domingo, 19 de mayo de 2013

NARVIK: El bautismo de fuego de los españoles en la II Guerra Mundial




“La 13 Demi-Brigade de la Legión Extranjera estaba integrada, en particular, por unos 900 españoles, morenos, alborotadores, difíciles de mandar… Pero de una valentía extraordinaria" (General Béthouart).

Emblema Legión 13

Es muy poco conocida la intervención de los republicanos españoles en la batalla de Narvik, en 1.940. En España, por razones obvias no se dio publicidad al episodio y los franceses, por su parte, no estaban demasiado interesados en resaltar que unos derrotados republicanos españoles les estaban sacando las castañas del fuego mientras otros franceses asistían y aplaudían los paseos militares de los alemanes por su patria. En la batalla de Narvik actuarían dos batallones de la más tarde famosa 13ª Semibrigada de la Legión Extranjera Francesa. La mitad de sus efectivos eran republicanos españoles veteranos de la Guerra de España: Un millar de hombres lucharon con bravura contra los nazis, de los que casi la mitad quedarían para siempre por tierras noruegas….

Un año después de cruzar la frontera franco-española, centenares de supervivientes del Ejército Republicano español -que se enrolaron en la Legión Extranjera, para poder salir de los campos de concentración franceses- formaban parte de un contingente militar que se organizaba en Sidi-bel-Abbés, en Argelia, destinados a enfrentarse según se rumoreaba con las tropas rusas que atacaban Finlandia, en el invierno de 1.940. Aquella situación, en la serie de contradicciones que tuvo II Guerra Mundial para el mundo en general y para los españoles en particular, logró evitarse debido a otros acontecimientos imprevistos.

La 13 Demi-Brigada (13 DBLE) de la Legión Extranjera fue creada en Febrero de 1.940. Era un Regimiento de infantería con dos batallones y una Sección Motorizada, en total, cerca de 2.000 hombres, la mayor parte de los cuales eran voluntarios españoles. El General Bethouart, que mandaría la expedición francesa a Noruega, en la que la 13DB recibió el bautismo de fuego, dice que había 500 españoles. Eduardo Pons Prades cita que eran casi la mitad, es decir, unos 1.000 y que cerca de 500 resultaron muertos. El testimonio de los antiguos mandos franceses de la Unidad habla de que, con la incorporación de los españoles se creó un espíritu de camaradería entre oficiales, suboficiales y tropa, absolutamente desconocido hasta entonces en la Legión, así como una quiebra de la disciplina legionaria tradicional, sin que esto supusiera una merma en la eficacia combativa…

Alpenjäger
El Consejo Supremo Interaliado había decidido una operación de ocupación de puertos noruegos, sobre todo Narvik, en el extremo norte de Escandinavia, por dónde se embarcaba el hierro de las minas de Suecia con destino a Alemania. Pero el III Reich fue más rápido y se adelantó: En la mañana del 9 de Abril de 1.940, los alemanes anunciaron la ocupación de Dinamarca y Noruega con el propósito de “asegurar la neutralidad de ambas naciones”. Así que el Consejo se reunió con urgencia y optó por apoyar incondicionalmente a los países atacados. Los Cuerpos expedicionarios británico y francés ayudarían a las fuerzas noruegas en un intento de recuperar el territorio ocupado por la Werhmacht, pero ante la enorme superioridad enemiga, la operación aliada debió concentrarse exclusivamente en la reconquista de la zona septentrional del país, donde se localizaba Narvik. Los alemanes fortificaron los puntos estratégicos de la costa noruega y emplazaron su artillería y ametralladoras en los fiordos más sobresalientes del país. En Londres, el Primer Ministro Neville Chamberlain, confirmaba, en un discurso ante los diputados ingleses, la gravedad del momento.

Al amanecer del día 10 de Abril, destructores ingleses atacaron a los alemanes que ocupaban Noruega. El almirantazgo británico facilitó un comunicado negativo. Era la primera batalla naval entre ingleses y alemanes, y la superioridad nazi causó la pérdida de muchas vidas, material de guerra y el hundimiento del destructor «Hunter», que había participado en la vigilancia de la costa española en 1.936.

Con media Europa ocupada por los nazis, la neutralidad de los Estados Unidos, el fraude militar conocido por el pacto de “no agresión” entre Rusia y Alemania, y el preludio de la retirada de las fuerzas francesas de sus principales defensas, incluyendo la línea Maginot, con sus mandos y su Gobierno en desbandada, la situación obligó a los ingleses a deshacerse de Chamberlain primero, y con Churchill, al frente del Gobierno, emprender la reconquista de los países ocupados por los nazis. Los exiliados españoles ofrecían las mejores garantías en la lucha contra el fascismo. Los acontecimientos posteriores lo confirmaron.

A mediados de Febrero, de aquel año, tres cruceros franceses transportaban la expedición militar de legionarios organizada en Sidi-bel-Abbés.

Mapa Narvik
La mayoría de estos hombres eran españoles... De Oran fueron a Marsella, y desde allí, se les destinó a las montañas fronterizas con Suiza. Alguien, militar o diplomáticamente bien situado, tenía sus proyectos. Los españoles se ejercitaban por los picos alpinos. Así estuvieron hasta que regresaron a Francia, embarcando el día 12 de Abril de 1.940, en el puerto de Brest, a bordo del “Villa de Argel”. A los expedicionarios se les agregaron fuerzas regulares francesas, formándose en aquella ocasión la famosa “Demi-Brigade” de la Legión Extranjera, que tanto se distinguió en Noruega.

Una colisión con otro buque les obligó a hacer escala en Liverpool, en donde la población inglesa les tributó un inolvidable recibimiento. Salieron del puerto entre los días 18 al 20 de Abril, escoltados por la escuadra británica, entre cuyos navíos figuraba el portaaviones “Glorious”, hundido poco después. Dos semanas más tarde, llegaron a las aguas noruegas, penetrando sigilosamente sin encontrar resistencia, hasta que fueron sorprendidos por un avión alemán que descargó sus bombas sobre los expedicionarios. El día 3 de mayo empezaron a contarse las víctimas antifascistas, entre ellos, los españoles Aniceto Carrillo y Emilio Rodríguez, y el polaco Antoine Bogdanski. A la mañana siguiente, se identificaba a otro español muerto: Francisco Forniales. Durante seis días estuvieron los españoles desembarcando material de guerra y equipos militares que almacenaron en las barracas habilitadas al efecto cerca del fiordo y en la falda de la montaña. Lo que no habían conseguido los ingleses en su primer encuentro con los alemanes, lo lograban los expedicionarios de la Demi-Brigade.

El almirante inglés Sir W. M. James, en su obra “The British Navies in the Second World Mar”, confirma que la Legión Extranjera desembarcó el 8 de Mayo en Herjangs Fjord, siendo objeto de bombardeo aéreo y de los disparos de la artillería costera inutilizando el enemigo a más de doce buques de guerra, transportes y barcos de carga; entre los hundidos figuraba el crucero “Curlew”.

Alpenjäger
La operación militar empezó e medianoche. Las aguas eran perturbadas por el movimiento pesado de los buques mercantes cargados de material de guerra y soldados. La flota inglesa les protegía. A los cañonazos de los buques de guerra respondieron los alemanes. Pusieron en juego todo su dispositivo artillero. De pronto, el litoral costero empezó a arder. El cielo rojo, y roja el agua por el reflejo del fuego. Amontonados en enormes barcazas fueron lanzados los expedicionarios al asalto y conquista de Bjerkvik. Las balas silbaban por encima y los lados de los españoles. Los obuses enemigos que no hacían blanco removían el mar y levantaban pirámides de agua. Los que alcanzaban su objetivo destrozaban barcas y cuerpos. Muchos hombres desaparecieron, entre ellos, varios españoles, tragados por las aguas revueltas. Otros fueron identificados y enterrados después: Juan Garrido, Clemente Belsa, Emilio Blanc, Juan Lozano...




“...También había algo que era una novedad en la Legión: un fuerte contingente de españoles, desterrados políticos. Según ciertos testimonios, su irrupción había dado cierto matiz al clima legionario. Disciplinados, aguantadores, aceptaban la dura instrucción de Bel Abbés, pero esos españoles, manteniéndose codo a codo en una solidaridad excepcional, habían hecho comprender a algunos suboficiales, un poco demasiado estilo antiguo régimen, que la época de las bromas pesadas había pasado sin retribución ya había pasado.

Buen número de oficiales les había visto con desconfianza, llamándolos “los comunistas”, y hasta lamentándose de que se les hubiese llevado a Noruega. Sin embargo, estos rojos o ex rojos, dignos herederos de las virtudes militares de su raza, se batieron como leones en las sierras cubiertas de nieve de Noruega.” ...“La mayor parte de los grandes convoyes de tropas, de armas y material ya habían zarpado de Narvik, y ahora constituía la retaguardia la Legión que estaba embarcándose.

En el rostro de estos hombres se veía una expresión de desdeñosa indiferencia. Pero algunos eran la excepción: los acemileros, españoles en su mayor parte. Los británicos se negaban a reembarcar los mulos: no había tiempo ni espacio para ello y los británicos tenían ganas de salir zumbando de allí. Los acemileros desconsolados, abrazaban el cuello de sus bestias, les decían palabras cariñosas. Esos mismos hombres habían avanzado lanzando granadas en medio de la carnicería de Bjervik. Algunos lloraban al abandonar su acémila. Luego, los transportes y los buques de guerra se alejaron” (George Blond “La Legion Etrangiere”).

La batalla duró media hora. Treinta minutos indescriptibles, en los cuales no había tiempo para besar la fotografía de la madre, la esposa o el hijo que había quedado en España. Media hora sin tregua para pensar; ni tan siquiera para dejar correr una lágrima. En la guerra no hay tiempo para llorar, y los españoles tenían secos sus ojos, después de tanto sacrificio.

Cuando llegaron a la costa empezó el desembarco de efectivos (en lo que fue el primer desembarco de fuerzas, bajo fuego enemigo de la II Guerra Mundial) y la persecución de los nazis. Había que cruzar más ríos y escalar montañas. Los legionarios tuvieron que combatir en la ofensiva por terrenos muy escarpados, fáciles de defender y frente a unidades alemanas de montaña (los alpenjäger) muy escogidas. Los defensores de Bjerkvik desarrollaron una feroz resistencia y el desembarco y posterior avance hacia Narvik costó muchas bajas a la 13DB. El ayudante de una de las secciones de españoles encargó a un joven checo y a otro español la misión de guías, El español -un cenetista aragonés-, Manuel Espallargas, llevaba encima el dolor de haber perdido a su esposa, fusilada en España…

Combates
Detrás de estos dos hombres iba la sección, luchando contra las inclemencias del terreno y el agua helada. Un testigo, el capitán francés Pierre O. Lapie, condecorado con la Cruz de Guerra por su comportamiento militar en Noruega nos dice: “Los españoles reconocían en aquellos caminos tortuosos algo parecido a sus propias sierras. Saltaban de un lado para otro como tigres y nunca parecían estar agotados. Si hubo algunos oficiales que tuvieron aprensión de aceptar en la Legión —creyendo eran comunistas— a los republicanos españoles, ahora estaban orgullosos y satisfechos de su espíritu de lucha. Un ejemplo fue el caso del joven español que atacó y conquistó una posición de ametralladoras de los alemanes en Elvegaard” (“With the Foreign Legion at Narvik”).

El joven checo y el español, separados por unos cincuenta metros de distancia lograron alcanzar la otra orilla del río. Una ametralladora enemiga les fue persiguiendo todo el camino, revolviendo las aguas del río primero y la tierra después. La sección les seguía. Al alcanzar ésta la pasarela resultaron varios heridos y un español muerto. Al llegar a la cúspide de la montaña se encontraron cara a cara con los alemanes, apoyados por un nido de ametralladoras. El asalto duró casi diez horas, muriendo un español llamado Mérida; los alemanes se rindieron. Tras breve descanso, prosiguieron el avance hacia las altas montañas todas cubiertas de nieve. A las tres horas de marcha descubrieron un lago helado que había servido de campo de aterrizaje de la aviación enemiga. Encontraron doce trimotores Junkers abandonados y armamento suelto. Sin tomarse ningún descanso, siguieron escalando. Cargados con armas y provisiones. Físicamente destrozados, cinco horas después, llegaron a lo alto de la montaña. No era el cielo, pero se hizo el milagro: en la cima más alta que domina Narvik había hombres. Guerrilleros noruegos, protegidos por la altura. Estaban allí desde el primer momento de la invasión alemana, y era la primera vez que resistentes y liberadores lograban confraternizar. Los primeros en establecer enlace y abrazar a los guerrilleros noruegos fueron los españoles Espallargas, Queralt y el ayudante de la sección.
Plano Narvik

Tras de asegurar la posición en lo alto de la montaña, descansaron, no sin recibir frecuentes bombardeos de los aviones enemigos. Se recogían cuerpos inertes, entre ellos los españoles Roberto Fortunato, Manuel Ferrer, Alberto Alegre, Luis Lorenzo, José Goyot, Francisco Salvador, Juan Dulia y Luis Felipe. Sus vacíos en las secciones no podían ser cubiertos, pero los supervivientes continuaban. Unas veces desmoralizados, al verse protegidos solamente por cuatro cazas: dos ingleses y dos franceses, llegando a pensar que era toda la defensa aérea de que contaban contra los invasores alemanes. En otras ocasiones se sentían fortalecidos, especialmente cuando se ordenó a una sección de legionarios, la mayoría españoles, apoderarse de unas barcas enemigas. Aquella operación fue sólidamente protegida por dos baterías de tierra y los disparos de los buques de guerra que, sin descanso alguno, limpiaron la costa de alemanes, a la vez que abrían camino para el desembarco por la parte de atrás de Narvik, con la intención de cortar la línea ferroviaria y con ello todo medio de comunicación y transporte del enemigo. Los alemanes retrocedían, perseguidos hacia las montañas y hacia los túneles de la línea ferroviaria. También en esta zona de la guerra en Noruega murieron españoles: Pedro Bartolí, Jorge Chirol, Mariano García, Bautista Bernabé, Juan Mira, Antonio Sierra y el sargento Ramón Pujol, de Vilallonga (Tarragona), cuyos cuerpos fueron enterrados en el cementerio de Franske Kirkegarr. Otros desaparecieron en los barrancos cubiertos de nieve. Esa era la ofrenda a la libertad que España daba al mundo.

Escudo de brazo Narvik
Dos españoles hicieron catorce prisioneros. Centenares de compatriotas protagonizaron una de las batallas más arriesgadas y peor conocidas. Los alemanes contaban con una clara ventaja y pese a todo, los batallones de la 13DB demostraron un ímpetu ofensivo y una resistencia extraordinaria. En la toma de la cota 220, un legionario español llamado Gayoso, ganó la primera medalla militar francesa. Fue la primera condecoración al valor concedida a un español. Le seguirían varios millares de medallas en el curso de la contienda. Otros españoles quedaron en los riscos, como el sargento legionario catalán Joan Ramón Pujol de Vilallonga, quien -una vez agotada la munición cayó prisionero, fue torturado por las SS y posteriormente fusilado en el mismo campo de batalla, cuyos restos yacen en el cementerio militar de Franske Kirkegarr de Narvik. Más de 500 españoles de la 13 DBLE reposan en el cementerio de Guerra de Narvik. El pueblo noruego no los ha olvidado: De los 800 españoles desaparecidos en la batalla de Narvik, muchos aparecen con su nombre, grado y número de legionario en los cementerios militares del país.

La 13 DB se lanzó al asalto de Narvik, que consiguió liberar el 28 de mayo. Su gesta fue inútil, pues en esta fecha el Alto Mando Aliado había decidido la retirada total de Noruega, en vista del desastre que se estaba produciendo en el frente francés. El 7 de Junio, los últimos efectivos aliados, es decir la Sección de demolición de la 13 DB, abandonaban Noruega para dirigirse a Inglaterra. Fuerzas polacas relevaron a los españoles en aquel sector: La misión de éstos en Noruega había terminado. Cuando el general De Gaulle se presentó el 30 de Junio ante la 13DB acantonada en el campamento de Trentham Park, pidió a los legionarios que se unieran a la Francia Libre. 900 legionarios, de los cuales 600 eran españoles, se unieron al general. Luego vendrían los frentes del Norte de África[1] y Francia. Pero ése es otro capítulo militar de la contribución española en la Segunda Guerra Mundial, sobre lo que sólo algo se ha dicho y escrito por sus participantes…
Posición Legionaria

El 4 de Abril de 1.995, el diputado por Sevilla, Luis Yáñez-Barnuevo, en nombre del PSOE, presentó ante el Congreso de los Diputados una proposición no de ley, solicitando la “creación de una Comisión que organice actos de homenaje a los españoles que participaron en la Segunda Guerra Mundial”. Decía el diputado en el curso de su intervención: “…No quisiera dejar de citar a los que me parecen más destacados y también menos conocidos, como la participación de 2.000 españoles en la batalla de Narvik, en Noruega. Narvik es un puerto noruego que cobró gran importancia en la II Guerra Mundial, porque de él salían millones de toneladas de hierro destinadas al Ejército alemán. En 1.940, los aliados se propusieron tomar y neutralizar Narvik y lo consiguieron no sin un elevado coste humano gracias a la unidad de la Legión Extranjera de la que formaban parte los citados españoles. En el cementerio de Narvik existe una modesta lápida con los nombres de centenares republicanos españoles que reposan allí para siempre. En España, país tan desagradecido con sus héroes, se les sigue ignorando, pues muy pocos paisanos conocen de su existencia y los hechos que protagonizaron dejando el pabellón de su país muy alto”.

El mismo año 40, el poeta sevillano Antonio Aparicio, muerto en el exilio, recordó así la gesta de Narvik:

Cementerio francés Narvik
"Narvik
Tumbas de Nieve
Amortajadas de frío
Bajo las estrellas del Norte.
Y la nieve sobre ellos.
Y el olvido.
Juan Andalucía, Pedro
Valencia, Manuel del Miño,
Rafael Extremadura,
Ahora lejanos, ahora
Enterrados en Noruega
Y perdidos.
¿Habéis visto alguna vez
Enterrados las guitarras
Y los gritos?
¿Las navajas ateridas?
¿Yerto el valor bajo el frío?
Ellos venían del Sur
(El Sur: naranjos y olivos,
La tarde sobre el laurel,
La luna por los caminos)
Desde el Sur…
Cuando mordían un suspiro
El paladar les sabía
A limonares cautivos.
Hijos de España, la tierra
Que cruza, llorando, un río
Por cuya ribera fueron
“con el Quinto, Quinto, Quinto…”
Bajo la tierra noruega
Yace el batallón cautivo.
Batallón de las batallas
Españoles del olvido.
Por ellos, al Sur de Europa,
Crecen llantos, mueren lirios".



[1]La cosa empezó a caldearse. Los cañones de los tanques y los nuestros se disparaban mutuamente casi a quemarropa. Los tanques giraban sobre si mismos, yendo y viniendo, aplastando cuanto podían. Nuestros españoles comenzaron a gritar “¡Vamos! ¡Como en Madrid!” y se pusieron a lanzar botellas de gasolina contra estos tanques y a treparse en ellos para disparar sus pistolas a través de las aberturas. Los ocupantes abrían sus torrecillas y se entregaban.

A las 10 de la mañana, todos los tanques que no habían llegado a Bir Hakeim comenzaron a dar media vuelta. El ataque había sido rechazado. Treinta y dos tanques destrozados estaban diseminados por el terreno. La Legión había tomado cerca de cien prisioneros, entre ellos solamente un coronel” (Bir Hakeim, 1.941).

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