Abanderado Tigres |
SANDOKAN NO FUE EL PRIMER TIGRE...
Siempre se ha dicho de aquel cuyo arrojo es
desmesurado que es “un tigre”. El Tercio, en este sentido, parece un
zoológico, dada la inmensa cantidad de tigres que han demostrado su valor en
las extraordinarias circunstancias del combate. Como muestra, un par de
botones, uno colectivo y otro individual, con nombre y apellidos:
Ya hemos contado en otras ocasiones, que en sus
inicios, el recién creado Tercio de Extranjeros carecía de la confianza del
alto mando. Sus primeros servicios se daban lejos de la vanguardia y los
primeros legionarios tuvieron que aguantar burlas de los soldados de otras
unidades, sobre todo, por su característico gorrillo. Poco duró esta situación:
El desastre de Annual catapultó a la Legión a la fama… Pero unos días antes,
esta legendaria unidad ya empezó a demostrar de lo que estaba hecha y supo
acallar las críticas y los comentarios burlones. Una de esas primeras jornadas
de gloria, fue la protagonizada por la III Bandera en Buharrat, siendo conocidos
sus hombres a partir de entonces como LOS TIGRES DE BUHARRAT.
Bajo el mando del Comandante Candeira, en Febrero de 1.921
la III Bandera había llegado a Tetuán para -como el resto- ser revistada por el
Alto Comisario, causando una gran impresión entre el público asistente. De allí,
partió a realizar servicios de seguridad y protección de caminos, hasta que en
Mayo llegó a Xauen, con la misión de proteger la ciudad. En estos días, las
vanguardias de las columnas que protegen el lugar traban un breve combate con
el enemigo, siendo recibidos estos primeros disparos con gran júbilo por parte
de los legionarios, que no ven la hora de entrar en combate. Pero los días
pasan y no acaba de llegar el esperado día de demostrar de lo que son capaces
en una gran batalla. Se construyen blocaos y se asegura la zona… Más parecen
peones e ingenieros, que soldados de infantería. El día 24 de Junio, las tres
banderas vuelven a unirse en el Zoco el Arbaa. Sus relaciones con los Regulares
son cordiales, pero tendrán que llegar a las manos con otros soldados que les
cantan aquello de “¿Quiénes son esos soldados, con tan bonitos sombreros?
Son el Tercio de legionarios que llena sacos terreros”…
El Tercio tiene la esperanza de encontrar la acción en
las futuras operaciones que se presentan sobre Beni Lait, con el objetivo de
acabar con el segundo del Raisuni, el temible guerrillero Hamido es Sucan. Pero
al partir el día 27 se les vuelve a encuadrar en el grueso de las columnas, la
ansiada vanguardia sigue quedando lejos…
En la operación sobre Salah, por fin el Comandante
Franco consigue un puesto en vanguardia para su I Bandera, pero con la
condición de que no tenga ni una baja, algo prácticamente imposible en un
terreno infestado de enemigos. Alcanzamos así el día 29 de Junio, un día que
pasará a la historia de la Legión: El Sucan lanza un poderoso ataque sobre las
fuerzas de Franco. Sus hombres reaccionan bien, pero pagan con su sangre el
éxito. Uno de los heridos será el famoso Capitán Arredondo, jefe de la 1ª Cía.,
que quedará un año de baja por varios disparos en las piernas. Ese mismo día,
al norte de Kudia Taimutz, la columna en la que está encuadrada la III Bandera,
debe de entrar también en combate. Hay en la zona una larga loma, de vital
importancia para dominar la situación, Buharrat. A su toma se lanzan las
dos compañías de fusiles de la Bandera, la 7ª y 8ª, apoyadas por el fuego de la
de ametralladoras, la 9ª. Una vez tomada la posición -desde la cual se ve la
propia casa del Sucan- es cuando la 9ª se va a incorporar a las posiciones en
Buharrat, que se ve envuelta por un violento contraataque de los harqueños. Los
legionarios están rodeados y tienen al enemigo tan cerca que no se puede
emplear el fuego de ametralladora. Los servidores deben de defenderse a tiro de
pistola antes de llegar al cuerpo a cuerpo. Mientras los conductores hacen lo
propio con sus mosquetones, todos ellos acompañados por el vigor de su capitán,
CAMILO ALONSO VEGA. El enemigo intenta apoderarse de las ametralladoras y llega
a cogerlas por el cañón, teniendo que soltarlas por su elevada temperatura y
acabando por ser rechazado.
Bandera Tigres |
La acción de Buharrat le cuesta a la III Bandera la
muerte del teniente MANUEL TORRES MENÉNDEZ y la de once legionarios. Han quedado
heridos el capitán de la 8ª -Ortiz de Zárate- y 19 legionarios. Se lamentan los
caídos, pero por fin han disfrutado de su bautismo de fuego y han callado las
bocas de esos que los calificaban como simples cargadores de sacos terreros.
El jefe de la Legión, el mítico Millán Astray, dará a
esta Bandera su nombre de “Los Tigres de Buharrat”, y a partir de ahora
este será su estandarte, un tigre rampante que recordará por siempre el valor y
ferocidad de aquellos legionarios que empezaron a escribir la historia gloriosa
de la Legión.
PRIMER
MANDO LEGIONARIO CAÍDO EN ACCIÓN.
La historia del Comandante de Infantería Don CARLOS
RODRÍGUEZ FONTANES es de las más tristes de las de los 10.000 hombres que
dieron su vida por la Legión y por España. Padre viudo de 9 hijos, dejó a estos
en la orfandad cuando el más mayor aún no había alcanzado la mayoría de edad. A
esto se suma que, poco antes, su hermana, que hacía las veces de madre para los
niños, también había fallecido.
El Comandante Fontanes no fue estrictamente uno de los
mandos fundadores de la Legión, pero tomó el mando de la II Bandera poco
después de su creación, ya que su predecesor -el Comandante Cirujeda- tuvo que
abandonar el mando por enfermedad apenas seis meses después de su creación.
Así, ya en Abril de 1.921 Fontanes lideraba esta histórica Bandera de la
Legión, y con ella participó en la defensa de Melilla y posteriores operaciones
tras el desastre de Annual.
Había nacido en 1.879 en Manzanares, provincia de
Ciudad Real y con 18 años ingresó en Toledo en la Academia de Infantería. Tras
sus estudios y el paso por varios regimientos peninsulares y de África es
destinado al Tercio de Extranjeros, incorporándose a su Bandera en la posición
de Zoco el Arbaa e iniciando las operaciones inmediatamente en la zona
occidental del Protectorado. Trasladada la Bandera a la zona oriental tras los
mencionados hechos de Annual, sus acciones, junto a la de las otras Banderas y
resto de fuerzas españolas, fue decisiva para salvar Melilla e iniciar la
reconquista del territorio perdido.
Fontanes |
Sería en una de estas acciones, la toma de Amvar, en
la meseta de Arkab, iniciada el 18 de Marzo de 1.922, cuando Fontanes fue
herido de gravedad en el vientre, para encontrar la muerte en la madrugada del
día 20. La operación de la toma de Amvar duró tres días y fue la primera vez
que se utilizó el apoyo de carros de combate –Renault FT 17- para facilitar el
avance de la infantería. En un principio, cubrieron el avance de los
legionarios para tomar la loma, pero al llegar a un barranco tomaron la
vanguardia y aunque con sus ametralladoras iban consiguiendo barrer al enemigo,
la inexperiencia de combatir con estas máquinas hizo que se quedaran pronto sin
combustible, por lo que quedaron inútiles y fueron rodeados por numerosos
enemigos que acabaron con bastantes de sus tripulantes... Los legionarios, tras
superar el barranco, ven lo que está pasando y corren a salvar a los tanquistas
que huyen y además consiguen sacar de dentro de un carro a un capitán y a un
soldado. Chocan de forma muy violenta contra los rifeños en esta acción y
varios caen heridos. Será en ese momento cuando el propio Comandante Fontanes,
en primera línea ya que ha ido a animar a un legionario herido, recibe el
fatídico disparo: En un principio, el Comandante de la II Bandera no se
preocupó en demasía, pues poco tiempo antes había conversado con un Capitán
médico amigo suyo, Fidel Pages, gran cirujano, y éste le había dicho que las
heridas del vientre no eran mortales si se trataban dentro de las primeras
cuatro horas. Así que se le llamó de forma inmediata, pero el médico se hallaba
muy lejos de allí y tras pasar el tiempo marcado, al atardecer, Fontanes ya
sabía que iba a morir, triste sobre todo por esos nueve hijos que dejaba solos
en el mundo... Además de él, hubo otros 10 muertos y 65 heridos en la acción.
El fundador y jefe de la Legión en esos momentos, el
Teniente Coronel Millán-Astray, no dudó en escribir a la madre de Fontanes para
decirle lo siguiente: "Fue uno de mis principales colaboradores en la organización
de La Legión.... Era su vida privada la de un santo, dedicando cuanto ganaba al
cuidado de sus nueve hijos y pasando él personalmente privaciones que, aunque
dignamente las ocultaba, no podían pasar desapercibidas. (…) He dispuesto que
su nombre en letras de oro figure en un cuadro de honor, él sólo, que adorne el
despacho del Jefe de La Legión entre el retrato de SSMM y el pergamino de la
ejecutoria de la Orden del Ejército en que se felicitaba a La Legión por su
comportamiento en el territorio de la Circunscripción de Melilla, entre los que
era figura principal su hijo, el Comandante Fontanes.... Estoy de luto como
ustedes, ordené desde el campo que La Legión entera se sintiese de luto por la
pérdida de aquel bravo....".
Pero, quizás, el testimonio más conmovedor sea el del
periodista y legionario Carlos Micó, quien -en su recientemente reeditado libro
“Los Caballeros de la Legión”- apunta: "lgnoro aún los detalles
de las circunstancias en que fue herido el heroico Comandante. Sólo puedo
ofrecer al lector el conmovedor relato que me hizo alguien. El día antes de ser
herido hablaba el Comandante con el Capitán Médico señor Pagés, que tantos
cientos de vidas ha salvado en el Ejército de África:
-“Cómo se conoce que es usted soltero, mi
Comandante; si no, no se batiría con tanto desenfado, con ese denuedo…”
--“¿Cómo soltero? Viudo y con nueve hijos,
dos varones; el mayor de éstos, aún menor de edad, es fraile; el que le sigue
se está preparando para ingresar en el Cuerpo de Correos. Las niñas son muy
pequeñitas todavía. Ahora viven son su abuela, mi madre, ya ancianita. Hace un
mes que murió mi hermana, que era quien las cuidaba”.
Y ante un significativo gesto de piedad y
de estupor que hiciera el Capitán Pagés, el Comandante Fontanes prosiguió
humildemente, como si quisiera disculparse de su temeridad, hacerse perdonar su
diario heroísmo:
--“Es que no se me ocurre que me pueda
pasar nada; como oye uno tantas balas y aún no me ha dado ninguna, me he
acostumbrado a no concederles mucha importancia. Además, se curan tantos que
hay que pensar que no todos los proyectiles traen la muerte. Lo único que me
preocupa muchas veces son las heridas de vientre”.
--“Pues esas heridas no deben preocuparles
más que las otras. Con tal de poder hacer la primera cura dentro de las cuatro
horas que siguen al momento de producirse la herida, no hay gran peligro de
muerte. A mí no se me ha muerto ningún herido en esas circunstancias”.
Y como el Capitán Pagés, que está reputado
con justicia como uno de los tres mejores cirujanos del Cuerpo de Sanidad,
infunde gran confianza, el pobre Fontanes no olvidó estas palabras.
Al día siguiente de haber tenido esta
conversación fue cuando cayó herido de un balazo; la balita de plomo habíasele
alojado en los intestinos. Cuando lo transportaban en camilla a un lugar
desenfilado de los proyectiles enemigos, dijo, sacando su reloj y mirando la
hora:
--“Que avisen al doctor Pagés, a ver si
puede venir… ¿Dónde está?” Eran las dos de la tarde. El heliógrafo funcionó
preguntando por el Capitán Pagés, que se encontraba a muchos kilómetros de
distancia, no se sabía dónde.
A las cuatro sacó de nuevo su reloj:
--“¿Han avisado al doctor Pagés? -volvió a
preguntar-. Parece que tarda; han pasado ya dos horas…”. A las cinco: “No va a
llegar... Queda poco…". Transcurrida otra inacabable hora, volvió a
consultar su reloj y dijo:
--“Son las seis; ya venga o no venga… Ya
no importa… Ya es tarde... Mis pobrecitos hijos…”. No volvió a mirar más la
hora. Transcurría la noche triste en medio de aquel campo, sin la augusta calma
que a esas horas suele bajar de las estrellas; el fuego horrísono; la tragedia
conmovía a la naturaleza. Un rayo de luna bañaba la faz del moribundo,
iluminando sus últimos momentos. Ya de madrugada, dijo sus últimas palabras:
--“Mis hijitos. .. Pero es por la Patria;
no importa. Decid al Teniente Coronel que muero gritando: ¡Viva La Legión!”
Y este grito, que a todos siempre nos
conmueve profundamente, se le ahogó en la garganta, atropellado por el estertor
de la agonía… "Los hombres que rodeaban su camilla mortuoria, esos hombres
avezados, de corazón siempre enhiesto de entusiasmo y de virilidad, rompieron a
llorar a raudales, acongojados".
El Comandante Fontanes pasaba a la historia como el
primer jefe de la Legión caído en combate y la II Bandera “Carlos I”,
-esa que tras 87 años fue disuelta por aquellos que tanto mal han hecho a
España- contribuía con más sangre a la gloria de España, ya que el primer
oficial muerto, el Capitán Pompilio Martínez Zaldívar, también calló bajo el
guión del águila imperial.
Actualmente, los restos del Comandante, ascendido a
título póstumo a Teniente Coronel, descansan en Melilla en el Panteón de los
Héroes de las Campañas, en el nicho 7 de la fila 3.
Si alguien busca el pepito de la III bandera, lo he visto aquí http://conarpe.com/apartados/articulo.php?G_codi=PEPITO48
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