
Genial, unos tipos duros de matar. Verdaderos héroes.
ResponderEliminarRealmente heroico, no como el gallina del General Enrique Líster que en sus checas abrasó a tantos y tantos españoles inocentes.
ResponderEliminarAparte del coronel Miguel Rodrigo, tambien era Cruz Laureada de San Fernando y Medalla Militar ambas individuales el Tte.Coronel Mariano Gomez de Zamalloa el heroe del Pingarron, 2° jefe del Regimiento 262 de la DEV. 1941-1942.
ResponderEliminarSon un ejemplo para todos, siempre estarán en nuestros corazones. ¡¡¡VIVA LA GLORIOSA DIVISION AZUL!!!
ResponderEliminarHonor y Gloria a los caídos por Dios y por España.
ResponderEliminarGloria a los valientes divisionarios
EliminarSencillamente no son Historia son Leyenda, Honor y Gloria a la División Azul o 250 WH.
ResponderEliminarEmocionante... no bastan las palabras
ResponderEliminarNuestros soldados eran y son unos auténticos combatientes, por no decir héroes, pues sacan lo mejor del ser español....tanto en las frías estepas rusas como en los áridos desiertos de afganistan....da lo mismo que sea combatiendo como ayudando a civiles......
ResponderEliminarHonor y gloria al soldado español.