Sinopsis: Carlos, José
Luis y Enrique, tres amigos que son alumnos del último curso de la Escuela
Naval de Marín, se enfrentan entre sí por cuestiones amorosas. Cuando Carlos
conoce a María Rosa, la hija de un armador de pesca, se enamora de ella y
olvida a Dorita Beltrán, una artista con la que mantenía relaciones. Poco
después, Dorita llega a Vigo para actuar, conoce a los amigos de Carlos y
decide seducir a José Luis para vengarse de su antiguo amante. Carlos, decidido
a desengañar por completo a la artista, acude a su camerino, pero José Luis los
sorprende y se rompe la amistad entre ellos. En 1960 se hizo una nueva
adaptación de la novela de José Luis de Azcárraga protagonizada por El Dúo
Dinámico, que cambiaban su chaleco rojo y su camisa blanca por el uniforme de
la Armada, y que más abajo comentamos.
La “serie” de Botón de
Ancla” (1947) y sus secuelas: Basado en un argumento del
capitán de corbeta José Luis de Azcárraga, que llegó a publicar como relato
corto y que al parecer fue escrito en colaboración con Torrado, amigo personal
del autor, “Botón de Ancla” iba a suponer el primer gran triunfo de
Ramón Torrado, obteniendo el segundo premio del Sindicato del Espectáculo y la
categoría de Interés Nacional. Intuyendo que las peripecias de
tres cadetes en la Academia Naval de Marín, en un tono cercano a la comedia
militar norteamericana con ciertas dosis inevitables de exaltación del
ejército, podría suponer un revulsivo a las encorsetadas producciones militares
del primer cine franquista, Cesáreo y Torrado intentaron apuntalar el
previsible éxito de taquilla con un reparto en el que destacaban Antonio Casal
y Jorge Mistral, junto al joven valor Fernando Fernán Gómez, que comenzaba
entonces a despuntar.
Sin embargo,
existía un cierto recelo sobre las posibles reacciones del régimen ante un film
que -por primera vez- intentaba humanizar un poco la vida militar. Esa
inseguridad provocó una autocensura de sus autores, quienes eliminaron del
guión cualquier detalle humorístico que pudiese ser visto como excesivo. Así
las cosas, la respuesta oficial fue de total apoyo: Botón de ancla se
estrenó en sesión de gran gala, patrocinada por el Ministerio de Marina, el 13
de Enero de 1948 en el Cine Avenida de Madrid, y fue muy del agrado de Franco,
que llegó a invitar al productor y a Ramón Torrado al Palacio de El Pardo.
También la reacción de crítica y público fue arrolladora. El hecho de que el
film se mantuviese en cartel en el local de estreno durante casi un mes, en
unos años en que la gran mayoría de las producciones españolas no solían
aguantar siquiera una semana, es suficientemente elocuente, y no menos lo son
los unánimemente laudatorios comentarios de las revistas cinematográficas de la
época, que destacaban sin excepción la sencillez y el ágil ritmo de la
narración, debidas al “concepto exacto del cine de Ramón Torrado”, la
hábil mezcla de comedia, drama y documental, así como la españolidad del tema.
No obstante, aparte
de la inyección de dinero que supuso para las necesitadas arcas de Suevia Films
y de una efímera elevación del estatus crítico de Torrado, el éxito de “Botón
de Ancla” iba a ser utilizado por el realizador de la manera más sencilla
pero menos imaginativa, limitándose a hacer del argumento de Azcárraga la base
para un conjunto de títulos -“La Trinca del Aire” (1951), “Héroes
del Aire” 1957), Un Paso Al Frente (1960) y “Los Caballeros
del Botón de Ancla (1.974)- que, variando ligeramente las situaciones y
cambiando los Cuerpos del Ejército, intentarían una y otra vez asegurarse un
éxito que, sin embargo, nunca volvió a ser -si lo hubo- de la misma magnitud.
Curiosamente, el único remake que conservó el título original fue
dirigido en 1960 por Miguel Lluch, a partir de un guión de Valdés y Torrado,
quien no pudo hacerse cargo de la dirección por encontrarse enfermo. El filón
del ancla fue utilizado también por otros directores, intentando aprovechar el
éxito del primer film de Torrado -sirva de ejemplo “Los Guardiamarinas”
(1967), de Pedro Lazaga-.
HIMNO
DE LA ESCUELA NAVAL MILITAR DE MARÍN.
Sople serena la brisa.
Rujan amenazas la ola.
Mi gallardía española
se corona de sonrisas.
Por ti, Patria,
por ti sola,
mi vida a los mares di.
Por ti al peligro ofrecí
mis obras y pensamientos.
¡En la rosa de los vientos
me crucifico por ti!
Por tu sagrada presencia,
que nada turba ni empaña,
tiene sus horas la hazaña
y sus horas la obediencia.
El Imperio a España vendrá
por los caminos del mar.
Hay que morir o triunfar,
que nos enseña la Historia,
en Lepanto, la victoria,
y la muerte en Trafalgar.
Soñando victorias, diciendo cantares,
marinos de España, crucemos los mares.
Delante la gloria, la leyenda en pos,
debajo las voces de nuestros caídos
y arriba el mandato de España y de Dios.
De España y de Dios.
¡De España y de Dios!
LO MEJOR:
Jovial, temerario, simpático y caradura… “Enrique” Fernán Gómez
está insuperable (sobre todo cuando se desliza por los pasillos en primera
posición de saludo –escena que calcó sin la misma fortuna Pepe Ruíz en “Los
Caballeros del Botón de Ancla”). Esos actorazos que solían llenar la
pantalla con su sola presencia son los que hacían perdonables infantiles
maquetas y diálogos ñoños (y hasta el ridículo bigote que luce Xan Das Bolas)…
Fernán Gómez o Antonio Casal. Y/o José Bódalo, Daniel Dicenta, José María
Rodero, Luis Prendes, Ismael Merlo, Fernando Delgado, etc., No como los de
ahora, de los que –comparativamente- se salvan poquitos.
Alférez de Navío D. Enrique Tejada y Sandoval.
FICHA TÉCNICA
Dirección: Ramón Torrado.
País: España.
Año: 1948.
Duración: 106 minutos.
Guión: José Luis de Azcárraga (Novela: José Luis de Azcárraga).
Música: Jesús García Leoz.
Fotografía: Manuel Berenguer y Andrés Pérez Cubero (B&W).
Protagonistas: Jorge Mistral (Carlos Corbián), Fernando Fernán Gómez (Enrique Tejada y Sandoval), Antonio Casal (José Luis Bahamonde), Isabel de Pomés (María Rosa), Mary Santpere (Señorita 1), María Isbert (Señorita 2), Xan das Bolas, Fernando Fernández de Córdoba, Encarna Paso, Alicia Romay y Félix Fernández.
"El segundo" BOTÓN DE ANCLA.
Sinopsis: Tres
guardiamarinas, estudiantes de la Escuela Naval Militar, fundan la Trinca del
botón de ancla, por la que adquieren el compromiso de ayudarse mutuamente
siempre que cualquiera de ellos lo necesite. Sin embargo, pondrán en peligro su
estrecha amistad por causa de un malentendido...
Remake de la
obra homónima de Ramón Torrado (quien aquí se encarga del guión), realizada una
docena de años atrás, y cuyo valor más importante reside en la presencia de
Fernando Fernán Gómez. En este caso la dirige Miguel Lluch (aunque la empezara
Ignacio F. Iquino, ínclito personaje del cine patrio con una carrera de lo más
llamativo, que, tras un buen montón de pelis complacientes, por decirlo de
manera amable, con el régimen franquista, y un fugaz paso por el western
almeriense, acabaría por dedicarse al infragénero del destape, con incursiones
en el "S" puro y duro).
En un intento
hispano por recrear “Un Día en Nueva York” (Stanley Donen, 1949), pero sin
abandonar la más ibera tradición marinera (y es que, además, Manolo y Ramón no
son Gene Kelly y Frank Sinatra, para qué vamos a engañarnos), este film sólo es
recomendable para quien ose profundizar en las más oscuras negruras a las que
se vio abocado un gran sector del cine español; no deja de ser más que un
homenaje propagandístico de las virtudes de estar al servicio de la Marina
española, utilizando para ello la excusa de una pequeñísima trama que no va más
allá de mostrar las vicisitudes sentimentales de los marineros, de una manera
blanca, blanquísima, de acuerdo con el estricto orden moral militar pre-democrático,
y ensalzar los valores que debe tener todo buen marinero (compañerismo, sentido
del deber, espíritu de sacrificio…).
En definitiva, una comedia musical ambientada en la vida militar, pero sin
atractivo interpretativo o argumental (y no digamos nada de la Banda Sonora… Y correremos
un tupido velo sobre las coreografías). Un film olvidable salvo para los fans
de “El Dúo Dinámico” (a fin de cuentas, película realizada a su mayor
gloria).
LO MEJOR:
Lo único
decente de todo esto resulta ver por ahí pulular al grandísimo Miguel Gila,
cuyas perlas de humor un tanto surrealista desperdigadas a lo largo del metraje
hacen que el visionado no resulte una experiencia desoladora. Ah, y también
salen paisajes gallegos bonitos, de Marín y Ferrol.
LO PEOR:
Puede ser
interesante, casi desde un punto de vista masoquista, escuchar al Dúo Dinámico
cantar tres o cuatro de esas canciones inclasificables que se gastaban fuera de
lo que es su espectro de temas inolvidables, mientras los Guardiamarinas bailan
twist al son de sus playbacks… O sea, un Guardiamarina siempre con la guitarra
en bandolera, su comparsa y sus camaradas ye-yés de Marín. Fortísimo cocktail
salvo para una tarde otoñal de Sábado sin nada mejor que hacer (y completamente
desconectados).
Marineros y Guardiamarinas haciendo el payaso ante el Palo de Señales
(el de “Ahí en el Cielo” es un videoclip –o precursor de los mismos-
casposo y bizarro donde los haya): Parece una canción de los Looney Tunes
coreografiada por el ballet de Giorgio Aresu disfrazado de “Popeyes”… Incluso
es mejor ver a Alfredo Landa allí que colgado que a estos silbando y bailando a
ritmo de twist. Pero si no los fusilaron al amanecer tras el deplorable y
vergonzoso guateque (donde interpretan “Oh Blancaflor”) es que todo era
permisible…
Y el discurso a los recién llegados por parte del Guardiamarina que
parece un niño de Primera Comunión es de carcajada.
FICHA TÉCNICA:
Dirección: Miguel Lluch.
País: España.
Año: 1960.
Duración: 93 minutos.
Guión: Ramón Torrado, Heriberto Valdés (Novela: José Luis de Azcárraga)
Música: Enrique Escobar (Canciones: El Dúo Dinámico).
Fotografía: Ricardo Albiñana.
Protagonistas: Manuel Gil (Guardiamarina Carlos Corbián), El Dúo Dinámico -Ramón Arcusa (Guardiamarina José Luis Salgado) y Manuel de la Calva (Guardiamarina XXX)-, María Del Sol Arce (María Rosa), Vicente Haro (Enrique), Armonía Montez, Miguel Gila (“Trinquete”), José María Caffarel (Segundo Comandante), Manuel Melero, Luis Induni (Padre de María), Mari Ely, Juanita Espin (Visitante Escuela Naval), Josep Peñalver García, Berta Carbonell (Visitante Escuela Naval), Isabel Ruiz y Manuel Gas (Oficial).
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EL ORÍGEN DEL BOTÓN DE ANCLA.
El 9 de julio se cumplirán 211 años del uso por los marinos de la Armada
española del botón de ancla en sus uniformes. Una Real Orden de esa misma fecha
establecía el uso de ese botón dorado con el ancla en su faz, algo que todos
los marinos españoles han adoptado como propio para evidenciar su condición de
hombres y mujeres de mar.
El Botón de Ancla nos permitió conocer las vicisitudes de tres marinos en
la Escuela Naval de Marín -nuestro Antonio Casal, el inolvidable Fernando
Fernán Gómez y aquel gran actor que fue Jorge Mistral- en una visión muy
peculiar del director de la cinta, estrenada en 1.948, Ramón Torrado. Un remake
de esta película fue dirigido por Miguel Lluch en 1.960 y permitió el
lucimiento en el cine de Ramón Arcusa y Manuel de la Calva, el Dúo Dinámico
que, entre otros temas musicales, interpretaban en esa nueva versión de “Botón
de Ancla” la canción “Guardiamarina Soy”.
Dos largos siglos después de su utilización en la Armada, el botón de ancla
está tan considerado marino como el tristemente desaparecido Galatea o el
todavía airoso Juan Sebastián de Elcano; pero el aniversario de su entrada en
servicio ha pasado desapercibido para la mayoría de los españoles a pesar de
que ese adminículo dorado es la esencia misma del marino en cualquiera de sus
facetas.
Son 211 años de mar. Tantos que da escalofríos pensar en cuántos
acontecimientos nacionales e internacionales han visto pasar desde la cubierta,
la sala de derrota o la camareta del piloto de turno. Acontecimientos que
hicieron cambiar la historia en multitud de ocasiones, para bien y para mal.
Pero el botón de ancla se mantuvo ahí, en el pecho, la bocamanga, las hombreras
y a ambos lados de la visera de la gorra de plato de nuestros marinos como
testigo permanente de que no hay nada inmutable más allá del sentimiento de ser
marino o marinero, de ser profesional de la mar o amante de esta desde los
eventos deportivos o de recreo.
¡Cuántas veces esos botones de ancla han mirado al cielo acompañando el
desplazamiento del sextante, o el ir y venir de aquellos que tejían y destejían
velas en las vergas que festoneaban como perchas la verticalidad de los
mástiles! Aquellos que huían de los gualdrapazos que intuían para refugiarse en
el convés, casi siempre más seguro…
BOTÓN DE ANCLA: compromiso con y en la mar, desde proa a popa, de babor a
estribor; palabra de honor del marino que lo luce sobre fondo azul de mar y
sueños incluso en un tiempo tan inestable como el que nos toca vivir,
pendientes siempre de la mar y los tsunamis económicos que éste nos trae para
que aprendamos a aguantar.
Más de dos siglos de vigencia y nosotros sin conocerlos de cerca. Como
tampoco conocemos a fondo a aquellos que los usan o los llevan.
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