La
primera víctima de la guerra es la verdad…
Fue uno de los golpes más duros en la historia
militar española. Un siniestro en el murieron 17 militares mientras
participaban en las labores de pacificación en Afganistán. En el accidente se
vieron inmersos dos helicópteros. Siete segundos antes de que uno de los
aparatos se estrellara contra el suelo, un piloto comunicó a su compañero del
otro aparato que todo iba bien, que todo iba “cojonudo”...
Era el 16 de Agosto de 2.005…
Como era habitual, a primera hora el capitán David Guitard, uno de los pilotos del Cougar, se había reunido con el
teniente Navarro para detallarle las características del vuelo táctico que
trasladaría a sus compañeros a la localidad de Shindand, al oeste del país. En
la reunión se estableció que el Cougar
viajaría junto a otro helicóptero, matrícula ET-651, a una altura de entre 50 y
60 pies –equivalente a entre 10 y 15 metros–, y se calificó el peligro de
ataque en aquella zona como “medio”.
Poco después de
las doce y media de la mañana despegó la patrulla. Las dos aeronaves volaban en
dirección sur a unos 200 metros de distancia entre ellas, siguiendo la ruta
habitual de los meses anteriores. En mitad de las montañas rocosas de Herat,
giraron a la izquierda para atravesar un río, manteniendo en todo momento el
mínimo de altura establecido. Unos segundos les separaban. Viraron a la
derecha, donde había una loma para poder aterrizar. En ese instante, Gregorio
Peña, piloto del segundo aparato, preguntó al capitán Guitard: “¿Cómo va el
viaje?”. La respuesta del militar no ofrecía dudas: “Todo va cojonudo”.
Sin embargo, cuando la segunda aeronave giró a la derecha observaron una gran
columna de humo procedente del Cougar.
El helicóptero español se había estrellado y con él sus diecisiete integrantes.
El sargento Peña -mientras notificaba por radio que se había producido un
accidente- consiguió entonces asentar su helicóptero a unos 150 metros del Cougar, en mitad de un infierno de
amasijos de hierro que ardían a más de 1.000 grados…
Capitán David Guitard |
VELOCIDAD. ALTURA. VIENTO: Los tres factores
oficiales del siniestro. El ministro de Defensa de por aquel entonces, José
Bono, dejó abiertas las puertas a todas las posibilidades el mismo día del
accidente. Se desplazó a la zona donde se produjo el siniestro y a su regreso
sostuvo que todo apuntaba a un accidente y que no había indicios de que se
hubiera producido ningún ataque contra los helicópteros españoles. Los
posteriores informes oficiales avalaron ya esta impresión… Pero son muchos los
que aún no entienden por qué el piloto de la segunda nave decidió realizar un
aterrizaje forzoso en una zona montañosa y con un altísimo riesgo, si el
helicóptero Cougar que viajaba con
él no había sido abatido. Se sostuvo que este segundo aparato, del que todos
sus ocupantes salieron prácticamente ilesos (aunque algunos sufrieron heridas
y contusiones), no tenía a su acompañante a la vista y que
únicamente vio la nube negra que levantó cuando se estrelló, a 25 kilómetros de
la localidad afgana de Herat. Según esta versión, los ocupantes de este
helicóptero no vieron al aparato siniestrado durante sus últimos segundos de
vuelo.
En su comparecencia ante el Congreso (7 de
Febrero de 2.006), Bono afirmaba que en la gestión del accidente no se había
ocultado nada y "siempre hemos dicho la verdad". En este
sentido, aseguraba que desde el accidente el Ministerio de Defensa había
actuado con "total transparencia y rigor: Siempre hemos dicho la verdad
a las familias para no aumentar su dolor, con torpezas". Señalaba como
causas del siniestro una maniobra agresiva a poca altura, el perfil de "vuelo
de riesgo" y las condiciones meteorológicas y orográficas adversas.
Asimismo afirmó que la investigación se había realizado con el máximo rigor
estudiado minuciosamente los restos de los helicópteros siniestrados, analizado
meticulosamente los resultados de las autopsias, consultado con testigos,
contrastadas las indagaciones y entrevistados a los tripulantes
Pero la COPE obtenía las declaraciones
que, el piloto del segundo helicóptero accidentado, realizó a la Comisión de
Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares. En ellas, afirmaba
que realizó un giro brusco porque percibió que al primer aparato le "habían
dado", añadiendo que al salir del helicóptero "escuchó
disparos" que llegaban desde la zona del Cougar incendiado y que por eso los soldados de la Brigada Ligera
respondieron al fuego, al pensar que "el helicóptero había sido
derribado": "Los tiradores salieron y se desplegaron en la
zona ante la amenaza del ataque". Y no era únicamente el piloto el que
mantenía esta versión: Los otros tres hombres con mejor visibilidad –el
comandante, el tirador derecho y el tirador izquierdo– del segundo helicóptero
apoyaban su declaración (uno de los militares llegaba a asegurar que el riesgo
asumido a tan baja altura era normal porque "el vuelo que realizaban
los 17 militares que perdieron la vida era UN VUELO DE COMBATE").
Bono insinuaba ante los parlamentarios que
el accidente pudo deberse al estrés o a la falta de confianza de los pilotos
(luego se tornaría precisamente en un exceso de ella), pero los militares que
mejor les conocían y compartían misión no declaraban eso, sino que afirmaban -tanto
del Capitán Guitard como del Brigada Morales- que no eran pilotos alocados ni
pasivos, todo lo contrario, eran "hábiles a los mandos y seguros.
Preparados para reaccionar ante una avería grave y muy entrenados en sesiones
de vuelos de emergencia". Un capitán de la base de El Copero y jefe de
unidad calificaba a Morales como un piloto "con sobrada experiencia en
misiones multinacionales; destaca por su seguridad y responsabilidad; ha
realizado en varias ocasiones prácticas de simulador y está plenamente
capacitado para resolver emergencias".
Bono en la zona del incidente |
Así mismo, Bono diferenciaba las misiones
de los militares españoles en Afganistán e Irak, sin embargo los pilotos y los
jefes de unidad que declaraban en la Comisión sostenían lo contrario,
asegurando que LAS MANIOBRAS QUE SE EMPLEAN EN IRAK Y AFGANISTÁN "SON
SIMILARES PORQUE LAS AMENAZAS SON SIMILARES". Zapatero, preguntado por
estas informaciones afirmaba desconocerlas, quitando valor a la noticia de la
cadena COPE, señalando que el informe presentado por José Bono es "un
informe oficial y a partir de ahí desconozco el informe que ha difundido un
medio de comunicación" y añadiendo que "el ministro de Defensa
está siempre dispuesto a comparecer".
Pero Bono, en su comparecencia, no pudo (o no
quiso) aportar todos los datos (aventurarse más allá suponía todo un riesgo,
tanto personal como político). Tras los primeros informes técnicos, la versión
apuntaba a que el Cougar que cayó
(en el que murieron los militares) realizaba un vuelo de “alto riesgo” a
apenas quince metros del suelo (verdaderamente, el riesgo era la escasa o
más bien nula capacidad de reacción del aparato ante cualquier imprevisto, dada
la escasa distancia al suelo). Sí cerró el ministro entonces
cualquier posibilidad de que el aparato hubiera sido abatido, de que hubiera
sufrido un ataque desde tierra. O sea, en definitiva, NADA DE RPG.´S[1]…
En un principio, el
Ministro de Defensa rehusó ayer responsabilizar en el Congreso a los pilotos
del Cougar ET-657 del accidente, pese a que el informe de la comisión encargada
de investigar el siniestro apuntaba (y reiteraba) que una “maniobra agresiva”
del piloto, a poca distancia del suelo, pudo ser la causa la tragedia. El
ministro de Defensa opinaba, sin embargo, que “no se pueden determinar las
circunstancias humanas del accidente”, señalando como factores
determinantes del accidente el “perfil del vuelo”, a baja altura y gran
velocidad; la meteorología adversa y “una luz intensa” que dificulta una
correcta adaptación al terreno. A esto, admitió, habría que sumar “factores
humanos”, pero por “respeto” a los fallecidos y a su familia eludió
considerar ésta la razón principal del siniestro… Pero, posteriormente (y con
la presión cerniéndose sobre él, rectificaría).
Por su parte, los técnicos de la Comisión para la
Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (CITAAM) sostenían
que el helicóptero siniestrado volaba muy bajo y a gran velocidad (ambos
argumentos –como ya se ha podido constatar- eran ciertos). Otra de las posibilidades barajadas
fue la de un fallo mecánico. Sin embargo, el último informe pericial de Abril
de 2.009, lo descartaba totalmente. Además, dichos expertos señalaban que el Cougar había pasado las revisiones
reglamentarias y estaba en las condiciones adecuadas. Pero… ¿Nadie se había
planteado que quizá ambos aparatos colisionaron? En un vuelo con tantas precauciones
y volando tan cerca el uno del otro (volaban a menos de 500 metros de distancia
el uno del otro), bien un Cougar
podía haber tocado las aspas del otro (de hecho, en una de las fotografías, se
ven las aspas del rotor principal del segundo aparato partidas). En relación
con esto, los especialistas aseguraban también que el segundo
aparato NO VIO EL ACCIDENTE de sus compañeros porque aún no había sobrepasado
una zona montañosa que el primer aparato ya había superado, concluyendo que este
segundo aparato realizó una “maniobra agresiva” para escapar de la zona
al “sentirse amenazado”, al ver la columna de humo que se alzaba tras
estrellarse el primer aparato: “La tripulación creyó que podría ser objeto
de un ataque, realizó una maniobra brusca y perdió las condiciones de
sustentación. Finalmente, realizó un aterrizaje de emergencia y quedó
encajonado en una pequeña vaguada”. No obstante, algo era tremendamente
cierto: Ambos helicópteros volaban a baja altura y a gran velocidad “para
evitar posibles amenazas existentes en la zona”.
El factor del viento también fue muy destacado por
los técnicos que realizaron el estudio de las posibles causas del siniestro.
Consideraron que la baja altura, la gran velocidad y el fuerte viento que había
en la zona (37 kilómetros por hora) fueron las causas principales del
siniestro. Bono y el Gobierno en bloque daban así por cerrado por completo el
incidente de Herat: El ministro de Defensa –durante su comparecencia en el
Congreso- hablaba de un viento de 20 nudos en cola, con rachas que superaban
los 30 nudos y que habrían hecho al piloto perder el control del aparato, pero
los tripulantes del segundo helicóptero no pensaban lo mismo: El comandante y
el mecánico coincidían en un viento de apenas 5 nudos. Capitanes y jefes de
unidad destinados en Afganistán aseguraban que el problema eran las altas
temperaturas y añadían que "el viento, al estar casi siempre orientado
en la misma dirección, no suele suponer ninguna sorpresa para los pilotos”.
Por lo tanto, atribuir el accidente a una simple racha de aire parecía una
explicación poco seria, aseguraban en algunos medios militares. Sin embargo, sí
que se pudieron dar un cúmulo de circunstancias adversas para que cayera a
tierra sin necesidad de que fuera atacado con misiles o lanzagranadas. El Cougar operaba muy al límite, por
carga y por volar casi a ras de suelo, Además, jugaban en contra del
vuelo los factores negativos de las altas temperaturas y la altitud de la zona.
Efectivamente, era una misión de “alto riesgo”…
Los familiares
de las víctimas denunciaban que los soldados del otro helicóptero llamaron esa
tarde a sus casas y reconocieron que habían sido atacados. Incluso el
teniente Navarro declaró en Julio de .2006 que los talibán habían atacado
varias veces la zona del siniestro… Tras las
declaraciones del padre de uno de los heridos del segundo helicóptero, la duda
seguía cerniéndose sobre el caso: El padre del soldado Gregorio Peñafiel
aseguró que lo sucedido no había sido ningún accidente, como sostenía la
versión oficial, sino que los dos helicópteros habían sido atacados y acusaba al
ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, de querer “tapar”
lo ocurrido, denunciando que el Gobierno socialista había impedido “a los
tripulantes del segundo helicóptero que hagan cualquier tipo de declaración
sobre lo sucedido. Por eso, a mi hijo lo tienen entre algodones”, añadió. En
varias fotografías de los restos del Cougar
se observaba con total nitidez el amasijo de hierros en que se convirtió la
parte central del helicóptero donde viajaban los 17 militares fallecidos.
Asimismo, en contraposición, se veía -también con total claridad- cómo la
cabina de los pilotos y la cola del aparato sufrieron importantes daños, pero
no quedaron destruidas, como le ocurrió a la parte central (las fotografías
correspondían a los dos días siguientes al siniestro). Además, se observaba que
la zona donde quedaron esparcidos los restos del aparato era una amplia
explanada. En el material fotográfico realizado por militares en la zona donde
el segundo aparato realizó el aterrizaje se puede ver cómo el piloto logró
incrustar su Cougar en una zona
montañosa, en una pequeña dehesa, al sospechar que ambos aparatos estaban
siendo “atacados”… ¿? Entre este material también había imágenes de los
militares españoles realizando las labores de recogida de los restos del
aparato siniestrado: Los soldados que estuvieron en la zona realizaron un
completo reportaje sobre el material que se iba recuperando de ambos
helicópteros. Además, se inventarió fotográficamente el armamento del que
disponían. Así, entre las fotos hay algunas de las municiones de las
ametralladoras, pudiéndose comprobar cómo muchos de los cartuchos estallaron en
el accidente.
La teoría se repetía una y otra vez:
A despecho de la
investigación oficial, algunos estudiosos observaron las filtraciones de
secretos militares y llegaron al convencimiento de que el helicóptero fue
derribado. La hipótesis de trabajo que merece más credibilidad es la siguiente:
Los dos helicópteros volaban de Herat a Shindand, separados entre sí aproximadamente
unos 200 m, cuando el más adelantado (ET-657) fue abatido por un proyectil
autopropulsado mientras iba a muy baja altura (15 m). Ante el peligro de un
segundo ataque con cohete, el otro helicóptero (ET-651) realizó una
intempestiva maniobra de aterrizaje en la que resultó muy dañado, pero sin
pérdidas humanas. Los centenares de casquillos habidos señalan que el primer
helicóptero se defendió antes de estallar en el aire.
Otras fuentes cercanas a los militares que recuperaron los aparatos
apuntaban la posibilidad de que los tripulantes del helicóptero en el que
viajaban los fallecidos observaran alguna situación de riesgo (o a
alguien en actitud amenazadora) y trataran de realizar una acción evasiva. Este
hecho, sumado –eso sí, pero no como única causa- a la baja altura de vuelo y a
su gran velocidad, pudo ser otro de los factores que condujo a la tragedia…
Las mencionadas fotografías no hacían sino
alimentar las dudas de que el Cougar
se precipitase al suelo por accidente. Al observar las instantáneas en la que
se refleja el dibujo sobre la tierra quemada que dejó el primer Cougar, la conclusión es nítida: Muy
difícilmente el siniestro del helicóptero tuvo entre sus causas la explosión de
los tanques de combustible. El coronel retirado Leopoldo Muñoz Sánchez, lo
explicaba con dos razones. Primera: “Es muy difícil un impacto contra los
depósitos de carburantes; son de un caucho especial auto-sellante”. Por
tanto, se tiene que producir un impacto en origen mucho más fuerte para causar
su explosión. Segunda razón: “La mancha en el terreno no puede ser de origen
mecánico, sino por explosión”. El coronel Muñoz añadía que “por la
simple inspección de las fotografías no hay huellas de surcos por impacto de
cola”. Esta colisión de cola “sería la lógica y normal si el helicóptero
hubiera impactado por algún fallo mecánico”. Es el coronel Muñoz quien
habla, y lo hace también como presidente de la Asociación de Militares
Españoles (AME). Ha consultado con expertos pilotos de helicópteros, tanto de
transporte como de combate, quienes han accedido a estas imágenes. Y de su
observación detallada y de su experiencia previa, aportaban otra conclusión: El
siniestro del Cougar pudo ser
obra de un misil, dada la escasez de pequeños impactos: “Debió de ser
obra de un misil; de ahí la fuerza de la explosión y el hecho de que, de todo
el fuselaje del Cougar, sólo hayan quedado restos de la parte de arriba”.
Esto coincide con el testimonio de varios jóvenes afganos[2]
que se encontraban pastoreando aquel 16 de Agosto, a menos de 60 metros de la
zona donde cayeron los dos Cougar,
quienes afirmaron HABER OÍDO UN ESTRUENDO PRECEDIDO DE UN FUERTE SILBIDO[3].
En opinión de los militares consultados, puede coincidir con un motor de
propulsión distinto al del helicóptero.
Guerrilleros Afganos |
“El primero explota, según testigos presenciales
que aseguraron haber oído una serie de disparos. Muy probablemente fue un RPG localizado
convenientemente por los talibanes, el arma culpable de la tragedia. Al
percatarse del ataque, el segundo Cougar realiza una maniobra de dispersión que
provoca daños notables en el aparato”.
La escasa e inconcreta información oficial sobre las causas del accidente
sufrido por el Cougar del Ejército
español en Afganistán -ni siquiera se ha descartado que sufriera un ataque
desde tierra- propició que comenzaran a circular en fuentes militares versiones
sobre lo ocurrido que cuestionaban la idoneidad del aparato para la misión
encomendada y el terreno en que se desarrollaba, dado que el Cougar fabricado por la compañía francesa
Eurocopterno (y adquirido hace más de diez años) no deja de ser un
helicóptero diseñado para vuelos civiles adaptado al trasporte de tropas e iba
“a tope de carga”, con 17 hombres armados y completamente pertrechados y
las dos ametralladoras que se pueden acoplar en las puertas.
Por su parte, el secretario general de la Asociación Unificada de Militares
Españoles (AUME), Mariano Casado, criticaba la gestión informativa del suceso:
“Se está hurtando del conocimiento de lo ocurrido a todo el colectivo de las
Fuerzas Armadas y a la opinión pública”, agregando que la hipótesis de que
el helicóptero fuera abatido por una ráfaga de aire estaba más que descartada
por los expertos de su asociación y que si hubiera sido atacado desde tierra
habría que preguntarse por qué las aeronaves implicadas no contaban con las
contramedidas necesarias para evitar un ataque de misiles tierra-aire…
EDUARDO GUITARD Padre del capitán David Guitard, piloto del Cougar: “Yo ya dudo
de todo el sumario, es una vergüenza”. Incansable, lleva más de tres años luchando allí donde le han dejado
para saber qué provocó la muerte de su hijo y de otros 16 militares; logró con
su insistencia que el caso fuera reabierto y ahora ve más cerca la posibilidad
de averiguar la verdad. “Mi hijo se salvó de milagro
en la retirada de la guerra de Irak, pero murió en la de Afganistán y estoy
convencido de que no fue por un accidente, sino por un ataque de los talibanes”.
Guitard destaca contradicciones de los mandos, cambios súbitos de versión de
los testigos —los tripulantes del segundo helicóptero que también cayó a
tierra— y hasta la última declaración del entonces ministro de Defensa, José
Bono, —y por escrito— ante el juez para sostener que lo más evidente es el
interés del Gobierno en no investigar. “Zapatero me dijo en persona a los
dos días que era un accidente”, recuerda ahora para recalcar el empeño que
pone Defensa en descartar cualquier hipótesis de agresión aunque tampoco se
haya registrado prueba alguna de que hubiera un fallo humano o una avería
mecánica…. Demasiados puntos oscuros.
Caida del Cougar ET 657 |
El capitán Guitard era el comandante de
la misión (trasladar tropas en dos aeronaves de Herat a Shindand). Volaban a
baja altura porque el peligro de sufrir un ataque era de tipo “medio”.
En 20 segundos, ambos aparatos pasaron de comunicarse sin novedad alguna a
precipitarse al suelo. El primero, donde iba Guitard aunque pilotaba el brigada
Juan Morales -“mucho más experto”, según el padre del capitán- se partió
en dos y se incendió. El segundo también se precipitó a tierra pero le dio
tiempo a aterrizar. El mismo día 16 de Agosto, el mulá Dabullah atribuyó a sus
fuerzas el derribo de los dos aparatos y las 17 bajas entre las fuerzas de la
OTAN[4]. Y aunque inicialmente no se
rechazó la posibilidad del ataque, Bono terminó por afirmar que Dabullah era un
“delincuente habitual” cuya declaración “no tenía el más mínimo
fundamento”. La CITAAM constató[5] que el helicóptero había
dado contra el suelo con la rueda delantera por causas sin determinar (lo que a su vez hizo que se
doblara su eje), aunque descartó el fallo del
aparato. Los informes forenses establecían la hipótesis de que el aparato se
partió en dos antes de arder.
En Julio de
2.008 un juez militar decretó el archivo del caso. El padre del capitán Guitard
lo recurrió por “irregularidades” en la investigación. Según explicó
entonces Mariano Casado, secretario general de la Asociación Unificada de
Militares Españoles y abogado de la familia Guitard, “querían cerrar el caso
de cualquier manera por motivos políticos”. Casado denunció entonces que
todas las pruebas periciales y testificales se hicieron sin la presencia de la
defensa y que no pudieron acceder a las diligencias hasta el final de la
instrucción.
Se cerraba el caso y se volvía a abrir en Junio de
2.009, al tiempo que se producían declaraciones kafkianas, como la del
secretario del atestado, quien aseguró que él nunca actuó como fedatario de las
primeras investigaciones que se practicaron sobre el terreno porque sus
funciones se limitaron a actuar como escolta del ministro de Defensa. Constata
cargado de razones, en fin, el Tribunal Militar, que sigue sin haber una idea
concluyente de lo que ocurrió en una de las mayores tragedias de la historia de
las Fuerzas Armadas españolas. Y en Marzo de 2.010 llegaba la esperada
declaración del que fuera responsable de Defensa en ese fatídico Agosto de
2.005: “HE QUERIDO ESTAR AQUÍ POR RESPETO A LA JUSTICIA Y A LA MEMORIA DE
LOS QUE MURIERON… LAS FAMILIAS DE LOS MILITARES TIENEN DERECHO A CONOCER LA
VERDAD. INVESTIGUÉ LA VERDAD PORQUE ME LO PIDIERON LAS FAMILIAS DE LOS
FALLECIDOS… LO QUE HE HECHO Y VOLVERÍA A HACER ES AYUDAR A LAS FAMILIAS A
CONOCER LA VERDAD”[6]...
Estas eran algunas de las frases que pronunció José Bono, ministro de Defensa
entre 2.004 y 2.006, sobre el accidente del YAK-42 y que Eduardo Guitard no
podía quitarse de la cabeza. Sobre todo después de que el ex ministro
respondiera por escrito a las preguntas de los abogados de las familias de
cuatro de los fallecidos en Afganistán sin aportar datos, asegurando al Juzgado
Togado número 11 que las causas del siniestro estaban “claras” y que no
había dudas de que había sido un “accidente”, y señalando -otra vez- como
posible culpable del siniestro a los pilotos del helicóptero. En su
declaración escrita, el ex ministro Bono citaba el informe final de la
investigación realizada por CITAAM para descartar la hipótesis del derribo y
achacar el siniestro a “una maniobra agresiva”, a la “atención en un
factor distinto al pilotaje”, a “un exceso de confianza que pudiera
producir un descuido”, a “un hecho fortuito” o a que el aparato “volaba
más bajo de lo habitual”…
ET-651 |
“A mí el señor Bono no me ha explicado nada, ni
considero que haya hecho todo lo que está en su mano para descubrir la verdad
de lo que pasó en esa guerra. Dice que investigó lo que ocurrió con el YAK-42
porque se lo habían pedido las familias. ¿Y nosotros qué? ¿Qué pasa con las
familias de los fallecidos en el Cougar?", se preguntaba Guitard. La
primera señal de desconfianza para los familiares era el hecho de que Bono no
hubiese ido a declarar en persona, como sí hizo cuando tuvo que declarar en el
caso Yak 42 apareciendo ante las cámaras de televisión a las puertas de la
Audiencia Nacional. “Es una vergüenza y demuestra ser un cobarde y un
mentiroso. ¿Qué tiene que ocultar para declarar por escrito?”, insiste el
padre del capitán David Guitard. Al inicio de la declaración enviada al
juzgado, Bono explicaba que “contesta por escrito al cuestionario porque así
lo ha dispuesto el Juzgado”. “Eso es cierto pero el declarar por escrito
era un privilegio que él tenía por su cargo, y a los privilegios se pueden
renunciar”, aseguraba José Antonio Goñi, abogado de tres familias de
militares fallecidos.
Además, Bono adjuntó varias cartas del entonces
Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Félix Sanz, en las que aseguraba
que el capitán Guitard le comunicó que volarían a 50 o 60 pies de altura,
cuando “las fuerzas norteamericanas tienen ordenado volar siempre por encima
de 300 pies”. De este modo, el general Sanz certificaba que el oficial
decidió volar seis veces por debajo de la altura recomendada. Sin embargo,
el informe pericial que elaboraron un comandante de Infantería y otro de
Artillería un mes después descartaba que el siniestro se debiera “a una
negligencia o mala praxis de los pilotos”, y señalaba que las aeronaves
“NO CONTABAN CON DETECTORES DE LANZAMIENTO O DE APROXIMACIÓN DE MISILES”...
Quien quiera entender, que entienda.
En otra de las cartas, Sanz solicitaba al teniente
Navarro que recordara los detalles de la reunión con el capitán Guitard antes
de volar. Navarro aseguraba que habían acordado la ruta, la altura y la
velocidad a seguir. Pero en su declaración (1 de Julio), el teniente Navarro
afirmó que “no hubo briefing, sino sólo una pequeña charla”. A su
regreso a España “alguien de Defensa, sin recordar quién” le instó para
que dijera “algo del accidente”. Tras una entrevista a un diario, el
teniente se reunió con Bono, que le pidió “que no hablara más”...
Respecto al fondo de la declaración del ex
ministro, que versaba sobre por qué Bono sabía aspectos de la reunión entre los
pilotos previa al vuelo que sin embargo no estaban incluidos en el sumario del
caso, las críticas se centran en el hecho de que Bono utilice al entonces JEMAD
para demostrar por qué él conocía los datos sobre esa reunión y que desveló en
su comparecencia en el Congreso de los Diputados posterior al siniestro: “Bono
ha aportado un escrito de Sanz que desconocían los investigadores -aseguraba
Guitard- y luego aporta dos cartas también de Sanz que son actuales, de
2.009. ¿Pero por qué no dejan que vuelvan a declarar los dos pilotos del otro
helicóptero que también cayó al suelo? ¿No sería más fácil eso para conocer la
verdad de lo que se dijo en ese ‘briefing’?”. Por su parte, Goñi, abogado
de las otras tres familias que están peleando en el juzgado en este caso,
también considera sorprendente que Bono haya incluido esas cartas en su
declaración. “Son cartas de ahora, de Marzo de 2.009, luego son escritos que
el ex ministro ha pedido a Sanz expresamente para su contestación”,
explica. En esas cartas, Sanz se limita a alabar la labor de Bono y a recordar
sus órdenes expresas para que se mimara a las familias de los militares
fallecidos.
“Bono puede declarar lo que quiera en el
Tribunal Militar. No confío en que vaya a decir la verdad ni sobre el famoso y
enigmático briefing ni sobre el ataque que sufrió el helicóptero de mi hijo en Afganistán”.
Así de contundente se mostraba el padre del capitán Guitard, ya cerca del
desánimo porque sabía que su pelea era la de David contra Goliath. Nadie, salvo
los familiares, querían descubrir la verdad de lo que pasó ese día de Agosto… Y
menos Bono, aseguraba apesadumbrado: “No se ha dignado a hablar conmigo. Le
he pedido muchas veces hablar con él, pero siempre me ha derivado o al
secretario de Estado o a un asesor que tiene. En estos casi cinco años
desde que perdí a mi hijo, a Bono sólo le he visto en los funerales”. Y
todavía peor. Guitard denunciaba que lejos de seguir investigando para conocer
la verdad, estaba recibiendo amenazas para que abandonase la pelea: “Me
amenazan veladamente para que me calle. Me dicen que lo deje no sea que encima
salgan más cosas de mi hijo -se quejaba-. Ahora toda la atención se ha
derivado hacia mi hijo y hacia el helicóptero donde iba él. Pero en Afganistán
cayeron los dos helicópteros, así que culpar a mi hijo de un error es ya el
colmo”. Por eso, creía que la decisión del juzgado militar de llamar a
declarar a Bono como testigo del caso y de realizar dos nuevas diligencias, un
careo entre los dos atestados del siniestro y localizar a los cuatro niños
afganos testigos del hecho, “es insuficiente. Es un paso adelante, sin duda,
pero totalmente insuficiente porque hay muchos interrogantes en el sumario”.
En su opinión, Bono debía aclarar a qué se refería cuando en un briefing[7]
con los pilotos anterior a los hechos éstos dijeron que el grado de peligro era
“MEDIO” cuando la OTAN decía que era “bajo” no es la clave del
asunto[8].
“Por ejemplo, ¿ese famoso briefing se hizo sólo con los pilotos del
helicóptero de mi hijo o con los otros dos pilotos del otro helicóptero
también? Porque los otros pilotos sabrán qué se dijo en esa reunión mejor que
Bono, que no estaba. ¿Por qué no se cita a declarar otra vez a los otros dos
pilotos?”, se preguntaba. “Porque nosotros no hemos tenido la
posibilidad de preguntarles nada porque no estábamos personados en ese momento,
así que no hemos tenido la posibilidad de interrogarles”. Pese a las “veladas
amenazas”, Guitard no iba a abandonar su lucha: “Está en juego el honor
de mi hijo. Están diciendo que fue un error del piloto y aunque ni siquiera
está claro si era mi hijo quien pilotaba en ese momento, no voy a permitir que
se le cuestione”, aseguraba, recordando además que el Gobierno no había
dotado a las fuerzas españolas allí del mejor equipo para una misión de guerra:
“No se puede enviar a gente allí y decir que es una misión de paz. Los
talibanes disparan de verdad. Que mande Bono allí a su hijo y a ver si se
atreve a decir que es una misión de paz cuando vuelva en un ataúd”.
Cola del Cougar |
En conclusión, la declaración de Bono ante el juez,
por escrito en vez de en persona como hizo en el caso del Yak-42, añadía más
dudas e indignación entre los familiares de los muertos en el Cougar. Guitard
habla directamente de “cobardía”, añadiendo que “algo tendrá que
ocultar” e insistiendo en que cualquiera de las posibilidades apuntadas por
Bono merece más investigación, tanto las causas de una “maniobra agresiva”,
como la influencia de “factores externos” o el “exceso de confianza”,
a su juicio impensable en un vuelo a baja altura.
Desde la Asociación Unificada de Militares
Españoles (AUME), que ha respaldado a los familiares del Cougar desde el principio hasta lograr que se reabriera el caso en
los tribunales, el secretario general, Mariano Casado, se queja de las pegas
que pone el Ministerio de Defensa para proseguir con la investigación sobre lo
ocurrido. Pone como ejemplo el retraso en la toma de declaración al jefe de la
policía afgana en Herat o los problemas planteados para contar con los
testimonios de un grupo de jóvenes que fueron testigos del suceso o ataque.
La reapertura del caso por el Juzgado Togado Militar
Territorial número 11 ofrecía nuevas esperanzas al padre del piloto, quien consideraba
que se efectuó una “investigación vergonzosa”[9]:
Pregunta.- ¿Cómo está recibiendo las
últimas noticias sobre el caso, como la declaración del sargento primero que hizo
de secretario del atestado?
Respuesta.- Yo ya dudo de todo el sumario
entero. ¿Cómo puede decir ahora este hombre que él no ejerció como secretario
del atestado y sólo estuvo de escolta? Es una vergüenza.
P.- ¿Y qué le parece que el Gobierno haya
decidido desclasificar informes del Centro Nacional de Inteligencia y de las
Fuerzas Aeromóviles sobre el siniestro?
R.- Pues que hay información de la que no
disponíamos ni el juez ni nosotros y, aun así, querían archivar el caso de la
forma en la que lo querían archivar.
P.- Usted fue la persona que recurrió el
archivo del caso y logró su reapertura. ¿Se siente, con los nuevos datos, más
animado que hace un año?
R.- Sí, de ánimo estoy bien, porque después
de lo que sentimos cuando cerraron el caso...
P.- ¿Ha tenido problemas particulares
durante estos años con el Ministerio de Defensa o con el Juzgado Militar?
R.- Sí, he tenido todos los problemas del
mundo para recibir información. Mire, sólo para conseguir el informe de la
CITAAM (la comisión técnica del Ministerio que investiga accidentes aéreos) he
estado dos años y medio. Me lo dieron a los ocho meses, pero sin los anexos. Es
decir, me dieron 20 páginas, cuando en realidad el informe tiene 200 o 300.
P.- Eso le hizo sospechar, claro.
R.- Claro. Cuando vi que no estaban los
anexos, cuando los pedí y no me los dieron, me di cuenta de que algo no iba
bien. Ahí empezaron todas las trabas, todas las pegas.
P.- ¿Qué piensa de la investigación que se
ha hecho?
R.- Una cosa se sumó a la otra. Cuando ya
teníamos constancia de que algo raro estaba pasando, nos dimos cuenta de que se
cerraban líneas de investigación sin justificación, de que no daban
información, de que el juez rechazaba diligencias...
P.- ¿Por ejemplo?
R.- Por ejemplo, desde el primer momento
centraron la investigación en el helicóptero de mi hijo. Eso cuadraba bien con
la versión de que fue un accidente, pero es que fueron dos los helicópteros que
cayeron. La única diferencia es que en uno hubo la desgracia de que murieron
todos sus ocupantes y en el otro, no.
P.- ¿Ha hablado alguna vez con los tripulantes
del segundo helicóptero?
R.- No me dejan, nunca me han dado sus
teléfonos, aunque los he pedido. Han recibido presiones. El padre del sargento
Peñafiel (Sargento Primero Gregorio Peñafiel, uno de los pilotos del segundo
helicóptero) aseguró en su día que su hijo le había dicho que lo habían
presionado. Y estuve hablando con los padres de otro soldado y me dijeron lo
mismo, que les habían tapado la boca diciendo que su carrera estaba en juego.
P.- Usted ha pedido declarar ante el juez,
pero éste ha rechazado tomarle testimonio.
R.- Bueno, ha rechazado mi presencia y la
de muchos más. Pedimos la declaración de 50 personas, todos los implicados en
el caso, y sólo ha admitido a cinco o seis. Y no lo entiendo, porque hay que carear
a gente cuyas declaraciones no se corresponden, se contradicen, e incluso hay
declaraciones de una misma persona que dice dos cosas distintas.
P.- ¿Cree que hay posibilidades de que se
llegue a cuestionar la versión oficial?
R.- No lo sé, porque desde el primer
momento dijeron que tenía que ser un accidente. Así tenía que ser. A los dos
días me dijo el presidente que había sido un accidente.
P.- ¿José Luis Rodríguez
Zapatero?
R.- José Luis Rodríguez Zapatero. Y a mí no
me puede decir ni el presidente ni nadie a los dos días, cuando todavía no se
ha hecho ningún tipo de investigación, que ha sido un accidente. ¿En qué se
basa usted para decirme esto?
P.- ¿Y qué opina de un posible error
humano?
R.- El que diga algo de eso va a tener que
disponer de pruebas claras, porque como lo diga por decirlo... El fallo humano
es de todos los que han investigado, que desde el primer momento dijeron que
tenía que ser un accidente. Y dijeron cosas y cosas para justificarlo.
P.- ¿Cómo cuáles?
R.- Muchas. Por ejemplo, según las
declaraciones de los testigos, el helicóptero de mi hijo descresta, no pega con
la cima. Y el sargento Peñafiel afirma que, una vez que descresta, hace un giro
imprevisto hacia la izquierda. ¿A qué se debió ese giro, vio algo que trató de
evitar? No se ha investigado. Otra cosa. La destrucción de las balas y las
vainas que se recogieron en la zona y que ya estaban disparadas. Dijeron que
sí, que estaban allí, pero que no estaban percutidas, y a continuación lo
destruyen todo por el peligro que suponen. ¿Las vainas ya sueltas tenían
peligro? Las destruyeron ocho o nueve días después, por lo que no se puede
saber si se dispararon antes de que se estrellara el helicóptero.
P.- Tampoco se investigó la reivindicación
hecha por el mulá Dadullah, jefe militar talibán.
R.- Efectivamente. El informe de la CITAAM
dice que esa línea de investigación se cierra por dos cosas: porque este hombre
no es nadie entre los talibán y porque lo reivindica sólo una vez. ¿Me van a
decir a mí que una persona ha reivindicado algo y la línea de investigación se
corta porque lo ha hecho sólo una vez? Pero si yo encontré información del mulá
simplemente metiéndome en internet. Y le digo otra más. Un capitán de
mantenimiento de Herat dijo que al helicóptero de mi hijo se le observaron
diversas averías una semana antes. Se repararon, sí, pero ni siquiera se
dignaron a hacer la mínima pesquisa sobre este tema. Son tantas cosas...
P.- Con todos estos precedentes, ¿cree que
se llegará a saber la verdad algún día?
R.- Yo no tengo otra cosa que hacer en la
vida más que dedicarme a que se sepa la verdad, sea cual sea. Pero que esa
verdad no sea que es “un accidente por causas desconocidas”. Eso ni es
verdad ni es nada, y voy a llegar hasta donde pueda para saber la verdad de todo
lo que pasó[10].
El 15 de Agosto
de 2.012, el Tribunal Militar Territorial Primero archivaba finalmente la causa
al considerar que no existía responsabilidad penal, rechazando “definitivamente”
que el aparato sufriera un ataque: “Las pruebas abundantemente realizadas
han llevado a la conclusión de que la caída del Cougar se debió al impacto que
sufrió contra una pequeña elevación del terreno que sobrevolaba. En esta “causa
inmediata” influyeron de manera muy probable varias circunstancias: La baja
altura y la velocidad con que volaba el aparato, el viento que lo empujaba, las
condiciones del terreno y la visibilidad. (…) Aunque no es posible descartar
otros factores de una manera rotunda y definitiva”, alegaba el tribunal
argumentando que los señalados son los que con “más alto grado de
probabilidad intervinieron en el siniestro”. El tribunal llegaba a esta
conclusión tras haber tomado declaración en Mayo a cuatro jóvenes afganos que
presenciaron el siniestro, una prueba solicitada por la familia de una de las
víctimas mortales y que llevó a reabrir la causa, que ahora se cierra por
tercera vez. No obstante, la familia del piloto consideraba que la causa se
había cerrado “precipitadamente otra vez más” y pensaba presentar un
incidente de nulidad de actuaciones y –caso de ser desestimado- acudiría al Tribunal Constitucional, porque
estaba convencida de que todavía quedaban “muchas cuestiones sin resolver y
muchas dudas por aclarar”: “NUESTRA INTENCIÓN ES LLEGAR HASTA EL FINAL
PARA DEFENDER LOS INTERESES DE LOS QUE ALLÍ MURIERON”, aseguraba el abogado
de la familia del capitán Guitard, Mariano Casado
Lugar del impacto |
Y en este
conjunto de circunstancias se incorporaba una que, según la familia del piloto,
no había sido tenida en cuenta: LA POSIBILIDAD DE QUE LA “PRESENCIA” DE
LOS CUATRO JÓVENES AFGANOS QUE PRESENCIARON LA CAÍDA AFECTARA A LA ATENCIÓN DEL
PILOTO Y, POR TANTO, A SU “CAPACIDAD DE REACCIÓN ANTE LO IMPREVISTO”. En
cualquier caso, el tribunal estimaba que el siniestro fue un hecho “de naturaleza
o carácter fortuito” del que no cabía extraer ninguna responsabilidad penal
y sobre el que no hay más pruebas que realizar, entre otras cosas, dado el
tiempo transcurrido desde que ocurrió. Además, descartaba “definitivamente”
la posibilidad de que la caída se debiera a un ataque, una versión no
descartada en un principio pero sí rechazada por los informes técnicos
elaborados. Para ello, se apoyaba en la declaración que prestaron los cuatro
jóvenes afganos por videoconferencia y en la que ofrecieron “exactamente la
misma” versión que dieron cuando se les interrogó en 2.005 en Afganistán.
En concreto, los jóvenes explicaron que antes de que el helicóptero apareciera
repentinamente donde estaban fabricando ladrillos “no oyeron ningún tipo de
detonación, disparo ni nada que se le pareciera” y aseguraron que su pueblo
y la zona de alrededor es “tranquila desde que fueron derrocados los
talibanes, que ya no están por esa zona”. “Los cuatro”, subrayaba el
tribunal, que acusaba a la parte recurrente de querer “rizar el rizo” al
advertir contradicciones en sus declaraciones, cuando “coinciden totalmente
con lo que las personas que les preguntaron en el momento y lugar de los hechos
dicen que dijeron”. El auto recordaba además que en el análisis del lugar
del siniestro no se encontró ningún resto físico que pudiera responder a “artefacto
alguno con capacidad para derribar a las aeronaves” ni hubo “reivindicación
alguna del presunto atentado o “acción de guerra”” (lo cual, como ya se ha
comentado anteriormente, es incierto).
En el archivo,
el tribunal también hacía una velada crítica a la instrucción de la causa, al “lamentar”
que los cuatro testigos, que eran “los únicos que vieron y oyeron lo que
sucedió”, hayan declarado ocho años después -“¡¡por fin!!”, recalca
el auto- pese a que aseguraron haber permanecido en su pueblo todos estos años.
De hecho, apuntaba que únicamente se tardó “ocho o nueve días” en
localizarlos para tomarles declaración, a pesar de que se consideró
impracticable esta prueba. La búsqueda de estos cuatro jóvenes fue uno de los
motivos aducidos por el Tribunal Militar Territorial Primero para la reapertura
de la causa por segunda vez a principios de este año. La causa fue archivada
por primera vez por el juez togado militar territorial número 11 en Febrero de
2.011, que volvió a cerrar el caso en Mayo de ese mismo año. No obstante, el
Tribunal Militar Territorial Primero revocó la decisión para que se realizaran
dos pruebas: EL INTERROGATORIO DE LOS CUATRO “TESTIGOS PRIVILEGIADOS DEL
ACCIDENTE” Y LA DECLARACIÓN DEL AGENTE DEL CENTRO NACIONAL DE INTELIGENCIA
QUE LES TOMÓ DECLARACIÓN EN 2.005.
Si no fuera por lo trágico del suceso[11],
el caso merecería una novela de Agatha Christie…
Pero ellos únicamente se merecen LA VERDAD…:
DAVID GUITARD FERNÁNDEZ
|
Capitán (UHEL)
|
JAVIER GONZÁLEZ HERNÁNDEZ
|
Teniente (BRILAT)
|
JUAN MORALES PARRA
|
Brigada (UHEL)
|
JOSÉ GONZÁLEZ BERNARDINO
|
Sargento (BRILAT)
|
ALFREDO FRANCISCO JOGA
|
Sargento (UHEL)
|
DANIEL ABREU FERNÁNDEZ
|
Cabo (BRILAT)
|
PEDRO FAJARDO CABEZA
|
Soldado (UHEL)
|
JOSÉ MANUEL MORENO ENRÍQUEZ
|
Soldado (UHEL)
|
JOSÉ ÁNGEL MARTÍNEZ PARADA
|
Soldado
(BRILAT)
|
ISAAC CALVO PIÑEIRO
|
Soldado
(BRILAT)
|
DIEGO GONZÁLEZ BLANCO
|
Soldado
(BRILAT)
|
DIEGO PRADO LÓPEZ
|
Soldado
(BRILAT)
|
IVÁN VÁZQUEZ NIÑEZ
|
Soldado
(BRILAT)
|
PEDRO MANUEL SANMARTÍN PEREIRA
|
Soldado
(BRILAT)
|
PABLO IGLESIAS SÁNCHEZ
|
Soldado
(BRILAT)
|
JESÚS CASAL RIVERA
|
Soldado
(BRILAT)
|
GONZALO CASALDERREY NAZARA
|
Soldado
(BRILAT)
|
Y, tal y
como se puede leer en el monumento conmemorativo en su honor y recuerdo:
QUE LA SANGRE ESPAÑOLA QUE
RIEGA ESTA TIERRA
HAGA GERMINAR LA SEMILLA DE
LA PAZ PARA EL PUEBLO AFGANO.
[2] El 7 de Mayo de 2.012, un
titular del Juzgado Togado Militar Territorial número 11 tomaba declaración por
videoconferencia a los cuatro jóvenes afganos que fueron testigos del accidente
(aunque el padre del piloto fallecido aseguraba “en el sumario hay un
momento que se dice que son tres, no cuatro”… ¿?). El interrogatorio se
efectuó desde el Estado Mayor de la Defensa. Estos testigos eran los que
supuestamente vieron cómo caía Cougar y que, al parecer, fueron interrogados
durante la instrucción de la causa, aunque de sus declaraciones no quedó
constancia por escrito. La familia del piloto del aparato, David Guitard, pidió
desde el principio el interrogatorio de estos testigos, presuntamente los
únicos que vieron el accidente, pero en 2.007 el coronel al mando de la fuerza
española en Herat comunicó que era imposible localizarlos. Su búsqueda fue uno
de los motivos aducidos por el Tribunal Militar Territorial Primero para la
reapertura de la causa por segunda vez. Además, ordenaba la práctica de otra
diligencia: EL INTERROGATORIO DEL AGENTE DEL CNI QUE TOMÓ DECLARACIÓN EN SU
MOMENTO A LOS CUATRO JÓVENES, QUE EN 2.005 ERAN ADOLESCENTES. Dicho agente
aseguraba por su parte que los jóvenes estaban localizados y “siempre”
habían estado a disposición de las autoridades españolas. Finalmente, estos
testigos respondían a las preguntas del juez, del fiscal y de dos abogados que
representan a familias de los fallecidos…
[3] No obstante,
después los cuatro asegurarían al CNI. (quizá bajo coacción) exactamente lo mismo: QUE FUE UN
ACCIDENTE.
[5] Informe de 23
de Febrero de 2.007.
[6] José Bono. 14
de Abril de 2.008.
[7] El contenido del briefing del
capitán, conocido por Bono, no se incluía en el sumario del caso (y el propio
instructor del atestado declaró en su momento “que no le fue posible acceder
a su contenido”). Es por lo que el Tribunal consideraba imprescindible que
el ex ministro aportase esos datos al proceso judicial…
[8] No obstante, esta información,
para el Tribunal Togado Militar que instruía el caso podría implicar que “una
de las causas del siniestro fue una actuación incorrecta de Guitard, puesto que
la forma de pilotar está muy condicionada por las medidas de precaución a
adoptar”.
[9] El careo entre el teniente coronel que realizó el
atestado del siniestro del Cougar y el sargento -escolta del entonces ministro
de Defensa, José Bono-, que señalaron como secretario de ese atestado (aunque
él afirmaba que no lo fue), sirvió para que la defensa del padre de uno de los
pilotos fallecidos (ambos se contradecían en sus versiones) pidiera “la nulidad de las diligencias ante el
cumulo de irregularidades”. El atestado realizado en el lugar de los hechos
es la base sobre la que ha girado la investigación del siniestro que, primero,
quedó archivada, aunque posteriormente el padre del capitán Guitar consiguió
que se reabriera en el Juzgado Togado Militar número 11 de Madrid. Dicho careo
no sirvió para aclarar si realmente el escolta de Bono actuó como secretario,
ya que en este interrogatorio se produjeron grandes discrepancias entre una y
otra versión. La defensa entiende que si la persona que se dice que actuó como
secretario afirma que no ejerció como tal, lo que se relata en el atestado no
está acreditado. En este careo salió a la luz cómo se llevó a cabo el
atestado, en algunos de sus puntos. Así, la defensa subrayaba que el sargento
no fue nombrado formalmente secretario ni el día 16 ni el 17, sino
posteriormente a la fecha del accidente (que se produjo, como ya se ha
indicado, el 16). No sólo eso: Ese nombramiento fue posterior a la confección
de dicho documento: “El instructor hizo el atestado y se lo entregó para su
firma al secretario cuando ya estaba hecho, firmándolo en fechas posteriores a
la de los documentos”, señaló la defensa. Igualmente, a este suboficial que
nombran secretario se le entrega un croquis del lugar del siniestro para su
firma con fecha día 16, aunque en días posteriores. Otro de los hechos que
justificaban estas acusaciones de irregularidades era el hecho de que las fotos
de los testigos del accidente -un grupo de afganos- y sus declaraciones (en
las que no estuvo presente el secretario), se las entregaron a éste días
después del 16, que es cuando se realizaron. En la diligencia del careo, se
señala que el sargento asegura que “si hubiera actuado como secretario,
considera que debería haber estado presente en todas las diligencias y actas
firmadas”…
[11] Por desgracia,
éste no sería el único suceso en el que se vería involucrados los Cougar: El 4
de Agosto de 2.012, los nueve tripulantes de otro Cougar salían ilesos del
pivotaje de la aeronave cuando aterrizaba en las proximidades de la base “Columbus”,
ubicada en Bala Murgab, en la provincia de Badghis, cuando dos helicópteros españoles que
participaban en una misión de evacuación de tres soldados norteamericanos
heridos aterrizaban cerca de la base. Al tomar tierra uno de los aparatos,
cedió el terreno bajo la rueda izquierda del tren de aterrizaje, por lo que se
inclinó hacia el lado izquierdo y tocó el suelo con las palas del rotor principal,
sin que los tripulantes sufrieran daño alguno.
Ahora que se ha puesto de moda otra vez el accidente del Yak, ¿Por que las familias del cougar no ejercen la misma presión para que se sepa el engaño de Bono?
ResponderEliminarJuso eso mismo me staba preguntando yo...
ResponderEliminarY...la hipocresía por decir algo suave de Bono, en sus declaraciones sobre el siniestro del Yak.
Los gobiernos ocultan la verdad a los pueblos y silencian a aquellos que quieren mostrar al mundo la verdad.
ResponderEliminarHace unos años, Julian Assange publicó un vídeo del ejército estadounidense disparando, desde el aire, a civiles por "imaginar" que había hombres armados (que resultaron ser fotógrafos con cámaras) y por inventar que se escucharon disparos. Esto ocurrió en Irak en el año 2007 y el vídeo fue publicado en 2010 bajo el título "Collateral Murder".
El día 11 de abril de 2019, Julian Assange, fue detenido tras perder el derecho de asilo "gracias" al presidente ecuatoriano, Lenín Moreno.
Es por esta historia y muchas otras, como es la del hecho de que la CIA entrenó a los talibanes en Afganistán para debilitar a la Unión Soviética (la cual apoyaba al gobierno democrático afgano), que debemos reflexionar y pararnos a pensar si los "accidentes", como el del Cougar ET-657, fueron realmente "accidentes" o fueron ataques. Por una razon o por otra, los gobiernos seguirán sin esclarecer los hechos.