Se conoce como Desastre del Barranco del Lobo
la acción militar acaecida en ese lugar, próximo a Melilla, el 27 de Julio de 1.909
en la que las tropas españolas fueron derrotadas por los rifeños. Es
considerada una parte de la Guerra de Melilla.
A comienzos del siglo XX
el gobierno español decide ejercer en Marruecos una influencia que devolviera
al país el prestigio perdido como consecuencia del Desastre del 98. A este fin
se adhiere a la Declaración de Londres de 1.904, que asigna a España
la misión de facilitar ayuda a Marruecos para llevar a cabo las reformas
militares, económicas y administrativas de la que estaban tan necesitadas. En
esta época el control de las cabilas que circundaban Melilla estaba en manos de un
pretendiente al trono de Marruecos, que afirmaba ser el hermano del sultán Abd
al-Aziz de Marruecos, Yilali
Mohamed el-Yusfi ez-Zerhuni, conocido en la historia como Bu Hamara (el de la burra), por lo que
una compañía española (la Compañía Española de Minas del Rif) y una francesa
negocian con él la explotación de yacimientos mineros. Sin embargo, estas
concesiones hacen que las cabilas que antes apoyaban a Bu Hamara consideren que
éste les ha traicionado, y para demostrar su enojo el 8 de agosto
de 1.908 atacan las explotaciones, aunque sin causar víctimas, y Bu Hamara es
apresado y enviado a Fez, donde moriría encarcelado por el sultán.
La muerte de Bu Hamara deja a España sin
interlocutor con los rifeños y la situación se hace más tensa. El general
Marina, Comandante General de Melilla, pide instrucciones y refuerzos al
gobierno, ya que con las fuerzas con que cuenta no pueden continuar las labores
pacificadoras, esto es, la continuidad de las explotaciones mineras. El
gobierno se limita a pedir calma al general y nada hace; es más, le prohíbe
cualquier acción militar y el 7 de Junio de 1.909 autoriza a las compañías
mineras a proseguir sus trabajos. La tranquilidad dura poco, puesto que a
finales de junio comienza una gran agitación, con predicación de la guerra
santa, en las cabilas próximas a Melilla. Ante la negativa gubernamental a
autorizar la ocupación y fortificación de posiciones que permitieran defender a
los trabajadores de un posible ataque rifeño, Marina ordena una expedición por
estas cabilas, que lo único que consigue es la captura de seis agitadores que
son conducidos presos a Melilla.
Barranco del Lobo |
Las detenciones son el detonante de la sublevación,
y el 9 de Julio de 1.909 se produce en Sidi Musa un ataque de los rifeños a un
grupo de obreros españoles que construían un puente para un ferrocarril minero,
matando a seis de ellos e hiriendo a uno. Cuando los hechos son conocidos por
el gobierno, presidido por Maura, éste decreta el 10 de Julio la movilización
de tres brigadas mixtas de Cazadores, formadas en su mayor parte por
reservistas de las quintas de 1.903 y 1.904, lo que provoca disturbios en
Madrid y en Barcelona, donde se producen los sucesos conocidos como Semana
Trágica.
En días sucesivos, menudean los enfrentamientos con
francotiradores ocultos en las alturas que dominan las posiciones españolas. El
día 16 comienza la llegada a Melilla de las fuerzas expedicionarias y el 18
entran en combate. El 20 se produce un nuevo ataque rifeño en Sidi Musa, aunque
fue rechazado por los españoles tras largos combates, bajo un sol abrasador sin
agua y sin comida. El 22 los ataques se aproximan a Melilla, por lo que para
detener el avance enemigo se ordena una concentración del fuego artillero sobre
el principal núcleo atacante. El general Marina, en previsión de un ataque a
Melilla, acantona una columna de seis compañías de infantería y una sección de
obuses en las proximidades de la ciudad, al mando del coronel Álvarez Cabrera.
Este mando, por iniciativa propia, ordena una marcha nocturna hacia Ait Aixa,
perdiéndose durante la noche y amaneciendo en el barranco de Alfer, donde son
sorprendidos y diezmados por los francotiradores apostados en las alturas. Esta
imprudencia, que cuesta la vida al coronel, produce además 26 muertos y casi 230
heridos. Sin embargo, se consigue el objetivo de sacar a los rifeños de sus
posiciones y de hacerlos retroceder.
Fusileros |
El 26 de Julio se reciben noticias a través de
confidentes rifeños sobre la preparación de un potente ataque rebelde. El
general Marina, ya teniente general y Comandante del Ejército de Melilla,
ordena la salida de tropas para proteger la posición de la Segunda Caseta.
Asimismo, dispone que la brigada de Cazadores de Madrid, mandada por el general
Guillermo Pintos Ledesma, vigile la zona del barranco del Lobo y el de Alfer,
situados en las estribaciones del monte Gurugú. Es en el barranco del Lobo
donde los españoles se ven expuestos al fuego graneado de los rifeños que
continúan dueños de las alturas. Se comete, además, el grave error de intentar
la retirada sin apoyo de la artillería, lo que causa gravísimas pérdidas. El
general Marina, a la vista de la gravedad de la situación, se hace cargo del
mando y organiza la retirada con apoyo artillero y de fuerzas procedentes de la
posición de la Segunda Caseta. Esta emboscada originó más de 1000 muertos,
entre ellos el General Pintos, que estaba al mando de la expedición, y casi 600
heridos. Según la historiadora María Rosa de Madariaga murieron 153 militares
(17 jefes y oficiales y 136 hombres de tropa) y 599 resultaron heridos (35
jefes y oficiales y 564 hombres de tropa).
Ante la gravedad de los acontecimientos se decide
suspender todas las operaciones bélicas y continuar reforzando el contingente
español en Melilla, que a mediados de agosto ya cuenta con más de 35.000
hombres y un elevado número de piezas de artillería y munición. A finales de
agosto se reinician los combates por parte española, aunque ahora desde una
posición de claro dominio, lo que llevaría a la pacificación total de la zona a
finales de año.
El desastre del Barranco del Lobo ha sido
considerado, junto con el de Annual en 1.921, como una de las más
sangrientas derrotas sufridas por el ejército español en las guerras coloniales
sostenidas en el norte de África. Sin embargo, la verdad es que, a pesar de las
pérdidas de vidas, se consiguen los objetivos marcados y se rechaza al enemigo.
El Desastre del Barranco del Lobo causó una
profunda conmoción en España, siendo tema para una coplilla popular difundida
durante muchos años, especialmente entre los soldados que servían en África, y
cuya letra era la siguiente:
“En el Barranco del Lobo
hay una fuente que mana
sangre de los españoles
que murieron por España.
(otras versiones: “por la patria”)
¡Pobrecitas madres,
cuánto llorarán,
al ver que sus hijos
a la guerra van!
(otras versiones: “ya no volverán”)
Ni me lavo ni me peino
ni me pongo la mantilla,
hasta que venga mi novio
de la guerra de Melilla.
Melilla ya no es Melilla,
Melilla es un matadero
donde van los españoles
a morir como corderos”.
En la campiña de Jerez se cantaba esta otra canción
menos conocida, en la que se aludía al conde de Romanones que era uno de los
propietarios de la Compañía Española de Minas del Rif:
“Los obreros de la mina
están muriendo a montones
para defender las minas del conde
de Romanones,
que luego los asesina”.
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