19 de Junio de 1993: Un día muy triste en el Diario
de la Agrupación Táctica “Canarias”.
Un día regado con sangre española, y que dejó un saldo de cuatro cascos azules
fallecidos, quienes dejaron su presente en aquellas tierras balcánicas para asegurar
el futuro de los bosnios. Ese 19 y los días que le sucedieron fueron jornadas
amargas, llenas de dolor y lágrimas… Pero también de anónimos héroes que dieron
lo mejor de sí mismos por recuperar los cuerpos de sus camaradas. Únicamente
porque era su deber. Únicamente por el sentido de compañerismo que une a los
hermanos de armas. Ésta es la historia de aquel fatídico día y de los días
siguientes:
"Todo
oscuro, terrible. aquella luna
que se rompió, de pronto, echando sangre.
Aquel desprevenido silencio
que de pronto impedía que mojase
la sangre al corazón, abriendo puertas
para dejarlo hundido, abandonado,
dentro de un uniforme
sin nadie".
(Rafael Alberti: "Entre el Clavel y la
Espada")
“Los largos
meses de trabajo de nuestros soldados convirtieron la que hasta ese momento se
había denominado "Ruta de la
Muerte", en "Ruta de la Vida" (también llamada "Ruta de los Españoles").
Sólo los que la utilizamos por aquellos años en distintas ocasiones podemos
valorar el esfuerzo de nuestros contingentes para mantener en marcha aquellas
columnas, que representaban la posibilidad de supervivencia para miles de seres
humanos, entre voladuras, nieves, minas, obstáculos y docenas de puntos de
control de esta o aquella milicia, que obligaban en ocasiones a largas discusiones
en las que se mezclaban el especial talante del español, un trago de la bota y
la amenaza de la boca de fuego de los Vehículos
de Exploración de Caballería (VEC) lo que permitía resolver los parones y
cumplir la misión”
“Recuerdo al
respecto que, en los meses en que se escoltaban los convoyes de ayuda
humanitaria que se movían a lo largo de la ruta del río Neretva, los conductores de los BMR debían conducir durante larguísimas jornadas de doce y catorce
horas, sobre unas carreteras infernales y plagadas de riesgos de todo tipo. En
esas condiciones, se tuvo que ordenar formalmente a los conductores y escoltas
españoles, que realizaran sus comidas en frío -que se les entregaba en la base
de origen- dentro de sus vehículos, ya que, ante la presencia de hambrientos
niños, mujeres o ancianos en la zona en que se hubiera hecho el alto para la
citada comida, nuestros soldados compartían con ellos los correspondientes
bocadillos, o incluso entregaban la totalidad de su rancho en frío a la
población civil, poniendo en riesgo el desarrollo de su agotadora misión” (Jorge Ortega: “Las Operaciones en
Bosnia-Herzegovina”. Revista “Atenea”).
“Las alternativas acciones de uno y otro
bando se fueron sucediendo provocando graves dificultades en el cumplimiento de
la misión e incidentes como disparos de 12’70 contra nuestros BMRs,
lanzamientos de granadas contra los mismos, disparos de francotiradores contra
nuestro personal, muerte de un periodista belga en nuestra zona de acción y
cada vez mayores limitaciones a nuestros movimientos. El ambiente era cada vez
más hostil a nuestra presencia de testigos molestos, no siendo los únicos en
sufrir las consecuencias pues personal de ACNUR y Observadores de la CE también
sufrieron bajas. Mientras tanto, las unidades que patrullaban Mostar recibían
continuamente fuego de morteros y el atravesar la línea de confrontación debía
hacerse con tal velocidad que provocó la caída al río Neretva en Dreznica de un
vehículo de combate de zapadores paracaidistas con el saldo de cuatro ahogados
al no poderse liberar del equipo de combate” (Coronel Luis Fernando Salafranca Álvarez, comandante en la AGT “Canarias”).
Vila, el hada legendaria de los
bosques balcánicos (de la que había que huir porque emborrachaba el alma, lo
volvía a uno loco y presagiaba tragedia) siguió haciendo de las suyas en Junio,
solamente 17 días después del fallecimiento del sargento Tornel (y ocho
desde la muerte del teniente Aguilar). Cuando los españoles aún no
se habían repuesto, las aguas esmeraldas del Neretva se enturbiaron de rojo: El
sábado 19 de Junio un VCZ (acrónimo de Vehículo de Combate de Zapadores,
un BMR con una pequeña pala
hidráulica adaptada) caía desde un puente, llevándose
consigo a su tripulación.
“Cuando
llevábamos a cabo alguna operación, en muchas ocasiones teníamos que desviarnos
de la ruta principal, que corría pareja al río Neretva, y dar grandes rodeos
debido a que había combates en la zona, o simplemente a que al jefecillo local
–que siempre detentaba el empleo de comandante- no le salía de los cojones
dejarnos pasar. Estas rutas alternativas transcurrían por las montañas, y en
ocasiones se trataban de pistas de arena, con el ancho justo para pasar el BMR
–unos dos metros y medio-, hasta el punto de que en algunos tramos uno de los miembros
de la tripulación debía preceder a pie al vehículo, ya que al llegar a las
curvas, el conductor perdía completamente de vista la “carretera”, corriendo el
riesgo de despeñarse. Esta ruta desembocaba en la carretera principal, cruzando
una presa sobre el Neretva. Este mismo río servía como “frontera” entre los
croatas y los bosnios que se disputaban la zona. Nunca llegamos a saber que
ocurrió realmente…”
Ese mediodía, una sección de
Zapadores al mando del capitán Godoy[1] -jefe de la Compañía de Zapadores-, compuesta por tres blindados VCZ.
provistos de pala empujadora/rastrillo frontal y un BMR "Mercurio"
(que se les unió en Medjugorje), se dirigían desde Dracevo a Jablanica para
relevar a sus compañeros de la II Sección de Zapadores[2] (que estaban fortificando dicho destacamento) y, al mismo
tiempo, inspeccionar una línea de tendido eléctrico –“unos crean los
problemas, otros los complican, y al final nos toca a nosotros resolverlos”-.
Al sargento de Ingenieros José Antonio Delgado Fernández le quedaban 10
días para irse de permiso.
Desde que había quedado cortada
la carretera del Neretva -a unos 20 kilómetros aguas arriba de Mostar- por la
destrucción del puente de Bijela (un puente de hormigón sobre tres pilastras,
en curva y justo en la confluencia entre el Bijela y el Neretva) en Abril,
debía seguirse una ruta interior de montaña alternativa que desembocaba de
nuevo a la altura del puente de Dreznica (conocido como “Puente Vrdi”), punto disputado tanto por musulmanes como
por croatas. Con laderas escarpadas y alturas dominantes, ambos contendientes
se observaban mutuamente impidiéndose el movimiento por aquel lugar.
Se cruzaron con un convoy que iba
de regreso. Como siempre, se saludaron con las luces.
La carretera de montaña que
bajaba hacia el puente era la típica Macadán: Estrecha, llena de curvas
cerradas y pronunciadas pendientes, los profundos barrancos naturales llamados balkas,
con los lados tan inclinados y resbaladizos (mucho más si se añadía lluvia o
nieve) que incluso los Patrol tenían dificultades. Los blindados calentaban los
discos de freno, por lo que los conductores iban alternando el hidro-cinético
como el freno-pedal para que se fueran enfriando... Pero al llegar por fin
abajo, ambos estaban "ardiendo".
Era
costumbre que el primer lugar en los convoyes lo ocupara un vehículo de los
zapadores, como siempre, por si hubiera que despejar obstáculos o reconocer el
terreno en busca de minas…
Enfilaron el puente en formación
cerradísima. Todos tenían conciencia de que estaban cruzando pleno campo de
batalla (unos días antes, un francotirador había matado a un imprudente cámara
belga de una cadena de televisión iberoamericana que había ignorado las
advertencias de los españoles. Llevaba un coche con matrícula croata y salió a
filmar... El disparo iba dirigido al conductor, pero le alcanzó de lleno a él),
por lo que aceleraron. El asfalto del tramo lo permitía. “Durante el resto
de Mayo, las alternativas acciones de uno y otro bando se fueron sucediendo,
provocando graves dificultades en el cumplimiento de la misión e innumerables
incidentes, como disparos de 12’70 contra nuestros BMRs, lanzamientos de
granadas contra los mismos, disparos de francotiradores contra nuestro
personal, muerte de un periodista belga en nuestra zona de acción y cada vez
mayores limitaciones a nuestros movimientos” (Francisco
Javier García Cuberos, Cabo 1º del Tercio
“Duque de Alba”, II de la Legión).
Aunque algún diario afirmaba que
"aunque la zona en la que se produjo el accidente está considerada como
"caliente", al paso del vehículo español no se registraba ningún
tiroteo" ("ABC", Domingo
20 de Junio de 1993. Pero, teniendo en cuenta que el Ministerio de Defensa
también informó que el accidente se había producido "chocando contra un
poste" -José Conde Monge, Coronel de Caballería. "Militares", Nº 12 [Agosto de 1993]-, la veracidad de las
noticias bien podría ser cuestionable), compañeros
de los accidentados certificaban que comenzaron a dispararles: “El
atravesar la línea de confrontación debía hacerse con tal velocidad que provocó
la caída al río Neretva en Dreznica del VCZ... La realidad fue que recibieron
fuego en la zona del conductor y los impactos provocaron el accidente” (información avalada por el programa “Código Alfa”, que aseguró en
su reportaje dedicado a los 10 años de presencia en BiH.: “El blindado fue hostigado por fuego de francotiradores” [“Código Alfa”:
“Diez Años en Bosnia”, Miércoles 25 de Septiembre de 2002]). Era la diversión preferida de los francotiradores, en aquel angosto
pasillo que formaba el puente Vrdi. La velocidad de los vehículos era de 150
kilómetros por hora. Casi al final del puente permanecían unos montículos de
tierra y algunos dientes de dragón de cemento de un desmantelado check-point croata. Los primeros
blindados sortearon el obstáculo, tomando el ángulo de 90 grados que después
hacía la carretera sin más daño que el blindaje descascarillado por los
"pacos".
El VCZ “Z-10”
del sargento Delgado iba algo más retrasado, acelerando justo cuando la
carretera se convertía en el citado ángulo recto, sin muchas posibilidades de
maniobra pues era el tramo final de los 150 metros que componían la longitud
del puente y, a la derecha, se levantaba un sólido muro de protección (los BMR.
cruzan zanjas de 1’20 metros y salvan obstáculos verticales de 0’60, pero no
hacen milagros). Ninguno de los dos frenos respondió, no bombeaban, y tomó la
curva a 110 kilómetros por hora (de hecho, se barajó la posibilidad de que el conductor, que tenía pocos
meses de experiencia con el carnet, abusara del uso de los frenos durante la
bajada y que estos, recalentados, no respondieran). El blindado derrapó
ligeramente hacía la derecha, dirigiéndose contra la ladera de la montaña. Al
intentar corregir la dirección chocó contra la pared,
agrietándola, con tan mala fortuna que la pala frontal actuó como muelle rígido,
y el VCZ salió rebotado. Rompiendo la valla protectora comenzó a rodar por la
pendiente de 30 metros que se encontraba al otro lado.
“Las carreteras eran muy estrechas y muy malas… Prácticamente, y estábamos
en guerra y había tiros y había bombas. Y todas esas cosas influyen mucho en la
acción” (Francisco Javier Zorzo
Ferrer. Informe Semanal: “Bosnia, Misión Cumplida”. Sábado, 16 de Octubre
de 2010).
El blindado cayó al río. Al darse cuenta de lo ocurrido, el resto del convoy
se detuvo e intentó auxiliar a los paracaidistas. Uno de los legionarios saltó
la barandilla y corría terraplén abajo, hacia la orilla del río, cuando se
oyeron disparos y voces. Desde la ladera de la montaña soldados bosnios disparaban
al aire y gritaban para atraer la atención de los españoles. Sin atreverse a
mostrarse mucho, por miedo a los tiradores croatas del otro lado del río,
avisaron a los legionarios que todo el margen estaba minado. Todavía consiguió flotar unos cuarenta metros, llevado por la corriente,
antes de hundirse. El tirador, el CLP Isaac Piñeiro Varela (18 años),
fue incapaz de librarse de la jaula de acero que suponía su puesto de
ametrallador. Sin embargo, el sargento José Antonio Delgado Fernández (24
años[3]) y los paracaidistas[4] Samuel Aguilar Jiménez (CLP 1ª, 19
años) y Agustín Maté Costa (18 años[5]) lograron salir y ponerse de pie encima del vehículo - Igor Castresana
Sanz salió despedido por la trampilla[6]- . El sargento les recomendó que se librasen de todo el equipo posible y
tratasen de nadar, ya sin tanto peso, hasta los pilares del puente. Saltaron
antes de que se sumergiera.
Aguilar consiguió deshacerse del
chaleco, del PECO.’s y de una bota. Maté
solamente del correaje. El equipo mojado se convirtió en una pesada losa que
les arrastró hacia el fondo: “Fue un desgraciado accidente de circulación,
un viraje demasiado comprometido en un área batida por francotiradores. Pero
sin duda contribuyó al desenlace –murieron en el acto, ahogados, seis de sus
siete tripulantes- que los seis fallecidos viajaran embarazados con un
aparatoso chaleco antibalas de la Guardia Civil, de los que se sacan por la
cabeza y con gran dificultad, en lugar de los chalecos más manejables que
resultan indicados para el angosto interior de un blindado. La razón por la que
llevaban uno y no otro: La precipitación, el equiparles con lo primero que se
había encontrado a mano” (Fermín Benítez: “¿El Gran
Ejército Español?”. “Crónica”
de “El Mundo”, Domingo, 29 de Febrero de
2.004, página 4). El sargento quería salvarse y
salvar a los suyos, pero había más corriente de la que parecía. Únicamente Castresana, que para conducir más
cómodo se había desprovisto del chaleco (sobre el que se había sentado, decía
que si pisaban una mina le protegía más así, de abajo a arriba), las trinchas y
los cargadores del Cetme (además era el que menos mal parado físicamente había
salido del accidente), pudo nadar a duras penas -el río en esa zona es muy
rápido y caudaloso- y salvarse aferrándose a uno de los pilares del puente,
donde fue recogido: El CLP 1ª Juan Jiménez Berenguer,
conductor del Z-13, se echó al agua y pudo rescatarlo (a Castresana), asido a
un pilar del puente, antes de que se ahogara. Cuando se percató de que el CLP
1ª Berenguer y el Cabo 1º Ángel Herrera
Gálvez[7]
sólo hablaban con él, se dio cuenta de que los demás se habían ahogado.
Alcanzada la orilla, el CLP Oliva
recoge al conmocionado.
Lo realmente patético fue la
situación de desesperación en que quedó sumida la tripulación del otro blindado
que iba detrás del accidentado: Los soldados salieron para tirarse al río y
socorrerlos, pero en su desenfrenada carrera no se percataron de que se habían
metido en un campo minado, en la misma orilla. No podían ni avanzar ni
retroceder. "Tuvieron que ver impotentes cómo sus compañeros se
ahogaban mientras trataban de quitarse las botas y el chaleco entre gritos de
angustia y socorro"(Fernando
Múgica, citando a un Cabo 1º que deseaba permanecer en el anonimato: "Lo
que de Verdad me Pasó en Bosnia". "7 Días de El Mundo", página
4).
"Tengo que estar
contenta... Yo viví con él las enormes ganas que tenía, la ilusión que ponía en
todo. Y murió así, con toda su ilusión. Él no me perdonaría que estuviera
triste" (María del
Carmen Costa, madre del CLP. Agustín Maté).
A las 11:20, al llegar la noticia al
destacamento de Jablanica y sabiendo
que hay ahogados, todos quieren ayudar. El comandante jefe organiza un convoy
que se desplaza al lugar del accidente. Mientras tanto, se pide a España a
ayuda de la Compañía de Operaciones
Anfibias del Regimiento de Pontoneros y Especialidades de Ingenieros No
12 (basado en Monzalbarba, Zaragoza).
Al mismo tiempo, el mando español
pidió apoyo para las tareas de rescate al contingente británico, que disponía
de equipos para actividades subacuáticas. Ambos bandos cesaron de dispararse
durante toda la fase de búsqueda y recuperación, llegando soldados de la Armija incluso a ofrecerse para ayudar
en las tareas de rescate.
Al puente acude un Equipo “Recovery”, una grúa y tres ambulancias
(además de personal del BOEL y del
destacamento de Jablanica, principalmente zapadores). Dos VEC cubrieron los
extremos del puente y 20 BMR se desplegaron por la zona, previo aviso a los
contendientes que, en todo momento, respetaron la tregua (y no como se narra en
alguna página web, en plan hazañas bélicas: “Operación en la que
estuvieron escoltados por la Compañía “Austria”, mientras las balas croatas y
bosnias cruzaban sobre sus cabezas”). Un Puma francés colaboró desde el aire en las tareas de rescate.
A las 13:00 horas, el equipo de
buceo británico, un oficial y cuatro suboficiales, llegó a bordo de dos Sea
King que habían despegado de los buques que se hallaban fondeados en el puerto
de Divulje. A ellos se les había unido el Teniente
Morais, jefe de la Sección de Especialistas de Agua de la BOEL, para
realizar el primer rastreo de superficie con dos zodiac, reconocer las orillas
y bucear a pulmón libre… sin resultados. Cerca de las 17:30, se vuelve a
intentar con equipos de buceo autónomo. El resultado, por desgracia, sigue
siendo el mismo. Dos horas y media después, debido a la falta de luz, se ha de
suspender la búsqueda.
A las 22:00 horas se avisa en
España al Capitán Jesús Viñas, jefe
de la COA., quien rápidamente organiza un equipo y se desplaza de inmediato a
Bosnia. El Equipo estaba formado por el siguiente personal:
Capitán Jesús Viñas.
Sargento 1º José
Antonio González Martínez.
Sargento Julián López
Marín.
Sargento Pedro De
Diego Peral.
Cabo 1º Féliz Nieto
Marí.
Cabo Juan Bañuelos Ibero.
Entretanto, los británicos en
seguida localizaron el VCZ (la mancha de aceite que desprendía era notable), en
medio del río, y se dispusieron a extraerlo por medio de un cable. Fue una
extracción difícil, pues la grúa LUNA llegada desde Jablanica -apoyada por un
BMR de recuperación- no podía con aquella mole de 13 toneladas y media llena de
agua a 16 metros de profundidad y empotrada en la V del río. Se negoció con un
musulmán de Jablanica el alquiler de su grúa, con la polea rota y los cables
pelados... pero mejor eso que nada. El bosniaco no quería acudir al lugar
porque temía a los francotiradores del HVO, pero al final se le convenció. Se
la ancló en el asfalto y comenzó a tirar lateralmente, para salvar una roca en
la trayectoria de salida del blindado. Comprobaron que Piñeiro no estaba en el cilindro del tirador. Después se
sumergieron tres veces más, no hallaron a nadie y se quedaron tranquilamente
esperando en la orilla hasta las cinco de la tarde, hora a la que se fueron con
las botellas de oxígeno medio llenas. "Se les agradeció su ayuda, pero
la impresión general era que bucearon lo justo" (Javier Fernández Arribas: "Casco Azul,
Soldado Español", página 60). Mañana será
otro día…
Al día siguiente comenzó un arduo
rescate, dificultado porque –maldita coincidencia- ese tramo del río era el más
profundo, con un fondo arcilloso lleno de escombros.
Pero en toda esta dramática historia hay detalles que poca gente –salvo los
que estaban allí- saben: Quiso la casualidad que poco antes de que ocurriera el
accidente, se enviasen a España los equipos de buceo que la AGT tenía, y fue
por este motivo por lo que hubo que pedir a los ingleses que ayudasen a
recuperar los cuerpos (la Sección de Agua de la BOEL había sido disuelta por el coronel
Morales porque -según él- no era necesaria, y su material se encontraba de
vuelo para España, no como su personal, que fue distribuido en misiones por los
diferentes destacamentos, misiones que, en la mayoría de los casos, no eran sus
funciones: De pasar de ser componentes de una Unidad de Operaciones Especiales,
se dedicaron a logística, cocina, conductores y mantenimiento...). Los submarinistas de la Bandera
de Operaciones Especiales de la Legión únicamente disponían del traje de
neopreno, pero no pararon de bucear a pulmón libre. El teniente
Aguado, de los Zapadores de la BRIPAC. -que se encontraba
en Jablanica y se ofreció voluntario para las tareas de buceo-, también participó en la búsqueda permaneciendo en
el agua tanto tiempo que el capitán de la Compañía tuvo que ordenarle que
descansara un poco, después de pasar casi dos horas sumergiéndose sin parar. La profundidad del Neretva en aquella zona era bastante razonable, pero lo
que nadie esperaba es lo que un legionario era capaz de hacer: Cuatro
legionarios cogieron la zodiac de los británicos y salieron al agua por la zona
que les habían indicado. Uno de ellos se desvistió de cintura para arriba, se
deshizo del correaje y las botas y -ayudado por los otros dos- se ató una
cuerda a la cintura, cogió unas gafas de buceo y se zambulló en el Neretva.
Salió a flote respiró y se sumergió, volvió a salir, miró hacia donde estaba el
Comandante. Adolfo Coloma Contreras –alias “Caballo Loco”, perteneciente a la BOEL, Oficial de Enlace en Kiseljak con el Batallón español y coordinador
de la operación de rescate[8]- y movió la cabeza de forma negativa. La oscuridad era total y la gran cantidad de hierros afilados que se
amontonaban entre el lodo convertían la inmersión en todo un desafío.
Finalmente, el legionario Antonio Galdo Anca palpó un cuerpo a 12 metros
de profundidad y a unos nueve metros de uno de los pilares (lo que no habían hecho los buzos británicos en dos días un español, a
pulmón, lo había realizado en dos horas). Avisados éstos -equipados
con botellas, los buceadores británicos eran los responsables de sacar los
cuerpos-, se negaron a bajar alegando que la visibilidad
era nula. Galdo se volvió a sumergir, confirmándoselo: Había un cadáver
abrazado al pilar, pero él solo no podía sacarlo, pesaba demasiado. Enfurecido,
salió, agarró por el brazo a uno de los buceadores británicos y lo arrastró
hacia el agua... Al poco rato extraían el cuerpo de Samuel Aguilar. Era el Domingo, 20 de Junio. “(…) El
legionario Galdo de la Bandera de Operaciones Especiales de La Legión (BOEL.)
que, con riesgo de su vida y en contra de lo que argumentaban los buceadores
ingleses, bajó, a pulmón libre, en las profundas aguas del río Neretva, varias
veces, hasta localizar los cuerpos de los paracaidistas que habían caído al río
y perecido ahogados” (Francisco
Javier Zorzo: “Españoles en Bosnia. Algunos Hechos Significativos”. Revista
“Atenea”. Jueves, 17 de Diciembre de 2009).
“La desgraciada
Agrupación “Canarias” fue un símbolo de los errores cometidos en los Balcanes,
no tanto por España, sino por una comunidad internacional que envió a una zona
de guerra a tropas de mantenimiento de paz, armamento escaso y un mandato avaro
que era una camisa de fuerza, como probó años después el caso de Srebrenica.
Cuando la guerra terminó en diciembre de 1995, las tropas de paz se quitaron el
azul de la ONU de sus cascos y mostraron el verde y las armas de la OTAN. El
mundo al revés: Paz para la guerra y guerra para la paz. Errores similares se
están cometiendo en Afganistán, donde sólo Estados Unidos y Reino Unido parecen
empeñados en poner los medios militares necesarios…” (Ramón Lobo: “Lecciones
de Bosnia para España”. “El País”, 18 de
Octubre de 2010).
"Primero, por qué murió
tan joven, y después por qué estuvo tanto tiempo en el río, desaparecido, hasta
que lo encontraron...", eran las preguntas que martilleaban el cerebro
de Salvador Aguilar, su padre. "No sé, creo que ésta es una situación
muy confusa, no hay acuerdos de ningún tipo. Yo no soy quién para decir si
nuestros hijos tenían que estar allí o no, pero creo que hay que aceptar lo que
dice la ONU".
Mientras tanto, la operación de
extracción del blindado proseguía. Los cables de la grúa antediluviana se
destensaron, por lo que el CLP 1ª Emilio Roiz Montoya se apresuró a
bajar el terraplén para ajustarlos cuando se quedó paralizado: Había visto algo
brillar, entre los arbustos y las rocas… Otro cable, pero éste no pertenecía a
la grúa... ¡Minas! Y eso que un zapador de la Armija les había asegurado que no habían colocado más minas en la
zona que las que se encontraban debajo del estribo del puente.
El comandante Coloma decidió que fueran los mismos
cables de la grúa los que hiciesen explosionar las minas: "Se romperán
los cables y la grúa, obviamente, se quedará aquí, pero es mejor esta
alternativa que estar perdiendo un tiempo precioso, del que no disponemos,
desactivándolas".
El coronel Morales, que se había personado en el lugar, no estaba dispuesto a
dejar allí un blindado español, por lo que consultó su opinión al Comandante Torres (jefe de la G-3) y al capitán Godoy. "Este es nuestro trabajo",
contestó, por lo que la operación de abrir un pasillo continuó (encomendada directamente
al teniente José Luis Aguado y a su equipo, el sargento 1º Justo L.
Mantecón y los CLPs García y Maldonado). Pero los
problemas no iban a acabar ahí: las tenazas no cortaban bien, por lo que
tuvieron que desenganchar los cables de tracción, uno a uno, abriendo el
anzuelo que iba por el pasador, con sumo cuidado para no soltar el percutor...
Todos permanecían expectantes, aunque protegidos detrás de los blindados.
"Anzuelo quitado.
Espoleta desenroscada.
Carga de metralla sacada.
Cuerpo de mina extraído.
Carga de trilita fuera.
Mina desactivada". Tras la primera PMR-2A, hallaron otra mina entre unos arbustos, cuyo hilo
de tracción pasaba justamente por encima del anterior, situada a un metro de
ésta. En medio de aquel dramático momento, se entabló una divertida discusión
entre el Teniente Aguado y el Sargento
1º Mantecón, quien le reprochaba que
"ésa me toca a mí. Usted ya ha quitado una, no sea chupón.
- Mira Justo, no jodas. Ya
estoy metido y no voy a salir para que entres tú. Es más arriesgado. La quito
yo". Y el teniente la desactivó de la misma manera
(era lo más adecuado, dado que ya se encontraba en la zona minada y, de esta
manera, se evitaban más movimientos de los meramente imprescindibles).
A las doce de la noche, bajo la
atenta mirada de Castresana que, en chándal y con el chaleco antifragmentos no
se movió de allí, el VCZ. fue finalmente sacado de las oscuras aguas del
Neretva y trasladado a Jablanica. Morales no quiso aceptar sus excusas, pues
consideraba que él no había tenido la culpa de que los frenos se calentaran en
exceso: "Tranquilo, estamos en una zona
de guerra. Ha sido un accidente, no te preocupes. Sé que todos los
conductores estáis sometidos a mucha presión, hacéis muchísimos kilómetros y
pasáis por líneas de confrontación. Eso influye, no te preocupes".
Casi a la misma hora de la extracción, el equipo de pontoneros se personaba en
el lugar…
Debido al incesante bombardeo de
artillería y morteros que caía sobre Jablanica, el convoy de trabajo y
recuperación no pudo alcanzar el destacamento hasta las 4:30 de la mañana,
teniendo que pasar horas detenido en medio de la carretera.
El lunes 21 el grupo de
buceadores especialistas del regimiento de Pontoneros se hizo cargo de la
búsqueda de los desaparecidos. A su disposición se pone todo el personal del
BOEL presente en la zona (cuatro tenientes, 4 Suboficiales, cinco Cabos 1º y
cuatro Caballeros Legionarios), así como el Teniente Aguado. De un modo sistemático
y seguro, mediante filieres (cuerdas que dividen y compartimentan el fondo para
su seguimiento y rastreo por los buceadores) marcadas con dos boyas y dos
sondeos, rastreando en parejas que buceaban cogidos de la mano sin soltarse, a
una profundidad de 23 metros. La zona de búsqueda era amplísima: 100 x 150
metros (unos 15.000 m2). El rastreo debía hacerse al tacto, debido a
la falta de visibilidad…
Se tienden los filieres y se
organizan nueve parejas de buceo -3 del RPEI y 6 de la BOEL-, organizando los
turnos de inmersión, anotando tiempos, el seguimiento de las tablas de
descompresión y el resultado del seguimiento de los filieres:
TENDIDO DE FILIERES:
Sargento 1º González.
Sargento De Diego.
Sargento López Martín.
PAREJAS DE BUCEO:
Capitán Viñas y Sargento Martín.
Sargento De Diego y Cabo 1º Nieto.
Sargento 1º González y Cabo 1º Bañuelos.
Teniente Morais y Cabo Bringas.
Sargento 1º Justo y Cabo 1º Manzanares.
CL Galdo y CL Larena.
Cabo 1º Torres y Teniente Ardanas.
Teniente Delgado y Sargento Pardos.
Teniente Aguado y Sargento Rodríguez.
EMBARCACIONES:
Alfa: Sargento González.
Bravo: Sargento 1º Ocón.
PARQUE DE BUCEO:
Cabo 1º Pierre.
PARQUE DE BOTELLAS:
Caballero Legionario Medina.
La ardua labor dio sus frutos: El
21 de Junio, a las 16:00 horas, el Teniente Pablo Delgado de Luque,
perteneciente a la BOEL, localizaba a Maté -aún con todo el correaje y el
antifragmentos puesto-, izándolo con una “baga”, un anillo realizado con cinta
plana de escalada, que se enrolla alrededor del cuerpo. Al día siguiente, sobre
las 9 de la mañana, el Sargento De Diego localizaba a Piñeiro,
igualmente con toda la impedimenta encima. El 23, a las 8:50 aproximadamente,
el Comandante Coloma hallaba al Sargento Delgado, cerca del pilar del puente.
Como su tripulación, también continuaba completamente pertrechado, mostrando
que había decidido salvar a su gente antes de desprenderse del equipo y
salvarse él.
Hay
que reconocer que los croatas y los bosniacos se portaron en aquella ocasión: FIRMARON
UN ALTO EL FUEGO DURANTE TODO EL TIEMPO QUE SE TARDÓ EN RECUPERAR LOS
CADÁVERES, E INCLUSO ABRIERON UN PASILLO EN EL CAMPO DE MINAS PARA QUE LOS
CASCOS AZULES PUDIERAN ACCEDER A LA ORILLA.
Antes de repatriar los cuerpos, el 24 se celebró en la base de Divulje un pequeño homenaje: Todas las
fuerzas del destacamento formaron, junto a representación del destacamento
francés, otra de los ingleses e incluso una representación croata. Frente a la
formación, extendidas sobre una pared la bandera de España y la de Naciones
Unidas. Dos mochilas de combate y dos pabellones formados por tres fusiles cada
uno marcaban el lugar que ocuparían los féretros. En los cañones de los CETMES
habían colocado una boina negra paracaidista, un gorrillo legionario y una
boina azul.
El cornetín tocó “firmes”, y mientras se entonaba “El Novio de la Muerte”,
los dos ataúdes, cubiertos también con las banderas de España y de las Naciones
Unidas, llevados a hombro por paracaidistas y escoltados por legionarios,
hicieron su entrada, a paso lento, en la explanada. Eran muy pocos los que, en
aquel momento, podían contener el llanto.
Una vez que hubieron ocupado su lugar, el Páter ofició un responso y al
finalizar un comandante de la BRIPAC,
el mando de mayor graduación de esa unidad en Bosnia, procedió a recitar la “Oración Paracaidista”:
“Señor Dios y Jefe nuestro:
Ante
el puesto difícil que elegimos voluntariamente, venimos a Ti.
Porque,
queremos ser el mejor soldado de la Patria.
Porque
tenemos sentido del riesgo, cara a la muerte.
Porque
nos sacude el alma, ante un abismo abierto, con su ingrata incertidumbre.
Te
pedimos Señor:
Luz
para proyectarla sobre el auténtico valor de la vida, cuando se gane o se
pierda en aras del deber.
Serenidad
que sujete nuestros ánimos ante el vértigo del instinto y del mundo.
Optimismo
espiritual para conseguir que sean nuestros el Valor, Amor al sacrificio,
Dureza, Fortaleza, Generosidad y auténtico Compañerismo.
Y
esperanza en que Tú, Dios Padre, Creador de todas las cosas, estés en el aire y
en el suelo, para abrazarnos, curar la herida o recoger nuestra alma.
Así
sea”.
Cuando terminó, exclamó, aunando todas las voces como una sola: “Caballeros Legionarios Paracaidistas:
Sobre nosotros… ¡DIOS! Con nosotros… ¡LA VICTORIA! En nosotros… ¡EL HONOR!
Triunfar… ¡O MORIR! Caídos paracaidistas… ¡CON NOSOTROS!”.
Tras esto, las fuerzas en
formación abandonaron la explanada a paso ligero para finalizar el acto con el
desfile. En esta ocasión, el “Vista a la derecha” con el que se saluda a
la autoridad que preside el acto no fue para el Coronel Jefe de la Agrupación “Canarias”, sino para
los cuerpos de los dos fallecidos que volvían a estar a hombros de sus
compañeros y escoltados por dos escuadras de legionarios”.
Pasadas las nueve de la noche llegaba a la
base de Torrejón de Ardoz un avión CN-235 del Ejército del Aire con los
cadáveres de los soldados Aguilar y Maté. Los féretros, esperados por los
familiares de las víctimas, fueron trasladados a la sede de la Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares,
donde había sido instalada la capilla ardiente. Las autoridades españolas
intentaron repatriar también el cadáver de Piñeiro en el mismo vuelo, pero el
hecho de que la jornada fuera festiva en BiH dificultó los trámites
burocráticos. Al día siguiente se celebraba un funeral por las víctimas en la
base de la BRIPAC, donde estaban destinados los cuatro fallecidos. El sargento Ernesto Terry Andrés,
aún en silla de ruedas (una mina le había destrozado un pie el 14 de Mayo),
acudió al funeral celebrado en las instalaciones alcalaínas de la BRIPAC, en
memoria del sargento Delgado y del
soldado Piñeiro: "A
veces, es mucho sacrificio para el poco beneficio que se está sacando".
Terry recordaba cómo conoció a Delgado en la División Acorazada y cómo, juntos,
fueron a la Brigada Paracaidista y, desde allí, a Bosnia-Herzegovina. "Yo
me vine antes y él se ha venido después", decía ante el féretro de su
amigo y compañero.
A dicho funeral también
asistieron la viuda del suboficial -María del Carmen Gómez, embarazada de siete meses- y los padres del CLP. El Ministro de Defensa no pudo estar presente en la
ceremonia a causa de una reunión del Consejo de Ministros (eso sí, García Vargas había visitado la capilla
ardiente de Piñeiro y del Sargento Delgado el día anterior). “Los
militares, como alguien comentó, tenemos demasiada experiencia en rendir
honores a los muertos”. Años después, el Concello de Ourense impondría el
nombre de Isaac Piñeiro Varela a una calle. Sobre una roca tallada y colocada
en un jardín de la plaza Alfonso Alcaraz se podía leer: “Isaac Piñeiro
Varela. Casco Azul. Dio su vida por la paz. Bosnia 19-6-1993. A.S.V. Hermosa
Excma. Diputación”. Por otra parte, el uniforme
del malogrado Sargento Delgado se conserva en el museo de la BRIPAC.
"Para mí es un orgullo
que mi hermano haya muerto así; si pudiera, yo también querría ser militar... Y
ya quisiera yo un entierro como el suyo" (María del Carmen
Piñeiro Varela, hermana del CLP. Isaac Piñeiro).
“Unos nos
dijeron que perdieron el control porque iban muy rápido. Otros, que pisaron una
mina. También hubo otra versión más: Que hubo un fuego cruzado y que reventó
una de las ruedas de la tanqueta. Cuando suele ocurrir una cosa de éstas siempre
se dice que fue un accidente pero, a ciencia cierta, no se sabe qué pasó”,
manifestaba su hermano Rubén. “Mi hermano llevaba el Ejército en la sangre.
Se alistó y se fue para Bosnia sin comentarlo con la familia. Cuando nos
enteramos, ya estaba allí” (Sabela Corbelle: “La Trinchera Lucense en Bosnia”
“El
Progreso de Lugo”, 7 de Noviembre de 2010).
El Miércoles 23, el del sargento
Delgado. El sargento Julio Romero de Benito cruzaba tres frentes de
guerra en Herzegovina al mando de su blindado para transportar hasta Dracevo el cuerpo de su amigo. Hizo aquella
triste labor de acercar a España el cadáver de su compañero con la rutina de
quien había subido y bajado decenas de veces el valle de este río. A su padre,
un capitán de navío gaditano, le sentó como un tiro la ocurrencia de ingresar
en la Legión... Ahora pensaba que estaría orgulloso de él.
A la mañana siguiente, el VCZ era
recogido y trasladado a España. “Lo que nadie supo, y ni tan siquiera la
prensa se dignó a decir, fue que el accidente del Neretva no fue tan accidente
en cierto modo: Cuando sacaron del agua el blindado de zapadores resultó que en
el cristal delantero del vehículo llevaba dos
disparos y otro más en el lateral (lo que tampoco nunca se supo fue si
fueron realizados directamente contra el blindado o simplemente se trataba de
disparos fortuitos producidos por los dos bandos...). La cuestión es que este
hecho pudo producir el que el conductor se saliera de la calzada” (comentarios
del Cte. MAF al autor. Medjugorje, Abril de 1998).
El día 26 se efectuaba el relevo
de la II Sección de Zapadores por la
Sección de Apoyo.
"Ya no os necesitamos,
estorbáis", era la moraleja que tanto croatas como bosniacos sacaban
en claro del Neretva. Los legionarios se esforzaban por mantener la calma, pero
ya era demasiado. "Ya casi todos los días pasa algo, algunos muchachos
se hacen sangre en la lengua de tanto mordérsela ante tanta provocación que no
nos dejan responder".
Entierro Maté |
"Todas las medidas
humanamente posibles han sido tomadas", reconocía el general Muñoz Grandes tomando un café,
después de presidir la ceremonia de despedida del Sargento. Dos días antes,
otro jefe de VEC estuvo a punto de ser decapitado por un cable de acero tensado
a la altura de su cuello a través de la carretera, con inequívocas intenciones.
Muñoz Grandes reconocía que de seguir la situación así, pronto sería
insostenible, haciéndose necesario el repliegue. Pero los soldados españoles no
se querían ir. Ninguno se arrepentía de haber acudido a la misión ("¿Por
qué he venido? Por el pequeño complejo que tenemos los militares de justificarnos,
porque pidieron voluntarios y yo tengo la obligación moral de serlo. Esto vale
la pena, hemos hecho bien en venir" -Julio
Salom Herrero, Capitán de la Legión-) y, sobre todo, el recuerdo de sus compañeros caídos no autorizaba
moralmente a nadie a abandonar.
Cuando los cadáveres llegaron a
España, el general Muñoz Grandes, que acompañaba a los dos últimos, se encontró
con la madre de uno de los zapadores fallecidos. Con amargura le preguntó al
general: "¿MI HIJO SE HA PORTADO BIEN EN BOSNIA?"[9].
NO CLAUDIQUES (Rudyard Kipling)
Si en
la lid el destino te derriba.
Si
todo en tu camino es cuesta arriba.
Si tu
sonrisa es ansia insatisfecha.
Si hay
faena excesiva y vil cosecha.
Si a
tu caudal se contraponen diques,
date
una tregua, pero no claudiques.
[1] Z-00, con la siguiente tripulación: CLP.´s
Óscar Alfonso Selva (conductor), Santiago Amorós Fernández (tirador), Juan
Antonio Guerra Portillo y el Cabo Viñez. Detrás iba el Z-13 del Cabo 1º Ángel
Herrera Gálvez (III BPAC.) y de tripulación: CLP 1ª Juan Jiménez Berenguer
(conductor) y los CLP.´s Juan Gutiérrez Simino (tirador), Alejando Martín Oliva
y el Cabo Luján.
[2] Teniente José Luis Aguado Álvarez, Cabo 1º
Higinio Méndez Palomero, CLP. 1ª José López Martínez, CLP. 1ª Emilio Roiz
Montoya, CLP. 1ª Julián Carmona Marín, CLP. Juan Gelabert Quetglas, CLP. José
Justo Cano, CLP. Óscar Romero Ossa, CLP. Juan Muñoz Arabi y CLP. Santiago
García García.
[3] En vacante paracaidista, con el compromiso
adquirido de Curso.
[4] Cursos de Paracaidismo 605 (Maté), 609
(Castresana) y 611 (Aguilar y Piñeiro).
[5] Perteneciente al II BPAC, 7ª Compañía,
agregado a Zapadores.
[6] Aunque hay descripciones que aseguran que
Castresana, aturdido por el choque, esperó con sangre fría hasta que se inundó
su habitáculo para salir nadando (Cte. José Luis Aguado Álvarez: “19 de
Junio de 1993: Zapadores en el Neretva”. Revista “Boina Negra”,
No 274, Mayo-Junio de 2013 (página 60).
[7] Quien intentó infructuosamente salvar a
Aguilar, buceando repetidas veces en su busca.
[8] Estaba encargado de la formación del
convoy, coordinación de los medios de rescate, empleo de la Sección de
Protección, Servicio Sanitario, enlace con la superioridad, identificación
inicial de cadáveres y su posterior evacuación…
[9] En el lugar del accidente se erigió un
monumento en honor de los fallecidos, donde se les rendía homenaje en cada
aniversario de la tragedia. Al final de la misión española en
Bosnia-Herzegovina, la lápida fue repatriada y en la actualidad se encuentra
ubicada en un monolito erigido en la Base Príncipe de la BRIPAC.
Mi más profundo respeto por vuestra entrega personal a tal misión humanitaria, mientras en España muchos de nosotros no nos enterábamos del "Nodo"..he tenido que venir a Mostar para despertar mi curiosidad por vuestra participación en esta misión y después de ver la placa de fallecidos en la Plaza de España no he podido evitar emocionarme y buscar que ha ha pasado detrás de esa placa ... gracias por este blog y este artículo Firmado un español Fernando
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