“Hijos
míos, estamos aquí para conquistar o morir. En la muerte o en la victoria,
ganaréis la inmortalidad”
(D. Juan de Austria arengando a sus hombres antes de la batalla de
Lepanto).
Larache,
Los Querquenes, Isla Tercera, Mámora… Un tema del que ya se
ha hablado con anterioridad en este Foro, pero que nunca se ha tratado
pormenorizadamente: La Infantería de Marina española es la más antigua
conocida, mucho más que los famosos Marines estadounidenses (Continental
Marines, 10 de Noviembre de 1775), los Royal Marines británicos (Duke
of York and Albany's Maritime Regiment of Foot,
28 de Octubre de 1664), los Infantes de Marina italianos (Reggimento “La Marina”, 1713) o la Infanterie de
Marine gala (1622, oficialmente conocida como Compagnies Ordinaires de la Mer).
Ésta
es su Historia, únicamente un breve resumen de sus orígenes, pero repleto de
grandes gestas:
En el
verano de 1534, el pirata Barbarroja, obediente al sultán turco Solimán,
comenzó una campaña atroz contra los cristianos. Primero, asoló con su escuadra
el sur de Italia y amenazó Roma; y luego conquistó Túnez, reino independiente
vasallo de España. El monarca derrocado, Muley Hassan, pidió ayuda a Carlos I, que organizó una expedición para la que contó con naos
del Cantábrico y urcas flamencas, y a las que se unieron galeras genovesas y
pontificias y carabelas portuguesas; en total, 30.000 hombres. No se trataba
sólo de reponer en un trono a un vasallo, sino de eliminar una amenaza tanto más
preocupante cuanto Francisco I, monarca de Francia, seguía empeñado en guerrear
contra España (en 1536, el rey francés llegó a pactar una alianza con los
turcos).
En
Mayo siguiente, el rey español -ya coronado emperador- zarpó de Barcelona y
desembarcó en La Goleta, con miles de veteranos de las guerras de
Italia. La flota la capitaneaba Álvaro
de Bazán El Viejo (cuyo hijo sería un marino aún más célebre
que él) y uno de los jefes de la infantería era Fernando Álvarez de Toledo,
duque de
Alba. En Julio, cayó Túnez. Los imperiales liberaron a unos
20.000 cautivos cristianos, repusieron a Muley Hassan y dejaron una guarnición.
La victoria del emperador le hizo popular en Italia y le dio el sobrenombre de “El
Africano”.
Las
tropas que intervinieron en esta campaña estaban encuadradas en Tercios,
constituidos en 1534 por Carlos I a partir de las coronelías de Gonzalo
Fernández de Córdoba. A la vista de la campaña anfibia de Túnez (traslado
de tropas por mar, desembarco de éstas y protección por parte de la flota ante
otra armada enemiga) y de la necesidad de contar con una fuerza de infantería
entrenada para embarcar y combatir exclusivamente en galeras, se formaron en 1537 las Compañías Viejas de
la Mar de Nápoles. En las décadas siguientes, los arcabuceros
españoles demostraron ser más efectivos que los arqueros turcos, sobre todo en
Lepanto: barrían las cubiertas de las galeras enemigas con más puntería y
mortandad.
No
obstante, pese al empuje que Carlos V dio a la Infantería de Marina: “Fue Felipe
II en 1566 el que desarrolló el concepto actual de Fuerza de Desembarco, es
decir, la proyección del poder naval sobre la costa, creando en ese mismo año
el Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles, el Tercio de la Armada del Mar Océano y
el Tercio de Galeras de Sicilia, y más adelante, en 1571, el Tercio Viejo del
Mar Océano y de Infantería Napolitana” (José Enrique Rivas
Fabal: “Historia
de la Infantería de Marina”, Tomo I)
El TERCIO DE LA ARMADA DEL MAR
OCÉANO era el único que no estaba asignado a las Escuadras de
Galeras y se empleaba cuando se "juntaba Armada" para reforzar a los
demás y desembarcar completos en la costa enemiga. Este Tercio se considera el
ascendente del actual Tercio de Armada. ¿Cuál fue la innovación de Felipe II?:
“A cada galera se le asignaba su
infantería, con lo cual podía dosificarse su entidad según la misión asignada a
la escuadra, pero lo más importante no era esto, sino la creación del concepto
de Fuerza de Desembarco, ya que las guarniciones podían desembarcar en un
momento dado e integrarse en unidades tácticas, puesto que poseían el
adiestramiento y los cuadros de mando para ello. A partir de este momento,
España contaba con una herramienta que podía pasearse por todo el Mediterráneo
y aplicarse en cualquier momento y punto de la costa”. Hasta
entonces, las operaciones navales, incluso las desarrolladas por los
berberiscos y los turcos, se limitaban a atacar por sorpresa un puerto o una
ciudad, saquearlo y abandonarlo. Sus dotaciones (la dotación de un barco la
forman la tripulación, es decir, la marinería, y la guarnición, la tropa) no
estaban preparadas para ocupar un territorio de manera permanente y enfrentarse
a unidades de infantería y caballería enemigas. Un desembarco que fuese una
invasión consistía en un complejo y arriesgado traslado de tropas de tierra de
una costa otra. Muchos de esos soldados no habían visto el mar hasta entonces.
Sin
duda alguna, el más ilustre de los infantes de marina españoles ha sido MIGUEL
DE CERVANTES, que participó con sus camaradas en la flota de la Liga Santa
contra los turcos. Fueron miembros del Tercio de la Armada del Mar Océano los
que formaron la guarnición (dotación) de la galera Real, la capitana de
la flota cristiana y en la que viajaba don Juan de Austria. Estos soldados
fueron los primeros en abordar la galera Sultana, del almirante truco Ali
Pachá. Otro infante de marina -luego gran escritor- fue PEDRO CALDERÓN DE LA
BARCA.
El
Tercio de la Armada del Mar Océano pasó a denominarse en 1603 Tercio Viejo de la Armada Real del Mar Océano;
en 1704 cambió su nombre por el de Regimiento
de Bajeles; en 1717 se integró en el Cuerpo de Batallones de Marina.
En 1969 recuperó su vieja y tradicional denominación de Tercio de Armada por el
decreto 1.148/68, que constituyó en el núcleo de las fuerzas de Infantería de
Marina. El real-decreto 1.888/1978 ratificó como fecha de fundación del Tercio
la ya citada de 1537.
A
partir de ahí… ya es otra historia.
“El
año de 1576 empezó a sacar el Marques (*) de Santa Cruz sus 40 galeras, que por
orden de Su Mag., se habian resumido a este numero, de las 50 que traia, y
empezando a navegar desde los 15 de Marzo que envio á Don Francisco de
Benavides con cuatro galeras en Levante, el que tomó dos bajeles de remo de
turcos, y en el golfo de Satalias y sobre la isla de Rodas tomó y echó a fondo
ocho navios turquescos, siete caramuzales y un galeon, que los caramuzales son
navios de porte de hasta 200 toneladas. Tomó vivos en estos bajeles 200
esclavos, y llegados a la isla de Candia, en puerto Suda, los venecianos
convidaron al dicho Don Francisco a cenar y le prendieron y retuvieron su
galera. Las tres galeras vinieron, habiendo marinado el galeon y dos
caramuzalies cargados de arroz, lino, índico, azucar y otras cosas que se
llevan de Alejandria a Constantinopla. Llegaron las tres galeras a la Fosa de
San Juan, ques junto a Mecina, a los 20 de Mayo, adonde hallaron al Marques de
Santa Cruz y le dieron cuenta de lo que hicieron los venecianos, que como malos
cristianos procuraban no se hiciese guerra á los turcos. Para estorvarles que
no pasasen adelante ni hiciesen mas daño en aquellos mares, habian prendido a
Don Francisco por engaño, y habiendose fiado dellos como de cristianos y
servidores de Su Mag.
Sabido
esto por el dicho Marques, dio luego aviso de tal insolencia a Su Mag. y al Sr.
Don Juan, questaba en Milan, y a los demas ministros de Italia, y como pensaba
ir en busca de galeras venecianas y castigarles conforme á lo que merecían, y
insolencia que habian cometido en Candia. De la Fosa de San Juan se fue el
Marques con sus galeras a Zaragoza, adonde embarcó 4.000 soldados de que era
Maestre de Campo Don Lope de Figueroa, y dos compañias de Sicilia y otra del
tercio de Napoles, que hacian todas el numero de 5.000 españoles, y fue a
Malta, adonde trató con el Maestre lo que se podia hacer en Berberia, y
habiendo juntado a los de su consejo, pareció a todos que ninguna jornada se
podia hacer mejor que la de los Querquenes, por ser una isla muy cerca de
tierra firme, casi tan grande como la de los Gelves, tierra que nunca habia
sido emprendida de ninguna armada ni gente, de que hubiese memoria, por ser
cerca de grandes bajios, los cuales habia reconocido el Marques otra vez que
habia andado por aquella costa”
(Cesáreo Fernández Duro: “Centenario tercero de D.
Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz”. Boletín de la Real Academia de la
Historia -Tomo XII-, 9 de Febrero de 1888).
(*):
La acentuación o carencia de la misma (así como errores ortográficos) es la del
texto original.
Muy interesante artículo, aunque esa cita de arenga de: Hijos mios..., supuestamente pronunciada por don Juan de Austria, antes de iniciarse la batalla de Lepanto, la veo demasiado "paternalista" a sus 24 años.
ResponderEliminar