Soy valiente y
leal legionario,
soy soldado de
brava Legión.
¡Pesa en mi alma
doliente calvario
que en el fuego
busca redención!
Mi divisa, no
conoce el miedo,
mi destino, tan
sólo es sufrir;
mi bandera, luchar
con denuedo
hasta conseguir
vencer o morir.
Legionario,
legionario
que te entregas a
luchar
y al azar dejas tu
suerte,
pues tu vida es un
azar…
Legionario,
legionario
de bravura sin
igual,
si en la guerra
hallas la muerte
tendrás siempre
por sudario,
legionario,
la Bandera
Nacional.
¡Legionarios a
morir!
¡Legionarios a
luchar!
Somos héroes
incógnitos todos,
nadie aspire a
saber quién soy yo.
¡Mil tragedias de
diversos modos
el correr de la
vida formó!
Cada uno será lo
que quiera,
nada importa su vida
anterior,
pero juntos formamos
Bandera
que da a La Legión
el más alto honor.
“Una misión
humanitaria pero con un componente importante de seguridad para restituir a la
normalidad la vida de los kosovares”, así definía el jefe del contingente
español, el Coronel Vicente Díaz de
Villegas, el cometido de la AGT “Valenzuela”.
El Consejo de
Ministros autorizaba el 26 de Febrero de 1999 la participación de un
contingente de entidad máxima 1.200 efectivos en la Operación “Joint Guardian”, para el
despliegue de una fuerza terrestre que permitiera la puesta en práctica de un
posible acuerdo de paz para Kosovo.
Las condiciones para desplegar esa fuerza multinacional no se produjeron hasta
tres meses después.
“La misión es difícil y exigirá toda vuestra experiencia, entrega y
esfuerzo” General del Ejército del Aire Santiago Valderas Cañestro,
JEMAD. Despedida de la Agrupación en la sede almeriense de la BRILEG, 21 de
Junio de 1999).
La
participación española en KFOR se
materializó mediante la contribución a los Cuarteles Generales de KFOR y de la
Brigada Multinacional Oeste, y la aportación de una Unidad tipo GRUPO TÁCTICO
(un Batallón de Infantería reforzado), una Compañía de Ingenieros, un Núcleo de
Operaciones Especiales, una Sección de Policía Militar, un Equipo de
Cooperación Cívico-Militar y otras pequeñas Unidades integradas en las
correspondientes multinacionales. Para el apoyo de las unidades integradas en
KFOR, España mantuvo bajo mando y control nacional un Elemento de Apoyo
Logístico Nacional (KNSE), desplegado en Petrovec[1]
(Macedonia), con el grueso de la fuerza desplegado en Kosovo, concretamente en
ISTOK (en esta localidad y su zona circundante -donde antes de la guerra vivían
65.000 personas- residían en ese momento unos 500 vecinos, aunque el goteo de
refugiados albanokosovares que regresaban aumentaba cada día). “En un
principio se pensó asignar al contingente español la comarca de Klina, por ser
uno de los principales nudos de comunicaciones de Kosovo. El área tendría un
gran valor si estuviéramos inmersos en una guerra convencional. Pero no es el
caso. En esta misión de paz lo importante es el control de la población en la
comarca de Istok, lo que supone una gran responsabilidad para las tropas
españolas porque, no lo olvidemos, es la única zona del sector italiano que
tiene frontera con Serbia” (Col. Díaz
de Villegas).
Varias unidades
hispanas contribuyeron a ese primer contingente español, siendo la más numerosa
y el núcleo de la KSPAGT la Brigada
de la Legión (BRILEG) Rey Alfonso XIII que aportó la Agrupación Táctica en base
a un Batallón de la VII Bandera del III Tercio Don Juan de Austria (670
militares[2]),
la Unidad de Ingenieros en base a la compañía de Zapadores de la Legión[3]
y una unidad de la Bandera de Operaciones Especiales de la Legión (21 Boinas
Verdes que, repartidos en dos Patrullas, se ubicarían en Banja): “Desde el día 10 de Marzo, el GT
“Valenzuela” comenzó a formarse y a adiestrarse en la Base legionaria “Álvarez
de Sotomayor” en Viator (Almería). Mientras tanto las unidades del Grupo
Táctico se fueron concentrando, sometidas a un intenso programa de
adiestramiento, con la incertidumbre sobre el momento de la partida, estando en
permanente estado de disponibilidad para desplegar en cuanto las negociaciones
tuviesen éxito y se diese la orden. Esto supuso largas jornadas de instrucción,
fines de semana sin posibilidad de alejarse de Almería, aceleración de todos
los preparativos. Para los legionarios, la misión comenzó mucho antes del propio
despliegue en la Zona de Operaciones. Además del Grupo Táctico, otras unidades
legionarias quedaron encuadradas en el contingente español que iba a desplegar
en Kosovo. La Compañía de Zapadores de la Brigada de La Legión se integraría en
el regimiento de Ingenieros Multinacional de Apoyo a la MNB W y una unidad de
la, hoy tristemente disuelta, Bandera de operaciones Especiales de La Legión
(XIX BOEL “Maderal Oleaga”) hacía lo propio en una unidad de fuerzas especiales
combinada con italianos y portugueses. En cualquier caso, ambas unidades
colaboraron estrechamente con el Grupo Táctico en la realización de sus
misiones, sobre todo en lo que se refiere al desminado”[4]. A ellos había que sumar el
Elemento Nacional de Apoyo Logístico (NSE), situado en Petrovec, junto al
aeropuerto de Skopje (Macedonia)[5]
y 15 Guardias Civiles (además, en el HQ Multinacional de Pec trabajaban 36
oficiales y suboficiales españoles, en su mayoría pertenecientes al IV Tercio Alejandro
Farnesio), así como seis
Controladores Aéreos Tácticos. En total, 1.174 efectivos.
“España confía
en la Legión para las misiones
internacionales. Un orgullo que se tiene que demostrar en tierras kosovares y
recordar también que detrás de vosotros hay unas unidades, otros compañeros,
que os apoyan en vuestro trabajo. Vais a una tierra donde el odio y el
fanatismo religioso ha llevado a la desolación, la guerra y la muerte” (general
Jefe de la Fuerza de Acción Rápida: Despedida al grueso del contingente español
en el puerto de Almería).
"La
historia de La Legión está hecha a la vez de grandes gestas, protagonizadas por
héroes y por el cumplimiento del deber diario protagonizado por todos. Cuando
se nos designó como núcleo principal y base del Batallón español en Kosovo, no
pudimos ocultar el inmenso orgullo que sentimos al darnos la oportunidad de tener
un pequeño apartado en esa historia, al tiempo que era evidente el reto tan
importante que teníamos ante nosotros: abrir una misión en tierras extrañas y
azotadas por la crueldad y el odio interétnico, en un país sumido en la peor
guerra que pueda existir, la interna, la del vecino contra el vecino, por el
simple hecho de no pensar igual o tener otra religión. La Legión no está
acostumbrada a ver a nadie por delante (salvo el enemigo, claro), y ahora iba a
ser igual. Comenzamos las fases de preparación, organización, adiestramiento y
concentración con un convencimiento total de que cada ejercicio, cada teórica,
cada conocimiento nuevo adquirido era de una importancia vital, que podía ser
empleado en una situación real, quizás límite, y a muy corto plazo. Fueron días
duros. El esfuerzo, la fatiga, el frío, la incertidumbre no eran sino elementos
que cohesionaban más y más a la unidad que, por decirlo de alguna manera, se la
veía crecer día a día, tanto en el aspecto operativo como en el moral, todo
ello envuelto en ese espíritu legionario de predisposición y disponibilidad,
tan evidente como difícil de explicar.
Desde el puerto de
Almería, con la emoción de las despedidas, dejamos atrás a nuestros seres
queridos, a nuestros compañeros, a nuestra Patria. En todos mis años de vida
legionaria, nunca, nunca habían sonado las estrofas del Novio de la Muerte de
esa manera y desde entonces puedo afirmar que es mentira que los hombres no
lloran y que es muy hermoso el poder comprobar que a pesar del tiempo transcurrido,
de los años, todavía nos queda capacidad para emocionarnos” (Tcol. García Valón)
Las unidades
españolas integradas en KFOR I zarparon el 22 de Junio de los puertos de
Almería y Valencia a bordo de los buques de desembarco anfibio del Grupo Delta
“Galicia”, “Aragón”, “Pizarro” y “Hernán Cortés”[6],
con más de 100 vehículos y equipos (84 BMR, con 12 morteros montados, dos lanzamisiles
TOW de alcance medio, diez lanzadores de misiles Milan de corto alcance, dos
lanzagranadas LAG-40, 64 ametralladoras pesadas y 29 ligeras; 60 camiones y 40
todoterrenos) llegando a Tesalónica
(Grecia) algunos días después, aunque desde el día 19 un equipo de
reconocimiento (65 personas al mando del propio Col. Vicente Díaz de
Villegas y Herrería, quien también ocuparía el puesto de Segundo Jefe de la
Brigada Multinacional Oeste) había llegado en Hércules a Kosovo para ir
preparando la llegada del grueso y recabar la información que permitiera
realizar una entrada en zona de operaciones lo más segura y eficaz posible.
“Otra página
de la gloriosa Historia de la Legión comenzaba a escribirse”[7],
comentaba el capitán Fernando Melero y Claudio, integrado en el Equipo
CIMIC del Grupo Táctico.
Desde el puerto
de Salónica las unidades españolas hicieron un despliegue ejemplar hasta sus
emplazamientos dentro de Kosovo. Lo más complicado de ese viaje no fueron las
horas intempestivas para no colapsar las carreteras de Grecia y Macedonia, ni
los puentes y las carreteras de Kosovo destruidas, sino el peligro de que
hubiera minas o algún elemento hostil, serbio o del UÇK (el Ejército de
Liberación de Kosovo), se hubiera autonombrado autoridad de paso y
circulación. “Vais a correr riesgos en la zona, sobre todo por minas y trampas
instaladas en diferentes sitios, elementos incontrolados y francotiradores y,
cómo no, los riesgos de la propia red viaria, que ha quedado en muy malas
condiciones… Inconvenientes que habrá que superar para asegurar el
mantenimiento de los derechos humanos y el regreso de los refugiados”
(Coronel Díaz de Villegas). La operación fue meticulosamente planeada y ejecutada y tras dos intensas
jornadas de continuos rodeos, reconocimientos y búsqueda de desvíos seguros,
las unidades españolas se aposentaron en sus correspondientes campamentos.
Para el general Mauro del Vecchio, jefe de la brigada en la que se
integran los soldados españoles, su llegada constituye un alivio. Los militares
a sus órdenes, que hasta la llegada de los legionarios sumaban 2.800 (menos de
la mitad de los previstos[8]),
se habían mostrado insuficientes para cubrir un área de responsabilidad que
abarca la quinta parte de la provincia y, sobre todo, impotentes para frenar
las amenazas y actos de violencia contra la minoría serbia que todavía no ha
tomado el camino del exilio: “Hemos llegado en el momento oportuno. Obviamente, y no es una opinión
exclusivamente mía, no existe la fuerza necesaria para garantizar, uno a uno,
la protección de todos los individuos, pero dentro de nuestras posibilidades
estamos desarrollando una labor muy importante. Nada más poner el pie en Kosovo
nos pusimos a trabajar, incluso mientras nos instalábamos, cosa que no ha
ocurrido en otros casos. Es cierto que siguen produciéndose incidentes en
nuestra área, como en el resto de la región, sin embargo, han disminuido
gracias a la presencia de las tropas española. También se desarrolla a buen
ritmo la desmilitarización del UÇK, aunque nos gustaría que fuera más
sistemática. La gente ya no va uniformada[9] y
armada por las calles” (Coronel Díaz de Villegas: “Debemos Reescribir la
Historia de esta Región”. “Revista Española de Defensa”, Julio-Agosto de 1999, página 10[10]).
El Tcol. García Valón recordaba así esta entrada
en Kosovo (fuente: http://www.amigosdeltercertercio.com):
“Una vez llegados al puerto de
Tesalónica y desembarcada la unidad se articularon las diferentes columnas y se
inició la marcha hacia la Zona de Reunión, en Katlanovo cerca de Skopje (FYROM).
Alcanzada ésta y tras un breve descanso proseguimos la marcha hasta que
atravesamos la frontera de General Jankovic, ya en Kosovo. A partir de ese
momento fueron desfilando delante de nuestros ojos todos aquellos lugares que
conocíamos de antemano, del estudio de mapas y conferencias antes de salir de
España. El largo desfiladero de entrada, los túneles en la carretera, los
puentes, las cunetas minadas en todas las vías de acceso, las elevaciones del
terreno y sobre todo…, la destrucción.
Largas columnas de humo señalaban
los lugares donde antes coexistieron personas. La destrucción era total en casi
todo el paisaje y a esto se unía el deambular de mucha gente, sin casa, sin
destino fijo, y todavía con las huellas del sufrimiento y del horror reflejadas
en sus rostros, que se volvían a nuestro paso con expresión de agradecimiento
en sus saludos y gritos de ¡KFOR, NATO! Todos contestábamos a estas pobres
gentes conscientes del trabajo que nos esperaba. El paso por la capital,
Prístina, nos hizo ver el grado de destrucción en una ciudad importante y de
cómo iban confluyendo hacia ella un sinfín de tractores con remolque donde se
apiñaban familias enteras con las pertenencias que habían podido salvar de la
represión de días anteriores.
Después de atravesar Klina
(impresionantes los destrozos en puentes y carros de combate serbios), nos
dirigimos hacia Istok, capital de la Opstina/Komuna (provincia) del mismo
nombre, muy cerca de la frontera administrativa con Serbia, de unos 35.000
habitantes (el total de la Komuna) y que reúne unos condicionantes
socio-políticos que le diferencian del resto de Kosovo. Patria chica de Ibrahim
Rugova y feudo del LDK (85% de votantes antes de la guerra), sufrió una
represión brutal por parte de los paramilitares serbios del tristemente célebre
Arkan que estableció aquí su Cuartel General. El grado de destrucción en la
Opstina era elevadísimo y el sufrimiento de sus gentes considerable. Rara era
la familia/clan que no había perdido a nadie en la guerra”.
El contingente
español (el noveno en cuanto a efectivos aportados a la KFOR) se encuadró en la
Agrupación Oeste, bajo mando
italiano, cuyo Cuartel General se encontraba en la localidad de Pec. Las
fuerzas españolas desplegaron inicialmente en varias localidades: 670
legionarios repartidos entre el Cuartel General (ubicado en la antigua serrería
de Radusha, en Istok), Zlokucane (“en Zlokucane, por ejemplo, las etnias no se
enfrentaron entre sí gracias al papel mediador que ejerce el párroco católico
que dirige la comunidad”, confirmaba el Tcol. García Valón), Rakos[11]
y Durakovac, todas en el área noroeste de Kosovo. 600 kilómetros cuadrados de
territorio kosovar perteneciente a la comuna de Istok. “Cuando
llegamos aquí, pudimos comprobar que el control de la zona sería más rápido y
efectivo si ubicábamos las cinco Compañías de la Bandera en lugares diferentes”,
explicaba el Teniente Coronel José María García Valón, jefe del Grupo
Táctico. De este modo, en forma romboidal se fueron desplegando las Compañías:
La primera de fusileros en Rakos, la segunda, al oeste de Istok, en Durakovac,
la tercera en Zlokucane[12].
“Se decidió que la Plana Mayor, con la
Compañía de Servicios (4ª), al mando del Capitán Javier Menéndez, la Compañía
de Apoyo (5ª), con el recordado Pepe Mosquete al frente, la UINT, del Capitán
Viqueira y la Sección de Transmisiones, al mando del Alférez López Marín, se
asentarían en la serrería de Istok. La 1ª Compañía, a cargo del Capitán
Carreras, lo haría, inicialmente, en la escuela de Rakos, la 2º Compañía, al
mando del Capitán Luis Rubio, en la oficina de correos de Banja y la 3ª
Compañía, del Capitán Francisco Javier Bartolomé, en un edificio derruido en
Zlokucane, gracias a la ayuda proporcionada por el “factotum” del pueblo, un
cura católico, Lush Sopi, con el que se establecería un contacto muy estrecho
durante toda la misión. (Naturalmente, con la vuelta progresiva a la
normalidad, alguna de las unidades tuvieron que cambiar de base; la 1a
Compañía se trasladó a un almacén siempre en Rakos y la 2ª lo hizo a los restos
de un hotel en Djurakovac). La unidad de la Guardia Civil se establecía con el
resto del GT en la serrería de Istok, donde también se establecía el hospital”
(Capitán Fernando Melero).
La llegada de
la KFOR I coincidió con el regreso de los albano-kosovares y la huida acelerada
de muchos serbios que vivían en Kosovo y que, normalmente, ocupaban puestos en
la administración (alcaldes, jueces, etc.). Por ello la primera visión que se
encontraron los componentes de la “Valenzuela” al llegar fue la de los
saqueos y la destrucción de casas e iglesias serbias. Sobre la marcha hubo que
reaccionar para evitar las represalias de la población albanokosovar que
pretendía tomarse la justicia por su mano y hacerse con lo que los serbios
abandonaban. Cientos de casas ardieron una vez robadas y muchas más no lo
hicieron gracias a la intervención de la KFOR. El Tcol. Valón
comentaba: “En este ambiente y con un aspecto de ciudad fantasma, con la
mayoría de sus habitantes todavía refugiados en las montañas y grandes columnas
de humo de las casas ardiendo como teas, con cadáveres de civiles, policías
serbios, mujeres, con las pocas casas sin destruir trampeadas por los serbios
en su retirada, en ese ambiente de muerte y desolación, el día 28 de Junio, a
las 18 horas, el GT “Valenzuela” era recibido por representantes de la 133.ª
Brigada de la UÇK, que operaba en la zona y entrando en Istok comenzaba a
cumplir su misión". El hecho de que un representante del UÇK saliera a
recibir al Tcol. Valón, cuando llegó a Istok, al frente de la VII bandera, tras
cinco horas de viaje a través de Kosovo, constituía un buen presagio en el
mantenimiento de dichas relaciones “diplomáticas”. No lo fue tanto que varias
columnas de humo, procedentes de casas de serbios incendiadas, se elevaran al
cielo mientras hacían su entrada en el pueblo los blindados españoles.
“Lo que más me ha impresionado es cómo un país
lleno de recursos trata de destruir lo poco que le queda”, se lamentaba Raquel
Moreno González, alférez ATS.
La KFOR
recibió, entre otras, estas misiones generales:
Frenar las
hostilidades de las fuerzas yugoslavas y serbias.
Crear un entorno
seguro y garantizar la seguridad pública.
Desmilitarización del
Ejército de Liberación de Kosovo y destrucción de armas.
Asistencia en el
retorno y reubicación de las personas desplazadas y refugiadas.
Desminado, asistencia
médica, apoyo en el establecimiento de instituciones civiles.
Especial atención a
asegurar la libertad de movimientos de las etnias, a proporcionar seguridad a
las minorías y a mantener el ambiente de seguridad dentro de su zona de
responsabilidad.
“Ésta no es una operación de resultados inmediatos. Hará falta
prudencia y paciencia para llevarla a cabo” (Col. Díaz de Villegas).
“Nunca habíamos visto tal grado de devastación, ni siquiera en
Bosnia…. Pero, curiosamente, son pocas las instalaciones que presentan signos
evidentes de combate”, aseguraba Valón. “A
mí Bosnia me marcó mucho. Me enseñó a ver la vida de otra manera y a valorar lo
que tienes. Pero esto es distinto”, comentaba el legionario Juan López
Anula. Las referencias a Bosnia son inevitables: La última llamada que el
coronel Díaz de Villegas recibió antes de salir de España procedía de Stolac.
Le llamaba el teniente Vicente Díaz de Villegas, su hijo.
“Lo que se encontraron los
legionarios fueron ciudades y pueblos fantasmas, con la mayoría de sus
habitantes todavía refugiados en las montañas, enormes columnas de humo
procedentes de casas quemadas, bien por los serbios en su retirada o por los
propios albaneses con la finalidad de que los serbios, en su caso, no tuviesen
a donde regresar, cadáveres de civiles y policías serbios, minorías étnicas
amenazadas (si siempre se ha dicho que la represión serbia contra la población
albanesa fue feroz, las posteriores represalias de éstos, con seguridad, no
fueron menos horribles). En definitiva, un aspecto desolador. Las condiciones
en las que empezaba la misión eran, pues, muy críticas. Inmediatamente,
comenzaron las patrullas y los reconocimientos de las unidades del Grupo
Táctico con la intención de conocer a la perfección las respectivas Zonas de
Acción asignadas y ejercer el control de la zona, ocupando el vacío existente e
impidiendo a los más extremistas albanokosovares, sobre todo los guerrilleros
del UÇK, poder hacerse con el dominio de la situación. Entre los más destacados
de entre ellos cabe citar al actual líder de la oposición en Kosovo, Ramush
Haradinaj. Era fundamental, desde el primer momento, dejar bien claro quién
detentaba la legalidad en la zona y hacer cumplir lo estipulado en el Acuerdo
Técnico-Militar”, narraba el Cap. Melero. La mayoría de las calles -al llegar los legionarios- se encontraban todavía
prácticamente vacías y continuamente se veían casas ardiendo. Con el tiempo se
pudo comprobar que a la destrucción provocada por los serbios antes de
abandonar Kosovo había que añadir la destrucción provocada por los propios
kosovares quemando y destruyendo las casas que pertenecían a los serbios, con
la finalidad de que si éstos volvían no tuviesen ninguna casa donde vivir. Así
nos cuenta el Capitán Luis Rubio, jefe de la 2ª Compañía, su experiencia
en la zona: "Cuando al fin llegamos al que iba a ser nuestro
destacamento, ya era de noche. Rápidamente nos dimos cuenta del mucho trabajo
por hacer. Había que añadir a nuestra tarea de poner un poco de orden en la
zona, la de acondicionar la que se suponía iba a ser nuestra casa durante los
próximos meses. Así, las primeras semanas fueron muy intensas, no había tiempo
para nada, cuando no se estaba de misión, ya sea de guardia, de patrulla o
montando un check-point, estábamos arreglando el destacamento, limpiando los
termos o, sobre todo, la ardua tarea del mantenimiento de los BMR y el
armamento.
Desde un principio se organizó la
Compañía de la siguiente manera: Una Sección realizaba la patrulla del pueblo
de Istok durante las 24 horas del día y defendía la iglesia ortodoxa de dicha
localidad. Otra Sección patrullaba día y noche por toda la zona de acción de la
Cía., defendiendo las 24 horas la iglesia de Ljubovo o bien montaba
check-points aleatorios en los accesos al área de Asamblea de Vrela. Una
tercera Sección daba seguridad al destacamento, que en muchas ocasiones había
que alternar con misiones. Finalmente, otra Sección llevaba a cabo tareas de
mantenimiento de BMR, armamento y transmisiones, además de trabajos de limpieza
y mantenimiento en el destacamento. De esta manera, las semanas en Kosovo eran
de sólo cuatro días. Nuestro domingo era la jornada de mantenimiento y se
convertía en el único día que podíamos dormir toda la noche seguida. La
estancia en Kosovo se puede dividir en tres etapas bien diferenciadas: Durante
la primera, nuestro destacamento estaba situado en Banja. Era un lugar que
reunía muy pocas condiciones tanto higiénicas como de seguridad. Durante la
segunda etapa, nos trasladamos a un antiguo hotel de la zona, en el pueblo de
Djurakovac. Aquí, tras unas semanas de trabajos para arreglar tanto la
instalación eléctrica como otra serie de desperfectos, se consiguió tener toda
clase de lujos, teniendo en cuenta el lugar donde estábamos: agua corriente las
24 horas del día, lavadora, 7 trabajadores contratados para realizar todas las
tareas de limpieza, lavar la ropa y cocinar. Por último en una tercera etapa, y
con un grupo de 165 kws, por fin podíamos cocinar en el destacamento.
En cuanto a las misiones
cumplidas, también se pueden diferenciar tres fases bien distintas: En la
primera de ellas, la misión fundamental era impedir los robos y sabotajes, así
como conocer a los personajes más importantes de la zona mediante las patrullas
y los controles en los accesos al área de la Asamblea de Vrela. En la segunda
se realizaron registros en todas las casas de la zona con la correspondiente
requisa de armamento. Se capturó mucho armamento pero, sobre todo, se consiguió
concienciar a los habitantes de la zona de la prohibición de tener armas, algo
habitual hasta entonces. En esta fase se procedió a cerrar todas las comisarías
ilegales de la zona y a detener a quienes llevaban a cabo este tipo de
actividades. En la tercera, la situación se tranquilizó bastante y empezó la temida
rutina. Ya se oían menos disparos por la noche y cada vez se defendían más
iglesias ortodoxas.
No podemos olvidar mencionar a la
mascota de la compañía, el loro Ratko, que causaba sensación allá donde iba y
al que había que cuidar mucho cuando llegó el crudo invierno, arropándole todas
las noches con una manta encima de su jaula e, incluso, poniéndole un
calefactor en las noches más frías".
Las unidades
españolas comenzaron a cumplir esas misiones a la vez que acondicionaban sus
propios destacamentos en los que no se disponía de los servicios mínimos (ni
letrinas, ni seguridad perimetral, ni aparcamientos, ni cocinas...). A lo largo
de los primeros ocho meses de presencia española en Kosovo (Junio 1999 – Enero
2000) los legionarios:
I.- Facilitaron
el retorno de 800.000 desplazados de origen albanés, protegiendo a las
minorías: En Junio el Grupo Táctico “Tizona” desplegaba una Sección de
la VII Bandera en Durakovac para proteger el barrio –habitado por comunidad
gitana- de agresiones de sus vecinos albanokosovares. “Desde entonces no se
han producido más incidentes -aseguraba el teniente José Angulo-. La
población recupera poco a poco la tranquilidad, pero pasará mucho tiempo antes
de que se pueda hablar de una convivencia real”. El rencor tampoco respetaba
a los más inocentes: Un BMR debía escoltar diariamente a los niños gitanos
durante los dos kilómetros de recorrido que separaban su aldea del colegio en
Zac. “Los profesores nos garantizaron que dentro de la escuela evitarían los
incidentes, pero no se comprometieron a asegurar la integridad de los niños
fuera de las aulas”[13],
aclaraba el Tte. Angulo.
El SPABAT realizaba la primera escolta a un convoy del ACNUR a finales
de Junio, garantizando la seguridad de un grupo de serbios procedente de la
localidad montenegrina de Kulina, que retornaban a Pec e Istok con el fin de
comprobar el estado de sus hogares y sondear el ambiente con sus antiguos
vecinos (la realidad les dejó claro que aún era pronto para regresar).
Igualmente, los legionarios escoltaron otro convoy a finales de Julio, esta vez
de refugiados albanokosovares que, procedentes del AOR francés, retornaba a
Crkolez.
Igualmente, “Una de las primeras acciones del Grupo
Táctico fue la evacuación, a petición de los representantes de ACNUR, de un grupo
de 172 gitanos desde una aldea cercana a Istok hasta Montenegro. Además de los
medios de transporte, el GT proporcionó la seguridad al convoy y apoyo
logístico sanitario y de alimentación (sin duda, como tituló un periódico
nacional en aquellos días, La Legión salvó a estos gitanos de una muerte
segura). Fue el inicio de una relación muy fructífera con casi todas las
organizaciones Internacionales y No Gubernamentales que trabajaron en nuestra
Zona y que valoraron, de forma unánime, nuestro trabajo”, recordaba el
Capitán Melero.
“CERCANÍA es
la palabra que mejor define nuestra misión. El objetivo es familiarizar a la
población con los uniformes españoles, facilitar su complicidad y adhesión. Nos
hemos ganado la confianza de todas las etnias y hemos establecido un flujo de
información y de relaciones envidiable –recalcaba el Cte. Bayo-. Las
minorías se sienten seguras y todos los ciudadanos acuden directamente a
nosotros. Conocemos sus problemas, sus dificultades…”. Se llegaron a poner
en marcha patrullas nocturnas a pie con la cobertura de un blindado, pero “en
el silencio nocturno los BMR son como elefantes en una cacharrería y la
discreción es un aliado imprescindible para sorprender a los delincuentes”,
se lamentaba el Jefe de Operaciones de la GT.
De día, los
gitanos comenzaban a trabajar de nuevo sus campos, moviéndose con libertad
dentro –eso sí- de los estrictos límites de sus aldeas. “Al principio
–comentaba el Tte. Angulo- permanecían apiñados, inmóviles a la sombra de un
árbol y sin perder de vista nuestro blindado”. De noche, las cosas
cambiaban un poco: Medio centenar de personas se refugiaban en tres viviendas a
tan sólo unos metros de la patrulla para que la vigilancia de la Sección fuera
más efectiva. “No podemos poner un legionario en cada casa. La solución está
en reunir durante la noche en un solo espacio a los ciudadanos más amenazados”.
“Cuando
llegamos a la zona -explicaba el Comandante Eugenio Bayo, jefe de
Operaciones del GT “Valenzuela”- había 15 serbios en Crkolez y Suvo
Grlo. Hoy son ya 200”. Eso sí, el coste era la 1ª Compañía de la Legión
desplegada 24 horas para anular cualquier conato de violencia. “Hemos
conseguido que, por lo menos, no se maten entre ellos”, señalaba el Teniente
Coronel Pedro García Valón. Un primer paso, todavía insuficiente:
El 13 de Octubre, 18 familias serbias tuvieron que renunciar a sumarse a la
comunidad de Crkolez ante el rechazo frontal de más de 700 albanokosovares que
se manifestaron por las calles del pueblo.
Además de en
Zac y Crkolez, las secciones legionarias montaban guardia permanente para
proteger a la minoría bosnia en Vitomirica o para vigilar lugares emblemáticos
de la cultura serbia: Nueve iglesias ortodoxas y el pequeño monasterio de
Goriok, cerca de Istok. “La madre Altuna (la superiora de Goriok) casi
formaba parte de nuestro contingente, que salvó al monasterio de las llamas”,
recordaría mucho después el general Luis Alejandre Sintes[14].
“Las columnas de humo son constantes en la zona. Un vistazo al
cielo nos alerta, una vez más, de que una vivienda está ardiendo”, afirmaba
el Alférez Paris, jefe de una Sección de 4 BMR desplegada en Istok. “Nos hemos
visto forzados a emplear un “arma” y una “munición” para cuyo caso no estábamos
adiestrados: La nariz y el olfato”. Los suboficiales que actuaban como
jefes de patrulla se habían convertido en auténticos especialistas en la
localización de incendios. Estas unidades de cuatro efectivos, tipo pelotón,
trabajaban con rapidez y efectividad a la caza de los pirómanos. Pero con
precaución: Cuando localizaban el origen del fuego, la aproximación al área se
hacía en fila india con el armamento montado, poniendo el pie en el mismo sitio
donde lo colocaba el guía del grupo ante la posibilidad de que la zona
estuviera minada o existieran francotiradores.
Pero, como
comentaban los legionarios, el restablecimiento de la normalidad iba a ser
arduo y laborioso: “Al principio no había nadie en las calles, pero nuestra presencia
y el entorno de seguridad que hemos proporcionado fueron un aliciente para
acelerar el regreso de los desplazados y la salida de los ciudadanos de sus
escondites… Sin embargo, este repoblamiento acelerado ha motivado una nueva
oleada de violencia –secuestros, asesinatos, extorsiones, destrucción de
viviendas…-, esta vez contra serbios y gitanos, acusados de colaborar en la
limpieza étnica”. El incidente más grave se producía el 22 de Julio, cuando
una patrulla de la “Valenzuela” era tiroteada mientras estaba prestando
seguridad a una comunidad gitana. El ataque fue repelido y cinco personas
fueron detenidas, todas ellas albanokosovares. Tres días más tarde, otra
patrulla española era recibida con fuego de kalashnikov desde una casa cuando
acudió en defensa de la aldea de Mojstir, atacada por unos desconocidos (presumiblemente
miembros del UÇK).
Esta es la narración de lo sucedido por el oficial al mando:
"Hoy a
la Sección le han correspondido las misiones de seguridad del destacamento de
Istok, es decir, seguridad del monasterio de Gorioc y patrullas tanto diurnas
como nocturnas de modo esporádico para controlar las zonas aledañas y evitar
así posibles acciones hostiles, además de un pelotón de reacción. Ya hemos
realizado unos cuantos convoyes evacuando gente a la que iban a dar matarile,
damos protección a pueblos enteros, a familias, a personas aisladas para evitar
esto mismo, estamos familiarizados con la situación, vemos diariamente todo
tipo de atrocidades cometidas por uno y otro bando pero lo que es difícil de
asimilar es el olor a muerte, muerte por todos lados, se respira mal se mete
hasta el celebro ese olor tan desagradable a descomposición mezclado con el
humo.
La aldea de Sinaj está ardiendo de nuevo, yo no sé qué quemarán ahora sí ya
está todo quemado, habrá que realizar una patrulla por si acaso, se da la orden
al Pelotón de reacción, esta aldea que se encuentra próxima al destacamento,
forma junto con Mojstir y Susica las tres a las que más veces hemos tenido que
acudir estos días, todas están situadas al Sur de los montes de Mokra Gora,
donde dicen al huir, es posible, son como una fortaleza natural y al otro lado
está serbia donde se encontrarían protegidos. El observatorio del monasterio
informa de ráfagas en dirección Este entre Sinaje y Mojstir, rápidamente la
Tercera Sección ordena salir al Pelotón de reacción con la PLM de la Sección de
seguridad, estamos listos para salir, dada la magnitud de las ráfagas, sale un
BMR más.
Salimos apresuradamente, el Espíritu de Acudir al Fuego está muy presente,
ya veremos con qué nos encontramos esta vez, todas las precauciones son pocas,
así que hay que ir con todos los sentidos puestos. Los legionarios, cada uno en
su puesto, sin decir nada, todos saben lo que tienen que hacer y lo hacen bien,
las órdenes son claras y concisas, se oye a los jefes de Pelotón dando órdenes,
la radio no para de sonar, entramos en Sinaje entre el humo, todos atentos cada
uno con su sector, no se mueve ni un alma, las manos están aferradas a las
armas, en cualquier momento se puede desencadenar algo y a nosotros no nos
pillará desprevenidos. Suenan nuevamente ráfagas, ahora estamos más cerca y
distinguimos, sin dudar, el sonido inconfundible del AK-47, hay bastante tomate
y esta vez no se nos escaparán.
El Pelotón que avanza por el sur informa que ha encontrado a un
albano-kosovar que viene huyendo de Mojstir donde dice que hay una buena
montada. Sin problemas, se informa a la Tercera Sección, y ponemos rumbo
urgentemente hacia allí, cada vez los oímos más cerca y se nos hace difícil
averiguar el número de fusiles que pueden estar disparando, están al otro lado
del espolón que tenemos delante, justo en Mojstir, hay que rodear el espolón y
caer sobre ellos desde puntos dominantes para cogerlos en contrapendiente,
mientras el Pelotón de TOW avanza por el suroeste de Mojstir y nos protege
desde los BMR. El equipo de Milán que nos acompaña deberá tomar alturas del W.
ligeramente retrasado para apoyar nuestra progresión, ya están dadas las
órdenes, se ha informado al mando y procedemos. Sabemos que todo el puesto de
mando está pendiente de nosotros ahora mismo, están escuchando las ráfagas y
preocupados lógicamente, no es lo mismo estar viendo lo que tienes delante y
actuar en consecuencia que escuchar por radio la situación. En el mismo lindero
del bosque, en cuerpo a tierra, observamos algo que nos deja a todos atónitos,
vemos cómo un grupo de personas vestidas de civil tiene retenidas a un grupo de
mujeres y niños junto a dos grandes casas gritando y amenazándoles con sus
armas a la vez que realizan disparos al aire intimidándolas, los críos no paran
de llorar y las mujeres reflejan el horror en sus caras, a unos doscientos
metros de este punto, observamos a un muchacho de unos doce años que huye
desesperadamente de los disparos que efectúa otra persona que se encuentra
forcejeando con el que después sabríamos que es su padre y que en el momento en
que el serbio lo tenía en el suelo para pegarle un tiro, sin saber cómo, se
abalanzó sobre él, y con las fuerzas que da la desesperación evitó su muerte y
probablemente la de su familia.
Ante el panorama que teníamos delante y, tras evaluar la situación, había
que ponerse en marcha de inmediato, al legionario no hay quién lo pare y mucho
menos en esos momentos en que la adrenalina nos sale por las orejas ¡qué bueno
es el Legionario! Si en todo momento se tiene presente el Espíritu de
Disciplina, en ese momento se podía respirar. En el momento en el que nos
disponíamos a informar por radio al mando de lo que teníamos delante, sentimos
esos moscardones que nos zumbaban tan cerca ¡nos están disparando desde la
izquierda! ¡Desde las piedras grandes!. Recibíamos fuego desde una posición al
noroeste de la aldea, automáticamente, todavía no había terminado de ordenar
fuego, cuando ya se estaba respondiendo a éste, en el mismo momento el grupo
que estaba con las mujeres comenzó también a hacer fuego sobre nosotros.
Fue un momento de gran tensión en el que sólo se escuchaban disparos por
todos lados, un intenso fuego cruzado. Estaban bien protegidos por suerte para
ellos, las mujeres y los niños se refugiaron a la carrera dentro de la casa más
próxima, la radio estaba que hervía, Vizcaíno se aproximó por el suroeste y al
escuchar los motores, lo de siempre, a correr. No podían haber escogido mejor
itinerario de repliegue, y si no lo escogieron no les pudo salir mejor, al
amparo de un talud protegido por unos brezos altos comenzaron a correr cómo
conejos pensando lo que se les podía venir encima, habían escuchado hablar de
la Legión y ahora los tenían delante.
Al ver que huían, y para evitar que en su huida cometiesen cualquier barbaridad,
aprovechamos la contrapendiente y bajamos a la carrera, el espectáculo era
increíble, los legionarios desplegados en guerrilla salían del bosque a toda
velocidad, la cara de ferocidad de los mismos, los fusiles a punto haciendo
fuego cuando era necesario, las órdenes de los jefes de Pelotón y de los Cabos
y, cómo no, esa manera tan nuestra de rajar que seguro que asusta a cualquiera,
algo que, quieras o no, el que lo ve venir le tiene que dar algo por el cuerpo.
Cuando estábamos a unos metros de alcanzar el talud, algo pasó, desde
detrás de los brezos salió lo que parecía una piedra, pero desde la que se
desprendía un trocito, grité cuerpo a tierra y alguien gritó granada, creo que
la mayoría dimos el barrigazo de nuestra vida y al instante, a unos quince
metros de nosotros, hizo explosión el regalito que el muy canalla nos enviaba,
aprovechando el momento para desaparecer".
Tampoco eran las primeras ocasiones en que las tropas españolas se
veían obligadas a repeler una agresión (“una defensa propia sin restricción”,
tal y como indicaban las Reglas de Enfrentamiento promulgadas por la Alianza):
El 10 de Julio, miembros de la Guardia Civil recibieron disparos de pistola
mientras identificaban a los conductores de unos autobuses en Zlokucane, y el
día 13 una patrulla legionaria era atacada con fuego de fusilería mientras
recogía información en la cárcel de Istok (en el primer caso fueron detenidas
cuatro personas y en el segundo otras cuatro fueron también arrestadas).
Y el 5 de
Noviembre, el propio Díaz de Villegas reprochaba al director del recién
inaugurado instituto de Istok el haber convertido dicha apertura en una soflama
anti-serbia, algo demasiado frecuente no sólo en esta localidad (cuyo barrio
serbio fue reducido a escombros prácticamente en su totalidad), sino en todo
Kosovo: “La reconstrucción económica y de infraestructuras no es la labor
más urgente. La prioridad –subrayaba el Coronel- es la reconstrucción de
mentalidades”.
“Al final,
los que deben volver son los serbios y albaneses inocentes. Independientemente
de los fanatismos, lo que hay son acciones cobardes, porque no es de humanos,
por ejemplo, apalear a un anciano y luego descerrajarle un tiro en la nuca. Por
no hablar de lo que han sufrido las mujeres y los niños. Debemos contribuir a
reescribir la historia de este país. Decirle a las nuevas generaciones que una
vez hubo una guerra, que fue un horror, pero sin hablar de buenos y malos, y
explicarles que sólo hay un camino: EL PERDÓN y LA RECONCILIACIÓN”[15].
II.- Requisaron
más de 3.000 fusiles, 600 subfusiles, seis millones de cartuchos, 140 morteros
y 396 proyectiles, 200 ametralladoras, media tonelada de explosivos y más de
1.000 minas. “Persiste la cultura del arma –explicaba el Tcol. Valón-. Cada
familia cuelga un kalashnikov a la entrada de su casa de la misma manera que en
España el televisor tiene un lugar reservado en el salón. En un primer momento
se apeló a la buena voluntad de los vecinos, pero nadie se desprendía de su
fusil motu proprio, como tampoco cede nadie su nevera. Al principio, cada noche
era un verbena”. Así que se decidió rastrear casa por casa, requisando la
Legión el 40% de todo el armamento confiscado en la Zona. “Llegamos a
encontrar hasta una antigua tanqueta italiana de la II Guerra Mundial,
escondida en un granero”, recordaba el Comandante Bayo, quien añadía “Es
imposible saber cuántas armas permanecen todavía enterradas en zulos en
previsión de un nuevo estallido del conflicto, pero sí podemos afirmar que las
que quedan se encuentran bajo tierra, inutilizadas y nadie se toma la molestia
de desenvolverlas, engrasarlas y limpiarlas para cometer una locura”. El
éxito de la operación lo constataba la vertiginosa reducción de la
delincuencia, tanto en Istok como en Durakovac: Las patrullas diarias y el
control efectuado durante los cuatro primeros meses de misión sobre 14.000
vehículos y 33.000 personas culminó con el arresto de 124 individuos. Sólo en
Octubre, los trabajos de investigación y las denuncias tramitadas por el GT en
estrecha colaboración con la Guardia Civil concluyeron en la clausura de dos
comisarías clandestinas en Istok y Vrela[16],
la detención de una banda armada integrada por un anciano de 70 años y sus tres
hijos y el encarcelamiento de dos personas vinculadas a una unidad especial del
UÇK, dedicada a la extorsión y el asesinato.
“Debemos
mantener una presencia activa permanente en la zona –explicaba el Alférez Matías Gutiérrez Paris, al referirse a los controles de 8 horas que se montaban en las
carreteras-. Al montar un check-point[17]
no pretendemos interferir de manera sistemática en la circulación, si bien es
cierto que damos el alto a cualquier vehículo sospechoso: Aquéllos en los que
se desplazan individuos que, uniformados o no, sean susceptibles de pertenecer
al UÇK. La medida también afecta a los coches que transitan sin matrículas o
con placas de Albania. En cualquier caso, realizamos un registro exhaustivo del
vehículo. Si encontramos armamento, lo requisamos y sus portadores son
entregados a la Guardia Civil”. Sobre estas detenciones existía una
excepción, la de los oficiales superiores del UÇK, reconocidos por la KFOR y
autorizados –junto a tres de sus escoltas- a llevar pistolas y armas largas no
automáticas (todos disponían de una acreditación que les permitía libertad de
movimientos).
“Hay que
tener en cuenta que, hasta que la misión de Naciones Unidas en Kosovo (UNMIK) se puso a punto, la KFOR actuaba
como autoridad civil en Kosovo. Así se establecieron check-points y se
realizaron registros con el resultado de requisar un gran número de armas,
siendo la labor conjunta de la UINT (Unidad de Inteligencia) y de la Guardia
Civil fundamental”, según el capitán Melero.
III.- Distribuyeron
más de 150 toneladas de Ayuda humanitaria (por ejemplo, el 14 de Diciembre se
repartían 150 cajones de material escolar y ropa infantil –donados por los familiares
de los legionarios- en la escuela de Begovi Lukavac). Se distribuyeron Equipos
Cívico-Militares por toda la región y que, en el caso de la Brigada italiana,
estuvieron compuestos hasta finales de Junio exclusivamente por militares
españoles pertenecientes a la Brigada de Infantería Ligera Urgel IV de San
Clemente de Sasebas (Gerona). Cada Equipo estaba subdividido en cinco células,
más una de Sanidad, constituidas a nivel Batallón. La correspondiente al
contingente español se encontraba ubicada en Istok y operaba como la 5ª Sección
del GT “Valenzuela”, compuesta por cuatro miembros pertenecientes al
Cuartel General de la BRILEG. “Esta Unidad se constituye sólo en tiempos de
guerra o en caso de misiones internacionales –explicaba el Comandante Juan
Martín Cabrero, jefe de la célula-. El principal cometido es demostrar a
la gente que queremos ayudarles a crear de nuevo las infraestructuras de un
sistema social y normalizar su vida”. Uno de los principales retos que
afrontaron fue la puesta en marcha de las tres oficinas de correos y teléfonos
existentes en la comarca, así como las escuelas.
“Debían
transmitir confianza, reactivar la vida y, sobre todo, evitar enfrentamientos”,
explicaba el ex Jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Alejandre. La EMPATÍA DE NUESTRO EJÉRCITO CON LA
POBLACIÓN LOCAL podía considerarse como el mayor logro español en esta
misión. Son muchas las características de nuestras tropas que han contribuido a
forjar esta buena relación: un carácter no prepotente, una experiencia
histórica que nos acerca a sus problemas y el sabernos meter en la piel del
otro. Un oficial lo explicaba perfectamente: “Las múltiples raíces de
nuestra cultura nos permiten adaptarnos mejor a las inquietudes locales. Lo
llevamos en la sangre. No es algo que pueda enseñarse antes de ir de misión,
hay que vivirlo desde pequeño”.
IV.- Se
llevaron a cabo muchos proyectos en beneficio de la población local, entre
otros la construcción de una escuela en Suvo Grlo (localidad que, junto con
Crkolez, constituían los dos asentamiento serbios en la ZO hispana), la
equipación de dos colegios en Kalikane y Sinaje (capaces de albergar a 400
estudiantes), iluminación de varias localidades, suministro de agua en el
pueblo de Kos, reparación de puentes, retirada de misiles y proyectiles no
explosionados, vigilancia de iglesias, monumentos y lugares culturales serbios
que podían ser destruidos, etc.
A estas
misiones se añadió una desagradable tarea no prevista, la cual desbordó todas
las previsiones del contingente español: El levantamiento de cadáveres que
aparecían diseminados a diario por aldeas y campos. Mención aparte merecían las
31 fosas comunes con los restos de 748 personas encontrados en el sector de la
Brigada italiana, cuatro de ellas ubicadas en la comarca de Istok. El
levantamiento de los cuerpos fue asumido por la Guardia Civil, misión en la que
también participaban los legionarios para la localización de los cadáveres y
los médicos del EMAT como forenses. “Son crímenes ejecutados por una u otra
etnia, aunque las víctimas más recientes son los serbios –explicaba el
Teniente Valentín Villamayor, jefe de la Unidad de la Benemérita, cuya
mayoría de componentes provenía del GAR-. En nuestra área de responsabilidad
nos guiamos por el sistema jurídico español, ya que Kosovo carece de
instituciones judiciales. Los delitos más comunes son los propios de una
situación posbélica. Cuando un refugiado vuelve a su casa y la encuentra
quemada, emplea todos los recursos necesarios para levantarla y rehacer su
vida. Los robos y saqueos son los propios de una delincuencia de subsistencia,
pero cuando se trata de venganzas personales que derivan en el asesinato o en
el incendio de las casas y comercios, los arrestos se hacen en toda regla y se
inicia una investigación. Si se comprueba la culpabilidad de individuo, se
traslada al detenido a la unidad central de la Policía Militar de Pec,
gestionada por los carabinieri italianos”.
En el
levantamiento de cadáveres también estaban trabajando como forenses los médicos
del EMAT Centro, “aunque nos limitamos a certificar las causas de la muerte
y no realizamos autopsias”, matizaba el Comandante Manuel Guiote,
jefe de la Unidad[18].
Entre los sucesos, destacar que tres legionarios de la Primera Compañía VII
Bandera resultaban heridos el 29 de Septiembre cerca de Rakos en accidente de
tráfico cuando daban protección a la iglesia ortodoxa de Velika: El cabo
primero Tomás Jesús Llera Muñoz tiene traumatismo cráneo-facial severo
con fractura de mandíbula y maxilar, según le ha sido diagnosticado en el
Escalón Médico Avanzado, a donde fue trasladado inmediatamente. Además del Cabo
1º resultaron heridos leves otros dos legionarios que acompañaban a Llera en el
BMR en que viajaban, que volcó al ceder el terreno sobre el que circulaban.
Esa primera
agrupación estuvo desplegada en Kosovo hasta el 20 de Enero de 2000, cuando fue
relevada por el Grupo Táctico “Ortiz de Zárate” (basado en la III
Bandera de la BRIPAC[19]).
Pero el trabajo más duro ya estaba hecho: Los sólidos cimientos ya estaban
asentados por los pioneros del chapiri. Ellos dejaron la huella que a otros
correspondía seguir: “Continuar la labor es fácil. Lo difícil es partir de
cero”, aseguraba un oficial… Y así, 8 meses después, los legionarios y
soldados de la Agrupación española encuadrados en la KSPAGT I regresaron a casa
satisfechos de haber sido fieles a su Credo y a lo que el General Jefe de la
Fuerza de Acción Rápida les había dicho al salir del puerto de Almería: “España
confía en la Legión para las misiones internacionales. Un orgullo que se tiene
que demostrar en tierras kosovares”.
“THANK YOU SPAIN” se leía en un cartel, junto al dibujo de la
bandera de España, colocado en la salida Sur de Istok. La frase lo resumía
todo. La Legión –como
luego la BRIPAC, la BRILAT o la Brigada de Cazadores de Montaña u otras muchas
Unidades- ayudó a estabilizar esta zona de Europa, una labor imprescindible
para los expertos militares que consideran que “cualquier punto
desestabilizado, repercute a corto o mediano plazo en otras sociedades”. Porque
los legionarios hacían bueno aquel dicho de “LO IMPOSIBLE
LO HACEMOS DE INMEDIATO. PARA LOS
MILAGROS... TARDAMOS UN POCO MÁS” (aquello de “Lo difícil lo hacemos de inmediato. Lo imposible tardamos un poquito más” se les quedaba corto a los CL). Y en
Kosovo lo habían vuelto a demostrar. Porque nuestra Legión es mucha Legión.
“LO QUE HACE FALTA
ES QUE TODOS REGRESEN A SU TIERRA, Y PARA ESO ESTÁ AQUÍ LA LEGIÓN” (Col. Díaz de Villegas).
“Caminante,
son tus huellas
el camino
y nada más.
Caminante,
no hay camino,
se hace
camino al andar.
Al andar
se hace el camino
y al
volver la vista atrás
se ve la
senda que nunca
se ha de
volver a pisar.
Caminante
no hay camino
sino
estelas en la mar” (Antonio Machado).
LA LEGIÓN, siempre abriendo
camino…
[1] Y un
destacamento del mismo en Katlanovo, a siete kilómetros de Petrovec.
[2] Elías Corral Sáez, legionario de primera y
conductor de BMR, adscrito al pelotón de misiles contra-carro Milán, se enteró
de que debía marcharse a Kosovo cinco días antes de que zarpara el barco desde
el puerto de Almería. A él no le correspondía venir, ya que no pertenecía a la VII
Bandera de la Legión sino a la VIII, pero a última hora lo reclamaron porque
había plazas vacantes. “La verdad es que me alegré, porque la máxima ilusión
de cualquier miembro de la Legión es participar en una misión como ésta”.
[3] La Cía. de Zapadores (67 efectivos) quedaría ubicada en Vitomirica, cerca
de Klina, en las mismas instalaciones que ocupaba el Batallón de Ingenieros
italiano. La Unidad estaba compuesta por un equipo de reconocimiento, una
sección mecanizada de zapadores, un pelotón de máquinas, una sección de apoyo y
un equipo de técnicos especialistas en la desactivación de explosivos: “El
mayor esfuerzo del Equipo TEDAX se centra en los artilugios trampeados que, por
regla general, fueron colocados por los serbios en sus propias casas y
comercios o en las de los albano-kosovares para evitar que fueran ocupados por
los refugiados a su regreso. (…) Los artefactos que hemos localizado y
desactivado son bastante rudimentarios. Resulta más sencillo neutralizar estos
artefactos porque suelen ser eléctricos. Están compuestos por tres elementos
básicos: Batería, dispositivo de iniciación y el explosivo en sí. Eso significa
que cortar el cable de la batería es suficiente para neutralizarlo. Si fuera
electrónico, el empleo de la “tijera” sería inútil, porque el artilugio se
activaría igualmente mediante un relé y, finalmente, explotaría. Sobre todas
estas clases de artefactos de fabricación casera tenemos suficientes
referencias. En realidad, se trata de material empleado habitualmente por la
mafia albanesa para intimidar a sus víctimas” (Sargento
TEDAX Enrique Fuentes, En José Luis Expósito: “Tranquilidad
y Pulso de Hierro”. “Revista Española de Defensa”
No 139, Septiembre de 1999, páginas 65 y 66).
[5] El KNSE (333
efectivos), compuesto por las unidades logísticas AALOG 21 de Sevilla y UALOG
XXII de Granada, así como por el equipo médico del EMAT de Zaragoza,
permanecería en ZO únicamente cuatro meses, siendo relevados en Noviembre. De
este Escalón Logístico dependía en buena medida la efectividad del contingente.
En Petrovec quedaría basado: El Puesto de Mando Logístico, la Plana Mayor y de
Servicios, la terminal aérea y el centro de suministros y distribución del
material.
[6] De regreso a España, los buques harían escala en
Durrës para embarcar parte del material y del contingente que levantó el
campamento de refugiados de Hamallaj).
[8] La Brigada
Multinacional Oeste debía (teóricamente) estar compuesta por 5.250 efectivos
italianos y 300 portugueses, a los que ahora se unían los españoles.
[9] El 21 de Junio
comenzó oficialmente la desmilitarización del UÇK. Una semana después, los
guerrilleros del Ejército de Liberación tenían prohibido lucir su uniforme
militar y portar cualquier tipo de armas fuera de las zonas de reunión
establecidas por la KFOR para su concentración. En la comarca de Istok existía
un área asamblearia bajo responsabilidad española en la localidad de Vrela,
donde se concentraba la 133ª Brigada del UÇK, formada por cerca de medio millar
de hombres. El Tcol. García Valón había llegado a un acuerdo de colaboración
con su comandante en jefe para filiar con nombres y apellidos a cada uno de sus
componentes: “Es la única zona de reunión del UÇK en Kosovo donde se ha
tomado una medida de este tipo”.
[10] Una de las
muchas misiones que desarrolló el GT “Valenzuela” fue la de verificar la
total retirada del Ejército y Policía yugoslava, esta última en cualquiera de
sus formas. Con este fin, y como consecuencia de la detección de patrullas
serbias de carácter paramilitar (con las que se llegó al intercambio de
disparos en la zona de Mokra Gora, a unos 4 km. al norte de Istok donde se
ubicaba el puesto de mando del Grupo Táctico), el día 1 de Agosto se llevó a
cabo una operación de helitransporte. Dicha acción fue seguida de un reconocimiento
de los principales senderos y caminos de la zona. La zona peinada estaba muy
próxima -en su origen- a la frontera con Serbia, con una altitud media de 1.250
m., muy compartimentada y escarpada (y cubierta por una imponente masa de altos
pinos y, el fondo de los valles, estaba horadado por el efecto de las lluvias,
dejando a la vista grandes piedras). Se le asignó la misión a la 1ª Compañía de
Fusileros, que se organizó en tres patrullas, una al mando del Tte. Romero,
progresando al este, otra bajo las órdenes del Tte. Alonso de Liévana al
oeste y, otra al mando del Sgto. Calderón marchando por el intervalo. En esta
última se situó el Capitán Carreras, Jefe de la Compañía, actuando como puesto
de mando (PC) móvil de la operación. Con unas condiciones meteorológicas
inmejorables se partió del helipuerto de Rakos, sede del destacamento de la
Compañía, a bordo de un helicóptero de transporte pesado CH47 Chinook. Como
zona desembarco fue elegido un collado a un kilómetro al norte del vértice
Stropacka (1.589 m.). Una vez allí y tras un ordenado y rápido desembarco, las
patrullas iniciaron el reconocimiento a lo largo de los tres ejes de progresión
marcados en dirección norte-sur. Una línea de coordinación fue establecida para
mejorar el control y la coordinación del avance de las patrullas. Una vez
articulados los tres grupos, se inició el avance simultáneo por los ejes. Dicho
avance fue lento, debido, primero, al alto grado de atención y cuidado que se
ponía en él, dada la probabilidad de encuentro con patrullas provenientes del
otro lado de la frontera o cualquier tipo de trampa que hubieran podido
colocar, y segundo, lo abrupto del terreno que forzaba a ralentizar la marcha y
prestar especial atención a donde se ponían los pies. Los puntos finales fueron
distintos para las tres patrullas, siendo éstos, pequeñas aldeas al pie de la
montaña. En ellos aguardaban los BMR de la Sección de apoyo que trasladaron a
las patrullas al destacamento de Rakos, donde les esperaba un merecido descanso
a unos y una imprescindible guardia a otros.
[11] En el cuartel de Rakos, ubicado en una antigua escuela (en Zlokucane era
una oficina de correos), no había teléfono. La lejanía de la familia era lo que
peor llevan los legionarios. Mucho peor que la falta de comida caliente, electricidad
o agua durante los primeros días. El dormir en sacos y en tiendas de campaña… O
el retraso en la llegada de las letrinas, que obliga a salir al campo, con el Cetme
a cuestas, para satisfacer las necesidades más perentorias. En cambio, la
distancia era más dura.
[12] La 3ª
Compañía fue encargada de cubrir la zona sur del despliegue del GT,
estableciendo el Puesto de mando en la localidad de Zlokucane. La población
existente era predominante de origen albanés, habiendo huido de la zona toda la
población serbia antes de la llegada de las fuerzas propias. Sin embargo, había
algunas minorías (de etnia gitana, bosniaca y albaneses católicos) que animaron
la misión por los conflictos que su presencia en la zona provocaba. En el
contexto físico y humano antes descrito, la Compañía se encontró una situación
inestable de posguerra, con un vacío de poder en todas las instituciones
locales, sin policía, con una organización guerrillera (UÇK) campando por sus
respetos, y un gran nivel de destrucción y necesidad entre los habitantes de la
zona. Además, en un principio hubo que luchar contra las venganzas y
resentimientos provocados por la guerra, todo ello agravado por la gran
cantidad de armamento descontrolado existente en la zona. La necesidad derivó
en actos de saqueo y bandidaje. Todos estos factores configuraban un entorno
ideal para la actuación de las mafias albanesas, que intentaron, sin éxito,
actuar en la zona española.
Como elementos peculiares en la
zona cubierta por la 3ª Compañía cabe destacar: La presencia de una población
de etnia gitana (poblado de Zac), compuesta por unas 170 personas, con un alto
porcentaje infantil y que se encontraba amenazada por extremistas albaneses que
les acusaban de haber colaborado con los serbios en la campaña de limpieza
étnica realizada en la zona. La existencia de una amplia población de religión
católica, concentrada en la parte sur de la zona de acción y que también sufrió
agresiones aisladas por parte de extremistas musulmanes. La ubicación en la
zona de tres ermitas ortodoxas, permanentemente amenazadas por constituir para
los musulmanes albaneses un símbolo del nacionalismo serbio. La actuación de
bandas organizadas dedicadas al saqueo y la extorsión, cuya actuación resultaba
especialmente sencilla debido al hábitat rural disperso predominante en el
área. Para la ejecución de las misiones de patrullaje y protección permanente
de puntos sensibles se llevaron a cabo, entre otras, las siguientes acciones:
Establecimiento de check-points. Registros de casas y confiscación de
armamento; controles ocultos y apostaderos y escolta de autoridades y minorías.
Asimismo, la colaboración con ONG proporcionándoles apoyos en información y
medios, el reparto de ayuda en algunas ocasiones y la asistencia
médico-sanitaria a la población local, fueron actividades permanentes a lo
largo de toda la misión.
La ejecución de todas las
misiones encomendadas anteriormente, conllevó un continuo contacto con la
población civil, cuya simpatía se ganaron los legionarios gracias a su carácter
y generosidad. Especialmente estrecha fue la relación con la población gitana
de Zac, debido a la continua permanencia de una patrulla de la Compañía
dándoles seguridad. En más de una ocasión hubo que responder al fuego de
hostigamiento realizado por albanokosovares en busca de venganza. “Las 24
horas de presencia en el poblado convirtieron al mismo en una especie de centro
de instrucción, cuyos reclutas eran los abundantes niños presentes en la aldea,
que tras 7 meses, saludaban con el codo hacia atrás, braceaban con el puño por
encima del gorrillo, y hacían orden cerrado a la perfección”, comentaba el
oficial al mando. Tantos meses de misiones continuas fueron acompañados de gran
cantidad de anécdotas, siendo quizás, la más destacada, la protagonizada por el
Pelotón del Sgto.1º Gracián: Éste recibió la misión de escoltar con su vehículo
a un testigo y un acusado a determinada población, para lo cual debían vadear
un río. En dicho vadeo, el BMR perdió rueda y se hundió. El testigo y el
acusado no salían de su asombro cuando por las troneras del vehículo veían
subir el nivel del agua, uniéndose en la desgracia y echando una mano a la hora
de achicar el agua. Desde ese momento, el vehículo fue bautizado con el nombre
de “Titanic”.
[13] Dentro de
la zona de acción asignada a la 3ª Compañía se encontraba un núcleo de
población de etnia gitana en una localidad llamada Zac. Esta población se
encontraba amenazada por elementos extremistas albano-kosovares que les
acusaban de colaboracionismo con los serbios en la campaña de limpieza étnica
llevada a cabo en la zona. Por esas fechas se produjeron dos incidentes que
agravaron sensiblemente la situación; el secuestro del marido y el hermano de
una de las habitantes del poblado y el asesinato de un matrimonio de edad
avanzada en su propia casa. Estos hechos llevaron al mando a tomar decisión de
dar seguridad permanente a los habitantes de etnia gitana de Zac,
estableciéndose la seguridad mediante la presencia 24 horas de un Pelotón
reforzado en el lugar. Los encargados de repartir la ayuda humanitaria a la
zona se negaban a hacerlo a la población gitana, hecho que se denunció
repetidas veces y que se solucionó llevando la ayuda a pie de obra. A veces,
cuando tardaba en llegar, era frecuente ver a los legionarios compartir su
comida y sus raciones con los niños y ancianos del lugar, quedándose en
ocasiones sin comer. Esta generosidad era comprendida y agradecida por los
gitanos, que respondían compartiendo con los legionarios lo poco que tenían.
Era frecuente ver en la tienda del Cuerpo de Guardia café turco, té y
repostería de circunstancias, confeccionada por los habitantes del pueblo. Tantas horas de
convivencia y el carácter abierto y generoso de nuestra tropa, provocó que la
población, sobre todo la infantil, tomara un especial cariño a los legionarios.
A muchos les conocían por sus nombres, y cuando alguno faltaba a lista (ya por
permiso o por otra circunstancia), enseguida preguntaban por él. Los
legionarios del turno de descanso se constituían en improvisados instructores
de reclutas, que no eran otros sino los numerosos niños del poblado, que
incluyeron entre sus juegos el orden cerrado (con y sin "armas") y el
de combate. Eran como un pequeño ejército, que colaboraban incluso en la
seguridad, alertando a la patrulla de la llegada de algún vehículo,
reconociendo a sus ocupantes, etc. También se les escoltaba en su camino hasta
el colegio del pueblo, y había que tener cuidado, ya que en cuanto uno se
descuidaba, se encontraba a un racimo de niños enganchados del BMR, escaqueándose
de la caminata diaria… Fueron muchos momentos, que quedaron grabados en la
mente y los corazones de los legionarios, y también en la de los habitantes de
Zac, a cuyos ojos asomaron las lágrimas en los días del relevo. Porque hay
varias maneras de cumplir la misión, y los legionarios escogieron la mejor:
preservaron la vida de todos los habitantes de Zac, ganándose, a la vez, sus
corazones.
[14] “El Imparcial”, 18 de
Septiembre de 2009. El monasterio de San Nicolás, más conocido por monasterio
de Gorioc, se encuentra situado al nordeste del pueblo de Istok, sobre un suave
espolón que domina toda la zona de Grab y la zona este de Istok, en la falda de
las impresionantes montañas de Mokra Gora, que hacen de frontera natural entre
la región de Kosovo y Serbia. Esta situación privilegiada determinó que allí se
asentara una Sección del Ejército serbio con medios mecanizados y morteros
desde donde batían toda la zona. Se trata de un monasterio ortodoxo cuyos orígenes
datan de los siglos XII o XIII de una belleza singular tanto por su estilo como
por sus frescos e iconos de diversas épocas allí guardados. El Pope, persona
que con una mirada lo decía todo, de una sabiduría y una lucidez exquisita,
justo, agradecido y con el inmenso mérito de gobernar a su tropa perfectamente.
Este era el típico pope ortodoxo o, por lo menos como nos imaginamos a un pope:
Barba blanca larguísima, pelo también largo, sus humildes hábitos recogidos por
un cinturón de cuero y tocado con su gorro negro con una gran cruz. Bastante
mayor pero sin poder precisar la edad y delicado de salud. Muchas anécdotas se
produjeron en tanto tiempo que allí estuvo la “Valenzuela”, además de
una gran cantidad de visitas pues todo el que por aquellas tierras aparecía tenía
que pasar por el monasterio. Esto lo agradecían una barbaridad las monjas, que
se sentían completamente aisladas -puesto que sólo podían contar con los
legionarios y una radio con la que enlazaban con Serbia-. Momentos muy buenos y
momentos muy amargos los allí pasados por los legionarios: Los amargos venían
de la mano de los refugiados que lo habían perdido todo y que hacían cola para
subir al observatorio, pedirle al legionario de turno sus prismáticos y decir
con lágrimas en los ojos “aquélla era mi casa”; o aquellos otros que
eran evacuados al vecino Montenegro. A todos les habían hablado de los
legionarios españoles, de que se preocupaban por ellos... Pero el recuerdo más
hondo era el del cariño de las monjas que empezaron a llorar y a encerrarse en
sus aposentos el mismo día que se enteraron que relevaban a los legionarios.
Esos ciudadanos que con pocos medios trataban de dispensar a los legionarios
para que no les faltase su café, sus pastelitos, su queso y, cómo no, su rakija
cuando no la escondía el Pope para que la monja Teodora no se lo bebiese.
[15] Coronel Díaz de Villegas: “Debemos
Reescribir la Historia de esta Región”. “Revista Española de Defensa”, Julio-Agosto de 1999, página
10.
[16] El 21 de Octubre, el GT ejecutó la operación
“Alhucemas 2”, simultánea en las “Comisarías” (por supuesto ilegales) de
Istok, Djurakovac y Vrela con la finalidad de desarticular las “policías” de
dichas localidades, procediendo al precinto de los locales y la detención de
sus miembros. Del registro, requisa de documentación e interrogatorio a los
detenidos se obtuvo una valiosa información que se explotó a lo largo de la
misión, destacando el descubrimiento de una lista de personas amenazadas de
muerte por el UÇK. No obstante, ya, con anterioridad (mediados de Julio) se había
desarrollado una operación similar simultáneamente en Istok, Rakos, Banja y
Durakovac. En cada localidad participaron 40 legionarios con tres BMR,
reforzados por la Guardia Civil, lo que supuso la detención de seis individuos
y la incautación de gran cantidad de equipo de transmisiones y armamento.
[17] Estos
check-points, a diferencia de los controles italianos, siempre eran móviles y
en fechas aleatorias.
[18] El EMAT, como
unidad de Sanidad de acción rápida, modular y aero-transportable, contaba con
un hospital de campaña de veinte camas y cuatro equipos (quirúrgico,
odontológico, veterinario y farmacéutico) instalados en el acuartelamiento de
Istok, así como otros cuatro de estabilización sobre BMR activados en cada
destacamento y uno en reserva.
Hi im from Kosovo , i was born in the same city when the army from Spain came after the war.
ResponderEliminarI remember a solider named Soto (i dont know his surname), he helped me a lot and gived me a lot of presente. I would like to find him. He was in mission in the city of Djurakovc during 1999