“La
13 Demi-Brigade de la Legión Extranjera estaba integrada, en particular, por
unos 900 españoles, morenos, alborotadores, difíciles de mandar… Pero de una
valentía extraordinaria" (General Béthouart).
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Emblema Legión 13 |
Es muy poco conocida la intervención de los republicanos españoles en la
batalla de Narvik, en 1.940. En España, por razones obvias no se dio publicidad
al episodio y los franceses, por su parte, no estaban demasiado interesados en
resaltar que unos derrotados republicanos españoles les estaban sacando las
castañas del fuego mientras otros franceses asistían y aplaudían los paseos
militares de los alemanes por su patria. En la batalla de Narvik actuarían dos
batallones de la más tarde famosa 13ª Semibrigada de la Legión Extranjera
Francesa. La mitad de sus efectivos eran republicanos españoles veteranos de la
Guerra de España: Un millar de hombres lucharon con bravura contra los nazis,
de los que casi la mitad quedarían para siempre por tierras noruegas….
Un año después de cruzar la
frontera franco-española, centenares de supervivientes del Ejército Republicano
español -que se enrolaron en la Legión Extranjera, para poder salir de los
campos de concentración franceses- formaban parte de un contingente militar que
se organizaba en Sidi-bel-Abbés, en Argelia, destinados a enfrentarse según se
rumoreaba con las tropas rusas que atacaban Finlandia, en el invierno de 1.940.
Aquella situación, en la serie de contradicciones que tuvo II Guerra Mundial
para el mundo en general y para los españoles en particular, logró evitarse
debido a otros acontecimientos imprevistos.
La 13 Demi-Brigada (13
DBLE) de la Legión
Extranjera fue creada en Febrero de 1.940. Era un Regimiento de infantería
con dos batallones y una Sección Motorizada, en total, cerca de 2.000 hombres,
la mayor parte de los cuales eran voluntarios españoles. El General Bethouart,
que mandaría la expedición francesa a Noruega, en la que la 13DB recibió el
bautismo de fuego, dice que había 500 españoles. Eduardo Pons Prades cita que
eran casi la mitad, es decir, unos 1.000 y que cerca de 500 resultaron muertos.
El testimonio de los antiguos mandos franceses de la Unidad habla de que, con
la incorporación de los españoles se creó un espíritu de camaradería entre
oficiales, suboficiales y tropa, absolutamente desconocido hasta entonces en la
Legión, así como una quiebra de la disciplina legionaria tradicional, sin que
esto supusiera una merma en la eficacia combativa…
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Alpenjäger |
El Consejo Supremo Interaliado había decidido una operación de ocupación de
puertos noruegos, sobre todo Narvik, en el extremo norte de Escandinavia, por
dónde se embarcaba el hierro de las minas de Suecia con destino a Alemania. Pero
el III Reich fue más rápido y se adelantó: En la mañana del 9 de Abril de 1.940, los
alemanes anunciaron la ocupación de Dinamarca y Noruega con el propósito de “asegurar
la neutralidad de ambas naciones”. Así que el Consejo se reunió con
urgencia y optó por apoyar incondicionalmente a los países atacados. Los Cuerpos
expedicionarios británico y francés ayudarían a las fuerzas noruegas en un
intento de recuperar el territorio ocupado por la Werhmacht, pero ante la
enorme superioridad enemiga, la operación aliada debió concentrarse
exclusivamente en la reconquista de la zona septentrional del país, donde se
localizaba Narvik. Los
alemanes fortificaron los puntos estratégicos de la costa noruega y emplazaron
su artillería y ametralladoras en los fiordos más sobresalientes del país. En
Londres, el Primer Ministro Neville Chamberlain, confirmaba, en un discurso
ante los diputados ingleses, la gravedad del momento.
Al amanecer del día 10 de Abril,
destructores ingleses atacaron a los alemanes que ocupaban Noruega. El
almirantazgo británico facilitó un comunicado negativo. Era la primera batalla
naval entre ingleses y alemanes, y la superioridad nazi causó la pérdida de
muchas vidas, material de guerra y el hundimiento del destructor «Hunter», que
había participado en la vigilancia de la costa española en 1.936.
Con media Europa ocupada
por los nazis, la neutralidad de los Estados Unidos, el fraude militar conocido
por el pacto de “no agresión” entre Rusia y Alemania, y el preludio de la
retirada de las fuerzas francesas de sus principales defensas, incluyendo la
línea Maginot, con sus mandos y su Gobierno en desbandada, la situación obligó
a los ingleses a deshacerse de Chamberlain primero, y con Churchill, al frente
del Gobierno, emprender la reconquista de los países ocupados por los nazis.
Los exiliados españoles ofrecían las mejores garantías en la lucha contra el
fascismo. Los acontecimientos posteriores lo confirmaron.
A mediados de Febrero, de
aquel año, tres cruceros franceses transportaban la expedición militar de
legionarios organizada en Sidi-bel-Abbés.
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Mapa Narvik |
La mayoría de estos hombres
eran españoles... De Oran fueron a Marsella, y desde allí, se les destinó a las
montañas fronterizas con Suiza. Alguien, militar o diplomáticamente bien
situado, tenía sus proyectos. Los españoles se ejercitaban por los picos
alpinos. Así estuvieron hasta que regresaron a Francia, embarcando el día 12 de
Abril de 1.940, en el puerto de Brest, a bordo del “Villa de Argel”. A
los expedicionarios se les agregaron fuerzas regulares francesas, formándose en
aquella ocasión la famosa “Demi-Brigade” de la Legión Extranjera, que tanto se
distinguió en Noruega.
Una colisión con otro buque
les obligó a hacer escala en Liverpool, en donde la población inglesa les
tributó un inolvidable recibimiento. Salieron del puerto entre los días 18 al
20 de Abril, escoltados por la escuadra británica, entre cuyos navíos figuraba
el portaaviones “Glorious”, hundido poco después. Dos semanas más tarde,
llegaron a las aguas noruegas, penetrando sigilosamente sin encontrar
resistencia, hasta que fueron sorprendidos por un avión alemán que descargó sus
bombas sobre los expedicionarios. El día 3 de mayo empezaron a contarse las
víctimas antifascistas, entre ellos, los españoles Aniceto Carrillo y Emilio
Rodríguez, y el polaco Antoine Bogdanski. A la mañana siguiente, se
identificaba a otro español muerto: Francisco Forniales. Durante seis días
estuvieron los españoles desembarcando material de guerra y equipos militares
que almacenaron en las barracas habilitadas al efecto cerca del fiordo y en la
falda de la montaña. Lo que no habían conseguido los ingleses en su primer
encuentro con los alemanes, lo lograban los expedicionarios de la Demi-Brigade.
El almirante inglés Sir W.
M. James, en su obra “The British Navies in the Second World Mar”,
confirma que la Legión Extranjera desembarcó el 8 de Mayo en Herjangs Fjord,
siendo objeto de bombardeo aéreo y de los disparos de la artillería costera
inutilizando el enemigo a más de doce buques de guerra, transportes y barcos de
carga; entre los hundidos figuraba el crucero “Curlew”.
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Alpenjäger |
La operación militar empezó
e medianoche. Las aguas eran perturbadas por el movimiento pesado de los buques
mercantes cargados de material de guerra y soldados. La flota inglesa les
protegía. A los cañonazos de los buques de guerra respondieron los alemanes.
Pusieron en juego todo su dispositivo artillero. De pronto, el litoral costero
empezó a arder. El cielo rojo, y roja el agua por el reflejo del fuego.
Amontonados en enormes barcazas fueron lanzados los expedicionarios al asalto y
conquista de Bjerkvik. Las balas silbaban por encima y los lados de los
españoles. Los obuses enemigos que no hacían blanco removían el mar y
levantaban pirámides de agua. Los que alcanzaban su objetivo destrozaban barcas
y cuerpos. Muchos hombres desaparecieron, entre ellos, varios españoles,
tragados por las aguas revueltas. Otros fueron identificados y enterrados
después: Juan Garrido, Clemente Belsa, Emilio Blanc, Juan Lozano...
“...También
había algo que era una novedad en la Legión: un fuerte contingente de
españoles, desterrados políticos. Según ciertos testimonios, su irrupción había
dado cierto matiz al clima legionario. Disciplinados, aguantadores, aceptaban
la dura instrucción de Bel Abbés, pero esos españoles, manteniéndose codo a
codo en una solidaridad excepcional, habían hecho comprender a algunos
suboficiales, un poco demasiado estilo antiguo régimen, que la época de las
bromas pesadas había pasado sin retribución ya había pasado.
Buen número de
oficiales les había visto con desconfianza, llamándolos “los comunistas”, y
hasta lamentándose de que se les hubiese llevado a Noruega. Sin embargo, estos
rojos o ex rojos, dignos herederos de las virtudes militares de su raza, se
batieron como leones en las sierras cubiertas de nieve de Noruega.” ...“La
mayor parte de los grandes convoyes de tropas, de armas y material ya habían
zarpado de Narvik, y ahora constituía la retaguardia la Legión que estaba
embarcándose.
En el rostro de
estos hombres se veía una expresión de desdeñosa indiferencia. Pero algunos
eran la excepción: los acemileros, españoles en su mayor parte. Los británicos
se negaban a reembarcar los mulos: no había tiempo ni espacio para ello y los
británicos tenían ganas de salir zumbando de allí. Los acemileros
desconsolados, abrazaban el cuello de sus bestias, les decían palabras
cariñosas. Esos mismos hombres habían avanzado lanzando granadas en medio de la
carnicería de Bjervik. Algunos lloraban al abandonar su acémila. Luego, los
transportes y los buques de guerra se alejaron” (George Blond
“La Legion Etrangiere”).
La batalla duró media hora.
Treinta minutos indescriptibles, en los cuales no había tiempo para besar la
fotografía de la madre, la esposa o el hijo que había quedado en España. Media
hora sin tregua para pensar; ni tan siquiera para dejar correr una lágrima. En
la guerra no hay tiempo para llorar, y los españoles tenían secos sus ojos,
después de tanto sacrificio.
Cuando llegaron a la costa
empezó el desembarco de efectivos (en lo que fue el primer desembarco de
fuerzas, bajo fuego enemigo de la II Guerra Mundial) y la persecución de los
nazis. Había que cruzar más ríos y escalar montañas. Los legionarios tuvieron
que combatir en la ofensiva por terrenos muy escarpados, fáciles de defender y
frente a unidades alemanas de montaña (los alpenjäger) muy escogidas. Los
defensores de Bjerkvik desarrollaron una feroz resistencia y el desembarco y
posterior avance hacia Narvik costó muchas bajas a la 13DB. El ayudante de una
de las secciones de españoles encargó a un joven checo y a otro español la
misión de guías, El español -un cenetista aragonés-, Manuel Espallargas,
llevaba encima el dolor de haber perdido a su esposa, fusilada en España…
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Combates |
Detrás de estos dos hombres
iba la sección, luchando contra las inclemencias del terreno y el agua helada.
Un testigo, el capitán francés Pierre O. Lapie, condecorado con la Cruz de
Guerra por su comportamiento militar en Noruega nos dice: “Los españoles
reconocían en aquellos caminos tortuosos algo parecido a sus propias sierras.
Saltaban de un lado para otro como tigres y nunca parecían estar agotados. Si
hubo algunos oficiales que tuvieron aprensión de aceptar en la Legión —creyendo
eran comunistas— a los republicanos españoles, ahora estaban orgullosos y
satisfechos de su espíritu de lucha. Un ejemplo fue el caso del joven español
que atacó y conquistó una posición de ametralladoras de los alemanes en
Elvegaard” (“With the Foreign Legion at Narvik”).
El joven checo y el
español, separados por unos cincuenta metros de distancia lograron alcanzar la
otra orilla del río. Una ametralladora enemiga les fue persiguiendo todo el
camino, revolviendo las aguas del río primero y la tierra después. La sección
les seguía. Al alcanzar ésta la pasarela resultaron varios heridos y un español
muerto. Al llegar a la cúspide de la montaña se encontraron cara a cara con los
alemanes, apoyados por un nido de ametralladoras. El asalto duró casi diez
horas, muriendo un español llamado Mérida; los alemanes se rindieron. Tras
breve descanso, prosiguieron el avance hacia las altas montañas todas cubiertas
de nieve. A las tres horas de marcha descubrieron un lago helado que había
servido de campo de aterrizaje de la aviación enemiga. Encontraron doce
trimotores Junkers abandonados y armamento suelto. Sin tomarse ningún descanso,
siguieron escalando. Cargados con armas y provisiones. Físicamente destrozados,
cinco horas después, llegaron a lo alto de la montaña. No era el cielo, pero se
hizo el milagro: en la cima más alta que domina Narvik había hombres.
Guerrilleros noruegos, protegidos por la altura. Estaban allí desde el primer
momento de la invasión alemana, y era la primera vez que resistentes y
liberadores lograban confraternizar. Los primeros en establecer enlace y
abrazar a los guerrilleros noruegos fueron los españoles Espallargas, Queralt y
el ayudante de la sección.
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Plano Narvik |
Tras de asegurar la
posición en lo alto de la montaña, descansaron, no sin recibir frecuentes
bombardeos de los aviones enemigos. Se recogían cuerpos inertes, entre ellos
los españoles Roberto Fortunato, Manuel Ferrer, Alberto Alegre, Luis Lorenzo,
José Goyot, Francisco Salvador, Juan Dulia y Luis Felipe. Sus vacíos en las
secciones no podían ser cubiertos, pero los supervivientes continuaban. Unas
veces desmoralizados, al verse protegidos solamente por cuatro cazas: dos
ingleses y dos franceses, llegando a pensar que era toda la defensa aérea de
que contaban contra los invasores alemanes. En otras ocasiones se sentían
fortalecidos, especialmente cuando se ordenó a una sección de legionarios, la
mayoría españoles, apoderarse de unas barcas enemigas. Aquella operación fue
sólidamente protegida por dos baterías de tierra y los disparos de los buques
de guerra que, sin descanso alguno, limpiaron la costa de alemanes, a la vez
que abrían camino para el desembarco por la parte de atrás de Narvik, con la
intención de cortar la línea ferroviaria y con ello todo medio de comunicación
y transporte del enemigo. Los alemanes retrocedían, perseguidos hacia las
montañas y hacia los túneles de la línea ferroviaria. También en esta zona de
la guerra en Noruega murieron españoles: Pedro Bartolí, Jorge Chirol, Mariano
García, Bautista Bernabé, Juan Mira, Antonio Sierra y el sargento Ramón Pujol,
de Vilallonga (Tarragona), cuyos cuerpos fueron enterrados en el cementerio de
Franske Kirkegarr. Otros desaparecieron en los barrancos cubiertos de nieve.
Esa era la ofrenda a la libertad que España daba al mundo.
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Escudo de brazo Narvik |
Dos
españoles hicieron catorce prisioneros. Centenares de compatriotas
protagonizaron una de las batallas más arriesgadas y peor conocidas. Los alemanes contaban con
una clara ventaja y pese a todo, los batallones de la 13DB demostraron un
ímpetu ofensivo y una resistencia extraordinaria. En la toma de la cota 220, un
legionario español llamado Gayoso, ganó la primera medalla militar francesa.
Fue la primera condecoración al valor concedida a un español. Le seguirían
varios millares de medallas en el curso de la contienda. Otros españoles quedaron en los
riscos, como el sargento legionario catalán Joan Ramón Pujol de Vilallonga,
quien -una vez agotada la munición cayó prisionero, fue torturado por las SS y
posteriormente fusilado en el mismo campo de batalla, cuyos restos yacen en el
cementerio militar de Franske Kirkegarr de Narvik. Más de 500 españoles de la
13 DBLE reposan en el cementerio de Guerra de Narvik. El pueblo noruego no los ha olvidado: De los
800 españoles desaparecidos en la batalla de Narvik, muchos aparecen con su
nombre, grado y número de legionario en los cementerios militares del país.
La 13 DB se lanzó al asalto de Narvik, que consiguió liberar el 28 de mayo.
Su gesta fue inútil, pues en esta fecha el Alto Mando Aliado había decidido la
retirada total de Noruega, en vista del desastre que se estaba produciendo en
el frente francés. El 7 de Junio, los últimos efectivos aliados, es decir la
Sección de demolición de la 13 DB, abandonaban Noruega para dirigirse a
Inglaterra. Fuerzas polacas relevaron a los españoles en aquel sector: La
misión de éstos en Noruega había terminado. Cuando el general De Gaulle se
presentó el 30 de Junio ante la 13DB acantonada en el campamento de Trentham
Park, pidió a los legionarios que se unieran a la Francia Libre. 900
legionarios, de los cuales 600 eran españoles, se unieron al general. Luego
vendrían los frentes del Norte de África[1] y Francia. Pero ése es
otro capítulo militar de la contribución española en la Segunda Guerra Mundial,
sobre lo que sólo algo se ha dicho y escrito por sus participantes…
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Posición Legionaria |
El 4 de Abril de 1.995, el diputado por Sevilla, Luis Yáñez-Barnuevo, en
nombre del PSOE, presentó ante el Congreso de los Diputados una proposición no
de ley, solicitando la “creación de una Comisión que organice actos de
homenaje a los españoles que participaron en la Segunda Guerra Mundial”.
Decía el diputado en el curso de su intervención: “…No quisiera dejar de
citar a los que me parecen más destacados y también menos conocidos, como la
participación de 2.000 españoles en la batalla de Narvik, en Noruega. Narvik es
un puerto noruego que cobró gran importancia en la II Guerra Mundial,
porque de él salían millones de toneladas de hierro destinadas al Ejército
alemán. En 1.940, los aliados se propusieron tomar y neutralizar Narvik y
lo consiguieron no sin un elevado coste humano gracias a la unidad de la Legión
Extranjera de la que formaban parte los citados españoles. En el cementerio
de Narvik existe una modesta lápida con los nombres de centenares republicanos
españoles que reposan allí para siempre. En España, país tan desagradecido con
sus héroes, se les sigue ignorando, pues muy pocos paisanos conocen de su
existencia y los hechos que protagonizaron dejando el pabellón de su país muy
alto”.
El mismo año 40, el poeta sevillano Antonio Aparicio, muerto en el exilio, recordó
así la gesta de Narvik:
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Cementerio francés Narvik |
"Narvik
Tumbas de Nieve
Amortajadas de frío
Bajo las estrellas del Norte.
Y la nieve sobre ellos.
Y el olvido.
Juan Andalucía, Pedro
Valencia, Manuel del Miño,
Rafael Extremadura,
Ahora lejanos, ahora
Enterrados en Noruega
Y perdidos.
¿Habéis visto alguna vez
Enterrados las guitarras
Y los gritos?
¿Las navajas ateridas?
¿Yerto el valor bajo el frío?
Ellos venían del Sur
(El Sur: naranjos y olivos,
La tarde sobre el laurel,
La luna por los caminos)
Desde el Sur…
Cuando mordían un suspiro
El paladar les sabía
A limonares cautivos.
Hijos de España, la tierra
Que cruza, llorando, un río
Por cuya ribera fueron
“con el Quinto, Quinto, Quinto…”
Bajo la tierra noruega
Yace el batallón cautivo.
Batallón de las batallas
Españoles del olvido.
Por ellos, al Sur de Europa,
Crecen llantos, mueren lirios".
[1] “La cosa empezó a caldearse. Los cañones de los tanques y los nuestros se
disparaban mutuamente casi a quemarropa. Los tanques giraban sobre si mismos,
yendo y viniendo, aplastando cuanto podían. Nuestros españoles comenzaron a
gritar “¡Vamos! ¡Como en Madrid!” y se pusieron a lanzar botellas de gasolina
contra estos tanques y a treparse en ellos para disparar sus pistolas a través
de las aberturas. Los ocupantes abrían sus torrecillas y se entregaban.
A las 10 de la mañana, todos los tanques que no habían
llegado a Bir Hakeim comenzaron a dar media vuelta. El ataque había sido
rechazado. Treinta y dos tanques destrozados estaban diseminados por el
terreno. La Legión había tomado cerca de cien prisioneros, entre ellos
solamente un coronel” (Bir Hakeim, 1.941).
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