“En toda operación hay una parte que está encima
y otra debajo de a raya. Encima es lo que se hace según el reglamento. Debajo
es la manera como se hace en el trabajo” (John Le Carré: “Un Espía
Perfecto”).
“El CNI es un
servicio secreto, aunque es más servicio que secreto: En este organismo reducimos
el secreto a lo imprescindible. Una sociedad libre y moderna tiene derecho a
saber cómo es el CNI, pero además también existe el derecho de los 3.500
hombres que sirven a España en este centro a que se conozca lo que hacen y por
qué lo hacen. Además, las leyendas que circulan sobre las personas que trabajan
para el CNI, de que viven en los límites de la legalidad y no se sabe lo que
hacen, no son ciertas, aunque son gente extraordinaria que hace cosas
extraordinarias. (…) El CNI es un organismo que proporciona elementos de juicio
distintos al Gobierno. Sin embargo, todo cuanto hacemos lo hacemos dentro de la
ley, aunque tenemos una ley que nos ampara, ya que un magistrado autoriza todas
y cada una de nuestras actividades. En resumen, el Centro de Inteligencia es el
mejor parámetro para medir nuestro sistema de seguridad en democracia"
(General Félix Sanz Roldán.
Comparecencia en el ciclo “Estado, Sociedad Civil y Ciudadanía”,
organizado la Real Sociedad Económica de Amigos del País, que en esta ocasión
había invitado como ponente al responsable del servicio secreto español para
impartir la conferencia “El CNI al
servicio de nuestra sociedad”, 3 de Mayo de 2012).
Todo el mundo conoce
–gracias al celuloide- los entresijos de la CIA, del KGB o del MI6 (con James
Bond a la cabeza, siempre al servicio de Su Majestad británica), pero en España
nos hemos esforzado poco por conocer a nuestros servicios secretos de no ser
por el 23-F[1], el 11-M
y su lucha contra Al Qaeda (y, por ende, contra ETA[2]),
porque alguna actriz venida a menos les acusaba de robar ciertos vídeos sobre
sus amoríos con VIP´s, las escuchas chapuceras de Manglano & Perote[3]
o por la publicidad otorgada gracias a vigilar a la amiga rusa de Iñaki
Urdangarín (pues temían que fuese un agente del FSB[4],
el antiguo KGB)…
O, por desgracia, por la
muerte en acto de servicio de alguno de sus agentes. Este artículo en el Foro
tratará de explicar someramente qué es “La
Casa” y, a la vez, desearía ser un homenaje a aquellos militares
miembros del CNI caídos en
cumplimiento del deber (como harían en “La Compañía”, vayan por ellos
estas ocho estrellas:
* * * * * * * *
).
El Centro Nacional de Inteligencia rendirá homenaje esta semana a
sus ocho agentes asesinados en la guerra de Iraq al cumplirse –el próximo 29 de
Noviembre- el décimo aniversario del atentado más sangriento sufrido por
españoles en el país árabe, atentado perpetrado por un grupo de insurgentes
contra los dos vehículos en los que se desplazaban los agentes secretos
españoles a la altura de la localidad de Latifiya, a 30 kilómetros de Bagdad. De
los ocho agentes que viajaban, fallecieron siete y otro resulto herido leve…
Previamente, el 9 de Octubre 2003, había sido asesinado en la puerta
de su propio domicilio, en el barrio bagdadí de Al Mansur, el sargento primero
del Ejército del Aire, José Antonio Bernal[5],
agregado del CNI en la Embajada española en Bagdad[6].
Con el fin de recordar su memoria, los máximos responsables del CNI,
entre ellos su director, Félix Sanz Roldán -así como su personal y familiares
de los fallecidos- iban a participar en un acto de reconocimiento en la propia
sede del Centro, a las afueras de Madrid: Se tratará de un acto "sencillo
y emotivo", que se desarrollará ante el monumento levantado en sus
propias instalaciones y en el que se depositará una corona de flores, según informaba
el propio CNI.
Los fallecidos, según las mismas fuentes, son recordados cada año
por estas fechas y en su homenaje el salón de actos del Centro lleva el nombre
"Héroes de Irak". Asimismo los agentes fallecidos son
recordados todos los años en el Día de las Víctimas del terrorismo.
Los siete agentes fallecidos fueron los Comandantes de Caballería Alberto
Martínez González, máximo responsable del CNI en Iraq, Carlos Baró
Ollero (Infantería), José Merino Olivera (Infantería) y José
Carlos Rodríguez Pérez (Infantería); los Brigadas de Tierra José Lucas
Egea (Caballería) y Alfonso Vega Calvo (Infantería), y el Sargento Primero
del Ejército del Aire Luis Ignacio Zanón Tazarona.
Los agentes, que resistieron media hora el ataque con granadas y
fusiles del que fueron objeto[7], cumplían una misión de
reconocimiento previa al relevo de cuatro de ellos, que iban a regresar a
España. Días después del atentado, el 10 de Diciembre, el Gobierno anunció la
detención de los presuntos autores de la muerte de los siete agentes fallecidos
el día 29 y del asesinato del sargento adscrito a este organismo, cometido el 9
de Octubre.
“Hay unas lecciones aprendidas
para mejorar la seguridad”. Reconoce que “emocionalmente, el Centro lo
siente como algo muy próximo”: “Fueron unos hechos dramáticos, de los
que no gusta hablar, aunque sí recordar a las personas que dieron sus vidas por
España” (Fernando Rueda: “Los Fallos del CNI en la Muerte de Sus Espías
en Irak”. “Tiempo”, 28 de Noviembre de 2.011).
El periodista experto en información sobre inteligencia Fernando
Rueda sostiene que los agentes informaron de que Irak no tenía armas de
destrucción masiva, pero Aznar contó todo lo contrario. Rueda, en un reportaje
publicado en la revista "Tiempo" con motivo del décimo
aniversario, apuntaba que los servicios secretos de Husein buscaban vengarse de
los españoles, porque se sentían engañados por ellos. En la misma línea se
pronunció el experto en defensa y seguridad Fernando J. Muniesa en su
novela-ensayo "La Venganza de la Mukhabarat", donde afirma que
fue una "venganza" de los antiguos servicios secretos de
Saddam Husein, que se consideraron traicionados por sus colegas españoles…
El CENTRO NACIONAL DE INTELIGENCIA (CNI)
es el Servicio de Inteligencia de España, creado por la Ley 11/2.002 de 6 de
mayo reguladora del Centro Nacional de Inteligencia, antes conocido como Centro
Superior de Información de la Defensa (CESID). Este servicio se
configuraba, a diferencia de la regulación anterior, en una Dirección General
dentro de la estructura general del Ministerio de la Presidencia, como un
organismo público con autonomía funcional y personalidad jurídica propia y
plena capacidad de obrar. En Diciembre de 2.011, con la reforma ministerial
emprendida por Presidente del Gobierno Mariano Rajoy, el CNI pasó a estar
adscrito al Ministerio de la Presidencia de España[8]. Desde 2.009 su director
es Félix Sanz Roldán.
Las funciones del CNI son proporcionar información,
estudios y análisis al Gobierno y a su presidente que permitan prevenir y
evitar peligros, amenazas o agresiones contra la independencia y la integridad
de España. Se dice que sus principales zonas operativas son el Norte de África
y Latinoamérica.
El primer servicio de inteligencia de España fue
creado en 1.935, una experiencia que tuvo una vida muy corta y con una
actividad prácticamente nula, ya que la Guerra Civil paralizó su desarrollo.
Los conflictos estudiantiles de finales de la década de los sesenta motivaron
la creación de la Organización Contrasubversiva Nacional, embrión del Servicio
Central de Documentación (SECED), fundado en 1.972.
La propia legislación sobre el Centro Nacional de
Inteligencia (CNI) establece que éste sucede al Centro Superior de Información
de la Defensa (CESID). El CESID se creó en 1.977, en plena transformación de
las estructuras del estado del régimen del general Franco a las de un estado
democrático.
El CESID se organizó mediante la integración de
funciones y cometidos del servicio de inteligencia que constituía la Tercera
Sección del Alto Estado Mayor (SIAEM) y del Servicio Central de Documentación
(SECED). La primera de ellas desarrollaba las tareas correspondientes a un
servicio de contrainteligencia y, de forma muy rudimentaria, las de un servicio
de inteligencia exterior; mientras que el SECED aportaba responsabilidades en
materia de servicio de inteligencia interior, siendo su finalidad el
mantenimiento del orden institucional y la evolución ordenada al nuevo sistema
democrático. Hacia finales de los ochenta se fueron produciendo una serie de
hechos que modificaron totalmente el “orden” bipolar.
La caída del muro de Berlín, el desmembramiento de
la Unión Soviética, la disolución del Pacto de Varsovia, entre otros,
despertaron en Occidente las conciencias de sus sociedades, que empezaron a
preguntarse dónde estaba el tradicional enemigo que había justificado hasta
entonces la existencia de importantes organismos de defensa. Así se inicia la
época de la determinación de los nuevos riesgos y la definición de las nuevas
amenazas por los organismos de seguridad, al mismo tiempo que los partidos
políticos se ocupaban de exigir transparencia en la gestión y concreción de los
medios empleados en la seguridad de los respectivos países.
Al iniciarse el año 1.995, tres disposiciones
regulaban el CESID, pero ninguna de ellas tenía rango legal, y tampoco se había
abordado el régimen de su personal. En Julio de 1.995 se aprobó el estatuto de su
personal, siendo éste, por tanto, la primera disposición desarrollada
reglamentariamente a partir de una norma con rango de ley formal.
En el año 2.001 el Gobierno del Partido Popular
recabó el consenso con otros grupos políticos representados en el Congreso de
los Diputados, en particular con el Partido Socialista Obrero Español, para
elaborar las leyes que debían regular los servicios de inteligencia en España.
Con ello se pretendía alcanzar el mayor acuerdo posible sobre la existencia,
organización y funcionamiento de algunos de los organismos básicos destinados a
proporcionar seguridad al Estado democrático, sustrayéndolos, en todo lo
posible, a la acción de la alternancia política.
Al año siguiente se llegó a la actual regulación
legal del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), al que se asignaba un nuevo
nombre que simplifica y determina con exactitud su verdadera esencia. Fruto de
los mencionados acuerdos parlamentarios fue la promulgación de dos leyes
complementarias, una de las cuales, ordinaria (Ley 11/2.002, de 6 de Mayo),
regula el Centro Nacional de Inteligencia, mientras que la otra, de carácter
orgánico (Ley Orgánica 2/2.002, de 6 de Mayo), establece el control judicial
previo al que deben someterse determinadas actuaciones del CNI. Más tarde, en Marzo
de 2.004 se publicó el real decreto que regula el Centro Criptológico Nacional
(CCN), al que adscribe al CNI y con el que comparte medios, procedimientos,
formativa y recursos. Completa el marco legal del CNI la disposición relativa
al régimen estatutario de su personal, cuyo origen se produjo en 1.995, y
aunque la Ley 11/2.002 contempla el desarrollo de un nuevo estatuto para el
personal del Centro, razones de eficacia y seguridad jurídica han aconsejado la
modificación del que ha permanecido vigente hasta la entrada en vigor de dicha
Ley, y que fue publicada mediante Real Decreto en Febrero de 2.004. En Diciembre
de 2.011 el Partido Popular toma nuevamente el poder y traspasa el mando del
CNI al Ministerio de la Presidencia.
LA CNI EN DATOS:
FORMACIÓN DE LOS AGENTES
|
Licenciados o equivalente: 25,6
%
Diplomados Universitarios / FP
3er Grado: 8,7 %
Bachiller / FP 2º Grado (o
equivalente): 41,2 %
Graduado Escolar / 1er
Grado FP (o equivalente): 22,3 %
Certificado de Escolaridad: 1,2
%
|
DISTRIBUCIÓN DE LOS AGENTES
|
Sede Central de Madrid: 70 %
Territorio Nacional: 20 %
Extranjero: 10 %
|
DE DÓNDE PROVIENEN
|
Fuerzas Armadas: 40 %
Personal Civil: 40 %
Policía o Guardia Civil: 20 %
|
DISTRIBUCIÓN POR SEXOS
|
Hombres: 74,25 %
Mujeres: 25,75 %
|
La puesta en práctica de esos objetivos, es decir
su planificación operativa se realiza desarrollando esa directiva, por parte
del CNI a través de un “Plan Permanente de Inteligencia”. Analizaremos
muy someramente el artículo 4, en sus siete apartados, ya que esta página
personal profundiza un poco más en sus distintas partes en cada uno de ellos:
“OBTENER, EVALUAR E INTERPRETAR INFORMACIÓN Y DIFUNDIR LA INTELIGENCIA
NECESARIA PARA PROTEGER Y PROMOVER LOS INTERESES POLÍTICOS, ECONÓMICOS,
INDUSTRIALES, COMERCIALES Y ESTRATÉGICOS DE ESPAÑA, PUDIENDO ACTUAR DENTRO O
FUERA DEL TERRITORIO NACIONAL”. El apartado primero describe lo que es la
función de un organismo de inteligencia: obtener información, una información
que tras una evaluación e interpretación se transforma en inteligencia (Ver: El
Ciclo de la Inteligencia), que ha de ser difundida a quien corresponda, su
utilidad es la protección y promoción de los intereses nacionales, si bien este
primer apartado se centra mucho en los “económicos, industriales y comerciales”
(espionaje industrial, adquisición de tecnología, contraespionaje comercial e
industrial, blanqueo de dinero, fuga de capitales), de gran importancia, los
clásicos son los “políticos y estratégicos”, por último el ámbito
territorial de actuación es fuera o dentro del territorio nacional, ya que en
España, no existen dos agencias sino que se ha optado por unificar funciones en
una sola (comparte algunas, no obstante con otros servicios nacionales).
“PREVENIR, DETECTAR Y POSIBILITAR LA NEUTRALIZACIÓN DE AQUELLAS
ACTIVIDADES DE SERVICIOS EXTRANJEROS, GRUPOS O PERSONAS QUE PONGAN EN RIESGO,
AMENACEN O ATENTEN CONTRA EL ORDENAMIENTO CONSTITUCIONAL, LOS DERECHOS Y
LIBERTADES DE LOS CIUDADANOS ESPAÑOLES, LA SOBERANÍA, INTEGRIDAD Y SEGURIDAD
DEL ESTADO, LA ESTABILIDAD DE SUS INSTITUCIONES, LOS INTERESES ECONÓMICOS
NACIONALES Y EL BIENESTAR DE LA POBLACIÓN”. En este apartado, se reflejan
los fines superiores del centro: el “ordenamiento constitucional, los
derechos y libertades de los ciudadanos españoles, la soberanía, integridad y
seguridad del Estado, la estabilidad de sus instituciones”, vuelve a
insistir en los intereses económicos nacionales, aquí se encuentran dos
funciones básicas: “Prevenir, detectar y posibilitar la neutralización”,
de servicios extranjeros, es decir contrainteligencia o contraespionaje, o de
grupos o personas, es decir contraterrorismo.
“PROMOVER LAS RELACIONES DE COOPERACIÓN Y COLABORACIÓN CON SERVICIOS DE
INTELIGENCIA DE OTROS PAÍSES O DE ORGANISMOS INTERNACIONALES, PARA EL MEJOR
CUMPLIMIENTO DE SUS OBJETIVOS”.
El CNI se configura como agencia central; en este
sentido es el interlocutor habitual de servicios de inteligencia y
organizaciones supranacionales, así el director del CNI es en su calidad de
autoridad nacional de seguridad el receptor de la información clasificada OTAN,
y la procedente de la Unión Europea-UEO. La mayoría de acuerdos bilaterales
relativos a intercambio de información clasificada tienen como parte al CNI.
“OBTENER, EVALUAR E INTERPRETAR EL TRÁFICO DE SEÑALES DE CARÁCTER
ESTRATÉGICO, PARA EL CUMPLIMIENTO DE LOS OBJETIVOS DE INTELIGENCIA SEÑALADOS AL
CENTRO”. Este apartado se refiere a las capacidades obtención de
información de carácter técnico: Inteligencia de señales (SIGINT), inteligencia
de imágenes (IMINT), etc., datos provenientes de satélites y otros programas,
que normalmente son ejecutados por las Fuerzas Armadas. La interceptación de
comunicaciones a ciudadanos precisa de autorización judicial con los controles
establecidos en la ley orgánica 2/2002.
“COORDINAR LA ACCIÓN DE LOS DIFERENTES ORGANISMOS DE LA ADMINISTRACIÓN
QUE UTILICEN MEDIOS O PROCEDIMIENTOS DE CIFRA, GARANTIZAR LA SEGURIDAD DE LAS
TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN EN ESE ÁMBITO, INFORMAR SOBRE LA ADQUISICIÓN
COORDINADA DE MATERIAL CRIPTOLÓGICO Y FORMAR AL PERSONAL, PROPIO O DE OTROS
SERVICIOS DE LA ADMINISTRACIÓN, ESPECIALISTA EN ESTE CAMPO PARA ASEGURAR EL
ADECUADO CUMPLIMIENTO DE LAS MISIONES DEL CENTRO”. Al CNI se le atribuye la
función de encargarse de la seguridad de las comunicaciones, y ello se realiza
a través del Centro Criptológico Nacional, integrado en el propio centro,
regulado legalmente, su real decreto desarrolla este apartado, el CCN coordina,
certifica, acredita, desarrolla e imparte formación.
“VELAR POR EL CUMPLIMIENTO DE LA NORMATIVA RELATIVA A LA PROTECCIÓN DE
LA INFORMACIÓN CLASIFICADA”. De ello se encarga otro organismo integrado en
el CNI: La Oficina Nacional de Seguridad (ONS), que gestiona la información
clasificada, otorga habilitaciones de seguridad, etc…
“GARANTIZAR LA SEGURIDAD Y PROTECCIÓN DE SUS PROPIAS INSTALACIONES,
INFORMACIÓN Y MEDIOS MATERIALES Y PERSONALES”. Es obvio que difícilmente un
servicio puede proteger intereses nacionales e información clasificada, si no
se sabe proteger a sí mismo. El único personal dentro del CNI, con carácter de
autoridad, es precisamente el encargado de esta labor, importante por el
carácter de reserva de sus actividades y para evitar otra fuga de información
como la sucedida en 1.995.
A todas estas funciones, hay que sumar las
atribuidas al propio Director del Centro. De ellas, quizás las más relevantes
son las relacionadas con la idea de crear una Comunidad de Inteligencia
Nacional, que desarrolló en el apartado referente a la Oficina Nacional de
Inteligencia y Contrainteligencia (ONIC).
El CNI lleva a cabo las funciones enumeradas a
través de los organismos integrados en el centro ya mencionados, y las
distintas áreas de inteligencia: inteligencia exterior, contraterrorismo,
recursos, contrainteligencia y apoyo operativo.
Directores del CESID / CNI:
José María Bourgon López-Dóriga (1.977-1.979).
Gerardo Mariñas (1.979-1.981).
Emilio Alonso Manglano (1.981-1.995).
Félix Miranda (1.995-1.996).
Javier Calderón (1.996-2.001).
Jorge Dezcallar de Mazarredo (civil) (2.001-2.004).
Alberto Saiz Cortés (civil) (2.004-2.009).
Félix Sanz Roldán (2.009-Actualmente).
Poco se sabe, sin embargo, de la lucha
contrainsurgente llevada por nuestro CNI en Afganistán… Pero eso, ya es otra
historia.
LAS PERSONAS…
Alberto Martínez González, comandante de Caballería del Ejército de Tierra y
agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), quien llevaba destinado tres
años en Iraq. Martínez González nació en Pravia (Asturias) en 1.960, estaba
casado y tenía un hijo, y formaba parte del CNI desde Febrero de 1.992. Era el
máximo responsable de los servicios secretos españoles en Iraq.
Carlos Baró Ollero, nacido en Madrid en 1.967 y con un hijo, llevaba en
Iraq desde Julio de 2.003. Era comandante de Infantería del Ejército de Tierra
e ingresó en los servicios de inteligencia en Octubre de 1.998.
José Merino Olivera, que nació en Madrid en 1.954, estaba casado y tenía
dos hijos de 13 y 16 años. Tenía el grado de comandante de Infantería del
Ejército de Tierra y era miembro del CNI desde 1.990.
José Carlos Rodríguez Pérez, que nació en Zamora en 1.962, estaba casado y tenía
un hijo. También era comandante de Infantería del Ejército de Tierra y llevaba
en el CNI desde Diciembre de 1.997.
José Lucas Egea, nacido en Madrid en 1.961, estaba casado. Era brigada
de Caballería del Ejército de Tierra y agente de inteligencia desde Junio de
1.990.
Alfonso Vega Calvo, que nació en Stuttgart en 1.962 y tenía dos hijos,
llevaba en Iraq desde Julio. Era brigada de Infantería Ligera del Ejército de Tierra
y miembro del CNI desde 1.990.
Luis Ignacio Zanón Tarazona, que estaba destinado en Iraq desde agosto, nació en
Cuart de Poblet (Valencia) en 1.967, estaba casado y tenía dos hijos. Era
sargento primero radiotelegrafista del Ejército del Aire e ingresó en el CNI en
Agosto de 1.994.
“Un agente simbolizado, clasificado como
semiconsciente, que es nuestra dulce manera de decir que más o menos conoce lo
que más o menos hace y que tiene alguna idea del porqué” (John Le Carré: “Un
Espía Perfecto”).
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LO QUE SUCEDIÓ:
Cuatro
de ellos están realizando un viaje de reconocimiento previo a su incorporación
definitiva a la zona, prevista para Enero de 2.004, y los otros cuatro hacen
las veces de cicerone, antes de volver a casa. "Los que han dicho que
es absurdo que viajaran los ocho juntos, ponen de manifiesto su ignorancia
-aseguraba un agente en activo del Centro Nacional de Inteligencia-. Juntos
aumentaban la capacidad de observación y la capacidad de protección recíproca
y, lo que es más importante, de reacción inmediata de tres de los cuatro
ocupantes por cada vehículo. Y es que, además, estaban trabajando en el máximo
nivel de alerta, porque durante todo el mes del Ramadán el acoso a todo lo que
oliera a coalición había sido muy duro, especialmente contra los
norteamericanos. Por eso, cada paso que se daba había sido evaluado,
planificado y ejecutado en coordinación y permanente contacto con el
responsable de la operación en Madrid". Una nota oficial del
Ministerio de Defensa y del propio CNI, publicada en sus respectivas páginas
web, confirmaba el 11 de Diciembre estos extremos.
La
preparación que han realizado todos y cada uno de ellos, antes de llegar hasta
la zona de operaciones, al margen de sus currículo, es espectacular. Son
soldados profesionales, que ingresaron en el Centro Nacional de Inteligencia,
por sus especiales características, y que han realizado un ciclo específico de
enseñanza que incluye materias como normas generales de funcionamiento de los
equipos; antecedentes del conflicto, aspectos generales de seguridad;
autoprotección operativa; conducción evasiva; tiro, formación en fotografía e
imagen, sistemas de orientación e información geográfica, perfeccionamiento del
inglés y del árabe; artefactos explosivos, comunicaciones, seguridad de
sistemas de información y aspectos sanitarios y económicos. Una específica e
intensa preparación para la misión que están realizando.
El
aspecto que ofrecen las ocho personas que acaban de comer en Bagdad no es en
absoluto llamativo. Ni por su indumentaria, ni por su aspecto... La tarde cae
sobre Bagdad, desde donde los dos todoterreno se introducen en la denominada
ruta Jackson, una carretera que enlaza la capital iraquí con Diwaniya y Nayaf.
Es una carretera con peores prestaciones que la autopista, atraviesa bastante
poblaciones y aldeas, pero es la única viable en ese momento porque la otra
está ya cortada.
Alberto,
Carlos, José, José Carlos, Pepe, Alfonso, Luis Ignacio y José Manuel se
reparten entre un Nissan Patrol blanco y un Chevrolet Tahoe azul. Llevan los
depósitos de combustible al máximo, para evitar paradas innecesarias por
arriesgadas, las armas de dotación a mano, aunque no sean visibles, y los
chalecos antifragmentación muy cerca. "Llevar los chalecos puestos,
debajo de la ropa, y más en este tipo de desplazamientos, es incómodo y
peligroso, porque pueden terminar siendo vistos por alguien, lo que,
precisamente, les daría una pista a los enemigos", apuntaba un experto
en este tipo de misiones. No obstante, alguno de ellos lo llevaba.
Los
dos equipos del CNI mantienen periódicamente una comunicación, de coche a
coche, a través de sus teléfonos satélite Thuraya, para cerciorarse de que todo
está en orden. Alberto, José, Pepe y Luis Ignacio van en el primero de los
vehículos. Alfonso, Carlos, José Carlos y José Manuel en el segundo.
-
Latifiya. 15:22, hora local (13:22 en España): Hace poco más de diez
minutos que han dejado atrás Mahmudiya, muy cerca de donde está instalado el
puesto de mando de la III Brigada del 505º Regimiento de la 82ª División
Aerotransportada de Estados Unidos. Siempre que se cruza una población hay que
reducir considerablemente la velocidad, pero en ese momento ya transitan por
una larga recta que conduce hacia el sur, cruzando Latifiya. Llevan la
velocidad de crucero: 120 kilómetros por hora. La carretera tiene un buen
firme, es muy ancha y no hay demasiado tráfico. Hace 15 minutos que han hablado
por última vez entre ellos. Sin novedades. Todo está, aparentemente, tranquilo.
Un Cadillac blanco, al parecer con cinco ocupantes, se coloca detrás del
segundo todoterreno. Y, de improvisto, comienza a disparar. Son disparos de
AK-47. El segundo vehículo del convoy acelera y adelanta al coche de sus
compañeros para avisarlos. Intenta situarse en posición de tiro lateral pero no
lo consigue. Todo se desarrolla muy deprisa. A pesar de la intensa preparación
para situaciones de emergencia, la realidad es infinitamente más cruda, más
imprevisible y más cruel.
-
Latifiya. 15:23, hora local (13:23 en España): No lo saben, pero han
superado con éxito un punto donde dos trampas explosivas, accionadas por
control remoto, esperaban el paso del convoy. La preparación y ejecución del
atentado da una idea del grado de elaboración del diseño y del perfil de
quienes lo cometen. "Es una operación militar en toda regla",
comentaría alguien que días después conoce con detalle cómo se desarrollaron
los hechos.
El
sedán blanco que persigue al convoy sigue tras la estela del segundo coche de
los españoles, rebasando por la izquierda al que, hasta ese momento, era el que
marchaba en cabeza. Lo conduce Alberto, que es alcanzado mortalmente por una de
las ráfagas de Kalashnikov. Los terroristas hieren en la cabeza, mortalmente, a
otro de sus ocupantes y revientan las ruedas del flanco izquierdo del
todoterreno, que se detiene en el arcén de la calzada. El Cadillac sigue su
marcha. Se coloca a la altura del segundo vehículo sin dejar de disparar y los
terroristas alcanzan, mortalmente también, a Alfonso, que es quien lo conduce.
El vehículo, sin control posible, se sale de la calzada por el arcén derecho y,
tras bajar bruscamente un pequeño desnivel, queda atrapado en una zona
enfangada.
-
Latifiya. 15:25, hora local (13:25 en España): Apenas han transcurrido
tres minutos desde que comenzó el atentado y las sombras del atardecer embargan
el ánimo de los seis agentes de inteligencia españoles vivos, sumidos en la
peor de las pesadillas. Dos muertos y dos heridos muy graves. Uno con un
disparo en la cabeza y otro en el estómago. Ellos son la prioridad. El coche de
los agresores se cruza en la carretera mientras sus ocupantes siguen disparando
sin cesar. ¿Qué hacer? ¿Qué está pasando? ¿Cómo se sale de una situación como
ésta? Es inevitable buscar una luz en el fondo de los conocimientos. Desde el
primer vehículo, los ocupantes ilesos retiran a Alberto a la parte de atrás,
donde se encuentra muy mal herido José Carlos. Conduciendo sobre las ruedas
pinchadas, José lo acerca hasta las proximidades del otro coche devolviendo el fuego
y los agresores parece que huyen. El Cadillac blanco se va.
-
Latifiya. 15:27, hora local (13:27 en España): Se produce una pequeña
tregua. Si no hubiera heridos en condiciones tan graves, seguramente los cuatro
que siguen ilesos no habrían tenido grandes problemas para escapar con vida de
aquella ratonera, pero deciden luchar por ellos hasta donde sea posible. Luis
Ignacio baja del primer coche y se acerca rápidamente al que está en el fango.
José se queda dentro, mientras sigue con la vista el Cadillac, que se aparta de
la carretera, Carlos busca en su Thuraya el teléfono del coordinador del grupo
en Madrid. La comunicación es angustiosa. Para quien la hace y, más si cabe,
para quien la recibe. "¡M..., nos han atacado! Tenemos, por lo menos,
dos muertos. Avisa a la Brigada. Que manden helicópteros". La
comunicación se interrumpe porque vuelven los disparos. A la derecha de la
carretera que atraviesa Latifiya, detrás del coche atrapado en el fango, hay
dos edificios bajos desde donde se ha reanudado el ataque. Disparan con todo.
Fusiles, fusiles ametralladores y granadas. Los cuatro ilesos se defienden como
pueden con sus armas reglamentarias. La capacidad de reacción es,
desgraciadamente, limitada, aunque excepcional, teniendo en cuenta la situación
y el número de agresores que supera ampliamente los cinco iniciales. Sigue
siendo prioritario mantenerse a salvo y a los dos heridos, cada uno en un
vehículo distinto.
-
44º21'27" E, 32º58'07" N. 15:32, hora local (13:32 en España:.
Carlos vuelve a marcar en el Thuraya el teléfono de Madrid. El tiroteo que
reciben es muy intenso. La impotencia de quien recibe la llamada, con el
impacto de las detonaciones al final de cada palabra, se revela en su gesto
crispado. "M... ¡Hay cuatro muertos... o tres! Te doy nuestras
coordenadas...". Se han oído nítidamente cuatro, cinco detonaciones, y
bruscamente se ha cortado la comunicación sin que Carlos haya podido dar las
coordenadas, leídas, entre tanta tensión, en el GPS. A tantos miles de
kilómetros de distancia, la desesperación da paso a la desolación. No hay
manera de ayudarlos. Sin saber dónde están exactamente, es prácticamente
imposible hacer llegar a tiempo los helicópteros, salvo que se barra kilómetro
a kilómetro la carretera. No queda otra opción. Los helicópteros de Base España
se aprestan a partir.
-
Latifiya. 15:42, hora local, aproximadamente: Alberto, Alfonso y José
Carlos han muerto. Hay dos grupos de terroristas disparando desde las casas.
Luis Ignacio y José Manuel suben el pequeño talud desde el segundo vehículo
hasta el que está más cerca de la carretera, donde se encuentra José. Valoran
la situación para buscar un sitio más seguro. El fuego arrecia. Carlos se ha
parapetado en el suelo, cerca del segundo coche donde sigue malherido José
Carlos, y está cubriendo a sus compañeros con el fuego de su
pistola-ametralladora. Mide cada disparo. No sabe cuánto puede durar todavía la
pesadilla. Deciden que José Manuel cruce la carretera en busca de ayuda.
El
intenso tiroteo ha colapsado el tráfico. Los vehículos que circulaban por la
carretera se han detenido. El fanático atentado se ha convertido en un
espectáculo para quienes transitan la carretera. José Manuel cruza al otro lado
y se acerca a unos matorrales, muy cerca de los primeros coches que se han detenido.
Está solo. Escucha a su espalda las detonaciones. Su objetivo es conseguir como
sea un coche con el que puedan salir del infierno los que queden con vida. Se
da cuenta de que su pistola-ametralladora se ha encasquillado. Algunos de los
que estaban observando el espectáculo se acercan a él. Lo rodean. Uno le
arranca la medalla que lleva. Es una imagen de la Virgen. Es gente que acaba de
salir del oficio religioso que se ha celebrado en una mezquita próxima. Recibe
muchos golpes, mientras otras manos intentan atarlo y meterlo en el maletero de
uno de los coches aparcado al borde de la carretera. Se da cuenta de que le
quitan el arma, afortunadamente encasquillada, y observa cómo le apunta ahora
desde la mirada intensa de un rostro anónimo. Está a punto de rendirse, de
dejarse llevar. No oye nada más que los gritos de la gente que se ha
arremolinado a su alrededor. Ya no hay disparos. O por lo menos nos los oye. Y,
de repente, de entre toda la muchedumbre, ve a un hombre que se acerca y que
aproxima la cara a la suya... No hubo ni una sola palabra que acompañara el
gesto. Sólo un beso. En la mejilla. Un gesto de protección, procedente de un
hombre delgado, bien vestido, elegante... Cuando José Manuel está a punto de
rendirse ante aquella turba, comprueba asombrado cómo un hombre distinguido le
besa en la cara y todos los que están a su alrededor se calman. No es un
religioso de la mezquita próxima. No es un imam, aunque va muy bien vestido. Es
un notable que, con ese gesto, transmite a los presentes la amistad hacia José
Manuel. El beso entre los árabes es un gesto muy apreciado que indica
compañerismo, afinidad. Inmediatamente después, como por encantamiento, las
manos agresivas hasta entonces, se tornan complacientes. José Manuel está
protegido y quienes le agredían, ahora le empujan con respeto hacia los coches
aparcados. Y en ese momento de perplejidad, propia y ajena, se introduce, lo
introducen en un taxi, que intenta salir de allí en dirección a Bagdad. Hay un
tremendo lío de tráfico. En el interior del taxi, mientras intenta despejar la
cabeza y asimilar lo que ha ocurrido, José Manuel ve tres coches patrulla de la
policía iraquí a los que pide auxilio y que le trasladan al puesto de policía
de Latifiya. El día ha perdido prácticamente su luminosidad. Al cruzar por el
lugar del atentado, ve los dos coches españoles ardiendo y dos de los cuerpos
de sus compañeros tendidos en la carretera. Es el único superviviente. No lo
sabe, pero se lo teme. Cuando mira el reloj, comprueba que, desde que comenzó
el ataque, apenas han pasado treinta minutos.
[1] Javier Calderón -director del CESID- y José Luis Cortina -ex jefe de la Agrupación
Operativa- movieron los hilos del golpe desde la sombra, poniendo en marcha una
serie de operaciones con el fin de que el Teniente Coronel Tejero pudiera
llegar al congreso sin problemas el 23-F.
[2] Desde que el
CNI nunca sostuvo la autoría etarra del 11-M hasta que actualmente confirma que
la banda terrorista aprovecha la tregua para seguir reorganizándose en Francia…
[3] Se acusó al Teniente
General Manglano y al ex jefe de operaciones del centro de inteligencia –el
Coronel Juan Alberto Perote- de la interceptación ilegal de conversaciones del
Rey, políticos, periodistas y empresarios entre 1.983 y 1.991. Posteriormente,
el 31 de Marzo de 1.998, varios militantes de la hoy ilegalizada Herri Batasuna
denunciaron que al cambiar la centralita de la sede los técnicos de Telefónica
detectaron una derivación en los cables que iba hacia el piso superior del
inmueble. Al registrarse dicho piso por orden judicial aparecieron aparatos de
audio, video y filmación, cintas vírgenes, etcétera, así como los cables de
conexión a las líneas telefónicas, de ordenadores y fax de la sede de HB…
[4] El Servicio Federal de
Seguridad de la Federación Rusa (en ruso: Федеральная служба
безопасности Российской Федерации; -Federálnaya sluzhba bezopásnosti
Rossiskoi Federatsii-) o el FSB (del acrónimo ruso ФСБ) es el
principal servicio de seguridad nacional de Rusia, uno de los órganos federales
que se encuentra bajo la jurisdicción inmediata del Presidente de Rusia. Entre
las funciones del FSB se encuentran la contrainteligencia y espionaje,
seguridad interna y de fronteras, medidas antiterroristas y vigilancia.
[5] Un clérigo chií llamó a la puerta y el agente le abrió sin llevar encima su
pistola, lo que denotaba que le conocía sobradamente. Cuando escuchó lo que
tenía que decirle, se dio cuenta de que iban a matarle e intentó huir, se
tropezó y los tres hombres que acompañaban al clérigo le mataron de un tiro en
la nuca. Estaba claro que habían ido a por él y que sabían cómo y cuándo
matarle. Si lo hubieran intentado el día anterior se habrían encontrado con
Luis Ignacio Zanón, que se había quedado a dormir en casa de su amigo para al
día siguiente coger el avión de regreso a España, donde pasaría unos días de
descanso.
[6] Agentes del CNI idearon una
trampa para cazar a los asesinos del sargento Bernal: La operación fue
ejecutada el 3 de Diciembre y culminó con la detención de los sicarios que 55
días antes habían tiroteado al sargento José Antonio Bernal. Se desarrolló en sigilo, sin ruido y con una
perfección maquiavélica. Al repasar los detalles, da la impresión de que los
agentes españoles que la idearon quisieron rendir un último homenaje al
compañero muerto: Un día antes de que arribase a Bagdad un equipo de expertos
enviado desde Madrid, la policía local detuvo a dos sospechosos y dio por
cerrado el caso. Los agentes del Centro Nacional de Inteligencia, sin embargo,
forzaron a los iraquíes a seguir adelante y se terminó identificando a los
principales implicados. Había que sacarlos de la madriguera y les tendieron la
primera trampa: A través de un confidente, se hizo llegar a los sospechosos una
suculenta oferta de trabajo: Tenían que matar a un personaje en el barrio de
Mansur y se les pagaría generosamente. Los criminales dudaron, pero al final se
echaron atrás, porque el escenario del crimen era el mismo donde habían
acribillado al agregado de Seguridad de la embajada española y temían que
estuviera muy vigilado. Los españoles y los policías iraquíes implicados en el
caso dejaron correr los días y volvieron a lanzar el cebo: Se les ofreció un
secuestro millonario. Recibirían algo por adelantado, pero lo que despertó su
codicia fue la posibilidad de cobrar la friolera de 750 millones de dinares
como rescate. Con la mente puesta en esos 400.000 euros, los cinco criminales,
incluido el que se presentó vestido de clérigo en la puerta de Bernal el 9 de Octubre
y los pistoleros que dispararon sobre el español cuanto intentó escapar a la
carrera, se encaramaron en un coche y se dirigieron al objetivo. No hubo
necesidad de montar una detención de película. En uno de los controles
militares salpicados por los cruces de Bagdad, los esposaron y se los llevaron
presos: Las huellas dactilares recogidas en el escenario del crimen coincidían
con las de los detenidos. Ninguno de ellos era clérigo.
Donde aún quedaba un largo camino
por recorrer es en Latifiya, aunque los norteamericanos parecían haber
desarbolado buena parte de la estructura montada por los sadamistas en esa
comarca del sur de Bagdad. El teniente coronel Pete Johnson, que mandaba los
600 soldados que protagonizaron la espectacular redada contra los asesinos de
los siete agentes españoles, explicaba que la operación estuvo precedida de una
meticulosa labor de inteligencia: “Teníamos una lista con los nombres de los
sospechosos y no se actuó de forma aleatoria –subrayaba-. Estoy seguro
de que entre los que hemos capturado en Latifiya están varios de los
terroristas que participaron activamente en el asesinato de los siete soldados
españoles”. Johnson añadía que creía tener entre rejas a una docena de los
desalmados que el 29 de Noviembre emboscaron los vehículos de los ocho agentes
del CNI.: “Hemos atrapado al jefe de la célula, un tal Abú Abdulá, a su
lugarteniente (As Salah) y al responsable financiero del grupo terrorista y
vamos a seguir tirando del hilo”, explicaba, antes de revelar que la redada
se llamó “Panther Squeeze” (“Zarpazo de Pantera”)… Habían sido
dos operaciones anunciadas casi simultáneamente en Madrid, pero que se
desarrollaron en días distintos, contra objetivos diversos y de formas muy
diferentes. Una, “Zarpazo de Pantera”, exigió la movilización de las
cuatro compañías, y contó con apoyo aéreo de varios aviones F-16 (que se
limitaron a dar cobertura aérea), la entrada en acción de varios helicópteros
Kiowa y se realizó en plena noche y tras bloquear todas las salidas del pueblo.
Los vecinos de Latifiya coincidían en que la redada comenzó de improviso un
poco después de la medianoche. Decenas de Humvee bloquearon todos los accesos a
la aldea mientras les sobrevolaban helicópteros que iluminaban con focos las
casas marcadas en la lista (haciendo imposible la fuga de sospechosos) y los americanos,
equipados con visores nocturnos, comenzaron a reventar puertas y a llevarse
gente: Los soldados, aproximadamente una docena en cada casa, concentraban a
las mujeres y niños en una habitación y sacaban a todos los varones adultos al
exterior. Los intérpretes y los policías iraquíes permanecían en los vehículos
para evitar ser identificados y la posibilidad de posteriores represalias. Los
americanos buscaban gente concreta y pusieron especial interés en localizar a
sujetos que llevaran como nombre de pila Arkan o Taja. Cada uno de los 41
detenidos de la noche fue maniatado con cintas de plástico y con los brazos a
la espalda, y cubierto de inmediato con una capucha negra.… El militar
estadounidense eludía los datos operativos (“era imprescindible hacerlo muy
rápido y de forma simultánea -aclaraba el teniente coronel Johnson-. La
prueba de que no hubo fallos es que no se disparó ni un tiro y que sólo uno de
los buscados, el tal Abú Abdulá, tuvo tiempo de intentar huir”.), comentando
que no se habían localizado demasiadas armas porque la célula de Abdulá contaba
con un escondite que “no tardaremos en localizar”.
[7] El 29 de Noviembre los cuatro agentes destinados en Iraq y los cuatro que
iban a sustituirles estaban en el sureste de Bagdad, en una localidad llamada
Latifiya. Se desplazaban en dos vehículos todo-terreno que fueron ametrallados
desde un Cadillac blanco. Las primeras ráfagas mataron a dos de ellos e
hirieron a otros dos. Sin duda, aseguran los especialistas, con coches
blindados eso no habría ocurrido (pero los vehículos no estaban blindados
porque el propio CNI tenía sus dudas: "Siempre nos decían que en Bagdad
un blindado puede terminar siendo útil, pero para transitar por las carreteras
iraquíes, donde ellos trabajaban, los kilos del blindaje sólo contribuyen a llamar
la atención, destrozar los amortiguadores y a machacar los motores. Y pese a
todo, decidimos imponérselos"). Uno de los coches terminó atrapado en
una zona enfangada, lo que impidió que los agentes vivos pudieran aprovechar
los minutos en los que habían desaparecido los cinco ocupantes del vehículo
agresor para largarse de la escena de la trampa. Nadie quería dejar a sus
compañeros heridos en aquella ratonera. Así que con Alberto Martínez muerto,
Carlos Baró tomó el mando y decidió telefonear a Madrid al responsable de la
misión en Irak. No obstante, según otras informaciones, no es al centro de
comunicaciones del CNI donde llega esa llamada, sino al móvil personal del
coronel responsable, que en esos momentos está de compras en el sótano de unos
grandes almacenes. Escuchó la voz de Baró: “Nos han atacado, tenemos por los
menos dos muertos. Avisa a la Brigada. Que manden helicópteros”. La llamada
se cortó porque no había cobertura en los grandes almacenes. Se repitió al rato
y Baró intentó darle al coronel las coordenadas de donde estaban, pero la
comunicación se interrumpió sin poder hacerlo. Algunos ex agentes se preguntan
cómo es posible, con los adelantos que había en el mercado, que los coches no
llevaran un sistema de localización. Pues no lo llevaban.
Minutos después del primer
asalto, los atacantes, de los antiguos servicios secretos de Sadam Husein, se
colocaron en diversos edificios estratégicos en los que podían disparar sin
problemas a los españoles. Tenían todo tipo de armas pesadas y de repetición,
mientras que los españoles solo contaban con sus pistolas, algo también
imposible de justificar, pues con otro tipo de armamento quizás habrían podido
ganar tiempo para transmitir su posición. Los agentes fueron cayendo uno tras
otro. En veinte minutos quedaban con vida tres agentes, uno de ellos con una
herida en el estómago. En los últimos minutos de ataque se sabe que Luis
Ignacio Zanón abrazaba al herido animándole a presionar fuerte en el hueco de
la bala para tratar de parar la hemorragia, mientras que con la otra mano
disparaba las balas que le quedaban en la pistola hasta agotarlas. Podía haber
dejado al herido allí e intentar salvarse, pero nunca se le pasó por la cabeza
esa idea. En España, donde había estado un mes antes, sus padres le habían
pedido insistentemente que no regresara a Irak. Tenía una hernia discal que le
molestaba mucho y que le obligaba a inyectarse continuamente para no andar
doblado. Además, iba a nacer su segundo hijo, con la mujer que tan feliz le
había hecho en los últimos años. Pero nada pudo apartarle de su deber: “Tengo
que volver”. Luis Ignacio murió allí abrazando a su compañero y
acompañándole hasta el último segundo. El otro agente que quedaba vivo optó por
salir corriendo. José Manuel Sánchez Riera, que no llegó a disparar ni
una sola vez su pistola porque dijo que se le había encasquillado, según la
versión oficial “se decidió que cruzara la carretera en busca de ayuda”.
Pero la versión en medios no oficiales del CNI apunta con toda claridad a que
optó por buscarse una solución personal. Al regresar a España tuvo que informar
de todo lo que había ocurrido, con problemas psicológicos graves. Finalmente,
sus mandos destinaron a un puesto en Estados Unidos…
[8] Una de las novedades que tuvo mejor acogida cuando 22 de Diciembre Mariano
Rajoy dio a conocer el organigrama de su Gobierno fue delegar en la
vicepresidenta y ministra de Presidencia, Soraya Sáenz de Santamaría, el
control del CNI: El organismo pasaba de esta manera de estar adscrito en el
Ministerio de Defensa al de Presidencia. Un cambio necesario, que siempre ha
sido bien visto desde la cúpula militar, y que hoy tiene más sentido que nunca
por el papel fundamental que debe jugar la inteligencia en un entorno de falta
de recursos para dotar en condiciones óptimas el resto de instrumentos de
seguridad y defensa. Cuanto menos gasta un país en su defensa, más debe hacerlo
en sus servicios de inteligencia. El Gobierno ha estado ocupado en los
problemas derivados del déficit y del paro, más urgentes y prioritarios en la
agenda de Rajoy, y también confluía una circunstancia que ha obligado a Sáenz
de Santamaría a llevar sus nuevas atribuciones con la máxima discreción: SM el
Rey veía con muy buenos ojos la permanencia de Sanz Roldán al frente de los
Servicios Secretos…
En cualquier caso, el Partido
Popular no renunciaba al relevo al frente del CNI ni a una reforma a fondo de
sus estructuras. En primer lugar, porque no ha habido en España otro organismo
–desde su constitución en 1.977– que haya estado ligado a más escándalos. Desde
su papel en el 23-F o el atentado del 11-M, hasta el oscurantismo impuesto por
Bono y Saiz, que volvió a poner al CNI bajo sospecha de corrupción, o el
regreso de un militar, que pasó directamente del máximo mando en el Ejército a
la dirección de los servicios de Inteligencia. Un cambio políticamente muy
relevante. Durante todo este tiempo, el CNI no se ha distinguido precisamente
por su claridad (y tampoco por su eficacia). De ahí la necesidad de afrontar
una reforma. En primer lugar, para acabar con el monopolio informativo del CNI:
El hecho de que la seguridad sea global, no quitaba para que España debiese
dotarse de un servicio de
inteligencia destinado al exterior y otro diferente al interior. Además,
claro está, de una Inteligencia
militar específica para Defensa, y de unos servicios de información
policiales que en la lucha contra ETA se han mostrado más que suficientes, como
ha mostrado con creces la Guardia Civil.
Y en segundo lugar, que el CNI
dependiera de Presidencia y no de Defensa, y que al frente estuviese una
persona que conozca la agenda internacional y que despachase directamente con
el presidente del Gobierno. Dos aspectos importantes para una España que se la
iba a jugar en el exterior en los próximos años, y en la que los Servicios de
Inteligencia podrían ser claves para llevar a buen puerto los retos del nuevo
Gobierno o convertirse en un foco de problemas. Y ni España ni Rajoy estaban
para tener en el CNI problemas, sino soluciones... Y eso pasaba por una reforma
urgente.
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