miércoles, 12 de junio de 2013

CB (10): "POSICIÓN AVANZADA" de Pedro Lazaga



Sinopsis: Durante la Guerra Civil española, un comando aprovecha la noche para llegar a una posición avanzada, cercada por el enemigo, que protege el vado de un río. Al día siguiente, los soldados de ambos bandos conciertan una tregua y pescan truchas y cambian conservas y cigarrillos. Pero fuerzas extranjeras relevan a los sitiadores durante la noche y matan a un confiado soldado que hacía señas para volver a pescar. Mientras la posición se fortifica, un soldado escapa hasta el pueblo cercano para ver a su familia…

En la cinematografía española hay películas bélicas y militaristas. Ésta es una “de guerra”, al uso (la acción bélica desatada y directa es el vector principal del relato y por eso es buena). Desde el comienzo me sorprendió favorablemente el planteamiento de la cinta, que efectivamente parece el germen del que años más tarde empleará Berlanga en su famosa "La Vaquilla" (personalmente creo que hay cosas que luego las tomará prestadas Berlanga, veinte años después… Si no, ¿díganme Vds. a quién se parece el Sargento interpretado por Alfredo Landa en el film de Berlanga?), mostrando una peculiar mirada sobre la Guerra Civil en clave de tragicomedia, al menos en una primera parte. Aunque el guión de “Posición Avanzada” no es muy original si lo comparamos con cualquier película bélica norteamericana la película promete desde el primer momento. Nada más empezar vemos un tranquilo río, y entonces mientras se rasga una guitarra, se suceden diversas explosiones acompañando al acorde (no soy el único que lo ha visto muy similar al comienzo de "Apocalypse Now") de una guitarra flamenca... No teníamos a “The Doors” con su “The End” a mano, pero teníamos a Regino Sáinz de la Maza. Como he dicho la historia es simple. Comienza con un niño que encuentra un casco agujereado y se lo lleva a su padre (recuerdo una escalofriante la foto que vi una vez: Una calavera cubierta de musgo reseco proveniente de la zona de los combates del Ebro... Parece que había rodado por una ladera hasta caer perfectamente asentada y así quedaría por los siglos de los siglos. Nada mejor para expresar la tragedia de esa guerra). Este comienza a recordar que el casco perteneció a uno de sus camaradas y comienza a relatar su historia:

Un pelotón del ejército nacional perteneciente a la 7a División recibe la orden de dirigirse a una posición avanzada al lado de un río y que cubre las líneas de suministro de un regimiento. La posición es conocida por “La Sartén” pues siempre están saltando chispas. Al mando del pelotón está un alférez recién salidito de la Academia con cara de tierno infante que no ha roto nunca un plato y que no se ha ido de putas tal y como deja claro una insinuación del teniente relevado sobre el lugar donde ha realizado los estudios, en Granada (“¿Cómo están “La Corales” y sus chicas?”). Pero quien realmente manda “de facto” el pelotón es el típico sargento que se las sabe todas, interpretado en este caso por Antonio Ferrandis (sí, sí, el posteriormente famoso “Chanquete”), tan cerca de Rafael Hernández en este rol que parecen hermanos. Es una de los mejores interpretaciones del típico “sargento chusquero español” de la subespecie “bonachona” que he visto en mi vida. El pelotón está integrado por los típicos soldados de las películas: El “filósofo” interpretado por Manuel Tejada (que, demás, fue “Miliciano de la Cultura” de la 111ª Brigada Mixta y ejerce de Sanitario… Un tanto cuáquero), el “caradura” (Azón, arrestado para más inri), el veterano Pando, Castro el manitas, Ruiz el campesino -cuyo pueblo, su mujer y su hijo está justo al otro lado de las líneas-, Vélez el patoso, etc. En algunas descripciones de personajes, los retratos y caracteres se acercan a los efectivos de “Platoon” (Oliver Stone, 1.986).

La escena de presentación del nuevo y bisoño oficial ante su Comandante parece haber inspirado a Sam Peckinpah (“La Cruz de Hierro”, 1.976) en la similar secuencia, cuando el Capitán Stransky (magníficamente interpretado por Maximilian Schell) se presenta ante el Coronel Brandt (James Mason) y su ayudante, el cínico Capitán Kiesel (David Warner): Ese impasible Tomás Blanco, con más conchas que un galápago, comentando el usual bombardeo de la posición con su Teniente asistente y un amedrentado Laso. Y ese “me la tienen tomada con el Fiat morro alto”. Todos los diálogos en el Puesto de Mando son impagables.

El pelotón inicia la marcha cantando una canción que hace referencia al nombre de su unidad, “Los Gatos Negros” (el mismo felino que llevan en el escudo cosido en sus mangas), pero enseguida se tienen que callar pues deben de pasar por un lugar que está batido por la artillería enemiga. La escena de le enfilada tiene un punto gracioso cuando se ve a todo el pelotón corriendo para ponerse a cubierto cuanto antes menos el soldado veterano que va solo y andando despacio. Ante los gritos del sargento apremiándole este responde “¡Anda ya! pero si estos no gastan una bomba para uno solo”. Y efectivamente tiene razón.

Tras llegar a “La Sartén” el alférez releva al teniente Crespo, relevo que queda perfectamente representado. El teniente, un veterano, le explica la situación, la disposición de la trinchera, dónde están camuflados los morteros enemigos y por supuesto, dónde está el puesto de escucha. Nada más despedirse las tropas relevadas, el sargento –tras patrullar con el alférez por los puestos y enseñarle dónde se ubica el cañón antitanque de apoyo- comienza a tramar algo con otros soldados. Se dirigen a la trinchera y comienzan a agitar una bandera mientras Antonio Ferrandis comienza a vocear para llamar a un paisano suyo del pueblo cántabro de donde proviene: El Capitán Trueba, el campurriano más feo de Reinosa. Los dos son antiguos amigos y entre chanzas de los unos y los otros se ponen a pescar en el río ¡con granadas! Evidentemente, el alférez llega corriendo pensando en un ataque, pero el sargento le tranquiliza diciéndole que el coronel permite la pesca siempre y cuando le manden las mejores capturas. La escena completa es totalmente berlanguiana (aunque esto de juntarse en tierra de nadie ya fue copiado con anterioridad en “A la Legión le Gustan las Mujeres… Y a las Mujeres les Gusta la Legión”, al igual que el detalle de la confraternización, “aunque sólo sea para fastidiar al Comisario Político”).

Hay respeto y camaradería al hablar del enemigo… No dejaba de ser ésta una guerra fratricida donde, aparte de las ideologías, la mala suerte de pillarte el Alzamiento en una ciudad o en otra marcaría el devenir de más de uno.

Todo parece indicar que la guardia en “La Sartén” va a ser tranquila (el aburrimiento y la monotonía de la guerra de trincheras, partidas de naipes y de ajedrez –entre el teniente y el único soldado universitario, como indica la clase-, la novatada ya vista en “Ahí Va Otro Recluta” de ir en busca de la piedra de afilar machetes y una escena muy a lo Cyrano de Bergerac…), pero al día siguiente cuando se quiere reanudar la “pesca”, el soldado que levanta la bandera blanca es abatido por un francotirador. Evidentemente, el sargento les quiere dar de lo suyo a los del otro lado, pero el alférez consigue “calmarle”, demostrando que también sabe dar órdenes. Nadie se explica lo ocurrido, hasta que les llegan informes que les comunican que las tropas republicanas han sido relevadas por el batallón alemán de la 12ª Brigada Internacional (el Batallón Thälmann). Este detalle es sumamente significativo: A pesar de que es una película sobre la Guerra Civil española, Lazaga no quiere representar dicho enfrentamiento en su película, y en su lugar utiliza el recurso de sustituir a los republicanos por “alemanes”, los típicos malos de las películas de guerra.

El “paco” consigue que nadie levante la cabeza de las trincheras más de lo necesario así que se hace necesario librarse de él. Al final le localizan y le encargan la tarea de eliminarle al mejor tirador. Este resulta ser el “filósofo”, del que anteriormente sabemos que se cambió de bando y que ahora hace más las labores de sanitario que de soldado pues la violencia le repugna. Sin embargo, no tiene más remedio que acabar con el “paco”…

Como se teme un ataque en la zona, llega una unidad de zapadores y se disponen una serie de minas. El sargento tiene una charla bastante curiosa con su homólogo de los zapadores. Hablan de ascensos y de cuántos tienen delante. Ferrandis dice que a él le quedan 9, pero rectifica a 8, pues uno ha caído recientemente. Mientras se colocan las minas, el soldado originario del pueblo cercano aprovecha para ir a ver a su mujer y su hijo. Evidentemente, en “La Sartén” descubren su ausencia pero el sargento consigue convencer al alférez de que no dé parte hasta que se haga de día, pues confía en que volverá. La historia de este soldado es lo que menos me gusta de la película (muy a lo Montgomery Clift en “De Aquí a la Eternidad”. Fred Zinnemann, 1.953): Aparte de tener que atravesar el pueblo, llegar a su casa, ver a su hijo y acostarse con su mujer tiene tiempo de ponerlos a ambos a salvo en el pueblo de al lado. Y evidentemente vuelve a “La Sartén” y de paso hace una heroicidad (la parte más típica y tópica del cine de comandos… Germanos villanos incluidos). Vuelve herido, of course, pero tras haber hecho explotar una posición de morteros que él suponía que debía de estar en un altozano cercano, que evidentemente él conoce perfectamente pues no en vano es su pueblo. Además, avisa que el ataque es inminente.
 

Nada más amanecer comienza la ofensiva. Y no está mal realizada ni filmada (la escenografía es sumamente creíble por la veracidad que destila, bien dibujada y perfectamente resuelta). Primero se ve el cañoneo por la artillería y luego el asalto de los brigadistas (el travelling por las alambradas y el plano medio desde jirafa recuerda al desembarco playero de “El Día Más Largo”. Ken Annakin, Andrew Marton y Bernhard Wicki, 1.962). Evidentemente, la posición es heroicamente defendida por todos ellos (7 minutos de auténtico infierno y sin apenas diálogo, con muchas tomas similares a idéntica defensa en “La Cruz de Hierro”) y el ataque fracasará, pero sólo habrá un superviviente: Un Charly Sheen a la española emergiendo de entre los muertos... La película termina con un plano que nos muestra a todos los muertos de uno y otro bando acabando en el casco agujereado encontrado por el hijo de este último soldado al comienzo de la película.

Ciertamente, el tono ligero y de cierta farsa con el que se plasman las operaciones militares en una posición avanzada del frente, recuerdan en ocasiones a los chistes de Gila, especialmente en la muy llamativa secuencia de la tregua para pescar que acuerdan a cierta hora los dos bandos. Aunque los protagonistas -y por tanto el punto de vista- son del bando franquista, en esta primera parte del filme se huye de la habitual propaganda anti-roja, atribuyéndose al otro bando una postura equivocada pero evitando una demonización del mismo. Pero ese planteamiento cambia cuando las tropas a las que se enfrentan los franquistas son relevadas por las Brigadas Internacionales; estos sí que aparecen como enemigos de la patria, incapaces de respetar la tregua, y contra ellos sí que se justifica un discurso y acciones más duros, lo que no deja de ser una solución argumental de lo más manipuladora, pero lógica teniendo en cuenta la época de realización del filme; por un lado, presenta el conflicto civil como algo tragicómico, sugiriendo siempre elementos de conciliación, y por otro acusa a fuerzas extranjeras de ideologizar y encarnizar la guerra (un discurso perfectamente asumible por el Régimen, interesado siempre en vender en el interior la supuesta "reconciliación nacional" y la idea de un enemigo externo, ya sea el comunismo o el contubernio judeo-masónico).

La película sorprende por su correctísima realización, que tiene, además de una buena fotografía, unos excelentes movimientos de cámara, especialmente los travellings rodados en las trincheras (muy al estilo de “Senderos de Gloria” –Stanley Kubrick, 1.957). Del mismo modo, el asalto enemigo y la defensa de la posición, momento culminante de la cinta, está perfectamente rodado, hasta el punto de constituir un hito en el cine español de la época, destacando en todo momento su cuidada planificación, así como el largo y descriptivo travelling con que se cierra, culminando circularmente la película (toda ella es un largo flashback). El guión brilla especialmente en los momentos más cómicos, así como los intérpretes, entre los que destaca, inevitablemente, un perfecto Antonio Ferrandis, encarnando al típico sargento, bromista y estricto al mismo tiempo (posteriormente, repetiría papeles castrenses, con mayor graduación –“Biba la Banda”, “Memorias del General Escobar”…-); también es llamativa la inclusión de algún personaje atípico, como el intelectual. Manuel Zarzo –como Tomás Blanco- ya se había convertido por entonces en omnipresente en toda película de ambiente castrense que se preciara: “Ahí Va Otro Recluta”, “Los Guardiamarinas” o la posterior “No le Busques Tres Pies…”, actuando bastante correctamente.

Si bien la película muestra la guerra de trincheras entre republicanos y nacionales en una concreta ("La Sartén"), Lazaga no nos narra un simple episodio bélico, sino que se aproxima a la guerra de un modo mucho más intimista (“La Sartén” no es sino la focalización de frentes más vastos en este guerra… Y en todas las guerras). Los ejemplos de heroísmo o incluso el elogio del "militarismo" están ausentes o bien aparecen envueltos por tonos de humor ("¡Ánimo muchachos, que son pocos y además no hablan en español!"). Seguramente, por todo ello, es una de las mejores películas de cine bélico español de todos los tiempos, con una fotografía de Cecilio Paniagua absolutamente deslumbrante y un reparto espléndido (Manuel Zarzo y Luis Marín -fantásticos- al lado de Antonio Ferrandis, un sarcástico e inconmensurable Tomás Blanco, Manuel Tejada (en unas de sus primeras apariciones) y Manuel Manzaneque, todos ellos sensacionales), la película es una lección de emocionante y buen cine.

No es sorprendente (ni se le puede reprochar) que se vea la guerra desde el bando franquista: La película está hecha en 1.965 y dudo mucho que los censores de la dictadura hubieran permitido en esa época unas "Cartas desde Gandesa"... De todas formas, en 1.960 ya se intentó hacer una película con cierto carácter reconciliatorio. Me estoy refiriendo a "La Fiel Infantería", donde –en su escena final dice algo así como “Dedicada a todos los que lucharon, de uno y otro bando”. Es evidente que el bando republicano no fue representado por el cine español hasta que se murió el dictador. Otra cosa es la representación que se hace de dicho bando en el cine extranjero, sobretodo el estadounidense (y, a todas luces, más romántico y heroico de lo que, en la realidad y a menudo, fue).

El cine bélico español de características épicas no abunda precisamente tras la guerra civil. Aunque el mismo Pedro Lazaga había rodado antes “La Patrulla” o “La Fiel Infantería”, y aun contando con la extravagante, ególatra y megalomaníaca “Raza”, o las más bien escasas muestras de cine patriótico nacional (“Sin Novedad en el Alcázar, “Harka”, “¡A mí la legión!” y compañía), en general el franquismo no patrocinó el heroísmo fílmico con tanto brío como el que suele suponérsele. El cine de "interés nacional" fue cediendo terreno ante la comedia o el cine folklórico y ni tan siquiera la idea del Imperio, normalmente asociada con la ideología "nacional-católica" recibió un trato demasiado extenso o complaciente -una tradición "crítica" que vemos reflejada también en la reciente “Alatriste”. Quizás sea “Balarrasa” (Nieves Conde, 1.952), no casualmente centrada en la conversión de un legionario, el mejor ejemplo para ilustrar esta ambigüedad típicamente franquista que debía negociar un difícil equilibrio entre los intereses de la milicia y los de la religión.

Desde los mismos inicios de la posguerra, el régimen eludió el encarnizamiento ideológico, como muestra la virtual eliminación de los elementos falangistas, y optó por una estrategia de pacificación y reconciliación parcial. Esta desideologización o "desfascitización" del franquismo (por otro lado, un rasgo típico de los regímenes modernos no democráticos) se reflejó también en el cine -incluso el film más nítidamente nacionalista, Sin novedad en Alcázar, incluía un prólogo en el que se elogiaba el heroísmo de la "humanidad". Lo más frecuente era que los ideólogos del régimen terminara abrazando versiones de un irenismo pacifista en línea con la tradición de Francisco de Vitoria -como refleja, en clave de comedia, el film “Bombas para la Paz” (Antonio Román, 1.958). Esta tendencia "apaciguadora", ayudada por las corrientes posconciliares, se incrementará a partir de los años sesenta, cuando incluso el Partido Comunista de España escoge una táctica de "reconciliación nacional" como paso previo de la transición democrática.

Este es el contexto de “Posición Avanzada”, poco conocido filme bélico español. La película muestra la guerra de trincheras entre republicanos y nacionales en una posición conocida como "la sartén" por su propensión a hacer saltar las chispas. Pero Lazaga no narra un episodio bélico cualquiera, sino que se aproxima a la guerra de un modo mucho más intimista y casticista, subrayando en todo momento la esencial identidad de las "dos Españas", como acredita la presencia de un filósofo "rojo" en el bando nacional y, sobre todo, la práctica de pescar ambos bandos en el río durante treguas concertadas en el campo de batalla. Los ejemplos de heroísmo o incluso el elogio del "militarismo" están ausentes o bien aparecen envueltos por tonos de humor (ese anteriormente comentado "¡Ánimo muchachos, que son pocos y además no hablan en español!"). Significativamente, estas treguas semifestivas serán rotas por los brigadistas internacionales (posiblemente una concesión al régimen), provocando el cruento desenlace final. El modo de resolverse la narración, con un largo travelling recorriendo los cadáveres, vuelve a remarcar la posición esencialmente moralista y "pacifista" de la película.

El tema de la Guerra Civil es uno de los mejores ejemplos de lo que se suele denominar "El Síndrome de Rambo" o cómo ganar en la pantalla la guerra que se perdió en la historia. Desde que murió el dictador, en 1.975, la inmensa mayoría de las películas sobre la guerra pecan del mismo defecto que las rodadas durante la Dictadura, pero esta vez desde la perspectiva contraria. Los "franquistas" sólo pudieron hacer películas sobre su versión en la década de los 40, de una manera sumamente burda. En dichas cintas los "azules" eran buenísimos y abnegados cristianos y los "rojos" patanes borrachines sanguinarios y lascivos (el paradigma de este tipo de cine es "Raza", de 1.942). En la década de los 50 las películas comenzaron a hablar de otros aspectos de la Guerra Civil, como sus consecuencias sobre las personas, más que de los combates. A partir de 1.960 lo que empieza a haber es un esfuerzo por la reconciliación representado por la película "La Fiel Infantería" o por “Posición Avanzada”. Personalmente creo que las décadas de los 60 y 70 son la época más interesante del cine bélico español. Incluso se llegaron a realizar producciones pro-bando republicano como la maravillosa "El Espíritu de la Colmena" (Víctor Erice, 1.973) en plena dictadura. Cuando muere el dictador, pues se dieron los archifamosos fenómenos de "la ley del péndulo" y de la "ley del cambio de chaqueta" entre los cineastas. A partir de ese momento se cambiaron los estereotipos y los "franquistas" pasaron a ser los patanes y los "republicanos" los buenos idealistas salvo alguna excepción. Y es que nuestra “Guerra del Millón de Muertos” aún no está superada y, al paso que vamos, no creo que se supere en esta generación (y es una pena).

No obstante, hay una película muy poco después, todavía más "abierta" que la comentada, donde ya hay historias y personajes en los dos lados: “Golpe de Mano” (de José Antonio de la Loma, 1.970, con Simón Andreu, Fernando Sancho y Patty Shepard). Se trataba de un Alférez Provisional que consigue que le destinen en el frente del Ebro, al lado de su pueblo con intención de vengarse de quien mató a su padre. También –entre infiltraciones al pueblo y el plan del comando para volar el puente- aparece un Capitán ruso de tanques que por cierto fue quien se lleva a la chica al huerto…


LO MEJOR:
Posición Avanzada” está dirigida está rodada en el año 65, es decir, durante la dictadura de Franco. Es cierto que se realizó durante una época en la que ya comenzaba a haber un cierto aperturismo en dicha dictadura, pero la película tiene que pagar algunos “peajes” para con el régimen. Sin embargo, en mi opinión esas concesiones al poder están bastante bien resueltas, e incluso quedan como un chiste. De hecho la película también tiene algunas críticas soterradas a la situación de la Guerra Civil.

¿Lo mejor? ¡La surrealista escena de la pesca a granadazos! Pero el resto –los despliegues, los diálogos, el combate…- son bastante creíbles.

Y algún apunte "cutrecillo" del final: Cada vez que lanzaban alguna granada a un puesto de los protagonistas y ésta estallaba, se veía todo blanco y el siguiente plano aparecía algún muerto y lo que es más chocante, el puesto aparece "destrozado"... Vamos, que no se ve cómo explota el puesto, se ve humo tapando la cámara y ¡zas! Visto y no visto. Ciertamente sorprende que la película esté hecha con tan poco presupuesto y por eso se le puede perdonar los chapuceros-“defectos” especiales. Lo mejor sin duda es el tratamiento de los bandos contendientes. Es mil veces más imparcial que cualquier película actual sobre la Guerra Civil.

LO PEOR:
El momento "héroe" en el que llega a su pueblo es de lo peor de la película: Corta el ritmo y, encima, añade la hazaña de John Wayne.

Nota: 6,6 (de lo mejor rodado por Lazaga, hacedor de tantos engendros carpetovetónicos protagonizados por Paco Martínez Soria o Alfredo Landa).

Decidme si con sólo ver esos créditos iniciales (que comparábamos con la intro de “Apocalypse Now”) no entran ganas de tragarse lo que quiera que venga detrás, aunque sea el mayor truño que haya concebido la mente humana… Es, para mí, la mejor de las tres películas bélicas filmadas por Lazaga (las otras son “La Patrulla” y “La Fiel Infantería”): John Ford meets “La Vaquilla” meets John Houston meets “Sin Novedad en el Frente”. Ciertamente una película bastante maja para cualquier aficionado al cine bélico español y que me sorprende que sea casi una desconocida. Poco más puedo decir, salvo esto: Antonio Ferrandis, fuiste un grande.

FICHA TÉCNICA:
Dirección: Pedro Lazaga.
País: España.
Año: 1.965.
Duración: 90 minutos.
Guión: Ángel del Castillo.
Música: Antón García Abril.
Fotografía: Cecilio Paniagua (B&W).
Protagonistas: Manuel Zarzo (Juan Ruiz), Antonio Ferrandis (Sargento Ayuso), Manuel Manzaneque (Alférez Laso), Enrique Ávila, Ángela Bravo (Ana), Tomás Blanco (Comandante), Manuel Tejada (Javier Martí), Luis Marín (Azón), Fernando Sánchez Polack (Sargento Díaz), Miguel Ángel Aristu (Novato), Marcelo Arroita-Jáuregui (Cabo Pando), Ricardo Buceta (García), Luis M. Cantera, Enrique Centeno, Jesús Ciuró, Jesús Colomer (Leandro García), José Manuel Gorospe, Rogelio Madrid (Teniente Gonzalo) y Francisco Matesanz.

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